Lo que hoy día afronta Argentina es un tema de mucho interés para cualquier país latinoamericano. Se trata del ejemplo de cómo funciona el capitalismo en su afán por apropiarse de los recursos de países en situaciones complejas.

La cosa funciona más o menos así: grandes corporaciones económicas, dedicadas a la usura y especulación del dinero como mercancía, compran bonos de deuda a un país en crisis económica, como le sucedió al a Argentina en su quiebre por el modelo neoliberal, cuando se aplicó el llamado “corralito”, que generó una crisis social y económica profunda que arruinó a la nación sureña.

Los efectos fueron sentidos en sus vecinos, especialmente por Uruguay, que tiene una balanza comercial muy grande con Argentina y una relación comercial interdependiente por ser parte además del Mercosur.

Resulta que detrás de las corporaciones de estos fondos buitres que hoy presionan al Gobierno y pueblo argentino hay nombres vinculados con círculos de poder en Estados Unidos.

Uno de esos personajes es Robert Shapiro, exfuncionario del expresidente estadounidense Bill Clinton, quien trabaja bajo la mentoría de Paul Singer, financista estadounidense que gestiona más de 15 mil millones de dólares de fondos de riesgo.

Singer ha comprado la deuda de países como Perú, país al que le pagó 5 millones de dólares y luego, a través de juicios, le cobró 58 millones; lo mismo (o peor) hizo con Congo, donde por 2,3 millones se llevó más de 100 millones.

Es el mismo principio que utilizan los buitres nacionales, cuando compran las cosas a precio muy bajo y luego les sacan ganancias de cientos y miles por ciento. Si bien son mecanismos financieros distintos, el método es la usura, que se traduce en robo contra el pueblo, es por eso que desde todo punto de vista es deleznable.

Es importante entonces que los países latinoamericanos establezcan un mecanismo de acción conjunta para defender a Argentina del robo al que pretenden someterla.

Asimismo es indispensable desarrollar eficientemente un fondo que permita proteger las economías regionales, con condiciones distintas a las que imponen el FM y el Banco Mundial.  

Por Ramón Alirio Contreras / @aliriocontreg /Correo del Orinoco 

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