martes, 11 de noviembre de 2014

FBI mantiene vínculos con atentados terroristas en Irán

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Después de que un atentado con coche bomba en el sureste de Irán mató a 11 miembros del Cuerpo de las Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) en 2007, un agente de la CIA se dio cuenta de algo sorprendente en los archivos de la agencia: un informe de Inteligencia, presentado antes de las explosiones, que advertía que algo grande estaba a punto de suceder en Irán.

Aunque el informe había proporcionado pocos detalles, el oficial de la CIA se dio cuenta de que significaba que los Estados Unidos había sabido de antemano que un grupo terrorista suní llamado Yundolá estaba planeando una operación en Irán, dos exfuncionarios estadounidenses familiarizados con el asunto recuerdan esto. Pero la más sorprendente era la fuente del informe. Se había originado en Newark, de un detective de la Autoridad Portuaria de Nueva York y Nueva Jersey.

La Policía de la Autoridad Portuaria es responsable de patrullar puentes, túneles y aparcamientos del aeropuerto. Pero el detective, un exherrero y un hueso duro de roer y de vez en cuando brusco, llamado Thomas McHale, era también un miembro de la unidad antitraterrorista del FBI. Él había viajado a Afganistán y Paquistán e infiltrado informantes dentro del comando de Yundolá, bajo la supervisión conjunta del FBI y la CIA.
Al leer el informe, el oficial de la CIA se puso preocupado. Los abogados de la Agencia con quienes consultó, llegaron a la conclusión de que el uso de estos militantes para reunir información de Inteligencia - y obtener información acerca de los ataques antes de que ocurrieran - podría sugerir el apoyo tácito del país norteamericano al terrorismo.

Los abogados dijeron que tal apoyo, sin la aprobación explícita del presidente, podría representar una operación encubierta sin autorización. La CIA puso fin a su relación con los informantes de McHale.

A pesar de las preocupaciones de la CIA, los oficiales estadounidenses continuaron obtener información desde el interior de Yundolá, primero a través del FBI, y luego el Pentágono. Los contactos con los informantes no terminaron ni siquiera cuando los ataques de Yundolá provocaron la muerte de civiles iraníes, o cuando el Departamento de Estado estadounidense la clasificó al grupo como una organización terrorista. El Departamento de Justicia estadounidense y los abogados del FBI en aquel momento, dicen que nunca revisaron la materia y no estaban al tanto de las preocupaciones de la CIA, pues la relación se mantuvo, incluso cuando los funcionarios estadounidenses negaron repetidamente cualquiera conexión con el grupo.

El origen inusual y la naturaleza de la duradera relación entre los EE.UU. y Yundolá son muestras de la expansión de las operaciones de Inteligencia estadounidense después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001. Siendo el contraterrorismo una prioridad nacional, los nuevos jugadores - el FBI, el Pentágono, los contratistas y las fuerzas locales - todos han entrado en el negocio del espionaje. El resultado es un sistema a veces confuso, en el que las agencias a menudo funcionan de forma independiente y con poca supervisión.

“Ahora, todas las agencia quieren estar involucradas en contraterrorismo e Inteligencia”, dijo el representante de la Cámara de Nueva Jersey y miembro del Comité de Inteligencia de la Cámara, el demócrata Rush Holt, quien enfatizó que no recordaba haber sido informado sobre el asunto de Yundolá. “Tenemos estas Fuerzas Conjuntas de la lucha contra el Terrorismo por todas partes, y muchos grupos más en nuestra sistema burocrático. Las cosas que pasan son mucho más de lo que aparentan”.

La CIA, el FBI, el Pentágono y la oficina del director de la Agencia de Inteligencia Nacional (NSA, por sus siglas en inglés) negaron hacer comentarios para este artículo. Pero, muchos funcionarios actuales y antiguos, que hablaron con nosotros bajo la condición de anonimato porque no estaban autorizados a hablar de ello, confirmaron nuestra suposición sobre la existencia de la relación entre los EE.UU. y Yundolá y la forma que se evolucionó esta.

Varios funcionarios actuales que hablaron de la operación, restaron importancia a su significado, atribuyéndola a las fallas existentes en la supervisión y no a un esfuerzo planeado para aliarse con un grupo terrorista.

En el centro de la operación estaba el Sr. McHale. Quienes lo conocen pintan una imagen contradictoria de él - alguien muy estimado en FBI por su considerable habilidad para formar informantes pero, con problemas con las restricciones impuestas por la burocracia cuyas relaciones con Yundolá no se registraban.

McHale, de 53 años, actualmente jubilado de la Autoridad Portuaria, se negó a hacer comentarios. Un graduado de la escuela secundaria de la ciudad de Jersey, el Sr. McHale se convirtió en una celebridad de las fuerzas policiales en 11s, ayudando a rescatar a los sobrevivientes y recuperar a las víctimas en la zona cero. Interpretando luego a sí mismo en la película de Oliver Stone, "World Trade Center", en la que Nicolas Cage hizo el papel de un oficial de la Policía de la Autoridad Portuaria, McHale se puso aún más famoso.

Su trabajo en la Fuerza de Tarea Conjunta contra el Terrorismo de Newark, lo llevó a Afganistán y Paquistán, donde ayudó en la persecución y captura de los líderes de Al-Qaeda junto a agentes del FBI y de la CIA. En 2006, recibió la Medalla de Honor de la Autoridad Portuaria por su valentía.

“Si hay una nueva generación más célebre, entonces McHale ciertamente sería su personificación”, publicó el New York Post el 11 de septiembre de 2011.

Pero, los amigos dicen que él podría ser impetuoso y obstinado, el tipo de persona que si pensaba que el email que le había mandado usted era una estupidez, se lo diría de inmediato - y copiaría su jefe en la lista de receptores por si acaso.

“Tommy no está exenta de opiniones y por lo general, le gusta compartir sus ideas con sus colegas y jefes”, dijo Don Borelli, actualmente jubilado del FBI, supervisor de contraterrorismo que trabajó con McHale en Paquistán, pero no estuvo involucrado en el asunto de Yundolá. “Como puede imaginar, esto ha encrespado las aguas, especialmente en el FBI, pero cuando viene al caso, Tommy es el tipo que usted quiere en su equipo para trabajar sobre el caso”.

McHale se sentía a gusto en esta sociedad apresurada que parecía particularmente frenética después del 11 de septiembre de 2001, cuando las decisiones eran tomadas y se ejecutaban sobre la marcha en respuesta a las amenazas terroristas aparentemente omnipresentes. Y después del 11.09, la información sobre el Oriente Medio era muy valorada. McHale tenía una fuente, dijeron funcionarios, un informante que había estado en la nómina del FBI desde 1996.

Según la información facilitada por tres de los exfuncionarios, el informante vivía en Nueva York, pero tenía amigos y familiares en Baluchistán, una región extensa que abarca partes de Irán, Afganistán y Paquistán. El informante presentó McHale a estas conexiones en el extranjero, entre ellas a los miembros de la familia Rigi que pertenecían a una poderosa tribu Baluch en el sureste de Irán.

El informante resultó ser suficientemente prometedor, así que después del 11.09, se convirtió en activo de FBI y la CIA, lo que significa que fue supervisado por ambas organizaciones de forma simultánea, con McHale como el intermediario, dijeron oficiales.

Sudeste de Irán, donde los Rigis tenían su bastión, es la región más pobre del país y en ese contexto, un joven miembro de la familia, Abdolmalek Rigi, fundó Yundolá en 2003 para luchar contra el Gobierno iraní. Su liderazgo se había formado por los miembros de la misma familia. Los Estados Unidos estima que más tarde, Yundolá atrajo entre 500 a 2000 miembros, por lo que fue aproximadamente del mismo tamaño de la rama de Al-Qaeda en Yemen.

Pero en sus primeros años, el grupo recibió poca atención de Washington. Y la relación de McHale con el grupo no planteó preocupación, dicen los exfuncionarios.

En parte, dicen, que se debía a que los EE.UU. aún no consideraba a Yundolá como una organización terrorista, ya que no había manifestado ninguna intención de atacar a Occidente. Pero, dicen que también se debía a que uno de los principales expertos de Baluchistán, y el que con más probabilidad debería detectar el problema potencial, fue el propio McHale.

Con el tiempo, Yundolá se volvió más descarado. En 2005, sus agentes pusieron una emboscada para matar al entonces presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, en su viaje a la provincia Baluchistán. La operación resultó en fracaso. El grupo también fue culpado por una serie de ataques, incluido una masacre en un puesto de control policial en 2006. El año siguiente, Yundolá llevó a cabo el atentado con coche bomba en un autobús lleno de miembros del CGRI.

La amplitud de la información proporcionada por informante de McHale y su red de los contactos en el extranjero no se pudo determinar. Pero Baluchistán sirvió como un centro para grupos terroristas y contrabandistas que usaban la región para el tráfico de drogas y armas y secuestraban a las personas en las fronteras de Irán, Afganistán y Paquistán. Algunos combatientes balchés, comparten lazos ideológicos con los talibanes y Al-Qaeda. Jalid Sheij Mohamad, el cerebro que organizó el atentado de 11s, es de la etnia Baluch. Con los años, la información de fuentes de McHale llenó enormes archivos de inteligencia estadounidense, añadieron los tres exfuncionarios.

No es ilegal que los agentes del gobierno utilicen los criminales o terroristas como fuentes. Infiltrar informantes dentro de Al-Qaeda ha sido una de las tareas de la CIA desde el 11.09. Pero el objetivo siempre ha sido utilizar estos informantes para ayudar a desmantelar la propia Al-Qaeda. En el caso de Yundolá, el objetivo era obtener información, dijeron los exfuncionarios, no luchar contra el grupo o detener sus ataques.

Los funcionarios y exfuncionarios dicen que el Gobierno estadounidense nunca ha dirigido o aprobado las operaciones de Yundolá y que nunca ha habido un caso en el que los Estados Unidos supiera el momento y el objetivo de un ataque terrorista sin que tomara medidas para evitarlo.

Aun así, el riesgo de este tipo de arreglos es que las atrocidades cometidas por las personas que trabajan con los EE.UU. podrían ser vistas como hechos autorizados por el gobierno. En Guatemala, por ejemplo, un oficial del Ejército que trabajaba con la CIA ordenó el asesinato de un ciudadano estadounidense en 1990. Cuando el caso salió a la luz, se convirtió en un gran escándalo que obligó a la CIA a revisar toda su red de informantes.

El FBI también ha tenido altibajos en esta área. En un caso ampliamente publicitado, los agentes del FBI en Boston utilizaron el mafioso James (Whitey) Bulger como informante, aun cuando él y su banda cometieron asesinato. Este escándalo llevó al FBI a reescribir sus reglas, que ahora requieren un amplio registro de los hechos y el escrutinio de los informantes que cometen delitos.

Como un informante del FBI, la fuente de McHale que residía en EE.UU., habría sido sometida a ese escrutinio. Pero los requisitos son mucho menos exigentes para las fuentes secundarias, conocidas como “subfuentes”. Así que los funcionarios reconocieron que había poca supervisión sobre los miembros de Yundolá con los que se reunía y hablaba McHale en el extranjero.

No está claro quiénes autorizaron el seguimiento de la relación con Yundolá después de que los abogados de la CIA expresaron su preocupación al respecto. Los abogados de Departamento de Justicia y el FBI en aquel momento dicen que no estaban al tanto de la relación o las preocupaciones de la CIA.

Pero, aunque ahora el gobierno dice que McHale trabajó bajo su propia responsabilidad, hay indicios de que los altos funcionarios sabían y habían aprobado la relación que se desarrolló con Yundolá. Por ejemplo, en 2008, altos funcionarios del FBI en Washington aprobaron el viaje de McHale a Afganistán, donde se reunió con su red de informantes. Por regla general, la CIA también habría tenido que aprobar este viaje.

Informes de McHale circularon libremente por toda la comunidad de Inteligencia, dijeron los exfuncionarios. En 2009, la División de Operaciones de Irán de la CIA, dio a McHale un premio por su trabajo, dijeron exfuncionarios. No se sabe cuál fue el motivo de este premio. El portavoz de la CIA, Dean Boyd, dijo que la agencia no podía confirmar haber proporcionado este premio y declinó hacer más comentarios.

Para entonces, el Departamento de Estado había comenzado a considerar la posibilidad de calificar a Yundolá de una organización terrorista. Funcionarios estadounidenses negaron las acusaciones por parte de Irán de que Estados Unidos y el régimen de Israel estaban colaborando con el grupo.

Las fuerzas iraníes, capturaron a Abdolmalek Rigi en febrero de 2010 y lo ejecutaron en junio. Pero Yundolá no se desistió. Aquel mes de julio, dos de sus atacantes suicidas atacaron la mezquita principal de Zahedan, la capital de la provincia en el sureste de Irán. Aproximadamente 30 personas murieron y cientos resultaron heridas. Yundolá identificó los atacantes como Abdulbaset y Mohamad Rigi, los familiares de su líder caído.

El presidente Obama condenó la matanza. “Estados Unidos está con las familias y seres queridos de los muertos y heridos, y con el pueblo iraní, contra esta injusticia”, dijo.

Mantener lazos después del terror

A pesar de esta declaración, la relación de Estados Unidos con los líderes de Yundolá, a través de McHale y el FBI, no cambió. Incluso después de que el Departamento de Estado designó formalmente a Yundolá como una organización terrorista en noviembre de 2010, las cosas siguieron iguales. McHale participó en la sesión interna que condujo a la decisión como uno de los pocos expertos del gobierno en la región y la organización, de acuerdo con los actuales y anteriores funcionarios. La sesión no solicitó ninguna revisión de los antecedentes de los informantes de McHale.

“Yundolá ha participado en numerosos ataques que resultaron en la muerte y la mutilación de decenas de civiles iraníes y funcionarios del gobierno,” el Departamento de Estado declaró. “Yundolá utiliza una variedad de tácticas terroristas, incluida los atentados suicidas, emboscadas, secuestros y asesinatos selectivos”.

A finales de 2013, McHale solicitó un permiso para volar a Afganistán con el fin de reunirse con sus contactos de nuevo, pero el FBI se lo negó. No se sabe si esta negativa fue a causa de las objeciones a la misión o debido a recortes en el presupuesto de todo el gobierno en ese año. Entonces, la personalidad brusca de McHale se apoderó de él. Él había desarrollado una reputación de ser difícil de manejar, y los altos funcionarios del FBI en Newark se quejaban de que no mantenía registros adecuados de su operación de inteligencia. Sus amigos dijeron que de repente, McHale se encontró sin apoyo.

Así que, organizó el viaje a través del Pentágono. Los exfuncionarios dicen que el FBI no trató de detenerlo o de oponerse a la colaboración. Era su quinto viaje a la región. Fotos en su página de LinkedIn que muestran a McHale en Afganistán junto a las fuerzas especiales estadounidenses, documentan este viaje.

Unos meses después de su regreso, el FBI le obligó a salir del grupo de trabajo de Newark. Las autoridades dijeron recientemente que era en parte, debido a su viaje no autorizado a Afganistán.

McHale regresó a la Autoridad Portuaria, pero las cosas habían cambiado allí, también. La polémica por el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie y el cierre del carril en el puente George Washington habían causado cambios en la gestión de la Autoridad Portuaria, y como dicen sus amigos, McHale había perdido parte de su apoyo burocrático. Él se vio envuelto en una pelea amarga con las agencias, amigos y colegas dicen, y se jubiló de la agencia en la primavera pasada.

Algunos funcionarios federales culpan a McHale por lo que describen como una operación que salió del control. Dicen que si los Estados Unidos y Yundolá habían tenido una relación tan cercana, McHale era el único culpable.

Pero amigos y antiguos colegas dicen que dibujar a McHale como un agente que lo hizo todo por su cuenta es injusto. Señalan que la relación se mantuvo durante más de una década y las acciones de McHale fueron aprobadas y aplaudidas por varias agencias de los Estados Unidos en esos años. “No estoy seguro de lo que debo decir acerca de este caso”, dijo Holt, quien se retira del Congreso este año. “Todo es plausible en la descabellada rueda de inteligencia”.


Estando jubilado McHale, la futura implicación de los EE.UU. en las operaciones de los Rigis está clara. Yundolá ha fragmentado. Sus seguidores se han unido a otros grupos militantes. Pero los funcionarios dicen que el informante principal de McHale, el que tiene la llave de la red de informantes en el extranjero, sigue siendo registrado en los documentos como un informante del FBI. 

Escrito por: JAMES RISEN y MATT APUZZO 

HispanTV

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