domingo, 10 de enero de 2016

Adolf Heusinger: la historia del general nazi que acabó dirigiendo la OTAN



Foto: El general Adolf Heusinger en 1960, con el uniforme del Bundeswehr.
Los documentos desclasificados de la CIA no ahorran elogios a Heusinger, que dicen “se ganó el respeto de sus colegas americanos y alemanes por su competencia profesional y su integridad personal”. Los papeles secretos reconocen que la CIA consideró seriamente que Heusinger sustituyera a Gehlen, pero en los años 50 el general decidió retomar su carrera militar en la República Federal Alemana y, aunque siguió siendo un “representante influyente de los intereses estadounidenses en la remilitarización alemana y la Organización Gehlen”, poco a poco fue dejando sus labores en el servicio de inteligencia. Ahora bien, nunca dejó de ser un buen confidente de la CIA.


La historia del siglo XX está llena de sorpresas. En un periodo de máxima convulsión política y social, los peores enemigos pueden pasar a ser grandes aliados de la noche a la mañana. Aunque hay miles de ejemplos de esto, pocas biografías son tan sorprendentes como la del general alemán Adolf Heusinger, cuyo currículo es de los que quitan el hipo: fue veterano de la I Guerra Mundial, general y jefe de operaciones del ejército nazi, agente secreto de la CIA y presidente del comité militar de la OTAN. Lo que se dice tener una exitosa carrera.

Heusinger nació el 4 de agosto de 1897 en Holzminden, una pequeña población del centro de Alemania que entonces formaba parte del ducado de Brunswick y, a su vez, del Imperio Alemán. Aunque provenía de una familia de teólogos y médicos, el joven Heusinger decidió alistarse al ejército tras el estadillo de la I Guerra Mundial, sin haber cumplido siquiera los 18 años.

Su carrera en el regimiento de infantería fue meteórica, aunque accidentada. En julio de 1917 fue ascendido a subteniente (el equivalente, según la jerarquía española, al puesto de alférez, el primer rango en la escala de oficiales), pero sólo unas semanas después, y tras ser herido en combate en dos ocasiones, fue apresado por las fuerzas británicas.

Después de la IGM, Heusinger era un militar profesional condecorado (en su uniforme colgaba la prestigiosa Cruz de Hierro) en un país con un ejército de sólo 100.000 hombres, el Reichswehr, la única fuerza que se le permitió tener a Alemania tras el Tratado de Versalles.

En 1931, fue asignado a la división de operaciones de la Truppemant, el encubierto Estado Mayor del ejército alemán durante la República de Weimar, ya que el Tratado de Versalles prohibía la existencia de esa institución. Aunque en la época del Reichswher, dado su limitado tamaño, las promociones eran escasas, Heusinger llegó a capitán en 1932 y a comandante en 1936, ya en época nazi.

A las órdenes del Führer

Con la llegada de Adolf Hitler al poder, las restricciones impuestas por el Tratado de Versalles fueron ignoradas y el Estado Mayor se restableció a todos los efectos. En agosto de 1937, Hausinger fue asignado al Mando de Operaciones. En 1939 fue ascendido a teniente coronel y en 1940 fue nombrado comandante de este órgano básico del ejército, con el rango de coronel.

Heusinger tuvo un papel fundamental en la planificación de la ocupación de Austria y, al estallar la II Guerra Mundial, en la invasión de Polonia, Dinamarca, Noruega, Francia y los Países Bajos. En el transcurso de la guerra Heusinger fue nombrado general de brigada y, después, de división.

En junio de 1944 el general Zeitler, jefe del Estado Mayor del Ejército, se puso enfermo y Heusinger asumió temporalmente su rol, con tal mala suerte que, debido a su nuevo cargo, le tocó reunirse con su tocayo Hitler en la “guarida del lobo”, justo el 20 de julio de 1944, día en el que se perpetró el fallido intento de asesinar a todos los gerifaltes nazis.

El führer se libró totalmente del ataque, pero Heusinger, que estaba justo a a su lado, fue uno de los generales que resultó heridos. Tras pasar por el hospital, fue arrestado e interrogado por la Gestapo, para determinar si había jugado algún papel en el complot para acabar con Hitler. Aunque había evidencias de que Heusinger había contactado con muchos de los conspiradores, la Gestapo no encontró ningún vínculo directo con éstos y en octubre de 1944 fue liberado, pero enviado a la reserva. No ocupó ningún cargo en el ejército hasta el 25 de marzo de 1945, cuando fue nombrado jefe de la división de cartografía, sólo para ser capturado dos meses después por las fuerzas estadounidenses.

Espía de la CIA y mano derecha de Adenauer

Como alto cargo del ejército nazi, Heusinger tuvo que testificar en los juicios de Núremberg. Un documento desclasificado de la CIA sobre el general –que fue hecho público en 2006 gracias a la Nazi War Crimes Disclosure Act– asegura que pudo estar implicado en crímenes de guerra, pues algunas de las ordenes que firmó sellaron el destino de varios presos políticos rusos y comandantes aliados.

Pese a esto, fue absuelto de sus cargos. Como declararon la mayor parte de los gerifaltes nazis, Heusinger aseguró que se había limitado a rubricar las órdenes que le transmitían. Pero en su perdón quizás tuvo algo que ver que, como se apunta en el documento desclasificado de la CIA, “tuvo una actitud colaborativa” y, más aún, que durante el transcurso del macro juicio el general trabajó como “asesor de investigación” para EEUU. Una relación que, desde entonces, fue muy fluida.

En 1947 Heusinger ingresó en la oficina de inteligencia del general Reinhard Gehlen, otro antiguo oficial nazi –general de la Whermacht– que, tras perder la guerra, se alistó como espía estadounidense. La Organización Gehlen fue una red de espías organizada por las fuerzas de ocupación estadounidenses en Alemania sobre la base de las redes de inteligencia creadas por los nazis, que jugó un papel fundamental espiando a la Unión Soviética y sus aliados, sobretodo, claro está, la RDA.

Los documentos desclasificados de la CIA no ahorran elogios a Heusinger, que dicen “se ganó el respeto de sus colegas americanos y alemanes por su competencia profesional y su integridad personal”. Los papeles secretos reconocen que la CIA consideró seriamente que Heusinger sustituyera a Gehlen, pero en los años 50 el general decidió retomar su carrera militar en la República Federal Alemana y, aunque siguió siendo un “representante influyente de los intereses estadounidenses en la remilitarización alemana y la Organización Gehlen”, poco a poco fue dejando sus labores en el servicio de inteligencia. Ahora bien, nunca dejó de ser un buen confidente de la CIA.


En 1950, el general se convirtió en el principal consejero en asuntos militares del canciller Konrad Adenauer y trabajo en la Amt Blank, el “departamento” gubernamental dirigido por Theodor Blank, que en 1955 se convirtió en el Ministerio de Defensa de la Alemania Occidental.

Con el restablecimiento del ejército alemán en 1955, Heusinger volvió a ingresar en el mismo, siendo nombrado teniente general y jefe del Consejo de Liderazgo Militar. En 1957 fue ascendido a general de ejército y fue el primer inspector general del nuevo Bundeswehr, donde sirvió hasta 1961. Ese año fue nombrado presidente del Comité Militar de la OTAN –el rango más alto de la rama no civil de la organización–, puesto en el que sirvió hasta 1964 cuando, con 67 años, se retiró por fin de los cuarteles.

El general murió en Colonia, en noviembre de 1982, a la edad de 85 años. En su uniforme colgaban condecoraciones de los ejércitos del Imperio Alemán, del Tercer Reich y la República Federal Alemana, pero, además, la Legión al Mérito que otorga EEUU y otras condecoraciones similares de Italia, Hungría y Finlandia.  

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