Cuando se trata de desentrañar las razones de una conspiración, de un plan desestabilizador, atentados o guerras sucias, incluidos magnicidios y sabotajes, los más duchos en la materia aconsejan seguir la ruta del dinero. Conocer quién paga conduce, indudablemente, hacia la autoría intelectual, generalmente solapada, tras estos condenables hechos. Es por ello que, en casi todas las ignominiosas historias de nuestra América Latina, siempre ha aparecido la mano de la CIA y del Pentágono.
Sin embargo, sin ser yo un analista político, cuando trato de analizar la formación de matrices de opinión, sin dejar de evaluar la existencia de alguna fuente de financiamiento, debo analizar otros factores, los cuales involucran otros motivos generalmente ideológicos, otras veces ligados a las personas como lo son las ambiciones protagónicas, ineficacia en los análisis del contexto político, subjetivismo, voluntarismo, e, incluso, ¿por qué, no?, los viejos y tradicionales males de nuestras izquierdas, aprovechados oportunistamente por nuestros enemigos y los seudo revolucionarios.
No es casual, entonces, que muchas veces las matrices de opinión de nuestros enemigos se nutran de nuestras propias debilidades político-ideológicas, de las contradicciones que nos desunen cuando la UNIDAD es asunto de primer orden y se convierte en urgencia necesaria para lograr avanzar, tal vez no de manera específica hacia nuestros objetivos como organizaciones o movimientos, pero sí a favor de las masas trabajadoras que son, a fin de cuentas, nuestra propia razón de existir dentro de un contexto político determinado.
También es cierto que muchos de nosotros, cansados de alardear sobre nuestros conocimientos de la historia y del marxismo-leninismo, ignoramos deliberadamente cuánto le ha costado a las causas progresistas el caudillismo, el fraccionalismo, la desunión y y la falta de unidad. El creernos dueños de la verdad absoluta es una prueba más de nuestra propia ignorancia y de la falta de un serio análisis de la realidad en la estamos luchando, muchas veces específica, atípica, capaz de rechazar dogmas y encasillamientos. Otro de los problemas radica en creer que nuestras organizaciones, y nosotros mismos, hemos alcanzado la madurez política requerida para no cometer errores.
Al analizar matrices de opinión, tal vez lo esencial es pensar detenidamente, con crudeza y espíritu crítico, ¿a quién benefician nuestras opiniones?, ¿por qué las mismas se encauzan en la misma dirección de nuestros detractores?,
¿somos realmente consistentes en nuestros criterios con la realidad en la que vivimos?
¿somos realmente consistentes en nuestros criterios con la realidad en la que vivimos?
Con no cierta sorpresa leí un artículo titulado "Venezuela: oposición quiere ver a Chávez con sus ojos", aparecido en la infame Martínoticias, en la que se tratan de establecer matrices de opinión previamente armadas para causar dudas y confusión con respecto al futuro de Venezuela. En uno de sus párrafos, se comenta: "Vecchio también dijo que en este momento en Venezuela existe una lucha
de poderes entre el sucesor designado por Chávez, el vicepresidente
Nicolás Maduro, y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello, y el gobernador de Zulia, Francisco Arias." (Se refiere a una entrevista dada por el jefe de la organización opositora Voluntad Popular (VP), Carlos Vecchio, a la cadena Globovisión). La esencia es una: la existencia de una fuerte lucha de poderes dentro del chavismo y cómo la misma llevará a la destrucción a la Revolución Bolivariana.
Pero la sopresa mayor me la llevé al leer el el sitio Aporrea, a cuyos editores respeto profundamente, abrir las puertas a dos artículos en los que se sustentan las mismas matrices de opinión sustentadas por Washington: "Diosdado Cabello desconoce al Presidente Chávez", bajo la controvertida firma del tendencioso Heinz Dieterich y "PSUV vs PCV ¿Inicio de la ruptura revolucionaria?", bajo la firma de Josè Fortique.
Realmente no quiero hacer comentarios sobre sendos artículos, los cuales mis lectores pueden leer en dicho sitio. Empero, considero necesario realizar algunas reflexiones al respecto.
Heinz Dieterich examina la situación dentro del chavismo y deja por sentado la existencia de insalvables contradicciones en su seno, dirigiendo sus ataques contra Diosdado Cabello, a quien predestina una muerte política inmediata. Josè Fortique, por su parte, analiza supuestas contradicciones dentro de la izquierda venezolana, particularizándolas entre el PCV y el PSUV.
Chávez batalla por su vida y el pueblo espera las promesas de una Venezuela mejor. Muchas organizaciones de izquierda tienen una heroica tradición de lucha y mucho pueden aportar, pero reitero desde posiciones de unidad.
Tal vez el mérito mayor que puede tener un revolucionario, un comunista, es el desprendimiento, la entrega total a la causa de las masas. El atrincheramiento político, desde posiciones personales o partidistas, sin ver la necesidad de una respuesta unitaria a las pretensiones de la derecha es condenar a Venezuela a un regreso a la IV República. ¿Qué ganaríamos con ello? Bien se sabe que el tradicional fraccionamiento de la izquierda venezolana con anterioridad a 1998, y que aún existe en ciertas manifestaciones, es dañino y noscivo frente a los planes del imperialismo y la oligarquía.
Mucho me gustaría ver a esa valiosa izquierda venezolana, cada una con sus razones y puntos de vista, dejar a un lado el sectarismo y pensar en el valor de la unidad. Dejar esos pecados capitales que han dado al traste a tantas causas buenas, es la exigencia de hoy, la que nos honra y nos hace más dignos con el pueblo. No basta la palabra; no basta la consigna; no basta el posicionamiento. Hechos se necesitan que conduzcan a la organización y unidad de las izquierdas, que ya no debieran ser varias, sino una sola, capaz de enrrumbarse hacia el verdadero papel que le asigna la historia.
También me gustaría ver al chavista bueno, civil y militar, dejando a un lado las suspicacias y recelos, las ambiciones protagónicas y el honrar con humildad a Chávez y a Bolívar. Solo así se mantendrá a Venezuela en el derrotero que le ha asignado la historia. Recuérdese que venimos al mundo desnudos y nos marchamos de él con la única vestidura que podemos llevar: la dignidad, la humildad y la satisfacción del deber cumplido. Lo otro, lo que no cabe en nuestras tumbas, es totalmente banal y perecedero.
Esa es mi matriz de opinión, sencilla y edificada en mi corazón. Simplemente es la hora de crecernos y ser mejores.
Percy Francisco Alvarado Godoy
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