jueves, 10 de octubre de 2019

Los enredos de Trump y potenciales peligros para América Latina


El confuso y crítico panorama que afecta al presidente Donald Trump por sus errores políticos en la arena internacional, así como las fuertes amenazas para su estadía al frente del gobierno norteamericano, crean peligrosas expectativas para América Latina.
Al focalizar su atención en problemas tan complejos creados por el mal manejo de sus diferendos con China y Rusia, su complacencia ante el ataque de Turquía a Siria, sus amenazas díscolas hacia Irán,  su desequilibrada política hacia Corea del Norte, su ineficaz actuar con respecto al Oriente Medio, todo parece augurar que su centro principal de atención en estos momentos –con profundas divisiones que no pueden ocultarse con las agencias de inteligencia, el Pentágono y dentro de su propio gabinete–alejan aparentemente su prioridad de Latinoamérica donde ha sufrido serios fracasos en su agresiva política hacia Venezuela, Cuba y Nicaragua, principalmente.

Este enredo, no obstante, deja abiertas las puertas a aquellos que dentro del Departamento de Estado –incluidos viejos halcones que fungen como subsecretarios para el Hemisferio Occidental y algunos embajadores en esas naciones, quienes responden ciegamente a ultraconservadores como Marco Rubio y Mauricio Claver Carone– para que actúen libremente y sin supervisión en el entramado político en la región. Allí está precisamente el peligro para nuestras naciones. El injerencismo, las conspiraciones y todo tipo de maniobras irracionales pueden lanzarse al ruedo como caballos desbocados.
Corresponde al Congreso norteamericano  y a  aquellos políticos ajenos al deep state, a los organismos internacionales y, principalmente, a los gobiernos progresistas y todos nuestros pueblos, estar alertas a lo que se avecina.
Un nuevo escenario parece gestarse que pone sobre el tapete la necesaria denuncia oportuna en las redes sociales  y el seguimiento de los planes de esos inescrupulosos corsarios en tiempo real; la unidad de las fuerzas de izquierda y de todos aquellos sectores que apuestan por América Latina como Zona de Paz.
El peligro está frente a nuestras narices y a nosotros nos corresponde desarticularlo y denunciarlo oportunamente.