jueves, 8 de diciembre de 2011

Manuel Contreras y el permanente reclamo de la justicia.



Percy Francisco Alvarado Godoy

El criminal  de guantes de seda y connotado represor Manuel Contreras Sepúlveda,  ex jefe de la DINA durante la dictadura del general Augusto Pinochet, recibió en el día 30 de septiembre de 2009,  una nueva condena a 10 años de prisión por el homicidio de los esposos Cecilia Bojanic y Flavio Oyarzún en 1974, luego de que ambos fueran secuestrados el 2 de octubre de 1974. No le importó entonces a los sicarios de Pinochet que la joven Cecilia tuviera cuatro meses de embarazo.
La sentencia contra el ex jefe de DINA, condenado anteriormente a más de cien años de prisión, aumenta como resultado de la decisión de la Segunda Sala de lo Penal de la Corte Suprema de Chile, incluyendo igualmente a otros represores y cómplices del criminal como los ex oficiales de la DINA Marcelo Moren Brito, Miguel Krassnoff, Fernando Lauriani, Maximiliano Ferrer y Orlando Manzo.
El Mamo, como también se le conoce, fue jefe de la Dirección Inteligencia Nacional (DINA) entre 1973 y 1977, destacándose como uno de los artífices de la repudiada Operación Cóndor, engendro de la CIA y las dictaduras militares para reprimir y eliminar a destacadas personalidades de la izquierda latinoamericana.
Nacido en Santiago de Chile el 4 de mayo de 1929, inició sus estudios militares en 1944, egresando de la  Escuela Militar en 1947 como Alférez. Cinco años después, en 1952, llegó nuevamente a la Escuela Militar  y se incorporó a una Compañía de Ingenieros como instructor de zapadores. Un año después se integró  la recién creada Escuela de Ingenieros de San Antonio.
Su ascenso dentro de las filas del ejército se impulsó  en 1960 cuando cursó estudios en  la Academia de Guerra, donde trabó amistad con  Augusto Pinochet, en ese entonces Sub-director de la Academia y profesor de clases de Estrategia.
Graduado en  la Academia de Guerra en 1962, se reincorpora a la misma en  1966, esta vez como profesor de Inteligencia militar. Prospecto de ultraderecha chilena y promisorio represor, cursó estudios en Fort Benning en 1967. Su contacto con los militares norteamericanos marcaría para siempre su ideología de ultraderecha y su maridaje con la CIA.
En 1969 ostentaba los grados de Mayor del ejército e impartió clases en la Escuela de Ingenieros de Tejas Verdes, siempre en la especialidad de Inteligencia. Su meteórica carrera lo llevó entonces a ser director del Regimiento de Ingenieros Nº4 “Arauco” en 1971.
A raíz del golpe de estado contra el presidente constitucional Salvador Allende, fue el encargado de crear siete centros de detención para torturar y asesinar selectivamente a personas progresistas.  Es entonces que, gracias a los méritos alcanzados en la represión a las fuerzas progresistas,  pudo  llevar a cabo su anhelado sueño desde que fue profesor de inteligencia en la Academia de Guerra hasta director en la misma, la creación de la DINA. Con el apoyo de Pinochet y de los miembros de la junta golpista, Manuel Conteras pasaría a dirigir su engendro de espionaje y terror a partir del 12 de noviembre de 1973.  Cercano a Pinochet, fue uno de los hombres de más poder dentro de los militares golpistas y un fiel ejecutor de las doctrinas de exterminio selectivo ejecutadas por el dictador.
La feroz represión desatada por la DINA en los cuatro años en que fue dirigida por este asalariado de la CIA, provocó la muerte de más de 1 500 personas, entre comunistas, socialistas, miristas y demócratas, así como varios militares opuestos al golpe militar.
Informante de la Central de Inteligencia estadounidense, visitó Langley en 1975 para coordinar con los jefes de la misma la implementación de la Operación Cóndor. El propio George Bush, en ese entonces Director de la CIA, ordenó al  general Juan Manuel Contreras Sepúlveda  la participación de terroristas cubanos al servicio de la agencia en los planes represivos, siguiendo el ejemplo de la DISIP venezolana. A su regreso a  Chile, Contreras visitó Caracas y se entrevistó con varios jefes de la DISIP, entre ellos con  Luis Posada Carriles.
Aunque la agencia norteamericana  recelaba de los métodos introducidos por Contreras en la DINA,  que provocaban el deterioro de la imagen del gobierno militar de Pinochet ante la opinión pública internacional, sobre todo luego del asesinato de Orlando Letelier el 21 de septiembre de 1976, siempre le protegió a ultranza. En muda complicidad, la CIA y otros organismos norteamericanos ocultaron las pruebas que implicaron a Conteras en este y otros crímenes como el cometido contra el general Carlos Prats y su esposa en 1974.
La  alianza criminal  establecida  entre la DINA y el CORU,  y bendecida  por la CIA,  tenía como principio la colaboración de los terroristas cubanos en los planes represivos de la Operación Cóndor, a cambio de que la junta militar chilena les ayudara con recursos, logística y entrenamiento para ejecutar sus acciones contra Cuba y sus representaciones en el exterior. De esta manera, un grupo de terroristas cubanos como  Luis Posada Carriles, Guillermo e Ignacio  Novo Sampoll, Orlando Bosch Ávila, Jorge Mas Canosa, Virgilio Paz Romero, Félix Rodríguez Mendigutía, Alvin Ross Díaz,  José Dionisio Suárez  Esquivel,  y Gaspar Jiménez Escobedo, participaron en innumerables hechos de sangre contra personalidades progresistas de las naciones del Cono Sur.
Tal vez el hecho más sobresaliente de esta alianza de muerte lo representó el asesinato  del ex ministro socialista  chileno Orlando Letelier y de su colaboradora Ronnie Moffit, realizado  en Washington el 21 de septiembre de 1976, mediante una potente bomba colocada  en el automóvil  en el que ambos viajaban.  Por ese entonces, Letelier se hallaba  exiliado en Estados Unidos y se había convertido en una de las voces de denuncia contra la dictadura chilena más escuchadas por la opinión pública internacional.
Un informe de la CIA desclasificado en el año 2000, esclareció que el horrendo crimen fue realizado  por la DINA y varios terroristas de origen cubano. De acuerdo con este informe, el asesinato fue perpetrado por el norteamericano Michael Townley, así como por varios contrarrevolucionarios de origen cubano, entre los que se encontraban los  hermanos Novo Sampoll, Luis Posada Carriles, Virgilio Paz Romero y José Dionisio Suárez Esquivel.
La participación de los terroristas cubanos del CORU en los asesinatos de general chileno Carlos Prats y su esposa en Buenos Aires, así como el atentado en Roma contra Bernardo Leighton, fue posteriormente demostrada. Uno de estos asesinos, Gaspar Jiménez Escobedo, realizó serias actividades terroristas contra Cuba en Buenos Aires con el consentimiento de las autoridades de ese país, de la CIA y de la junta militar chilena, como retribución de estos  a los servicios prestados. Entre estas criminales actividades estuvieron el intento de asesinato contra Emilio Aragonés, entonces embajador de la Isla en Argentina, así como el secuestro y  asesinato de dos funcionarios diplomáticos cubanos: Crescencio Galañena Hernández y Jesús Cejas Arias.  El propio Luis Posada Carriles reconoció su participación en estos hechos.
La mano asesina de la DINA estuvo bochornosamente implicada en las más de 50 000 desapariciones de revolucionarios en América del Sur.   Emulando el Plan Fénix de Adolph Hitler, los contrarrevolucionarios cubanos y chilenos, con la anuencia de los Estados Unidos, escribieron una de las más repudiable páginas de terror jamás conocidas en el Hemisferio Occidental.
Obligado por la repulsa internacional, el gobierno norteamericano realizó un tibio reclamo de extradición del Mamo el 20 de septiembre de 1978, con el fin de juzgarlo por el asesinato de Letelier, pero éste logró burlar a la justicia  el 2 de octubre de 1979, cuando salió en libertad gracias a jueces cómplices y la ayuda de la derecha chilena. Sin embargo,  el gobierno chileno  se vio obligado a  clausurar a la DINA, transformándola en la Central Nacional de Información (CNI), vistiendo al mismo perro con otro collar.
Ascendido a general en 1980, aunque fuera del ejército, Contreras se convirtió en empresario y en 1986 compró un enorme fundo nombrado Viejo Roble, en Fresia.
Por su participación en el asesinato de Orlando Letelier, fue condenado a siete años de prisión  el 12 de Noviembre de 1993, cumpliendo su condena hasta el 2001. Posteriormente, como resultado de su participación en otros crímenes, mientras cumplía prisión en la cárcel y luego prisión domiciliaria, fue procesado por la desaparición del miembro del PC chileno Davis Silberman en 1999 y por el intento de asesinato contra Bernardo Leighton y su esposa. Contreras fue  condenado en mayo de 2002 por la autoría intelectual en el  secuestro y asesinato  del líder socialista Víctor Olea Alegría. Por otra parte, una corte argentina lo halló culpable de haber ordenado el asesinato del general Carlos Prats y su esposa, hecho ocurrido  en Buenos Aires en el año 1974.
Los cargos criminales contra este represor no cesaron ante el justo reclamo de los familiares de sus víctimas. El 15 de abril del 2003 fue condenado a 12 años de prisión por los sucesos de Villa Grimaldi, particularmente  el secuestro del dirigente del MIR Miguel Ángel Sandoval Rodríguez, detenido el 7 de enero de 1975 y posteriormente desaparecido.  Seis meses después, el 23 de septiembre de 2003,  fue condenado en unión de tres de sus testaferros  a siete años de privación de libertad  por la desaparición del sacerdote español Antonio Llidó Mengual.
Dos años después, en marzo de 2009,  fue nuevamente condenado en unión de cinco de sus cómplices, esta vez  a 15 años de prisión, por el secuestro calificado de Félix Vargas Fernández, ocurrido 1974. Hoy por hoy, Contreras ha sido sentenciado por sus execrables crímenes a más de 360 años de cárcel y a dos cadenas perpetuas, purgando sus sentencias en el  Penal Cordillera,  que se encuentra dentro de la Escuela de Telecomunicaciones del Ejército.
Manuel Contreras Sepúlveda es un asesino sin escrúpulos formado por la CIA y educado ideológicamente por el neofascismo de la dictadura  militar  en Chile. Fue, sin lugar a dudas, una genuina expresión del anticomunismo y un represor a ultranza. Sin embargo, no fue el único.
Todavía miles de víctimas reclaman justicia y para los que repudiamos esta página de horror es mejor hacer valer el viejo refrán árabe que reza: Es mejor encender una luz que maldecir la oscuridad. Solo con la verdad y la denuncia evitaremos que vuelvan a surgir otros hombres detestables como Manuel Contreras.

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