sábado, 10 de marzo de 2012

Piñeiro siempre vivo entre nosotros.

¡Gato!

Piñeiro junto a mi padre
El 11 de marzo se conmemora el décimo cuarto aniversario de la desaparición física del comandante Barbarroja, evocado en una significativa anécdota de su participación en la preparación de la Conferencia Tricontinental

Por GIRALDO MAZOLA* (redaccion@bohemia.co.cu)

Especial para Bohemia digital  (9 de marzo de 2011)


Este domingo 11 de marzo se conmemora otro aniversario, el décimo cuarto, de la desaparición física del comandante Manuel Piñeiro Losada. Recuerdo muchas anécdotas suyas revividas por la lectura del libro recién editado, “Fidelidad”, del mayor Luis de la Rosa Valdés, y la relectura del anterior, de Jorge Timossi, “Los cuentos de Barbarroja”. También de otras que no conocieron sus autores.

Y me viene a la mente aquella del espectáculo que se hizo después de concluir la Conferencia Tricontinental en la que un fornido oficial vestido de verde olivo -con una barba rojiza y un gato en las manos- salía por un extremo del escenario, daba varios pasos con calculada cautela, mirando arriba y a los lados y se dirigía al público acariciando al animal y, como dando un consejo a todos, decía sonriente y con gesto preventivo: ¡Gato!

Seguían escenas de varios actores imitando a otros personajes: Osmany Cienfuegos, con la cartuchera de la pistola casi en la espalda y cayéndosele de la canana, dando indicaciones organizativas; o Armando Hart, dictando presuroso de madrugada notas a un secretario casi dormido; o las parejas de bellas taquimecas que iban a sustituir a otras idénticas provocando que todos se detuvieran para verlas caminar. Y de nuevo, por el otro extremo, el actor que imitaba al comandante Manuel Piñeiro, repitiendo su estentórea advertencia de mantenerse con los ojos abiertos, de estar en la viva, de no dejarse sorprender por las maniobras enemigas, en fin, todo lo que esa frase y la forma de decirla encierra para los cubanos.

Animados por el júbilo de los resultados de la reunión se había decidido organizar una cena en los jardines del hotel Comodoro en reconocimiento a todos los trabajadores sobre cuya responsabilidad descansó el éxito de aquella Primera Conferencia Tricontinental, en la que la mayoría de ellos pasaron semanas de intensa labor, casi sin poder ir a sus casas, durmiendo poco y logrando aquella proeza.

No disponíamos entonces del Palacio de las Convenciones ni de la experiencia ya acumulada en ese centro. Tampoco existía la Empresa de Servicios de Traducciones e Interpretaciones, ESTI, y ese trascendental evento tuvo que prepararse apenas en los tres meses finales de 1965, en el hotel Habana Libre, con el concurso de cientos de compañeros de distintos organismos y dedicándole todos los recursos de que disponía el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, ICAP, institución que tampoco tenía experiencia en organizar una actividad de tal magnitud.

Fue de Haydeé Santamaría la idea de preparar una especie de espectáculo humorístico en el que aparecieran todas las tareas que cumplieron choferes, acompañantes, traductores o trabajadores del hotel, y también las de algunos de los que tuvieron la responsabilidad de organizarla, como forma agradable de que cada cual pudiera recordar hitos de labor. Creo que ella fue la que ideó como representar a Piñeiro. Se le pidió al inagotable libretista de la radio y televisión Enrique Luberta que hiciera el sketch y con los relatos que se le brindaron fue conformando un libreto fabuloso que muchos íbamos enriqueciendo. En broma, pero sin burlas para nadie, y que gustó tanto como la excelente cena.

Piñeiro calorizó la idea y disfrutó la forma en que se le representó, fue a los ensayos del show y sugirió variantes. Incluso le facilitó al actor una canana suya. 
Se había logrado realizar por primera vez un encuentro de las fuerzas revolucionarias de los tres continentes con un relevante nivel de participación. Se adoptó una declaración de un elevado contenido revolucionario, unitario y anti imperialista, puede decirse que fue la más profunda, amplia y radical de cuantas se habían elaborado y acordado en una conferencia de esta índole, y se constituyó una institución, la Organización de Solidaridad de los Pueblos  de Asia, África y América Latina, OSPAAAL, cuya Secretaría General la asumiría Cuba y radicaría en La Habana.

Personalidades destacadas del mundo contribuyeron con su presencia y sus aportes a esa concertación revolucionaria. Recuerdo con afecto la presencia de Salvador Allende, de Chile; Rodney Arismendi, de Uruguay, el comandante Luis Augusto Turcios Lima, de Guatemala; Amílcar Cabral, de Guinea Bissau; Marcelino Dos Santos, de Mozambique; Paulo Jorge, de Angola, quien después aportó su concurso en el Secretariado de la nueva organización; y las delegaciones del heroico pueblo vietnamita, que concitaron la más amplia solidaridad por su decidido enfrentamiento a la agresión criminal del imperialismo norteamericano.

Nadie mejor que Fidel Castro para valorar la reunión, al clausurarla:

“Frente a todos los augurios del imperialismo, frente a todos sus pronósticos, que revelaban la gran esperanza de que esta conferencia concluyera en nada, de que esta conferencia, girando alrededor de los problemas del movimiento comunista internacional, estaba llamada a dividirse y estaba llamada a un rotundo fracaso, ha ocurrido lo que tal vez menos o quizás nunca esperaron:  que la conferencia haya sido un éxito, que en esta conferencia se haya creado un organismo de carácter tricontinental, que haya arribado a acuerdos que recogen las aspiraciones más sentidas de los pueblos que luchan por su liberación, que se haya creado un comité de ayuda a los movimientos de liberación.  Y no solo eso: algo que incuestionablemente duele mucho a los imperialistas, y es que Cuba haya sido escogida como sede del Secretariado Ejecutivo de la organización”.

Y añadió: “Nunca había tenido lugar una reunión de tal amplitud y de tal magnitud, en que las representaciones revolucionarias de 82 pueblos se reunieran para discutir problemas de interés común.  Nunca una reunión tan amplia, porque aquí han estado representados los movimientos revolucionarios de los pueblos de tres continentes, con una común posición antimperialista, representando la lucha de sus pueblos, desde distintas ideas o posiciones filosóficas, o desde distintas creencias religiosas, representativas en muchas ocasiones de distintas ideologías, pero que tienen algo de común:  lo más común que une hoy a los pueblos de estos tres continentes y de todo el mundo, que es la lucha contra el imperialismo, la lucha contra el colonialismo y el neocolonialismo, la lucha contra el racismo y, en fin, todos esos fenómenos que son la expresión contemporánea de lo que debemos llamar imperialismo, cuyo centro, cuyo eje, cuyo soporte principal es el imperialismo yanki”. 

Y en los momentos que ya el Che libraba combates ayudando al movimiento revolucionario en África y vaticinando en cierto modo la gesta internacionalista ulterior en Bolivia y la de decenas de miles de combatientes internacionalistas cubanos en Bissau, Angola y Etiopía agregó:

 “Sin alardes, sin inmodestias de ningún tipo, así entendemos los revolucionarios cubanos nuestro deber internacionalista; así entiende nuestro pueblo sus deberes, porque entiende que el enemigo es uno, el mismo que nos ataca a nosotros en nuestras costas y en nuestras tierras, el mismo que ataca a los demás.  ¡Y por eso decimos y proclamamos que con combatientes cubanos podrá contar el movimiento revolucionario en cualquier rincón de la Tierra!”

Piñeiro, uno de los artífices de la preparación política del evento, contribuyó a propiciar la participación de las delegaciones unitarias de los países de nuestro continente. Estaba presente con su aliento, sus consejos, sus medidas prácticas. Dio sugerencias atinadas sobre los temas organizativos cuando todos, incluso él, no teníamos experiencia pero usaba la lógica para imaginarse los posibles escenarios.

En todos esos meses previos en que el enemigo imperialista se empeñaba en obtener información de los preparativos para obstaculizarlos, cuando incluso se produjo, instigado por ellos, el asesinato del Presidente de su Comité Preparatorio, el dirigente marroquí El Mahdi Ben Barka, o durante el mismo evento, solía resumir sus advertencias para que nos esmerásemos en la protección de las decisiones y detalles, al concluir una reunión o una conversación, con esa palabra -¡gato!-, con que lo caracterizaron en aquella representación.

No es posible dejar pasar desapercibido su recuerdo y lo mantenemos como si aún siguiera aquí. Muchas veces, después, a lo largo de mi vida, cuando he tenido nuevas tareas, independientemente de la modernidad de los objetivos, criterios de medidas, de los planes de prevención o de los escenarios de riesgo, siempre me acuerdo de tener el ¡gato! presente.


*Diplomático, escritor y periodista fue el primer Presidente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos



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