domingo, 6 de mayo de 2012

Desempolvando archivos: la inteligencia nazi y Chile

Desde que Hitler alcanzó supremacía en Alemania, comenzó a mirar con muy buenos ojos el potencial de recursos que existían en América. Rápidamente, se tejió una extensa red de espías que esperaban entregar información vital de cada nación latinoamericana, así como de los Gobiernos que estaban en el poder.
El punto de partida fue España. Obviamente el tema idiomático era una barrera insondable para establecer vínculos más directos. Según un texto de William F. Wertz, Jr , publicado en el sitio web del Instituto Schiller “había un número importante de colonias en varias naciones iberoamericanas que los nazis organizaron. Sin embargo, con todo lo importantes que estas colonias pudieran ser para los propósitos de Hitler, él y su reichsmarschall Hermann Göring pronto reconocieron que, dadas las diferencias culturales y de idioma entre la Alemania nazi e Iberoamérica, la única forma de tener éxito era trabajando a través de España.
Como escribió Göring en su periódico, el National–Zeitung de Essen: “España es la clave de los dos continentes. Sólo la victoria final de España puede preservar las verdaderas tradiciones y la cultura españolas de los países hispanoamericanos”.
El texto agrega que “En 1934 Hitler llamó al general Wilhelm Von Faupel a la Cancillería en Berlín, y lo nombró jefe del Instituto Iberoamericano de Berlín. Von Faupel era conocido como el “general I.G. (.......) además tenía buena experiencia en Iberoamérica. En 1911 entró al cuerpo docente del Colegio de Guerra de Argentina en Buenos Aires; en 1921, después de la Primera Guerra Mundial, fue el asesor militar del inspector general del Ejército argentino; en 1926 tuvo un alto puesto en el Ejército brasileño, y luego, en 1926, fue inspector general del Ejército peruano.
Cabe señalar que “en octubre de 1938, el general Faupel comunica a la embajada de Chile en Berlín la aparición de un diccionario militar alemán-español y español-alemán con un prólogo suyo. El proyecto, de suyo considerable, revela la gran atención que el Instituto Iberoamericano concedía al trabajo de infiltración militar en Chile y Latinoamérica. En la misiva se indica que El diccionario debe servir para la comprensión de la literatura militar alemana y despertar el interés por ella. Ante todo para desplazar la influencia francesa, se señala en el libro “Los Nazis en Chile” de Víctor Farías”.
Estos aspectos podrían haber sido base también del apoyo del Tercer Reich para llevar al general Francisco Franco al poder. “La falange de José Antonio Primo de Rivera con base de operaciones en España, es el vehículo para penetrar a Iberoamérica. La Falange Exterior —una división hispanoparlante de la Organización del Exterior del partido nazi alemán— fue creada con este propósito”, indica William F. Wertz, Jr.
En México había varios simpatizantes que eran entrenados como tropas de asalto por Hans Hellerman, quien era sindicado como director de la Gestapo en esta nación. La cercanía de este país con Estados Unidos, eran sumamente interesantes para los alemanes.
Brasil, Argentina y Chile, tenían una gran cantidad de colonos alemanes. Muchos de sus integrantes fueron parte de redes de espionajes para el Tercer Reich. A esos hay que agregar que diversas ramas de los ejércitos de esas naciones tenían relaciones directas con la Alemania Nazi. En el texto “Amenaza nazi” en la Argentina, del periodista Uki Goñi se señala que “Incluso, la Academia de Guerra Argentina, inaugurada en abril de 1900, designó a oficiales alemanes para los cargos de director y de cuatro de sus diez profesores. En los años que siguieron, militares alemanes, que vestían uniforme militar argentino, estuvieron a cargo de los cursos más importantes para la formación de los oficiales. La aceptación de los conceptos militares germanos se incentivó con el entrenamiento de oficiales argentinos en Alemania. Estas circunstancias serían causa de gran cantidad de adhesiones proalemanas o pronazis durante la Segunda Guerra y la inclinación a recurrir a Alemania para obtener el armamento necesario”.
En el mismo trabajo se señala que “el gobierno norteamericano ya en 1937 consideraba que los nazis podían subvertir a las clases políticas argentinas a fin de convertir a la Argentina en un estado cliente del Tercer Reich. Una Argentina nazificada sería una “cabeza de puente” para posteriormente subvertir a los países vecinos. La supuesta convicción de que la influencia nazi había alcanzado a las altas esferas políticas en la Argentina, llevó al gobierno norteamericano a una confrontación directa con los sucesivos gobiernos argentinos”.
En el libro “Los Nazis en Chile” de Víctor Farías se da cuenta de la relación del Ejército Chileno que ya desde fines del siglo XIX comenzó a recibir una fuerte influencia prusiana, tras la Guerra del Pacífico en la que venció a Perú y Bolivia. En ese texto, se hace referencia a generales fundadores del partido nazi en Chile y de la importancia de las colonias alemanas.
En cuanto a labores de espionaje en el mismo libro se señala que “en el Archivo Militar Alemán se conserva un registro, muy probablemente elaborado por el servicio de espionaje militar (Abwehr), con datos políticos de las personalidades de ciudadanos chilenos preeminentes en la vida militar y política del país.53 Contiene 138 fichas y de ellas, 51 corresponden a oficiales en servicio activo del ejército, la marina y la aviación. No se registra ningún oficial del Cuerpo de Carabineros ni de la policía política. El resto corresponde a políticos civiles pero, si bien constituyen la mayoría, la mayor parte de las fichas con comentarios más diferenciados corresponden a miembros de las fuerzas armadas. Todas las fichas se refieren a las actividades profesionales de los registrados, ninguna alude a datos íntimos o personales. La lista parece haberse ido completando con el transcurso del tiempo, probablemente a partir de 1941”.
Existen una serie de trabajos algunos disperso en la web y otros llevados al papel por medio de editoriales que son dignas de analizar y discutir. Hay una serie de otras implicancias que poco a poco se pueden señalar y que es parte de trabajos de algunos autores señalados anteriormente.
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 Relaciones entre el Ejército Chileno y La Alemania Nazi

El presente es un trabajo de Carlos Maldonado Prieto, chileno, nacido en Santiago. Licenciado en historia. Estudió en la Martin-Luther-Universität de Halle/Wittenberg, Alemania. En el plano de sus publicaciones, ha escrito dos libros ("El Prusianismo en las Fuerzas Armadas chilenas" y "La Milicia Republicana. Historia de un ejército civil, 1932-36") y varios artículos en revistas especializadas de Chile y el extranjero. Su primer libro se refiere al proceso de prusianización del Ejército chileno a fines del siglo XIX.

INTRODUCIÓN

El presente artículo tiene como finalidad presentar los primeros antecedentes sobre un aspecto casi desconocido de la historia de las Fuerzas Armadas chilenas, específicamente sus relaciones institucionales y políticas con sus similares de Alemania en el período que va desde el comienzo de la dictadura militar del general Carlos Ibáñez hasta el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Como es sabido, los vínculos militares entre ambos países datan de fines del siglo pasado cuando una misión prusiano-alemana, al mando de Emil Körner, emprendió el proceso de modernización y profesionalización del Ejército chileno. Sin embargo, hasta ahora ha sido casi desconocido el hecho de que en los años treinta y cuarenta los contactos entre ambas instituciones continuaron siendo importantes no solamente en el plano técnico-profesional.

En estas líneas queda en evidencia que la influencia militar alemana fue una de las fuentes más significativas para el surgimiento y desarrollo de la ideología fascista en Chile, la que llegó a tener una importancia relativamente considerable en el período estudiado. Este estudio se basó en diversas fuentes históricas de ambos países, especialmente publicaciones nacionalsocialistas alemanas publicadas en Chile a partir de 1933.

VINCULOS MILITARES CON ALEMANIA

Pese al convencimiento generalizado de que el proceso de "prusianización" terminó en 1914,[1] cuando los militares alemanes se fueron del país debido a la Primera Guerra Mundial, el Ejército de los años veinte y treinta continuó siendo profundamente germanófilo.

El general Ibáñez se encargó de alentar la reinserción de los instructores alemanes que, aunque ostentaban grados militares chilenos, no aparecen en el Escalafón de esos años.[2] Hans von Kiesling, oficial de origen bávaro -nacido en München en 1873-, se convirtió en el líder de los militares alemanes que asesoraron al Ejército chileno en ese período, actuando principalmente en el Estado Mayor y en la Academia de Guerra. Kiesling retornó al país en 1924, siendo reincorporado a las filas durante el gobierno militar con la ayuda de los generales Ibáñez y Díaz Valderrama.

Gracias a esta política a favor de Alemania, en 1928 había nuevamente 18 instructores germanos en el país, los que se encargaban de adiestrar a la oficialidad del Ejército, la Fuerza Aérea e incluso Carabineros. También se volvió a hacer frecuente el envío de militares chilenos a Alemania. En 1928 había 17 oficiales estudiando allí.

Las relaciones entre Chile y el Reich se hicieron fluidas hasta el punto de que el jefe del Ejército alemán (Reichswehr), general Wilhelm Heye, visitara en ese año por dos semanas el país.[3] El general Díaz Valderrama, inspector general del Ejército chileno, devolvió la visita en 1929. Fue recibido por el Presidente de la República de Weimar y máximo exponente del militarismo prusiano, general Paul von Hindenburg, y recorrió las más importantes fábricas de armamentos del país.[4]

El estrechamiento de los lazos diplomáticos y militares germano-chilenos se tradujo en el sensible aumento de las compras de armamento alemán.[5]. La aviación civil y militar se estaba convirtiendo en esos años en una de las ramas más dinámicas de la industria europea, sobre todo alemana e italiana, las que consignaban la mayoría de las ventas de aviones.[6] Y debido a la necesidad imperiosa que tenía Alemania de desarrollar sus vínculos comerciales de su industria de armamentos, se tendió a estrechar los lazos con los países latinoamericanos, tradicionalmente buenos clientes en asuntos de armas.

Por eso se esmeraban los diplomáticos, representantes industriales alemanes en invitar a oficiales de Estado Mayor latinoamericanos para que conocieran en Alemania las últimas novedades técnicas. 
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 Oficiales chilenos de visita en la Luftwaffe y como observadores de la campaña de Polonia junto a la Wehrmacht

A fines de 1935 viajaron al Tercer Reich tres altos oficiales de la Fuerza Aérea: el comandante Basaure, el capitán de bandada González Nolle y el comodoro del aire Manuel Franke. Los huéspedes chilenos visitaron los consorcios de armamentos de Krupp en Essen, Siemens en Berlín, Daimler Benz y la fábrica de aviones Klemm en Stuttgart, quedando profundamente impresionados con la "extraordinaria organización y disciplina" del país anfitrión.[7]

Como resultado directo de esa visita se incluyó a Alemania como etapa principal del viaje de varios meses por Europa que en 1937 realizó el comandante en jefe de la Fuerza Aérea de Chile (FACh), general del aire Diego Aracena, y un grupo de oficiales jefes.

La delegación castrense chilena fue recibida al más alto nivel, incluso por el propio Hermann Göring. "En el campo de entrenamiento de la Luftwaffe en Neu Ruppin fue recibido el general Aracena y sus acompañantes con los máximos honores militares, como no se habían brindado antes a general alguno".[8]

Después del viaje a Europa se compraron nuevos aviones para la FACh y Línea Aérea Nacional (Lan- Chile): en Alemania se ordenaron dos docenas de Focke Wulf por 48 millones de pesos, en Italia veinte máquinas Breda por 32 millones, en Dinamarca material de vuelo por 5 millones y en los Estados Unidos hidroaviones por una cantidad de 2 millones de pesos.[9]

La Fuerza Aérea chilena ya poseía una cantidad de bombarderos trimotores Junker que se habían adquirido en 1926-27 a través de los buenos oficios de Hans von Kiesling. También el Ejército recibió la atención de la diplomacia alemana y de la Wehrmacht, como se conoció a la Fuerza Armada alemana desde la asunción de los nazis al poder.

Con motivo del aniversario número 150 del Kyffhäuserbund y con la complacencia de decenas de altos oficiales chilenos que vistiendo uniformes de gala estaban presentes, el instructor alemán general von Kiesling hizo público su deseo "que como antes oficiales chilenos puedan volver a servir en el Ejército alemán y conocer de cerca las instalaciones de la Wehrmacht del Tercer Reich".[10]

En 1936 el mayor Manuel Hormazábal, segundo director del Instituto Geográfico Militar, fue invitado oficialmente a realizar un viaje de estudios de seis meses por Alemania.[11]

En 1937 fueron destinados a instruirse en la Wehrmacht los tenientes coroneles Horacio Carmona, Hernán Iturriaga y Teófilo Gómez y el mayor Benjamín Escobar Moreira.[12] ¡Este último oficial fue observador de la campaña de Polonia en el Ejército fascista alemán en 1939![13]

El interés alemán por las Fuerzas Armadas chilenas se demostró también en el hecho de que, después de la interrupción producida por la guerra, se ocuparan nuevamente las agregadurías castrenses. En 1937 se nombró al capitán de fragata Dietrich Niebuhr como agregado aéreo y naval en Buenos Aires, Río y Santiago y en 1940 llegó el teniente coronel Wolf como agregado militar.[14]

En julio de 1941 el gobierno de Chile quiso comprar nuevamente armas alemanas. El pedido incluía armas de infantería de todo tipo, cañones de montaña y llano, tanques y vehículos.[15] Alfredo Duhalde, el ministro de Defensa de la época, propuso transportar el armamento hasta Chile a través de España y en barcos de ese país.

Sin embargo, el negocio no resultó debido al bloqueo marítimo inglés y a las necesidades bélicas del Reich que precisaba todas las armas producidas.[16] Otros países del área se interesaron también por armas alemanas, entre ellos Brasil -que ya había hecho un gran pedido a principios de 1938-, Uruguay, Argentina y Bolivia.

La situación de los años treinta, pese a la reacción civilista que produjo un constreñimiento del gasto militar en Chile y a las consecuencias políticas de la toma del poder por parte de Hitler en Alemania -como se verá luego, no hizo variar sustancialmente las tendencias en el terreno de la defensa nacional, aunque significó que se debilitaran relativamente las relaciones militares con Alemania.

Sin embargo, esta declinación no se produjo por razones de cuestionamiento ideológico del fascismo, sino que por una motivación exclusivamente de política doméstica chilena: la crisis interna de las Fuerzas Armadas y la necesidad de castigarlas ejemplarmente. Incluso durante el gobierno del Frente Popular hubo buenas relaciones con el Reich. En 1940, después de la anexión de Austria y Checoslovaquia y de la invasión de Polonia - conocido ya el carácter terrorista del régimen hitleriano-, se envió a Berlín a un oficial retirado como embajador en muestra de buena voluntad.

Chile continuó privilegiando las relaciones con Alemania, principalmente las de tipo militar. Es así que en el terreno de las adquisiciones de armamento, el Ejército y la Fuerza Aérea siguieron prefiriendo material germano. El país compró entre 1934 y 1938 la mayor parte de su armamento en dicho mercado. Según una fuente confiable, incluso en 1939 Chile compró cañones de la firma germana Krupp a pesar de que la competencia francesa e italiana ofreciera productos más baratos.[17]

En el plano de la instrucción, continuaron trabajando algunos instructores alemanes en el país. Dos oficiales alemanes llegaron incluso a ser generales chilenos: Hans von Kiesling y Hans von Knauer fueron investidos del rango de general de brigada en 1933, al asumir Alessandri Palma, pasando a retiro en 1937 y 1935 respectivamente; por su parte, el coronel Otto Zippelius, instructor de militares y carabineros, estuvo en servicio activo hasta 1941 (!), y un hijo suyo es un alto oficial del Ejército chileno -actualmente en retiro-, rubricando de este modo la larga tradición castrense prusiana en el país.

No extraña entonces lo que afirmara un distinguido oficial chileno: "Las numerosas promociones que ... egresaron de la Escuela Militar a fines de los años 1939 hasta 1948, durante la Segunda Guerra Mundial y en el período de la «guerra fría» ... se caracterizarán por su simpatía inocultable hacia la causa nazi".[18] 
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 INSTRUCTORES ALEMANES Y SU ROL EN EL EJERCITO CHILENO

Como ya está dicho, desde fines del siglo pasado hubo una gruesa cantidad de oficiales alemanes destinados como instructores en el Ejército chileno. A partir de 1924 Hans von Kiesling reinició el flujo de instructores hacia Chile después de la interrupción generada por la Primera Guerra Mundial.

A fines de los años treinta oficiales alemanes trabajaban como profesores, instructores y asesores en casi todos los puestos importantes de las Fuerzas Armadas chilenas, con excepción de la Marina.

Hubo militares germanos en la Escuela de Ingenieros, (teniente coronel Emil Baumann y mayor Fleischfresser); en la fábrica de armamentos FAMAE (Dr. Berger y los ingenieros pirotécnicos Pölthe y Walter Klatt. Klatt trabajó en Chile desde 1912 hasta los años cuarenta, falleciendo en Santiago); en la Escuela de Telecomunicaciones (teniente coronel Alexander Bernay y mayor Schulze-Rhonhof); en la Escuela de Aviación (mayor Dommanget, temporalmente también el general Hans von Kiesling) y en la Escuela de Artillería (teniente coronel Karl Figg).

En la Escuela de Infantería (los mayores Wrede y Felix von Frantzius);[57] en la Escuela de Caballería (los mayores Johann von Gröling y Paul Müller, el coronel Otto Zippelius[58] y el general Hans von Kiesling); en la Escuela Militar (mayor Hermann Hartmann, teniente coronel Karl Figg y general Hans von Knauer); en la Academia de Guerra (los coroneles Max Kalbfuss y Otto Zippelius y los generales Hans von Kiesling y Hans von Knauer);[59].

En el Estado Mayor del Ejército (general Hans von Kiesling); en el Instituto Geográfico Militar (general Hans von Knauer), y en la Escuela de Carabineros (coronel Otto Zippelius).[60]

LOS CLUBES MILITARES

Existió asimismo desde 1915 en Chile una Liga de Clubes Militares Alemanes que en los años treinta y comienzos de los cuarenta fue el punto de contacto más importante para las relaciones militares de Alemania hacia Chile.

El Club Militar más antiguo fue fundado en 1904 en Valparaíso. En 1906 se crearon los clubes de Osorno y en 1909 el de Santiago. Existieron, además, otros clubes en Temuco y Valdivia, a los que se unieron en 1936 el de Peñaflor -localidad cercana a Santiago, donde se asentó en 1930 una pequeña colonia alemana-, y en 1940 el de Concepción. Estos Clubes Militares eran miembros efectivos del Deutscher Reichskriegerbund (Liga de Ex Combatientes del Imperio), una organización de masas del militarismo de la época de Bismarck que había sido fundada en 1872.

Los Clubes Militares Alemanes reunían a todos los ex combatientes que residían en Chile, y muy especialmente a los instructores que servían en el Ejército chileno, y consideraban como "una bonita y grata tarea ... cultivar la estrecha camaradería con los miembros de la Fuerza Armada chilena. Especialmente los oficiales chilenos que estuvieron estudiando en Alemania, visitan regularmente nuestras charlas y reuniones de camaradería.

Tenemos el honor de contar con camaradas chilenos como miembros activos y miembros honorarios de nuestros Clubes Militares Alemanes".[61] Chile estaba considerado en alta estima por los militares alemanes, pues se trata "de un país cuyo pueblo fue uno de los pocos que durante la guerra mundial no se dejó arrastrar a la campaña de difamaciones contra Alemania. (...) Con razón se le ha llamado a Chile la «Prusia de América del Sur»".[62]

Entre las numerosas actividades de los clubes había prácticas de tiro, reuniones de camaradería y conmemoraciones. Por ejemplo, los Clubes Militares recordaron en 1934 el vigésimo aniversario de las batallas de Coronel y las Islas Malvinas durante la Primera Guerra Mundial, en las que se hundió el buque de guerra alemán "Dresden". La tripulación del barco, que había estado internada en Chile por varios años y que en su mayoría permaneció en el país, participó activamente en estas fiestas.[63]

Como se planteó más arriba, desde la fundación del NSDAP en Chile especialmente a partir de la llegada de los nazis al poder, una de las principales tareas de éstos fue infiltrarse en las diferentes organizaciones de la colonia alemana residente. Ya que las relaciones con el Ejército chileno habían sido tradicionalmente buenas, se le concedió a la Liga de Clubes Militares Alemanes una especial atención debido a su significativo valor político.

Es por ello que la Liga pronto estuvo bajo la dirección de los hombres del NSDAP. Tampoco resultó muy sorprendente que, junto al jefe del partido y al embajador del Reich, el presidente nacional de la Liga de Clubes Militares Alemanes fuera el más importante representante del nacionalsocialismo en Chile.

El primer presidente nacional fue el cónsul alemán y cofundador del partido nazi, Wilhelm Reichmann. El Club Militar más grande y políticamente más significativo era el de Santiago con alrededor de 160 miembros. En 1935 el hasta entonces teniente coronel Otto Zippelius y el general Hans von Kiesling, ambos instructores activos del Ejército chileno, fueron elegidos presidente y vicepresidente, respectivamente.[64] Simultáneamente Zippelius ocupó el cargo de jefe máximo de todos los Clubes Militares del país.

Otros instructores alemanes que participaban con regularidad en estos Clubes, eran el general Hans von Knauer del Instituto Geográfico Militar; el mayor Paul Müller de la Escuela de Caballería, que a fines de los años treinta estaba todavía en Chile, y el teniente coronel (r) Karl Figg, quien sirvió como profesor de la Escuela de Artillería entre 1927 y 1932 y que desde entonces se afincó en el país como latifundista. Todos eran miembros del partido nazi.[65]

Uno de los hombres más importantes del NSDAP en Chile fue el general Hans von Kiesling. Su simpatía por el fascismo era un hecho conocido. Según sus propias palabras, "abandoné Alemania convencido de que el movimiento nacionalsocialista, al que me sentía muy ligado, estaría por largos años al margen de la vida política alemana. Por eso busqué fuera de mi patria trabajo y ocupación".[66]

Por primera vez fue nombrado Kiesling en la prensa nazi, cuando éste, en su condición de general de brigada activo del Ejército nacional, el 27 de septiembre de 1934 en una reunión pública en el Club Alemán de Santiago disertó frente a medio millar de asistentes sobre el tema "Hitler. Mi Lucha. Primera parte".[67] Kiesling repitió su charla el día 10 de octubre de 1934 en Concepción y el 16 de febrero del año siguiente en Peñaflor.[68] Cuando estalló la guerra Kiesling disertó públicamente en varias oportunidades sobre la ideología fascista y la Wehrmacht, también a oficiales chilenos.[69]

El general von Knauer también fue uno de los fundadores del NSDAP en Chile y tenía por ello estrechas relaciones con los máximos jefes nazis Willi Köhn y Richard Zeissig.[70] También otros oficiales alemanes ayudaron a desarrollar la red nazi en países vecinos.[71]

Un paso importante en la fascistización de la organización militar alemana fue su incorporación efectiva a partir de 1936 en la recién creada Liga de Kyffhäuser que dos años después, como producto de la unificación de la citada Liga y de la Liga de Soldados (Soldatenbund), se transformó en la Liga Nacionalsocialista de Ex Combatientes del Impero(Nationalsozialistischer Reichskriegerbund, NSRKB).

A él se unieron todos los ex combatientes tanto de la Primera como de la Segunda Guerra Mundial. Otto Zippelius fue nombrado jefe máximo de su filial chilena.[72] Finalmente, en 1939 el jefe nazi Emil Rometsch asumió como presidente del Club Militar en Santiago, pero Zippelius continuó siendo jefe nacional.[73]

En los Clubes Militares de otras ciudades los nacionalsocialistas ocupaban también los puestos más importantes; así, por ejemplo, en Osorno donde Theodor Lohrmann era jefe del Club y simultáneamente del partido local. En Valdivia era jefe del Club el nazi Erich Karcher y en Valparaíso eran presidente y vicepresidente H. Tulke y Fritz Hucke, respectivamente.
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BUQUES DE GUERRA ALEMANES EN CHILE

Un hecho significativo para el desarrollo y afianzamiento de las relaciones militares chileno-alemanas fue siempre la visita de barcos de guerra germanos. En 1935 llegó a las costas chilenas el crucero «Karlsruhe». En 1927 había visitado por última vez el país una nave de guerra del Reich, se trató del «Emden»:.[74]

Para los nacionalsocialistas la visita del buque alemán era un símbolo de los nuevos tiempos. "Justamente en este período tiene para nosotros alemanes la visita del «Karlsruhe» un significado muy especial. Se trata de la primera vez que un barco de guerra alemán muestra en la costa occidental de América del Sur la svástica junto a la gloriosa y antigua bandera negro-blanca-roja (...) Nosotros, alemanes en el exterior, podemos decir con orgullo que ya no somos como antes semillas de la cultura alemana perdidas en la inmensidad, sino que somos soldados en guardia que trabajamos por la honra, poder y grandeza del Tercer Reich y cuya labor es considerada en la patria como si fuera la labor de cada ciudadano del Reich".[75]

La tripulación del «Karlsruhe» fue recibida en forma entusiasta por el Ejército chileno. En su nombre el coronel Jorge Berguño, conocido después como dirigente de organizaciones anticomunistas, señalaba: "en esta ocasión -prosiguió diciendo- no nos olvidemos del canciller del pueblo, Adolfo Hitler, que en su nombre Ud. Señor Comandante como así también sus oficiales y tripulación nos visitan hoy, y cuyo mérito ha sido devolverle a Alemania el lugar que le corresponde por su grandioso pasado".[76]

En el año 1938 visitó puertos chilenos -Punta Arenas, Valdivia y Valparaíso- el buque escuela «Schlesien». La tripulación visitó también Santiago, donde fue saludada por el Ejército y la Fuerza Aérea. En esa ocasión se les mostró a los visitantes los recién adquiridos aviones alemanes.[77]

Los numerosos oficiales del Ejército chileno que eran miembros activos u honorarios del NSRKB y asimismo pertenecían a la Asociación Amigos de Alemania, se caracterizaban especialmente por su gran germanofilia que provenía de una admiración ilimitada por Alemania y su modelo militar impuesto en el país desde fines de siglo. En parte se debía también al hecho de que muchos de ellos habían estado comandados por años en Alemania para perfeccionarse o habían sido agregados militares allí; varios incluso se casaron con alemanas. Casi todos hablaban perfectamente el idioma alemán.

Entre ellos había generales influyentes como Jorge Bari, Guillermo Novoa, René Ponce y Alfredo Portales y el coronel Alejandro Herrera. El general Novoa señaló elocuentemente el sentir mayoritario del cuerpo de oficiales: "El Ejército chileno, gracias a la directa ayuda de los instructores alemanes y a la educación recibida por nuestros oficiales en Alemania, está orgulloso de poder considerarse semejante al Ejército alemán, siempre dentro de las posibilidades que condicionan la población y la situación económica. Especialmente orgullosos estamos los pocos oficiales chilenos que hemos podido seguir desde cerca las operaciones de las tropas alemanas en la Guerra Mundial y que llevamos la Cruz de Hierro en nuestro pecho".[78]

Otros, a su vez, estaban relacionados íntimamente con la industria de armamentos germana como, por ejemplo, el general (r) Juan Carlos Pérez Ruiz-Tagle, quien se casó con la ex mujer de un alto ejecutivo de la firma Krupp, y era representante en Chile del consorcio armamentista Rheinmetall de Düsseldorf. Otros simpatizaban abiertamente con la ideología fascista y eran miembros o colaboradores de los nazis chilenos y de otras agrupaciones corporativistas como el Frente Nacional Chileno que a principio de los años cuarenta exigía la disolución de las instituciones democráticas y la persecución de los comunistas.

Entre ellos se contaban los generales Arturo Ahumada, Díaz Valderrama y Carlos Vergara. Por su parte, había también muchos descendientes de inmigrantes alemanes que se sentían muy unidos a la nación germana como el capitán de navío Emilio Günther, los generales Francisco Lagreze Frick y Ricardo Ludwig, y el teniente coronel Federico Japke. Y no se trataba sólo de altos oficiales de la vieja guardia que estaban pensionados y que en parte habían sido colaboradores de Emil Körner, sino que también había uniformados más jóvenes que ocupaban importantes puestos en las Fuerzas Armadas y en el servicio estatal.

Sorprendente y casi increíble a la vez resulta comprobar la simpatía sin límites hacía la ideología fascista que profesaban los uniformados chilenos. Un caso singular fue, por ejemplo, la activa participación del Orfeón de Carabineros en los más importantes actos públicos y privados de los nacionalsocialistas alemanes.

De este modo, la música de la policía chilena amenizó las celebraciones con motivo del plebiscito del Sarre, de los aniversarios de la toma del poder por los nazis, la recordación en honor del mártir nazi Wilhelm Gustloff y del general Erich Ludendorff, de los cumpleaños de Hitler, de las fiestas del NSDAP por el 1º de mayo, del Día del Soldado de los Clubes Militares Alemanes y hasta del recibimiento del líder Willi Köhn que llegaba de participar en el Congreso del Partido en Nürnberg en 1936.
También habitual era la participación de los jefes máximos del Ejército chileno en actos organizados tanto por la colonia, la embajada y el NSDAP.

En el acto de recordación de Hindenburg, realizado el 5 de agosto de 1934 en el Teatro Nacional, participó "casi todo el cuerpo de oficiales chileno de Santiago". En esa ocasión hablaron el encargado de negocios alemán, el general Kiesling y el jefe del partido Zeissig.[79] En la austral Punta Arenas se vio ensalzada "la fiesta (con motivo del plebiscito del Sarre) gracias a la participación del orfeón del regimiento de infantería Pudeto y la presencia de una gran cantidad de oficiales de esa unidad".[80]

Momentos significativos en las relaciones castrenses entre ambos países los constituyeron las celebraciones con motivo del aniversario de fundación de los Clubes Militares Alemanes. En 1934, el general Oscar Novoa, comandante en jefe del Ejército, estuvo presente en el vigésimo quinto aniversario del Club Militar Alemán de Santiago, celebrado en el Club Alemán. También asistió el embajador del Reich. Hablaron los generales von Knauer, a nombre de los instructores, y Novoa, por la parte chilena, quien "recordó su estada en Alemania y elogió las características militares del Ejército de ese país, por el cual conservaba hondo cariño".[81]

En el vigésimo noveno aniversario del Club Militar de Santiago "se contaron no menos de 92 oficiales chilenos con sus damas, entre ellos los generales Francisco Javier Díaz, Bari, Ahumada, Urrutia, Véliz, Vergara y Ludwig con sus esposas, 2 coroneles, muchos tenientes coroneles, mayores y oficiales de grados menores, como asimismo oficiales de Carabineros con sus damas".[82]

Y en el trigésimo aniversario del Club, en el cual el coronel Zippelius agradeció la positiva actitud de los militares chilenos hacia Alemania con motivo de la guerra, participaron alrededor de un centenar de oficiales del Ejército y la policía, entre ellos los generales Díaz Valderrama, Vergara y Lagreze, todos en retiro, y comandante en jefe del Ejército, general Fuentes Rabé, acompañado de los máximos oficiales de la guarnición de Santiago.

Presentes se encontraban también representantes de la embajada alemana, del NSDAP, de los falangistas españoles y del Frente de Ex Combatientes Italianos con dos oficiales en visita protocolar en Chile.[83]
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EL FINAL DE LAS RELACIONES CON ALEMANIA

El Ejército chileno mostró también una fuerte simpatía por el régimen franquista de España. Muchos oficiales tomaron parte en actividades públicas de los falangistas y en acciones de ayuda de la derecha chilena para los nacionalistas durante la guerra civil.[84]

Por ese motivo, la prensa izquierdista, sobre todo El Siglo, denunció a los generales Arturo Ahumada, Oscar Novoa y Hans von Kiesling por sus lazos con la organización fascista de los Clubes Militares Alemanes (NSRKB) y su apoyo a Alemania en la guerra, lo que era considerado como una infiltración fascista de las Fuerzas Armadas.[85]

A partir de 1940 desmejoraron ostensiblemente las relaciones entre ambos países. No solamente terminó repentinamente el intercambio comercial debido a la emergencia de la guerra, sino que el transporte marítimo chileno se paralizó casi por completo por el peligro de que los barcos fueran hundidos por los submarinos alemanes.

Varios cargueros latinoamericanos, entre ellos también chilenos, fueron torpedeados en alta mar por submarinos germanos. Además, ese año se inició en Valdivia un juicio por ley de Seguridad del Estado; por este motivo varios alemanes fueron detenidos y acusados de sedición. Esta medida produjo fuertes reacciones punitivas en Berlín, llegándose incluso a la detención preventiva por la Gestapo de ciudadanos chilenos residentes.

A comienzos de 1942 se declaró oficialmente que el NSDAP y su semanario Westküsten-Beobachter constituían un peligro para la seguridad del país.[86] A fines de mayo se formó en el parlamento una comisión para investigar las actividades nazis.[87] Y, por añadidura, en ese período se descubrió una red de espionaje localizada en Valparaíso.[88]

Esto hizo aumentar las medidas de presión de los Estados Unidos sobre el gobierno en orden a aceptar las recomendaciones de la Conferencia de Río de Janeiro. Pese a la simpatía reinante por Alemania en los círculos políticos chilenos, el presidente Ríos se vio obligado a abandonar su política de neutralidad prohibiendo, en enero de 1943, el partido nazi y rompiendo relaciones diplomáticas con los países del Eje fascista, luego que el Senado aprobó la medida por 30 votos contra 10 y dos abstenciones.[89]

Sin embargo, no faltaron maniobras de última hora para evitar el rompimiento con Alemania; el ex presidente Arturo Alessandri propuso un plebiscito para dirimir la cuestión, y un grupo de trescientas personalidades de derecha, encabezadas, entre otras, por el diputado Raúl Marín Balmaceda, Jorge Prat Echaurren y un sinnúmero de oficiales en retiro, pidieron en una carta abierta al presidente que Chile mantuviera la neutralidad, considerando que el país perdería su soberanía e independencia en favor de los Estados Unidos.[90]

En los días siguientes, el gobierno prohibió las actividades de las agencias de noticias germanas en el país y canceló la personería jurídica del Club Alemán de Santiago, fundado en 1903.[91] También a fines de enero fueron relegados 168 ciudadanos alemanes y 74 japoneses por actividades políticas y de eventual espionaje, ligadas principalmente al NSDAP.[92]

Por último, la Asociación de Amigos de Alemania, que había sido el principal vocero de los uniformados germanófilos, resolvió autodisolverse y así evitar una abierta confrontación con las autoridades.[93]

Las simpatías hacia la Alemania nazi y las ramificaciones con elementos de la civilidad nacionalista fueron, por los antecedentes que se entregan aquí, efectivamente muy fuertes en el seno de las Fuerzas Armadas chilenas. El diputado nazi González von Marées llegó a afirmar en 1941, quizás con mucha razón, que la mayoría absoluta del Ejército chileno apoyaba a Alemania: "El 95 por ciento de los oficiales y Jefes de nuestras Fuerzas Armadas ... simpatizan con la causa de Alemania".[94] Y como señalara el general Prats, "eran los años en que los triunfos guerreros de la Alemania de Hitler concitaban el entusiasmo de la juventud militar chilena. Muchos apellidos alemanes saturaban las listas de promociones de la Escuela Militar.

(La) gruesa capa de la oficialidad, generada en las numerosas promociones que, de nuevo, egresaron de la Escuela Militar a fines de los años 1939 hasta 1948, durante la Segunda Guerra Mundial y en el período de la «guerra fría»... se caracteriz(ó) por su simpatía inocultable hacia la causa nazi".[95]

Como corolario de la influencia fascista en el país, en enero de 1944 la inteligencia británica informó reservadamente al gobierno sobre preparativos avanzados de un golpe militar contra el presidente Ríos con el evidente propósito -a lo menos- de restablecer las relaciones con el Eje, rotas un año antes. Se sindicaba como los principales implicados a conocidos jefes castrenses y líderes nacionalistas civiles: entre ellos destacaban el general de Ejército Jorge Berguño, el general del aire Manuel Tovarías, el vicealmirante Juan Gerken Mahn, el ex presidente Carlos Ibáñez, Juan Gómez Millas, Jorge González von Marées, y oficiales de todas las ramas de las Fuerzas Armadas y Carabineros.

El movimiento contaba, además, con el apoyo tácito de los militares argentinos.[96] De haber triunfado, esta aventura golpista habría tenido funestas consecuencias para el futuro de la institucionalidad democrática de Chile. Sin embargo, los cabecillas militares fueron llamados a retiro solapadamente y sin mayor sanción.

NOTAS

[1] Véase, por ejemplo, a Frederick M. Nunn, "Emil Körner and the Prussianization of Chilean Army: Origins, Process and Consequences, 1885-1920", Hispanic American Historical Review, Vol. 50, Nº 2, Durham, 1970, pp. 300-322, y Jean-Pierre Blancpain, Les Allemands au Chili (1816-1945), Köln-Wien, 1974.
[2] La razón reside en que Francia, apegándose estrictamente al tratado de Versailles, vigilaba que ningún militar alemán fuera destinado al exterior. Para evadir las expresas prohibiciones del tratado, los instructores alemanes en Chile o no aparecían registrados o fungían como civiles. Además, los oficiales chilenos que en los años veinte y treinta iban a estudiar en el Ejército alemán, aparecían oficialmente como "adictos militares" anexos a la embajada chilena en Berlín. Véase a Carlos Maldonado Prieto y Patricio Quiroga Z., El Prusianismo en las Fuerzas Armadas chilenas. Un estudio histórico, 1885-1945, Santiago, 1988.
[3] Heye participó como observador de las maniobras militares más grandes que se hayan realizado hasta entonces en Chile. Además, visitó Argentina, otro estrecho colaborador del Ejército e industria bélica alemanes.
[4] Hindenburg también recibió personalmente a un grupo de oficiales chilenos que fueron a estudiar a Alemania en 1927, entre los cuales se contaba el futuro general de división Oscar Novoa. En aquella ocasión recordó su amistad con Körner, antiguo condiscípulo suyo en la Academia de Guerra de Berlín. Esto es demostrativo de la importancia que el Reich le atribuía a las relaciones militares con Chile. En Jürgen Schaefer, Deutsche Militärhilfe an Südamerika. Militär- und Rüstungsinteressen in Argentinien, Bolivien und Chile vor 1914, Düsseldorf, 1974, p. 282.
[5] Ibíd, p. 200-201. En Argentina y Bolivia ocurrió un proceso muy parecido al que se desarrolló en Chile. Además de la profesionalización castrense propiamente tal, esta política permitió que la industria bélica alemana se apoderara de los mercados y que la ideología fascista se incubara fuertemente en las filas. El general germanófilo José Uriburu, Presidente del país desde 1930, impulsó abiertamente el modelo militar alemán. Esa situación permitió que, por ejemplo, el instructor germano C. Schneider fuera cofundador del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán de Buenos Aires en 1931, y que en 1938, 20 oficiales argentinos fueran destinados a la Wehrmacht y Hitler los condecorara personalmente. Véase a Robert A. Potash, The Army and Politics in Argentina. Yrigoyen to Perón, Stanford, 1969. En Bolivia, la situación fue muy parecida. Ernst Röhm, jefe máximo de la SA (tropas de asalto nazis), actuó allí como instructor militar hasta 1930. Consúltese, entre otros, al coronel Julio Díaz Arguedas, Historia del Ejército de Bolivia, 1825-1932, La Paz, 1940.
[6] Los italianos, por ejemplo, habían comenzado con el pie derecho en el vecino Perú al vender una buena cantidad de aviones y enviar una misión militar que entre 1935 y 1937 reorganizó completamente la Fuerza Aérea de ese país. En Westküsten- Beobachter, Nº 202, 19/8/1937, p. 46. (Todos los diarios y revistas citados, salvo expresa referencia, tienen como lugar de edición a Santiago).
[7] Capitán de bandada Raúl González Nolle, "Por Alemania en visitas profesionales", Chile Aéreo, Nº 93, Enero, 1937, p. 15.
[8] Westküsten-Beobachter, Nº 196, 8/7/1937, p. 30.
[9] Ibíd, Nº 203, 26/8/1937, p. 30. Las primeras quince máquinas alemanas para la Escuela de Aviación arribaron a principios de 1938 con el instructor August Linde. En Chile Aéreo, Nº 105, Febrero, 1938, p. 3-5.
[10] Westküsten-Beobachter, Nº 144, 9/7/1936, p. 86.
[11] Ibíd, Nº 137, 21/5/1936, p. 74.
[12] Ibíd, Nº 185, 22/4/1937, p. 31.
[13] A fines de 1940 fueron enviadas misiones aéreas a los países beligerantes Alemania, Italia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Ibíd, Nº 375, 12/12/1940, p. 45.
[14] Ibíd, Nº 212, 28/10/1937, p. 66 y Nº 356, 1/8/1940, p. 55.
[15] En 1937 se les había mostrado a la jefatura militar en Santiago un nuevo tipo de vehículo alemán para todo terreno. Ibíd, Nº 202, 19/8/1937, p. 78.
[16] Reiner Pommerin, Das Dritte Reich und Lateinamerika, Düsseldorf, 1977, p. 168-170. Ya estaba calculado en este negocio una cierta cantidad de dinero para el propio Duhalde, una costumbre muy extendida en las transacciones de la industria armamentista internacional. Debido a que el bloque marítimo aliado obligó a los barcos alemanes a quedar anclados en los puertos latinoamericanos por miedo a ser hundidos, se prefirió regalar el velero escuela "Priwall" a la Marina chilena que lo rebautizó con el nombre de "Lautaro". En Westküsten-Beobachter, Nº 401, 12/6/1941, p. 1-3.
[17] Según informes diplomáticos del agregado militar de los Estados Unidos en Santiago, preocupado por la injerencia fascista en el área, estas compras se debían a la influencia aún poderosa del modelo prusiano. En Jürgen Schaefer, op. cit., p. 211-213. En general, las exportaciones alemanas hacia Chile, como al resto del Cono Sur, continuaron siendo muy significativas en el período en estudio. En 1935 representaron el 20,0 % y en 1936 el 28,7 % -el primer lugar- de todas las importaciones chilenas. En Adolfo Tejera, Penetración nazi en América Latina, Montevideo, 1938, p. 35.
[18] En general Carlos Prats González, Memorias. Testimonio de un soldado, Santiago, 1985, p. 569.
[53] Ibíd, 18/7/1946, p. 3. Citado por Tomás Moulian e Isabel Torres Dujisin, op. cit., pp. 266, 272 y 274.
[54] El Siglo, 3/10/1940, p. 1.
[55] Ercilla, Nº 402, 13/1/1943, p. 11. Pinedo era, además, profesor de derecho público y oratoria en la Academia de Guerra Aérea.
[56] Westküsten-Beobachter, Nº 220, 23/12/1937, p. 58. Ese mismo año fue enviada Margarita Johow como agregada cultural chilena en Berlín, quien era militante nazi. Ibíd, Nº 194, 24/6/1937, p. 29.
[57] Von Frantzius fue después redactor jefe de la importante revista militar berlinesa Ejército, Marina, Aviación, publicación de propaganda en castellano para la oficialidad de las Fuerzas Armadas de América Latina y España que se editó entre 1933 y 1944, o sea, durante casi todo el período de dominación del nacionalsocialismo.
[58] Zippelius, nacido en Nürnberg en 1885, sirvió en el Ejército hasta 1941 y luego se quedó en el país, donde murió en 1957. Su hijo, Hans Zippelius Weber, fue coronel y, hasta hace poco, cónsul general chileno en Munich.
[59] Knauer fue allí profesor de historia militar y escribió en 1934 un libro de texto sobre la guerra del Pacífico. En éste plantea conceptos militaristas que planteaban, por ejemplo, que el pacifismo habría sido responsable de la derrota de Alemania en la Primera Guerra Mundial. Estas ideas eran bien vistas en los círculos castrenses chilenos. Véase al general Hans von Knauer, Historia de la Guerra del Pacífico, Antofagasta, 1934, p. 23.
[60] General Francisco Javier Díaz, "Das deutsche Militärsystem", Westküsten- Beobachter, Nº 177, 25/2/1937, pp. 15-17; general Guillermo Novoa, "Deutsche Mitarbeit in der Entwicklung der chilenischen Armee", ibíd, Nº 65-66, 10/1/1935, pp. 21-25; Jürgen Schaefer, op. cit., p. 200; Julio Heise González et al., Historia del Ejército de Chile, Santiago, 1985, p. 390-418, vol. VII y las informaciones de Inge Schwarzenberg de Santiago, genealogista de origen alemán.
[61] Wilhelm Reichmann, "Deutsche Militärvereine in Chile", Westküsten- Beobachter, Nº 65-66, 10/1/1935, p. 31.
[62] General Hans von Knauer, "Dem Kreuzer «Karlsruhe» zum Willkommen", ibíd, p. 7.
[63] Ibíd, Nº 61, 13/12/1934, p. 75.
[64] Ibíd, Nº 94, 25/7/1935, p. 75-76.
[65] Según fuentes militares estadounidenses, Kiesling se inscribió en el NSDAP el 1º de abril de 1934 y Zippelius, el 1º de mayo de 1935. En U.S. War Department, Nazi Party Membership Records, Part I, Washington, 1946, pp. 98 y 117.
[66] General Hans von Kiesling, Soldat in drei Weltteilen, Leipzig, 1935, p. 391- 392.
[67] Westküsten-Beobachter, Nº 50, 27/9/1934, p. 63.
[68] Ibíd, Nº 56, 8/11/1934, p. 73 y Nº 71, 14/2/1935, p. 73.
[69] Kiesling habló, por ejemplo, en 1939 a jóvenes oficiales chilenos y en 1940 ante chilenos y fascistas italianos. En esa ocasión también disertó el teniente coronel (r) Figg. Ibíd, Nº 315, 19/10/1939, p. 55 y Nº 375, 12/12/1940, p. 52.
[70] Cuando Köhn fue nombrado comisario del partido para América del Sur, Knauer pronunció públicamente un juramento de fidelidad a su persona. Además, su hija estaba casada con Zeissig.
[71] El instructor militar C. Schneider fue uno de los fundadores del NSDAP en Buenos Aires en 1931. En Jürgen Schaefer, op. cit., pp. 196 y 280. En Bolivia el partido fue organizado por el mayor Achim R. von Kries -contratado debido a la Guerra del Chaco- a fines de 1933. Ibíd, Nº 140, 11/6/1936, p. 7. Una fuerte influencia había realizado anteriormente el jefe nazi y líder de las SA Ernst Röhm.
[72] Ibíd, Nº 239, 5/5/1938, p. 69.
[73] Ibíd, Nº 306, 17/8/1939, p. 58.
[74] General Hans von Knauer, "Dem Kreuzer «Karlsruhe» zum Willkommen", op. cit., p. 5-7.
[75] General Hans von Kiesling, "Kreuzerbesuche in Chile", ibíd, p. 10.
[76] Westküsten-Beobachter, Nº 68, 24/1/1935, p. 57.
[77] Ibíd, Nº 225, 27/1/1938, p. 59-60; Nº 226, 3/2/1938 p. 59-61 y Nº 228, 17/2/1938, p. 22.
[78] General Guillermo Novoa, "Deutsche Mitarbeit in der Entwicklung der chilenischen Armee", op. cit. Una versión en español de este artículo -"Contribución alemana al desarrollo del Ejército chileno"- apareció en la revista militar Ejército, Marina y Aviación, Año II, Nº 4/5, Berlín, 1935, pp. 166-169. Novoa participó durante la Primera Guerra Mundial como observador en el Ejército alemán. Se casó con una ciudadana alemana.
[79] Westküsten-Beobachter, Nº 44, 16/8/1934, p. 43.
[80] Ibíd, Nº 70, 7/2/1935, p. 75. Cuando el Club Militar de Santiago celebró el "Anschluss" de Austria, el instructor alemán Paul Müller llevó consigo el orfeón de la Escuela Caballería. Presentes había oficiales chilenos de tres generaciones: oficiales en retiro, oficiales jefes y oficiales subalternos. Ibíd, Nº 248, 7/7/1938, p. 55-56.
[81] El Mercurio, 3/6/1934, p. 29.
[82] Westküsten-Beobachter, Nº 248, 7/7/1938, p. 78.
[83] Ibíd, Nº 301, 13/7/1939, p. 56-57.
[84] Con motivo de la presentación del film "Legión Cóndor" en la sede del NSRKB concurrió un gran número de militares chilenos. Ibíd, Nº 319, 16/11/1939, p. 55.
[85] El Siglo, 1/6/1941, pp. 1 y 4.
[86] Westküsten-Beobachter, Nº 432, 15/1/1942, p. 37-38.
[87] Ibíd, Nº 452, 4/6/1942, p. 2.
[88] En ésta estaban implicados miembros de la embajada, ciudadanos alemanes y chilenos de origen alemán. En Christel Converse, "Die Deutschen in Chile", Die Deutschen in Lateinamerika. Schicksal und Leistung, Tübingen-Basel, 1979, p. 357.
[89] Un seguimiento de la discusión diplomática entre Washington y Santiago sobre el rompimiento con las potencias del Eje, se encuentra en Joaquín Fermandois, "Guerra y Hegemonía. 1939-1943. Un Aspecto de las Relaciones Chileno-Norteamericanas", Historia, Instituto de Historia de la Universidad Católica de Chile, Nº 23, Santiago, 1988, pp. 5-51.
[90] Entre los militares firmantes se encontraban los almirantes Olegario Reyes y Enrique Spoerer, los generales Pedro Pablo Dartnell, Carlos Vergara Montero, Francisco Javier Díaz, Arturo Ahumada, Guillermo Novoa, Manuel Campos Rencoret, Ricardo Ludwig, V. Figueroa y el teniente coronel Miguel Meza. En El Mercurio, 20/1/1943, p. 9.
[91] Ibíd, 3/2/1943, p. 9.
[92] Entre los deportados a la localidad de San Vicente de Tagua-Tagua se hallaba el coronel (r) Otto Zippelius. En Deutsche Zeitung für Chile, 27/1/1943, p. 3. Precisamente esa fue la última edición del periódico alemán que fue silenciado por una orden gubernamental.
[93] Firma la declaración pública el Directorio Nacional, el que estaba conformado por el vicealmirante Luis V. López, los generales Arturo Ahumada (presidente), Francisco Javier Díaz, Carlos Vergara Montero, Guillermo Novoa, Javier Palacios Hurtado, Manuel Campo R., los coroneles Miguel Berríos C., Luis A. Varela y Enrique Baeza Yávar, y los civiles Miguel Martínez y Ricardo Herrera Lira. Sólo Díaz y Vergara se opusieron expresamente a la disolución de la asociación. En El Mercurio, 31/1/1943, p. 11.
[94] Jorge González von Marées, La verdad sobre el complot nazi y la Quinta Columna, Santiago, 1941, p. 42.
[95] General Carlos Prats González, op. cit., p. 565-569.
[96] Emilio Meneses, El factor naval en las relaciones entre Chile y los Estados Unidos (1881-1951), Santiago, 1989, pp. 199-202. Los cabecillas del golpe destacaron después como nacionalistas militantes. Berguño fue alto dirigente de AChA, Gerken llegó a ser jefe local de AChA en Valparaíso, y Tovarías fue ministro del interinato de Alfredo Duhalde y apoyó todas las acciones anticomunistas posteriores.

.....Este trabajo fue publicado bajo el título "«La Prusia de América del Sur»: Acerca de las relaciones militares germano-chilenas, 1927-1945", Estudios Sociales, Corporación de Promoción Universitaria (CPU), N 73, Trimestre 3, Santiago, 1992, pp. 75-102.

NOTA: Algunos subtítulos los incluí para hacer más ligera la lectura. Sé que es mucho material, sin embargo pienso que es un aspecto interesante para conocer el contexto de la WW2 en otras latitudes, principalmente en Sudamérica. 

Tomado de: http://www.forosegundaguerra.com
 

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