sábado, 19 de mayo de 2012

El maestro de maestros

¿Cuantos  valientes hombres  han dado su vida por  defender nuetra Revolución, no solo en las luchas, sino en sus escritos...?, muchos verdad. Entre ellos sobresale  nuestro héroe nacional  José Martí (maetro de maetros), quien nació el 28 de enero de 1853,  en la calle Paula No. 41  la  Habana. Martí amó entrañablemente a sus padres: Mariano Martí y Leonor  Peréz, con la misma intensidad con la que amó a sus hermanas y a todos los seres humanos.

Martí fue un dador, ya que siempre primó en él la entrega total a favor de los demás. Siendo apenas un adolescente dedicó su vida a favor de las causas justas y, entre ellas,  la libertad de su amada Patria. El camino de su búsqueda de justicia, le hizo un destacado político, un filósofo y pensador de altos vuelos. Fue un hombre entrañablemente humano, dedicando gran parte de la vida a sembrar virtudes en los demás, a hacerse crecer mediante la educación y la cultura.

También Martí amó a sus raíces, lo autóctono y, en eterno maridaje con la naturaleza, supo encontrar en ella no solo refugio, sino también inspiración.

Cayó, en desigual combate, comprometido a dar el ejemplo y demostrar a todos que su amor a Cuba no era discurso encendido, sino entrega total, un 19 de mayo de 1895, en Dos Ríos. Ni la amenaza de una muerte segura, ni los reclamos de Máximo Gómez, le convencieron. Fue al combate como todo un gallardo jinete, sin miedo alguno, hasta que tres balas le quitaron la vida, haciéndolo todavía más universal.

La desaparición física de Martí dejó a la cúpula revolucionaria sin uno de sus más claros pensadores de su tiempo, pero la lucha a la que entregó su vida, continuó. Muchos morirían al calor de las ideas martianas, hasta que un 26 de julio de 1953, honrándolo en su natalicio, la Generación del Centenario lo hizo cabalgar nuevamente en reclamo de la justicia perdida.

Hoy, a 117 años de su muerte en combate, Martí está más presente que nunca. Habita en cada uno de nuestros actos cotidianos y en la dura pelea de todo el pueblo por hacer una Patria mejor.

La mejor manera de honrarlo es, sencillamente, no la apología vana y el recordatorio insulso. Es la acción, el humanismo, la solidaridad, la honra a la naturaleza y al alma humana. Solo de esta manera, Martí vivirá en nosotros, eterno y omnipresente.

Yamay González Morales.

Estudiante cubana


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