En Londres el Comité Olímpico Internacional (COI) ha conseguido
actuar en muchos ámbitos: política, historia, redes sociales,
medicina... menos en el deporte.
Parece que este organismo, incontrolable y de corte totalitario, ya
se ha quedado petrificado y los cambios son imposibles. ¿O no?
La crisis siria sobre el tatami
"Tenemos un gran pasado, un futuro muy prometedor y este es un gran
momento para nuestro país, que debemos aprovechar", declaró entusiasmado
el primer ministro británico David Cameron ante el inminente arranque
de la esperada cita olímpica en Stratford.
“Durante los Juegos Olímpicos en Sochi se pondrán a prueba las
tecnologías puntas en diferentes áreas”, promete el presidente del
Comité Olímpico ruso, Alexander Zhúkov.
Vladimir Putin realizó un viaje a Londres para acudir a las
competiciones de judo y apoyar a los deportistas rusos. Según informa el
diario británico The Guardian le esperaban con impaciencia en la
capital olímpica para... discutir la crisis siria.
Mientras tanto, Valeri Kuzmín, embajador para misiones especiales del
Ministerio ruso de Asuntos Exteriores, responsable de la organización
de los Juegos Olímpicos 2014 en la ciudad balneario rusa de Sochi (a
orillas del Mar Negro), promete aplicar medidas para prevenir el boicot
político en los Juegos Olímpicos en Rusia.
O sea, demasiada política. Se habla de todo menos del “juego limpio”,
este principio olímpico fundamental que comprende el comportamiento
leal y sincero además de correcto en el deporte, en especial fraterno
hacia el contrincante, respetuoso ante el árbitro y correcto con los
asistentes. Esta idea fue promovida en la primera reunión del Comité
Olímpico Internacional en 1894 en París.
Pocos hoy toman los Juegos como las concebía su fundador, el barón
Pierre de Coubertin, como una fiesta internacional de los aficionados al
deporte en la que no hay lugar a la política o intereses económicos. Y
esto es comprensible: desde aquellos tiempos el mundo ha cambiado mucho.
Lo que no resulta tan comprensible es el papel que desempeña en la
actualidad la entidad que coordina el movimiento olímpico. Algunas de
las acciones del COI que tuvieron una gran resonancia pública en los
últimos juegos, y especialmente en los que se están celebrando estos
días en Londres, hacen pensar si el principio de “juego limpio” es
aplicable a los funcionarios olímpicos.
Acupuntura olímpica
En el conflicto entre la Federación Internacional de Judo (IJF) y la
judoka saudí Wojdan Shaherkani, que se niega a competir sin el hijab u
otra prenda similar que le cubra la cabeza, el COI tomó parte por la
Federación. Aunque esto contradice a los principios establecidos por la
Carta Olímpica, el documento principal del Comité, que prohíbe toda
discriminación por motivos raciales, religiosos o políticos hacia los
deportistas o países.
Asimismo produce confusión la prohibición del Comité a los
deportistas de usar jeringas bajo ningún concepto. Si es estrictamente
necesario por indicaciones médicas, habrá que rellenar una declaración
específica. En el caso contrario la inyección no declarada podrá
provocar aplicación de sanciones no solo contra el deportista infractor
sino contra toda la delegación deportiva de su país. Todos los
medicamentos y jeringas deben entregarse en una consigna especial
accesible solo para el personal médico.
El COI recomendó a los espectadores no escribir mensajes de Twitter
desde sus teléfonos móviles ya que contribuye a sobrecargar las redes de
comunicación de Londres y crea interferencias de la retransmisión
televisiva.
El Comité recibió un agradecimiento oficial del jefe de la delegación
olímpica palestina Jibril Rajoub por negar, una vez más, las
solicitudes presentadas por Alemania e Israel para celebrar un momento
de silencio en homenaje a los 11 atletas israelíes asesinados en los
Juegos Olímpicos de Munich en 1972.
El COI aprobó la denegación del permiso de entrada en el Reino Unido
del mandatario de Bielorrusia, Alexander Lukashenko. El presidente del
Comité, Jacques Rogge, explicó que esta decisión se debe a que "está en
la lista negra de la Comisión Europea, y el COI lo acata".
Otras pretensiones al COI, menos conocidas pero mucho más serias, se
refieren a las exigencias demasiado estrictas en cuanto a las
instalaciones deportivas para unas competiciones que, al fin y al cabo,
son de aficionados. Como resultado, los estadios olímpicos salen muy
caros para el país anfitrión de los JJOO y son de uso único, ya que
difícilmente pueden ser adaptados a otros usos sin realizar una costosa
obra de rehabilitación.
Según informa The New York Times, para el año 2009 en Grecia, que
había acogido los Juegos en 2004, 21 estadios de los 22 construidos para
los Olimpíadas estaban abandonados. Muchos economistas atribuyen parte
de la culpa de la crisis financiera en el país heleno a los gastos
olímpicos.
Del barón al conde
“El movimiento olímpico ha cambiado, con él ha cambiado el Comité. Al
principio era un club elitista y cerrado”, dice el Alexei Makarkin,
vicepresidente del Centro ruso de Ingeniería Política: “Lo formaban
representantes de las élites europeas, sus miembros se conocían
personalmente, por ejemplo, el representante de Rusia, el general
Butovski era amigo personal de Pierre de Coubertin. Organizando los
primeros Juegos, se guiaban por las ideas propias a su círculo. Ahora la
situación es la misma, el Comité sigue siendo un club cerrado, cuyos
miembros eligen a sus colegas, pero ahora es un club de funcionarios
deportivos con su mentalidad”.
Seis de los nueve presidentes del COI durante su historia tenían
títulos de nobleza, dos de ellos, el barón de Coubertin y el conde Henri
de Baillet-Latour, por nacimiento. Los demás los recibieron por sus
méritos. La presidencia del marqués español Juan Antonio Samaranch fue
especialmente escandalosa.
Según Alexei Makarkin, basta con recordar el escándalo de 1998,
cuando el vicepresidente del Comité, Mark Hodler, destapó los primeros
detalles de la trama de corrupción montada por la candidatura de Salt
Lake City a los Juegos de Invierno de 2002. Aquel escándalo, el más
grave en la historia del COI, condujo a la expulsión de seis miembros y a
una reforma profunda de las estructuras del organismo. Entre otras
medidas, se prohibieron los viajes de los votantes del COI a las
ciudades candidatas y la admisión de regalos.
Con el actual presidente, el belga Jacques Rogge, que posee título de
conde, el COI no ha conocido hasta el momento los escándalos tan
sonoros como en la época del marqués.
El dinero siempre escasea
“Si un gobierno mundial es pura ficción, el gobierno mundial
deportivo, representado por el COI, es real. Nada cambiará en el futuro
próximo, ya que el Comité es una entidad ‘auto-reproductiva’ puede ser
disuelta sólo por su propia decisión”, asegura Alexei Makarkin.
Cabe mencionar también que el organismo, entre los ingresos por la
venta de derechos de transmisión, las cuotas de los patrocinadores y el
otorgamiento de licencias para utilizar los símbolos olímpicos, controla
sumas de dinero importantes. El 92% de los ingresos el Comité los
destina a los comités olímpicos nacionales para la preparación de los
próximos Juegos y a las federaciones deportivas, quedándose con el 8%.
Es fácil calcular que de los 2,4 mil millones de dólares recaudados
durante los JJOO en Pekín, el COI se quedó con 192 millones. Tampoco
tanto para 111 miembros, pero lo suficiente como para pagar a los
funcionarios del Comité unos viajes cómodos y unas buenas dietas.
Entre bastidores
“Hoy en día, el Comité Olímpico Internacional no es un organismo
intergubernamental ideal. Es especialmente criticada la falta de
transparencia en la elección de su presidente. Pero no existe ninguna
alternativa. En el mundo actual quedan tan solo dos factores que son
capaces de unir a los países del mundo en una comunidad internacional:
el sistema financiero global y el deporte. Si el primero se encuentra
ahora en una situación bastante confusa, el segundo cada vez tiene más
importancia. La única categoría de personas que realmente pueden ser
llamados ‘ciudadanos del mundo’ son los deportistas”, dice Dmitri
Abzálov, experto del Centro de Coyuntura Política de Rusia.
A falta de guerras mundiales, aumenta el precio de los triunfos
deportivos, apunta el experto. EEUU, China, Rusia buscan dominar en los
campos deportivos, como antaño lo hacían en los campos de batalla.
“La pérdida de prestigio del COI y, como resultado, del movimiento
olímpico asestará un duro golpe al modelo supranacional del mundo”,
afirma Dmitri Abzálov.
Los expertos indican que la única alternativa al “gobierno mundial
deportivo” es un comité formado a base de la representación territorial:
como la ONU, por ejemplo.
“Sin embargo, hoy vemos que la ONU es incapaz de tomar ninguna
decisión eficaz. Es mejor ni pensar siquiera qué podría montar el COI si
lo integraran los representantes de todos los países del mundo y
tomaran decisiones por la mayoría absoluta de los miembros”, opina
Dmitri Abzálov.
Así que no existe ninguna alternativa real al COI actual. Habrá que
conformarse con el existente, incluso aprovechar todas las herramientas
para colocarse en su cúspide para protegerse de los caprichos de un
organismo tan impredecible.
Curiosamente, Rusia tiene buenas posibilidades: tiene tres
representantes en el Comité, solo España y Gran Bretaña tienen un
miembro más cada una. Pero si los rusos se unen con los ucranianos, que
son dos, la fracción ruso-ucraniana del COI podrá llegar muy lejos.
Serguéi Petujov, RIA Novosti
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