lunes, 24 de diciembre de 2012

¿Cómo pudo evitarse el 11-S?


A estas alturas, ya nadie discute la autoría del sangriento y brutal atentado del 11-S, cuando dos aviones pilotados por radicales islamistas penetraron en los emblemáticos rascacielos de Nueva York provocando la explosión que terminó por derribarlos. Los esbirros de Al Quaeda, el asesino que según Estados Unidos murió al caer abatido en una emboscada de su Ejército y que algunos creen que aún vive escondido en las montañas de Pakistán, fueron los autores materiales de la matanza. Pero el cerebro gris, sanguinario y retorcido, el autor intelectual del atentado, el gran asesino no fue otro que el líder de Al Quaeda.
Pero, según ha trascendido en algunos medios norteamericanos, un factor determinante de que se produjera el atentado fue la descoordinación que existía entre la CIA y el FBI. Los servicios secretos norteamericanos tenían fichados hasta la saciedad a los asesinos que pilotaron los aviones que derribaron las torres gemelas, al que se estrelló contra el Pentágono y al que pretendía impactar contra la Casa Blanca.
La CIA los había seguido por medio mundo, por Pakistán y Afganistán, contaba con sus fotos, con copias de sus pasaportes, de sus nombres. Estaban más fichados que El Lute en sus años mozos. Pero la CIA, por esa rivalidad que existe desde siempre entre los servicios secretos y la Policía estatal, no compartió esos datos con el FBI. Y como los servicios secretos no tienen competencias policiales, el desconocimiento de ese arsenal de datos por parte del FBI permitió que los asesinos pasaran las aduanas estadounidenses cual inocentes turistas. Si la CIA hubiera compartido esa información con el FBI, los cuatro asesinos que pilotaron los aviones suicidas hubieran sido detenidos en las mismas aduanas y se encontrarían ahora en alguna cárcel norteamericana sin haber podido cometer sus horribles atentados.

Al Quaeda fue el cerebro, el terrorismo islamista su sangrienta correa de transmisión. Pero esa descoordinación entre la CIA y el FBI propició que se cometieran los atentados. Algo parecido a la rivalidad que existe entre la Guardia Civil y la Policía Nacional, que parece ser que ya se ha corregido. Como también parece ser que esa descoordinación entre la CIA y el FBI, tras el fiasco del 11-S ha, sido eliminada y que ambos Cuerpos colaboran ahora estrechamente. Pero la catástrofe pudo evitarse si la debilidad humana, la rivalidad absurda entre unos y otros, se hubiera superado antes.
Tomado de  http://www.elimparcial.es

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