sábado, 2 de marzo de 2013

Tres crímenes y una condena impostergable

 



Tres crímenes y una condena impostergable

 
ANNCOL
 
Uno siente que se va cansando de hablar sobre los terribles hechos que día a día enlutan la geografía colombiana.
 
Pasan los años y nos vemos obligados a repetir historias similares, donde la muerte es el denominador común, el pánico una constante y las lágrimas parecen producir manantiales de impotencia derramada.
 
Sin embargo, cuando tenemos que dar noticias como la que adjuntamos, en medio de ese cansancio y de una pregunta reiterada: ¿hasta cuándo será? que parece no tener fin, el cansancio se echa a un lado, la bronca se acrecienta y la imposibilidad del silencio golpea las puertas del alma como para que no nos callemos.
 
Ese dolor es lo que tristemente nos va dando la fuerza necesaria para seguir hablando.
 
Hablando porque urge.
 
Hablando porque cuando el espanto es tan grande, callar es el acto de cobardía más repugnante.
 
Hablando porque no podemos permanecer inmutables en medio de tanto odio enquistado.
 
Los Diálogos que se entablan en La Habana, que nos acercan un poco de esperanza, por momentos parecen una cuestión sin sentido, porque cuando en medio de esas conversaciones nos van llegando noticias abrumadoras, uno siente que el corazón se estruja.
 
¿Diálogos con quiénes? Nos preguntamos aunque sabemos que hacen mucha falta, porque el Estado tiene una gran deuda que saldar con ese pueblo sufrido, que sabe que es perentorio hablar mucho para tratar de cambiar algo.
 
En octubre de 2010 en la zona rural de Caño Temblador, municipio de Tame, el teniente de la Contraguerrilla del Ejército Nacional, Raúl Muñoz Linares, cometió acto pederasta seguido de infanticidio.
 
¡Vaya, como duele recordar el asesinato de tres criaturas! Niñas y niños a los que un hombre del ejército, dizque protector de la soberanía de la Patria, arrebatara el futuro, cerrando sus ojitos para siempre, negándoles la posibilidad de crecer para tratar de modificar la situación circundante en su pueblito pobre, olvidado. Allí donde las noches no tienen sábanas y las mañanas carecen de desayunos.
 
Las víctimas fueron Jenny Narvey, de 14 años, Jimmy Ferney de 9 y Jeferson Giovany Torres Jaimes, de 6. Eran hermanitos, compartían la misma miseria, no hace falta recordar que los campesinos colombianos y sus hijos solo conocen la marginalidad que produce un sistema y gobiernos que si no matan de hambre, lo hacen a golpe de machete.
 
Y logran su cometido gracias a la amoralidad de las fuerzas que los representan y que debieran estar preparadas para la protección de los habitantes. ¡Pero no, están preparadas para el crimen y para el goce de la impunidad que a veces se rompe, cuando pasan los años y la mentira se convierte en insostenible!
 
Esto sucedió en Colombia cuando el año 2010 agonizaba y el machete se convirtió en un dios capaz de arrebatar vida, luego de que quien lo descargara saciara sus bajos instintos con la jovencita.
 
Y este fue uno más entre los tantos espantos de los que cotidianamente se repiten en Colombia, dejando en evidencia otro de los consabidos escándalos que como collar de semillas de odio, aprietan la garganta de una tierra en la que los colombianos y colombianas  van agotando sus lágrimas hartos de llorar tantas muertes.
 
En estos días, el Ministro de Defensa y los generales de ese ejército de inadaptados, hicieron uso de un discurso tendiente a desmovilizar el espacio abierto en La Habana.
 
¡Cómo si no tuvieran nada de qué hablar!
¡Cómo si no debieran rendir cuentas!
¡Cómo si no fueran parte del teatro de operaciones de la peor obra sangrienta de la historia suramericana!
 
Por todo esto llamamos al pueblo colombiano, desde este espacio humilde que ofrece Anncol, a no desfallecer, para que entre todos encontremos el camino que lleve a una paz real y duradera. Para que de una vez para siempre no solo se depure de tanta criminalidad a una institución como el Ejército Nacional que cuenta con hombres de la calaña del teniente Muñoz, sino también para ir levantando los cimientos hasta la construcción de la Nueva Colombia
 
Las violaciones contra el Derecho Humanitario Internacional son de vieja fecha en el departamento de Arauca. Varios de los niños en la foto del corregimiento de Santa Ana, municipio de Arauquita, contaron al reportero que el Ejército intenta reclutarlos como informantes a cambio de caramelos, ropa y hasta dinero, violando los convenios internacionales. Los organismos de derechos humanos tienen registrados múltiples violaciones de niñas, niños, mujeres y asesinatos por parte de la XVIII Brigada del Ejército Nacional en Arauca.
 
 
El Tiempo:

Ratifican la condena contra asesino de dos niños y una niña en Arauca

El Tribunal superior de Bogotá ratificó los 60 años de cárcel al teniente Raúl Muñoz.

 
La sala penal del Tribunal Superior de Bogotá ratificó la decisión de la juez 27 de conocimiento de Bogotá que condenó a 60 años de prisión al militar Raúl Muñoz Linares luego de ser hallado responsable de los delitos de acceso carnal violento agravado y homicidio agravado en Caño Temblador, zona rural de Tame, en octubre de 2010.
 
Para el tribunal es evidente la responsabilidad del militar en los hechos delictivos y solicitó ante el Consejo Superior de la Judicatura y el Tribunal Superior investigar las actuaciones de la defensa del militar, entre ellos al abogado Sergio Rodríguez Alzate, por presuntas faltas contra la ética profesional, pues durante el juicio perjudicaron el buen nombre de las víctimas. A su vez, pidió investigar la actuación profesional de la psicóloga María Patricia Gil.
 
Además el Tribunal solicitó al comando del Ejército Nacional que se diseñen y ejecuten mecanismos para una incorporación adecuada del personal y al ICBF para que cree un plan de atención para la menor y la familia de las víctimas.
 
El pasado 25 de septiembre, la juez 27 de conocimiento condenó a 60 años de prisión al teniente del Ejército Raúl Muñoz Linares, como responsable de la violación y asesinato de Jenny Narvey, de 14 años, y de la muerte de dos hermanos de la niña, Jimmy Ferney y Jeferson Giovany Torres Jaimes -de 9 y 6 años de edad-, en Tame (Arauca). Muñoz también fue inhabilitado por 20 años.
 
El crimen conmovió al país y puso al Ejército ante uno de los más graves escándalos de los últimos tiempos.
 
Las pruebas de ADN halladas en el cuerpo de la niña asesinada, su presencia en el área y el hecho de que el día del crimen se hubiera evadido por dos horas de su unidad militar, sin ninguna explicación válida, fueron claves en la condena.
 
“Las víctimas estaban indefensas y fueron atacadas por la espalda con golpes en la cabeza (...); las heridas coincidían con un machete como el que tenía el acusado, y él volvió al campamento mojado, agitado y buscando dónde bañarse”, argumentó la juez, quien concluyó que el militar hizo inteligencia a las víctimas, se aseguró de que los niños estuvieran solos y procedió a atacarlos con dolo y total conciencia de sus actos.
 
El fiscal 51 de Derechos Humanos, Víctor Julio Lozano, había solicitado al juzgado condenar al militar a 60 años de prisión señalando que “Muñoz, valiéndose de su autoridad y rango militar, montó un observatorio el 2 de octubre para espiar a la niña, mas no a la guerrilla. Se aseguró de que su padre no iba a estar, para cometer el delito”.
 
Durante el proceso, los investigadores del caso señalaron al teniente del Ejército Raúl Muñoz, quien no asistió a la audiencia, como un “depredador sexual”.
 
La juez 27 puso en duda la credibilidad de los testigos de la defensa y no dio crédito a la tesis según la cual todo era un montaje de la guerrilla.
 
La funcionaria, igualmente, ordenó que la condena se cumpla en la cárcel La Picota, de Bogotá, y compulsó copias con destino a la Fiscalía General de la Nación a fin de que se investigue la posible comisión del delito de falso testimonio en los que pudieron incurrir Stiven Florido Vega, Freddy Alexis Caballero Rodríguez y Eleiner Pallares Martínez en las declaraciones que rindieron ante este despacho judicial en audiencia de juicio oral en la que comparecieron en calidad de testigos de la defensa.
 
Asimismo se compulsaron copias con destino a la Procuraduría General de la Nación, a fin de que se indague sobre las posibles faltas disciplinarias en las que puede incurrir el señor General Javier Fernández Leal comandante de la octava división y el señor Coronel Freddy Francisco Sanmiguel Guzmán comandante de la brigada móvil cinco del Ejercito Nacional de Colombia, por la presunta omisión en que ocurrieron frente a los hechos que le fueron denunciados por los pobladores de la zona rural del municipio de Tame los días 15 y 16 de octubre de 2010.
 
REDACCIÓN JUSTICIA
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