miércoles, 26 de junio de 2013

La cultura y los Medios en Cuba




En algún momento escuché  a Eliades  Acosta referirse que  Cuba tiene un nivel cultural que envidiarían potencias mundiales, pero que Cuba está insatisfecha con su radio y televisión porque quiere que sean más cultas,  que reflejen mejor  la realidad y las aspiraciones de la gente.  Las ideas que abordamos hoy ya las había escrito hace unos años en el periódico digital Rebelión de España.  Ahora desde Estados Unidos las retomo y público en Radio Miami.

Hay que mover el pensamiento, debatir y exponer nuestros puntos de vistas. Según el Diccionario de La Real Academia Española: “Cultura es el conjunto de conocimientos que permite a alguien desarrollar su juicio crítico. Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.”. Este significado se amplía al denominar la cultura como el conjunto de conocimientos sobre gimnasia, deportes, y práctica de ellos, encaminados al pleno desarrollo de las facultades corporales. La propia Academia consigna el criterio más acabado sobre cultura, al considerarla: “conjunto de las manifestaciones en que se expresa la vida tradicional de un pueblo.”

Hoy Cuba cuenta con cerca de 100 emisoras de radio, cinco  canales de TV que cubren todo el país , decenas de telecentros, más de doscientas publicaciones escritas (periódicos, revistas, suplementos) y una elevada cifra de medios digitales estatales, de Organizaciones NO Gubernamentales de la isla, hasta completar los blog personales de periodistas, artistas y los jóvenes clubes. 

¿Cuál es la presencia cultural informativa en toda esta cadena de medios de comunicación de la isla?

Si hacemos esta interrogante a entendidos de la materia es posible que salga a relucir una tabla de datos con por cientos tan bien llevados y controlados como la cantidad de frijoles o viandas que llegan al mercado agropecuario. No se trata de una respuesta que diseñe cantidad o números. Lo que hace falta es la satisfacción de la espiritualidad, cada día más demandada, porque esa presencia hoy se manifiesta por debajo de la media. Los medios de prensa en Cuba necesitan de una trasformación volcánica a tono con los cambios que se están operando en la sociedad.

No es hora de buscar culpables sino de encontrar soluciones a través de un pensamiento diverso que ofrezca la suficiente coherencia para situar a la cultura, de verdad, en el pedestal de defender la nación ante los influjos globalizadores. No hacen falta nuevas legislaciones.

Abel Prieto, quien fuera Ministro de Cultura de Cuba, planteó en una oportunidad: “La política cultural revolucionaria se ha orientado, por una parte, a propiciar la participación de nuestro pueblo en los procesos culturales y su acceso a lo mejor del arte cubano y universal y, por otra, a garantizar la activa intervención de los escritores y artistas en el diseño y la práctica de esa política”.

Cuba tiene cerca de 400 Casas de Cultura dirigidas por un Consejo Nacional, cientos de agrupaciones y proyectos disímiles en el mundo de la literatura, el teatro, la música y todas las manifestaciones culturales. Si esas instituciones originan un flujo constante de informaciones, ¿Dónde están los titulares y las noticias de ese acontecer?  Porque por ejemplo el noticiero Nacional en su emisión diaria apenas habla 3 minutos de la cultura cubana, el género entrevista brilla por su ausencia y de polémica cultural ni pensarlo, los críticos de arte están destinados a otros horarios.

Si Cuba es un eterno verano, es también un sostenido quehacer cultural. Ponerlo en antena no espera, y muchos menos que a 50 años de Revolución, estemos buscando quien lo va a ser. Está demostrado que se puede; las Ferias del Libro son un ejemplo casi acabado, de cómo asumir la divulgación de un evento, convertido en proyecto necesario.

Con las ferias se cumple la máxima de Fidel en 1961 “Al pueblo no le decimos cree, sino lee”. Otras áreas de la cultura como la danza, la formación de artistas para la música, los museos, por mencionar algunos, no son bien divulgados. Aunque a decir verdad en el último año se aprecia un despertar en la promoción de las manifestaciones culturales. Se mueven nuevos resortes promociónales porque la propia creación es superior.

Alguien dijo que las comparaciones pueden deshonrar, pero también pueden educar y hacernos despertar en medio de una letanía o acomodamiento. Afortunadamente el deporte como parte de la cultura ha tenido mejor suerte --entiéndase organización-- en la promoción. Así todo, es la pelota quien se lleva las palmas de oro. No descubro “el agua de sal” si afirmo que mientras se trasmiten decenas de encuentros deportivos, los conciertos y actuaciones artísticas se quedan en los escenarios con unos pocos espectadores.

 Se vive, hasta cierto punto un   anonimato cultural de fatalismo geográfico, donde la publicidad se queda para aquellos que son de la gran escena.

Las artes y la cultura cubana están “jugando y compitiendo” con el béisbol, con la pelota. Ese casi silencio o inadecuado tratamiento de los Medios hacia las manifestaciones artísticas   hace fenecer el talento. En el escenario cultural televisivo salen más los grandes equipos que las pequeñas novenas que también producen miel espiritual en los barrios cubanos. Es necesario que los  medios nacionales vuelquen hacia el mundo la verdadera imagen de los barrios y los pueblos llamados del “interior “de Cuba, porque allí está sembrada una rica historia cultural y social repleta de tradiciones desconocidas, fruto de los propios 50 años de Revolución.

 Hay fenómenos culturales que ocurren como los festivales del Son en Mayarí, en Holguín, que quedan en el anonimato, mientras las Romerías de Mayo son un buen ejemplo de cómo los Medios en Cuba si pueden hacer buenas coberturas.

Este fenómeno por una parte tiene que ver con la sensibilidad individual y por otra con la carencia de estrategias comunicacionales que armonicen a los sectores comprometidos en cumplir la máxima de Fidel ante los intelectuales reunidos en el Sexto Congreso de La Unión de Escritores y Artistas de Cuba: "Lo primero que hay que salvar es la cultura". Los medios no son los únicos responsables de este llamado.

Existe hoy un problema de concepto, que se arraiga en la sociedad. ¿Qué ocurre? : Lo peor, el tratamiento que se le da a la cultura es tan dogmático que se ha encasillado en una sección. Percátese que los noticieros cubanos de la radio y la TV dedican apenas minutos a los acontecimientos del arte, uno se queda con los deseos de oír o ver un poco más esas imágenes y sonidos que nos pueden cultivar el alma, sin embargo ocurre que te ponen como un caramelo en la boca y de pronto te lo quitan. Ejemplo: si se habla de un concertista o una orquesta, Ud. solo escucha de fondo la voz del periodista, no existen unos segundos para oír la obra. Esa es una mala estructura, patrón heredado de las grandes cadenas audiovisuales del mundo. Urge bajarnos de esa nube.

Pregunto: ¿Cuántos titulares relacionados con la cultura ocupan primeros espacios? ¿Tiene o no Cuba la posibilidad de trasmitir más noticias culturales que económicas? ¿Si los formatos noticiosos constituyeran proyectos montados sobre una plataforma cultural y todo lo demás fuera secciones? Puede parecerle utópico pero considero que si los medios se ocuparan más de la cultura, de los efectos espirituales que esta logra, la creación de bienes económicos fuera superior en Cuba, porque no se debe olvidar la cultura de Cuba es Rica por su sabiduría, como la mayoría de las culturas latinoamericanas, pero Cuba es un punto de encuentro entre culturas europeas, africanas y norteamericanas.

El modelo de relegar la cultura, de sectorizarla es un fenómeno mundial, una receta neoliberal y tendenciosa. Lo invito a visitar los sitios digitales del mundo y apreciarán que los grandes titulares NO son para el arte, sino para las drogas, la violencia, conflictos y guerras. Si Cuba no tiene esos flagelos es gracias a la cultura y los medios --los que trabajamos en ellos-- estamos en condiciones de aceptar la crítica que se nos hace y no solo asumirla porque caeríamos en el tradicional circulo vicioso de reconocer errores y de lo que se trata es de “corregir el tiro”.

El problema tiene sus matices y hay acciones elocuentes: En las emisoras de radios cubanas existen espacios denominados “Revistas Culturales;” todas las poseen. Eso es una fortaleza como lo son los más de 600 programas de música popular cubana que se trasmiten; sin embargo en el 2005 solo existían 19 programas de crítica cultural. Este dato vale la pena actualizarlo.

Hay otro punto de vista. Días atrás conversé con algunos destacados artistas del patio y me confesaron que hacía tiempo no escuchaban la radio, así y todo son muy críticos de los medios. No oyen pero critican. Mucho ojo porque se da un fenómeno de dos corrientes encontradas que caminan por sentidos opuestos: una corriente clama promoción cultural y la otra exige que los medios hagan obras de arte, programas de buen gusto, que contribuyan a la meditación, al cambio de mentalidad. Son dos aristas diferentes y al propio tiempo no pueden estar desligadas ¿Por qué? Muy sencillo, si la promoción que se pide a los medios tiene que ver con productos seudo-culturales, entiéndase para “hacer bulla” y no para cultivar los sentimientos, el resultado será de ocasión, de coyuntura.

Toda la cultura y los medios deben fundirse en una obra sostenible de retroalimentación, que fluya como la serie nacional de béisbol porque ha quedado demostrado en Cuba, que tanto la radio, como la TV y el Instituto Nacional de Deporte y Recreación (INDER) han marchado mejor, al crear un hábito en el radioescucha y en el telespectador que aplauden y reconocen el papel de los medios audiovisuales en Cuba. En la promoción del deporte es donde los Medios se llevan “Las Palmas de oro”.

Las dos Habanas, Matanzas, Camaguey, Holguín, las demás provincias y cualquier municipio de nuestra isla, y comunidades bien recónditas, generan diariamente una cantidad de informaciones y contenidos culturales que pudieran llenar los espacios vacíos de los Medios en Cuba.

 No se trata solo de que los medios vayan a las instituciones, estas deben y pueden utilizar las vías de las nuevas tecnologías para llenar los servidores de la Radio y la TV de contenidos digitales diversos, textos, fotos y hasta pequeños videos que más allá de una mera promoción de ocasión sea una práctica cotidiana. Veo a la cultura, junto a los Medios como creadores y promotores sin distingo alguno. Sin ánimo de lisonja, Cubarte, es un emporio de contenidos culturales atrapados en las redes de las nuevas tecnologías y que los medios cubanos muy poco utilizan.

Si este análisis lleva a la polémica, ¡bienvenida! porque NO hay dudas: la política cultural de Cuba es de participación popular, con códigos que van desde lo criollo hasta lo universal. En Cuba cultura y medios deben fundirse en la misión de forjar el espíritu de la nación.

Carlos Rafael Diéguez, periodista cubano residente en EE.UU.

Martianos-Hermes-Cubainformación

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