Los cuatro años de guerra en Croacia y Bosnia y Herzegovina se acercaban a un final pacífico. El presidente de EEUU, Bill Clinton, consiguió sentar a la mesa de negociación a los entonces lideres Franjo Tudman, Alija Izetbegovic y Slobodan Milosevic. Con anterioridad, EEUU había prestado una buena ayuda a los croatas y bosnios en la creación de la Federación croata-musulmana. Por cierto que no era fácil olvidar las ofensas mutuas, cuando croatas y musulmanes se tiraban a matar con un encarnizamiento desmesurado. Esto se hizo más visible en Mostar. Aquel año viajaba con frecuencia a esa ciudad y estaba claro que allí se estaba muy lejos de las relaciones ideales. Pero lo importante es que los “cañones callaron” y se estaba “poniendo rumbo a la vida pacífica”. Esto daba esperanzas. 

En Dayton, Slobodan Milosevic intentó una fórmula de compromiso con los enemigos de ayer – Tudman y Izetbegovic, quien permanentemente aparecía en público con la aureola de mártir. El líder musulmán logró convencer a todo el mundo que su pueblo padeció en esa guerra más que todos. 

Occidente creyó en Izetbegovic y en sus propagandistas, a quienes siempre ayudaban Bill Clinton y Richard Holbrooke. En aquellos días de noviembre en Washington estaban convencidos de que en Dayton se encontrará un lenguaje común, quizás no directamente, tal vez a través de intermediarios, pero común. 

Durante la apertura el 1 de noviembre de 1995 del encuentro de los tres líderes de la antigua Yugoslavia, el secretario de Estado norteamericano Warren Christopher expresó la esperanza en que la base aérea de Wright Patterson procurarán encontrar una fórmula de compromiso. Desde luego que la República Federal de Yugoslavia ya nunca más sería la misma de antes. Durante los cuatro años de guerra en el mapa de Europa aparecieron nuevos Estados: Eslovenia, Croacia, Bosnia y Herzegovina, la República Socialista de Yugoslavia y Macedonia. Cada uno de ellos vivía según sus propias leyes y tenía a sus propios presidentes. Y cada uno perdió mucho en esa guerra. Sin la reconstitución y renovación de la economía la paz en la región sería tan frágil, que en cualquier momento todo podría volver a repetirse. 

A esto Europa temía más que nada. La UE propuso su Plan Marshall 2. En primer lugar, estaba dirigido a Bosnia y Herzegovina con el fin de intentar preservar a ese Estado multinacional ante nuevos conflictos. El mutuo reconocimiento, el respeto a la organización estatal de Bosnia y Herzegovina, a los principios de la democracia y asimismo la observancia de los derechos humanos y de los derechos de las minorías nacionales debían favorecer obtención de créditos desinteresados. La no observancia de estas condiciones podría acarrear una salida de capitales y un boicot financiero. 

¿Qué más exigía la comunidad europea a los políticos regionales? La condición para Croacia era el regreso de la población serbia al territorio que se encontraba poco antes bajo la protección de la ONU. Se tenía en cuenta la antigua República Serbia de Krajina. Se debía garantizar los derechos civiles y políticos a los serbios, y asimismo la inviolabilidad de los bienes. En Dayton sabían que el éxodo masivo de serbios y la purga de la población fueron practicados por Zagreb con la aprobación tácita de Washington. Por lo que se refiere a la República Federal de Yugoslavia (Serbia y Montenegro), Europa insistía con firmeza en la solución de los problemas de los albaneses de Kosovo. 

O sea que se comprendía en qué consistía el sistema del garrote. Ahora lo de la zanahoria resultaba mucho más complicado. Miles de millones de dólares ingresaban en esa región por cuenta de los alemanes, franceses, ingleses de a pie o de los países petroleros de Oriente Próximo. Pero esos veinte mil millones de dólares tampoco alcanzaban. Por eso se depositaban grandes esperanzas en los capitales del Japón y EEUU. Claro que nadie va a dar dinero porque sí. Sin embargo, los Balcanes serían en el futuro un muy buen mercado. Y si bien la paz aún no reinaba en esa región, en el futuro se podría ganar buen dinero. 

Los economistas locales estimaban en treinta mil millones los daños causados por la guerra. En la primera fase allí confiaban en una ayuda de diez mil millones de dólares. Al propio tiempo, el dinero debía distribuirse entre todos los participantes del conflicto: croatas, musulmanes y serbios. También se planteaba la cuestión de las deudas del Gobierno de Sarajevo, que hacia noviembre de 1995 ascendían a dos mil quinientos millones de dólares. En Bosnia no solo contaban las pérdidas ocasionadas por la guerra. Allí trataban de conseguir créditos a largo plazo, exentos de intereses para la reconstrucción del país. Una vez restaurada la paz, la región debía convertirse en una gran construcción. Se esperaba un bum en la reconstrucción de las fábricas, de la enorme cantidad de viviendas, sin hablar ya de los edificios públicos. 

En aquellos días Rusia congeló la deuda por los suministros de gas a Sarajevo. Pero los acreedores extranjeros no estaban dispuestos a hacer semejantes concesiones. Continúa…

 
Konstantín Kachalin

La Voz de Rusia