En el contexto de la Conferencia General de
la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO), cuya sesión plenaria se celebra en París actualmente,
se anunció que tanto Estados Unidos como su socio Israel habían perdido
su derecho al voto en el seno de esa organización a consecuencia de la
falta de pago de sus respectivas cuotas como miembros, las cuales no
abonan desde el año 2011.
Como muchos conocen, -pues fue hecho
público en su momento, estos impagos por parte de Estados Unidos y su
incómodo compradre sionista tienen su historia, que se remonta al
momento en que la anterior Conferencia General de la UNESCO -hace dos
años- votó por abrumadora mayoría a favor del ingreso de la Autoridad
Nacional Palestina como miembro de ese organismo mundial.
En aquella ocasión, la reacción
prepotente y rabiosa del Imperio yanqui, esta vez desafiado una vez más
en su decadente hegemonía, fue comunicar que cesaba el pago de su cuota
correspondiente al 22 por ciento del presupuesto total de la UNESCO y
así ha ocurrido a lo largo de 2011, 2012 y 2013. Es un caso evidente de
chantaje que los gobiernos imperiales acostumbran a aplicar en las
organizaciones internacionales y que, en cuanto a la UNESCO, ya ha sido
puesto en práctica en ocasiones anteriores.
Uno de sus episodios más sonados fue
cuando la Administración estadounidense de Ronald Reagan -mediocre actor
de películas de cow-boys devenido presidente- ordenó abandonar la
UNESCO en represalia por el apoyo que esta organización otorgaba a los
proyectos para un Nuevo Orden Mundial de la Información y las
Comunicaciones (NOMIC) y a las recomendaciones de la llamada Comisión Mc
Bride, que constituían una importante base conceptual y programática
para poner fin a los monopolios de la información.
Entonces acompañaron a Washington la
fiel Gran Bretaña y la pequeña Singapur, mientras hoy lo hace -al menos
por el momento- el estado sionista como habitual acompañante, esta vez
en un tema que le atañe directamente y donde se expresó el rechazo de la
gran mayoría de los países del mundo a la política expansionista y
colonialista de Israel a cuenta de los derechos del pueblo palestino.
A los imperialistas y sus aliados les
preocupa también que el tratamiento recibido en la UNESCO pueda
extenderse a otras instancias internacionales hasta llegar a la Asamblea
General de la ONU y de esta manera asumen una posición amenazante y de
advertencia.
Por otra parte, la reticencia de los
sucesivos gobiernos de Estados Unidos hacia el sistema de Naciones
Unidas y en particular hacia la UNESCO se ha agudizado en los últimos
tiempos, en la medida en que ha crecido la multipolaridad del mundo y se
hace cada vez más difícil imponer los dictados de un solo centro de
poder hegemónico, como siempre pretendió el decadente Imperio.
Esto último es una verdad inmutable, desde el cow-boy Reagan hasta el abogado Obama.
Por Gustavo Robreño
Tomado de http://www.discrepando.com/
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