Obama se pudre y aperecen los gusanos

El pasado viernes, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, se reunió en Miami con dos de los más connotados contrarrevolucionariso, Guillermo Fariñas y con Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, nada menos que en la residencia de quien es hoy uno de los principales distribuidores de la ayuda de la USAID, Jorge Mas Santos, jefe del grupo terrorista conocido como FNCA,  para articular los planes desestabilizadores en Cuba. El hecho coloca a Obama en una posición de mayor complicidad con la guerra ideologica anticubana y define su agenda bilateral hacia el país caribeño. 

Con desparpajo, Obama declaró que su país debe ser "creativo" en las relaciones con Cuba, lo que deja cierta incertidumbre sobre cuáles serán sus pasos inmediatos a seguir con respecto a las relaciones bilaterales entre ambos países. La promesa hecha por Obama a los contrarrevolucionarios de aceptar las recomendaciones hechas por ellos para lograr una supuesta democratización en Cuba, no solo bendice este mercenarismo sino también le da cierto peso en sus decisiones.

Eufórico, Fariñas dijo al respecto: "El Presidente, en primer lugar, se comprometió a aceptar las recomendaciones que nosotros, como oposición interna, le hagamos para llegar lo más pronto posible a la democratización de Cuba".

Este acto tiene un claro mensaje político: el alineamiento de Obama hacia la subversión ha sido más abierto  y menos rígido. Reconoce, por un lado, cambios en Cuba y, por otro, la necesidad de actuar para propiciar el derrumbe de la Revolución Cubana. A su vez, posicionó a la FNCA  en el rol de distribuidora de la ayuda financiera que fluye desde EE UU hacia la contrarrevolución, avivando las serias pujas de los sujetos y grupúsculos que, en Miami, libran por gozar de ese privilegiado rol que favorece a la apropiación ilícita de esos fondos.

En realidad, Cuba ni se asusta, ni se preocupa, por este acto de evidente mala fe del presidente Obama. Era lo mínimo que podía esperarse de él luego de tantos desaciertos en sus políticas.

Percy Francisco Alvarado Godoy