lunes, 4 de noviembre de 2013

We live in an ecocidal world (español)



  


  On September 27th the Intergovernmental Panel of Climate Change, IPCC, consisting of a few hundred scientists, gathered in Stockholm, Sweden, to evaluate the level of global warming, and they shared with us some worrisome data: «the concentrations of carbon dioxide, (CO2), methane, (CH4), and nitrous oxide, (N2O), primarily responsible for global warming, now considerably surpass the highest concentrations registered in ice nuclei during the last 800,000 years». It is 95% certain that human activity has contributed to this warming. Between 1951 and 2010, the temperature rose between 0.5°C and 1.3°C, and in some places it has already risen by 2°C. The predictions for Brazil are not good: starting in 2050, we could have a permanent summer: all year round. 

This temperature could have devastating effects on many eco systems, and on children and the elderly. The IPCC scientists issued a passionate call to the people, to initiate immediate action on a global level, in terms of production and consumption, that might reverse this process and reduce its harmful effects. As Swiss Thomas Stocker, one of the coordinators of the final report said: «The most important question is not where are we now, but where we will be in 10, 15 or 30 years. And that depends on what we do today». 

It appears that little or nothing is being done in a measurable and global form. The economic interests in unlimited accumulation, at the expense of depleting the natural goods and services, trump any concern for the future of life and the integrity of the Earth. 

After reading the 31 pages of that report, one is left with the fundamental perception that we live in a world order that is systematically destroying the capacity of the planet to sustain life. We relate with nature and with the Earth as a whole in an ecocidal and geocidal manner. If we continue in this direction, we will surely meet an ecosocial tragedy.
The purpose of numerous groups, movements and activists is centered on identifying new forms of living, so that we may guarantee life in her great diversity and live in harmony with the Earth, the community of life, and the cosmos. 

In a book that required more than 10 years of intensive research, Canadian Marcos Hathaway, an educator, expert in modern cosmology, and myself, tried to present a careful reflection that would include contributions of both East and West, seeking a direction viable for all. The book is: "The Tao of Liberation: Exploring the Ecology of Transformation"  (Voces 2012). Fritjof Capra wrote a fine prologue, and the Northamerican scientific community has welcomed the English edition: in 2010, the Nautilus Institute awarded us the gold medal for Science and Cosmology. 

Our research starts with the following observation: there is an acute pathology inherent in the system that presently dominates and exploits the world: poverty, social inequality, exhaustion of Earth's resources, and a strong disequilibrium of the life-system. The same forces and ideologies that exploit and exclude the poor are also devastating the entire community of life, and undermining the ecological bases that sustain planet Earth. 

To overcome this tragic situation we are called upon, in a very real manner, to re-invent ourselves as a species. To that end we need wisdom, to lead us to a profound personal liberation/transformation, from masters of all things, to brothers and sisters of everything. That transformation also implies a collective liberation/reinvention through a different ecological format, that stimulates us to respect and to live according to the rhythms of nature. We must know what to take from her for our collective survival, and how to learn from her, because she is systemically structured in networks of intro-retro-relations that assure cooperation and solidarity of all with all, and that provide sustainability for life in all its forms, especially human life. Without our cooperation/solidarity with nature and other human beings, we will not find an efficacious solution. 

Without a spiritual revolution (not necessarily religious) that involves a different way of thinking (a new vision) and a new heart (a new sensibility), we will search in vain for purely scientific and technical solutions. These are indispensable, but they must be integrated within a different framework of principles and values that are the basis for a new paradigm of civilization. 

All this lies within the potentialities of the cosmogenic process, and also within human possibilities. It is important to believe in such realities. Without human faith and hope, we cannot build an arc that will save us all.

10-25-20l3


Leonardo Boff

             Theologian-Philosopher

             Earthcharter Commission


 

Free translation from the Spanish sent by
Melina Alfaro, volar@fibertel.com.ar,
done at REFUGIO DEL RIO GRANDE, Texas, EE.UU.
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El mundo en que vivimos es ecocida

2013-10-25


  El 27 de septiembre algunos cientos de científicos, el Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC), se reunieron en Estocolmo para evaluar el nivel de calentamiento global, y nos trasmitieron datos preocupantes: «las concentraciones de dióxido de carbono (CO2), de metano (CH4) y de óxido nitroso (N2O), principales responsables del calentamiento global, superan ahora considerablemente las concentraciones más altas registradas en núcleos de hielo durante los últimos 800.000 años». La actividad humana ha influido en este calentamiento con una certeza del 95%. Entre 1951 y 2010 la temperatura aumentó entre 0,5 °C y 1,3 °C y en algunos lugares ya ha alcanzado los 2 °C. Las previsiones para Brasil no son buenas: a partir de 2050 podemos tener verano permanente durante todo el año. 

Esta temperatura puede tener efectos devastadores para muchos ecosistemas y para los niños y personas mayores. Los científicos del IPCC hacen una súplica apasionada a la gente para iniciar una acción inmediata a nivel mundial en términos de producción y de consumo que puedan detener este proceso y reducir sus efectos nocivos. Como dijo uno de los coordinadores del informe final, el suizo Thomas Stocker: «La pregunta más importante no es dónde estamos hoy, sino dónde estaremos en 10, 15 o 30 años. Y eso depende de lo que hagamos hoy». 

Al parecer, se está haciendo muy poco o nada de forma articulada y global. Los intereses económicos de acumulación ilimitada a costa del agotamiento de los bienes y servicios naturales prevalecen sobre las preocupaciones por el futuro de la vida y la integridad de la Tierra. 

La percepción fundamental que uno tiene al leer el resumen de 31 páginas es que vivimos en una especie de mundo que destruye sistemáticamente la capacidad del planeta para sostener la vida. Nuestra forma de relacionarnos con la naturaleza y con la Tierra en su conjunto es ecocida y geocida. Siguiendo en esta dirección, seguramente vamos a conocer una tragedia ecosocial. 

El propósito de un sinnúmero de grupos, movimientos y activistas se concentra en la identificación de nuevas formas de vivir de manera que garanticemos la vida en su gran diversidad y que vivamos en armonía con la Tierra, con la comunidad de la vida y con el cosmos. 

En un trabajo que nos llevó más de diez años de investigación intensiva, a un educador experto en cosmología moderna Marcos Hathaway, canadiense, y a mí, tratamos de ensayar una reflexión cuidadosa que incluyese la contribución de Oriente y Occidente a fin de delinear una dirección viable para todos. El libro se llama: "El Tao de la Liberación: Explorando la Ecología de Transformación" (Voces 2012). Fritjof Capra le hizo un hermoso prólogo y la comunidad científica norteamericana ha recibido la edición en inglés con beneplácito, pues el Instituto Nautilus nos concedió en 2010 la medalla de oro en Ciencia y Cosmología. 

Nuestra investigación parte de la siguiente observación: hay una aguda patología inherente al sistema que actualmente domina y explota el mundo: la pobreza, la desigualdad social, el agotamiento de la Tierra y el fuerte desequilibrio del sistema-vida. Las mismas fuerzas e ideologías que explotan y excluyen los pobres también están devastando toda la comunidad de vida y socavando las bases ecológicas que sostienen el planeta Tierra. 

Para salir de esta situación trágica estamos llamados, de una manera muy real, a reinventarnos como especie. Para ello necesitamos sabiduría que nos lleve a una profunda liberación/transformación personal, pasando de señores sobre las cosas a hermanos y hermanas de las cosas. Esa transformación implica también una liberación/reinvención colectiva a través de otro diseño ecológico, que nos impulse a respetar y a vivir de acuerdo con los ritmos de la naturaleza. Debemos saber qué extraer de ella para nuestra supervivencia colectiva y cómo aprender de ella, pues ella se estructura sistémicamente en redes de inter-retro-relaciones que aseguran la cooperación y la solidaridad de todos con todos y dan sostenibilidad a la vida en todas sus formas, especialmente a la vida humana. Sin esta cooperación/solidaridad nuestra con la naturaleza y con los seres humanos, no encontraremos una salida eficaz. 

Sin una revolución espiritual (no necesariamente religiosa) que envuelva otra mente (nueva visión) y un nuevo corazón (nueva sensibilidad) en vano buscaremos soluciones meramente científicas y técnicas. Estas son indispensables, pero integradas dentro de otro marco de principios y valores que son la base para un nuevo paradigma de civilización. 

Todo esto está dentro de las virtualidades del proceso cosmogénico y también dentro de las posibilidades humanas. Es importante creer en tales realidades. Sin la fe y la esperanza humanas no vamos a construir un arca salvadora para todos.

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