Sobre
Cuba siempre hay temas interesantes para trabajar; pero para los medios de esta
ciudad solo sirve lo que permita difamar y atacar. Unos temas están más cerca
en el tiempo, otros más lejos. Hoy quiero hablarles de uno elacionado con la
historia reciente; con el “pasado” de hace unos cuatro o cinco años.
Parece
poco tiempo, pero en Miami se olvida demasiado pronto; por eso es una ciudad a
la que los farsantes le pueden mentir impunemente una y otra vez. A veces, con
la misma mentira. Parecería que Miami grita la letra de aquel bolero que decía:
“Miénteme más, que me hace tu maldad feliz”.
Lo
que les voy a contar fue sensación hace poco tiempo; pero igual que se infló,
de pronto desapareció y los medios hacen todo lo posible porque no se recuerde.
Los propios protagonistas han desaparecido de la escena. ¿Dónde están? ¿Qué ha
pasado con sus vidas? Entre los años 2006 y 2009, quizás un poco más, hubo aquí
una euforia con personas que aseguraban poseer y estar dispuestas a revelar en
primicia, los secretos más importantes sobre Cuba.
Sucedió
principalmente en televisión, en los programas que a las 8 de la noche tenían
Oscar Haza (A mano limpia) y María Elvira Salazar (Polos opuestos). El auge que
lograron en aquella época pasó ya; las cosas que se “revelaron” no conservan
ninguna credibilidad. Nadie las refiere: ni los académicos, ni los periodistas
y ni siquiera la gente común. Digamos que aquella fue la “época dorada” de la
televisión anticubana en Miami. Lo que ahí se decía repercutía en la prensa
escrita y en la radio al siguiente día.
Un
grupo de desertores llegaron por entonces asegurando que tenían en Cuba altos
cargos y posiciones que les permitieron estar muy cerca de la dirección del
país. Todos prometían disponer de informaciones “clasificadas”
Recuerdo
que ante tales promesas Oscar Haza le decía a los vulnerables televidentes de
Miami: “Saquen las video caseteras (entonces no había la tecnología de ahora) y
graben el programa de hoy para que sus nietos, biznietos y las futuras
generaciones sepan cual es la historia real de Cuba, solo contada aquí”.
Toda
aquella pamplinería resultó una mentira. Los “testigos” que aparecían por Miami
eran en verdad unos tumbadores dedicados a estafar a la opinión pública y a
meterse el dinero en el bolsillo a cambio de cualquier fanfarronería.
Tanto
los productores como los presentadores de esos programas de televisión sabían
que era falso lo que sus invitados contaban; pero no los cuestionaban porque
ellos eran (y son) parte de la farsa. También son tumbadores que estafan a la
opinión pública del sur de la Florida.
María
Elvira Salazar y Oscar Haza hicieron de esto un pequeño central. Y se discutían
a los mitómanos, se los arrebataban a mala cara, ofreciéndoles más paga y
beneficios. Porque por todo eso se cobraba; desde 200 dólares a sumas
injustificadas.
Aquella
fue la época de las vacas gordas en la televisión de Miami; como la de otros
negocios en los 80, con sus “scarface” y todo. En el delirio de ganarle a la
competencia, María Elvira Salazar llegó a entrevistar a actores disfrazados
como si fueran personas reales. Esto no solo lo copió Oscar Haza en el Canal 41
de Miami, sino hasta Fernando Hidalgo en su programa de variedades, cuando se
disfrazó a sí mismo de Rafael Díaz-Balart y le respondió a un supuesto periodista
sobre cosas que había hecho como empleado del dictador Fulgencio Batista. De
más está decir que Díaz-Balart, fundador de la primera organización terrorista
contra Cuba en el 1959, quedaba como un santo en la representación de Fernando
Hidalgo.
Esto
es perder el piso donde debe estar parado un profesional del periodismo. Para
mal de Miami esta engañifa duró más de tres años. Aparecía un embaucador en un
canal y después era sustituido por otro. El desplazado caía de pronto en la
estación del frente o iba a la radio; y ya en la debacle terminaba los
fines de semana metiendo paquetes por un café y un pastelito de guayaba en la
ventanilla del restaurante Versailles de la calle 8.
Esta
gente, con contrato de “exclusividad” y todo, desapareció. Y yo me pregunto:
¿Dónde están metidos? Por ejemplo: ¿Dónde está el “agente Otto”, Delfín
Fernández? Nadie sabe. Delfín se apeó en el 2007 en el programa de María Elvira
Salazar y entre los tantos mitos que vendió estuvo un espectacular desvío hacia
La Habana de un vuelo de la aerolínea panameña Copa, donde él se encontraba,
supuestamente para secuestrarlo por el “daño” que sus revelaciones televisivas
estaban causando a la revolución.
Según
su cuento, tropas especiales combinadas de las FAR y el MININT de Cuba habrían
rodeado el avión de Copa en la pista del Aeropuerto Internacional José Martí
para hacerlo prisionero. Cosa que según Delfín él mismo evitó con una llamada a
Otto Reich, un cómplice de lo peor de la extrema derecha cubanoamericana, a
quien el desertor se pegó como una garrapata a un burro.
El
llamado (por él mismo) “agente Otto” era conocido en Cuba por andar con un
falso teléfono celular; uno de aquellos armatostes diseñados en los años 90, a
través de cuya caparazón aparentaba conversaciones en voz muy alta con grandes
personajes mundiales.
Delfín
Fernández se dio el lujo de descubrir “Google map” en la televisión de Miami.
Lo mismo que hizo la gente en su casa o en su escuela cuando Google estrenó
este servicio de “zoom” o acercamiento cartográfico, Delfín lo paqueteó en los
programas de Haza y María Elvira como si fuera una habilidad especial suya, o
una técnica especial otorgada por los servicios de inteligencia norteamericanos
para que él captara imágenes de casas de dirigentes e instituciones cubanas.
Claro, podían estafar descaradamente a los viejitos del exilio histórico que no
conocían internet. Y estos, ansiosos de sensacionalismo anticubano, se dejaban
engañar.
Estas
cosas se mostraban y se pagaban en la televisión de Miami. Al llamado “agente
Otto”, una vez famoso, ya nadie lo recuerda. Lo último que se supo de él es que
estaría afrontando un problema con la ley. Delfín contaba sus mentiras con la
coherencia de un mitómano profesional. Esto y más se decía sin que María Elvira
Salazar y Oscar Haza objetaran una coma. Muchos de los videos de esos
programas, alguna vez disponibles en YouTube, ellos mismos los han retirado de
la red; pero por suerte nuestro programa La Tarde se Mueve cuenta con un buen
archivo por si hay que refrescar la memoria.
Por
la época se apareció en Miami Dashiell Torralba con un video supuestamente
sacado clandestinamente de Cuba, en combinación con un amigo, con el que iba a
demostrar la opulencia de los dirigentes de la revolución. Pero lo único que
mostró fue la sencillez con que vive el líder histórico de la revolución Fidel
Castro. Siendo un jefe de estado, las imágenes mostraban la austeridad de una
familia cubana. Los televidentes de Miami quedaron desencantados porque más que
una denuncia parecía una promoción de la austeridad de la revolución. Dashiell
terminó en delitos que la llevaron a prisión; y hoy vive fuera de Miami, en la
costa oeste de la Florida.
También
se apeó en Miami otra muchacha llamada Idalmis Menéndez, que venía desde España
con el cuento de que había tenido acceso a conversaciones sobre cuestiones
compartimentadas a nivel de Buró Político y de Estado Mayor de las FAR y el
MININT. Fue difícil que se tragaran el paquete. Idalmis fue pagada para que
dijera este tipo de cosas por la producción de María Elvira Salazar,
desesperada por conseguir un poco de teleaudiencia.
Hay
que decir que los jefes de producción de aquellos dos programas, Roberto
Céspedes de “Polos opuestos” y Miguel Cossío de “A mano limpia”, que estudiaron
periodismo en Cuba con muchísimos privilegios, son los grandes responsables de
estas estafas informativas. Si no demandados, por lo menos deben ser rechazados
por la cantidad de falsedades, hoy totalmente desacreditadas, que esparcieron
en la comunidad. Con menos fuerza, ahora casi sin televidentes, siguen en eso
todavía.
Oscar
Haza pensó hacer el pan con un ex escolta de Fidel llamado Reynaldo Sánchez.
Este señor fue sacado de esa responsabilidad porque incumplió con el Ordeno 1
del Comandante en Jefe, que prohíbe tener relaciones con personas residentes en
el extranjero. Algo que sucede también en los Estados Unidos por una simple
cuestión de seguridad presidencial.
Al
salir de la escolta, Sánchez trabajó en Cuba como gastronómico y recibía muy
buenas propinas de visitantes extranjeros, solidarios con la revolución, debido
a las fotos que enseñaba en compañía de Fidel. Usando esas mismas fotos Sánchez
se dio el lujo de decir en Miami unos paquetes tan grandes que hoy solo se
evocan en son de burla. Entre otras cosas, dijo que estuvo con jeques y emires,
que transportó esmeraldas, diamantes y armas con empuñaduras de oro hacia
sitios escondidos que iba revelar. Y aunque ninguna de esas revelaciones fue
hecha, Oscar Haza exclamaba para darle realce: “¡Cómo! Esto es la primera vez
que se dice en público en Miami”.
A
Sánchez me lo encontré un día y le aconsejé que en lugar de degradarse con más
mentiras, mejor aprovechara los conocimientos adquiridos en Cuba poniendo una
academia de defensa personal. Algo mucho más decente. Él mismo puede atestiguar
que se lo recomendé.
Como
dije anteriormente, toda esta pantalla es más inmoral aún porque tanto los
productores como los presentadores sabían muy bien que se estaba mintiendo. Una
descarada estafa a los desesperados televidentes de Miami.
También
pasaron por la televisión en aquel entonces otros personajes menores. Carlos
Calvo, que hizo su servicio militar en una garita en la zona de Santa Fe y
Jaimanitas y se presentó como escolta y especialista en artes marciales. Hizo
descripciones de las verduras y otros vegetales de un cantero del Punto Cero; y
arriesgándose a una demanda acusó a actores de Hollywood y políticos de haber
participado en desenfrenos sexuales en la zona de El Laguito; algo que jamás
pudo probar.
Roberto
Hernández del Llano se presentó como un mando de la Contrainteligencia Militar,
con acceso a expedientes y secretos personales de altos oficiales de las FAR; y
como prueba de esto la televisión de Miami presentó unos videos de fachadas y
portales de casas, malamente filmados desde un auto en marcha. Un señor llamado
Roberto Ortega, inmediatamente ascendido por María Elvira de Teniente Coronel a
Coronel Jefe de los Servicios Médicos de las FAR, dijo tener datos sobre la
producción de armas biológicas en Cuba y conocer supuestos “expedientes” sobre
la vida sexual de la dirigencia cubana; dijo incluso haber tenido acceso a los
archivos de un supuesto “Departamento de Chantaje y Difamación”, que desde
luego solo él se creyó, porque ni la CIA, ni el FBI, ni la NSA dan crédito a
semejante ridículo.
Y
por último (hay otros que no cito), quizás el más pintoresco de todos, se hizo
famoso en el Miami de 2006-2009 el “economista” Marzo Fernández. Parecido a un
personaje del bufo cubano, tumbador nato, se presentó como fundador de la
JUCEPLAN y poseedor de una lista de las grandes cuentas bancarias de Cuba. Hasta
algún que otro medio norteamericano se fue con la de trapo con este señor.
En
Miami se comenta en broma que Marzo Fernández, ilustre Presidente de la
“Fundación Marzo Fernández”, debió vivir en Cuba en una especie de poliedro de
infinitas caras porque cada vez que se habla de algún alto dirigente o
celebridad él asegura que vivía al lado de su casa. De este sí sabemos algo: a
veces asiste al programa de Armando Pérez Roura en Radio Mambí, donde el mismo
zorzal de Ceiba Mocha tiene que andar con cuidado por sus tupes.
Aquí
tienen una breve galería de antiguos famosos que hoy están en el olvido. Nadie
los recuerda, a pesar de que este grupo puso el tupe en el cielo.
Comparado
con sus paquetones, son hasta risibles los cuentos que traen los nuevos mitómanos
que pasan por Miami; como el Coco Fariñas, Rodiles, Yoani, Berta Soler, Antúnez
y otros. Así que saquen ustedes su propia cuenta: Si aquellos mentirosos de
talla mayor fueron repentinamente borrados de la memoria, ¿cuán pronto no se
borrarán del escenario los mentirosillos de hoy?
Edmundo
García
@edmundogarcia65
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