martes, 18 de febrero de 2014

El amor me llevó a la niñez




El pasado 14 de febrero se realizó la presentación de mi poemario “Estas tardes de junio”, en el pabellón Tesoro de papel, en la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña. Gran alegría experimenté al verme rodeado de niños, hacedores de sueños y enamorados de la poesía.

Confieso que fue una experiencia inolvidable. La solemnidad de estos eventos fue sustituida por las sonrisas infantiles y la ternura nos invadió a los presentes. Yo rejuvenecí, simplemente, y salí de allí cargado de nuevas fuerzas para vivir.

Martí, como siempre, estuvo presente.

Dejo estas fotos como testimonio, para disfrute de mis lectores, agradeciendo a la Editorial Gente Nueva y, especialmente, a la editora Amanda Calaña Carbonell.

En el público predominaron los niños.

Los niños realizan un bello homenaje a Martí

Yo, en el centro, junto a Abenamar Bauta Delgado y Annelis Milagros Noriega, quienes se encargaron de las ilustraciones y la cubierta.



La madrugada sin ti.


La madrugada sin ti es un desastre:
una catástrofe nuclear
en el punto preciso donde uno tiene el corazón.
Es como si la Habana toda se quedara, de pronto,
sin noches y sin estrellas,
sin gente que la quiera
y que la habite con su sonrisa cotidiana;
la que se tiene cuando se teje un sueño.

La madrugada sin ti
es un andarse solo;
despoblarse en silencio de todos los recuerdos cuando muere la noche;
carecer de una estrella polar que nos oriente.
Es tanta ausencia junta cuando lloran los grillos.
Es tanto sueño roto sin farol que ilumine
su paso por la tierra.

La madrugada sin ti
es  un Kosovo más aquí en el alma.
Un mendrugo de pan en donde el moho se reparte en los dientes,
rompiendo nuestro aliento,
sin dejarle una opción a las sonrisas.
Es un andarse solo por esos tristes parques de promesas viajeras
sin novios que se quieran.

La madrugada sin ti,
castigo eterno con el que sobrevivo,
es no tener tus pechos como blancos jazmines,
es no tener tu sexo como un volcán rabioso,
es no tener tu pelo, como potro salvaje, cabalgando en mi sombra,
es no tener tu boca como única bandera.
 



Percy Francisco Alvarado Godoy

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