viernes, 21 de febrero de 2014

Mi bandera siempre ondeará limpia y pura.

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Hoy duele, ciertamente duele ver cómo te queman, a ti que admiro, a la que cuando le veo, ondeando en cualquier lugar del mundo, lloro plena de orgullo. A ti, bandera mía, no entiendo existan gentes sin escrúpulos que puedan quemarte o mancillarte. Si es para herirme, como cubana que soy, me han herido.

¿Cómo, si has llevado al mundo solidaridad, humanismo, mano amiga al que sufre, pueden hoy irrespetarte?

Hoy te he visto quemada por inescrupulosos, a ti que ondeas en lugar en que jamás se ha denigrado, incluso, a otras banderas, a pesar de las diferencias políticas.

Tampoco acepto a aquellos cubanos, olvidados del patriotismo, que se congratulan, en medios de sus viejos odios, por tal afrenta a que te han sometido.

Como cubana que soy, lejos de mi tierra amada,  “no permito que te silencien, ni te rompan, ni te quemen”, pues para mí no hay bandera más bella que tú y con más derecho a ondear limpia y orgullosa.

Es que tú bandera mía, estás presente como parte de mi vida y de todas las cosas que más amo. Mi abuelo te defendió, junto a Martí, en nuestras guerras de independencia. Mi tío adolescente te llevó, orgulloso, hasta la Sierra Maestra, y por ti murió asesinado, por verte libre y plena.

Ante el dolor que provocó tal afrenta, solo puedo reconfortarme ante el vil y ante el canalla, recordando los versos de  Bonifacio Byrne.

Mi Bandera 

Al volver de distante ribera,
con el alma enlutada y sombría,
afanoso busqué mi bandera
¡y otra he visto además de la mía!
¿Dónde está mi bandera cubana,
la bandera más bella que existe?
¡Desde el buque la vi esta mañana,
y no he visto una cosa más triste..!
Con la fe de las almas ausentes,
hoy sostengo con honda energía,
que no deben flotar dos banderas
donde basta con una: ¡La mía!
En los campos que hoy son un osario
vio a los bravos batiéndose juntos,
y ella ha sido el honroso sudario
de los pobres guerreros difuntos.
Orgullosa lució en la pelea,
sin pueril y romántico alarde;
¡al cubano que en ella no crea
se le debe azotar por cobarde!
En el fondo de obscuras prisiones
no escuchó ni la queja más leve,
y sus huellas en otras regiones
son letreros de luz en la nieve…
¿No la veis? Mi bandera es aquella
que no ha sido jamás mercenaria,
y en la cual resplandece una estrella,
con más luz cuando más solitaria.
Del destierro en el alma la traje
entre tantos recuerdos dispersos,
y he sabido rendirle homenaje
al hacerla flotar en mis versos.
Aunque lánguida y triste tremola,
mi ambición es que el sol, con su lumbre,
la ilumine a ella sola, ¡a ella sola!
en el llano, en el mar y en la cumbre.
Si desecha en menudos pedazos
llega a ser mi bandera algún día…
¡Nuestros muertos alzando los brazos
la sabrán defender todavía!…

Ada María de Boer
Cubana residente en Alemania.

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