La
misteriosa explosión del buque francés La Coubre, ocurrida el 4 de
marzo de 1960, sigue siendo aún un misterio, no porque no se conozcan
las causas que la provocaron y quiénes tuvieron que ver en el criminal
hecho, específicamente elementos organizados y dirigidos por la Central
de Inteligencia de los Estados Unidos de América, sino por el
sospechoso comportamiento de las autoridades norteamericanas de negarse a
desclasificar la información que posee sobre el mismo. Ese mutismo
oficial se ha mantenido durante casi cinco décadas, junto a una
reticencia férrea a desclasificar las informaciones relacionadas con el
caso, tal como pudo comprobarse apenas hace unos días, cuando los
propios Archivos Nacionales de Seguridad pertenecientes a la Universidad
George Washington, reconocieron la imposibilidad de acceder a
información federal al respecto.
La
participación de la CIA en el atentado al vapor La Coubre está
sustentada por evidencias y sospechosas declaraciones públicas de varios
contrarrevolucionarios de origen cubano y otros funcionarios,
servidores de la Agencia, quienes han reconocido la disposición
norteamericana de evitar que la naciente Revolución Cubana adquiriera
armas y otros medios defensivos, precisamente cuando la administración
de Ike Eisenhower preparaba una sistemática agresión contra la Isla, que
sería retomada sin escrúpulos por su sucesor John F. Kennedy.
Por
otra parte, la CIA se encargó de abastecer a los nacientes grupúsculos
terroristas contrarrevolucionarios con cantidades incontables de armas y
explosivos, a la par que se encomendó directamente de la preparación de
teams de infiltración en varios campamentos y centros militares
estadounidenses, así como en el adiestramiento de expertos en atentados y
explosivos dentro de la masa seleccionada de lumpen, sicarios,
batistianos y burgueses desplazados por la Revolución, que huyeron en
desbandada hacia EE UU luego del triunfo del primero de enero de 1959.
Los
sofisticados medios incendiarios y explosivos, así como armas de todo
tipo, sirvieron de medios de muerte contra el pueblo cubano, a la par
que crearon una oleada de hechos terroristas. Baste enumerar algunos de
estos sucesos, ocurridos solo en marzo de 1960, para comprender la
magnitud de la escalada anticubana organizada por la CIA:
•
1ro de marzo: Fueron incendiadas plantaciones de caña en los centrales
"Delicias" ("Antonio Guiteras") y "Chaparra" ("Jesús Menéndez"), ambos
de Las Tunas y "Washington" ("George Washington"), en el municipio Santo
Domingo, Las Villas, al arrojar sobre ellos material incendiario un
avión procedente de Estados Unidos
• 4 de marzo: Producido un incendio en el edificio de la tienda Sears en Marianao, por elementos terroristas.
•
4 de marzo: Fueron incendiadas 500 mil arrobas de caña en Aguada de
Pasajeros, Cienfuegos, al lanzar, una avioneta procedente de Estados
Unidos sobre ella "fósforo vivo".
•
4 de marzo: Estalla el vapor francés "LA COUBRE" en el puerto de La
Habana, en los momentos en que se descargaban municiones traídas desde
Bélgica, ocasionando 101 muertos, más de 200 heridos y numerosos
desaparecidos. El costo es de 17’500,000.00
•
7 de marzo: Fueron incendiadas 250 mil arrobas de caña en la colonia
Verbena, en San Cristóbal, Pinar del Río, al lanzar material inflamable
una avioneta procedente de Estados Unidos.
•
8 de marzo: Fueron incendiadas 7 casas pertenecientes a campesinos en
Aguada de Pasajeros, Cienfuegos, Las Villas, por elementos terroristas.
El costo es de 31,200.00 pesos.
•
14 de marzo: Resultó muerto un campesino durante un incendio provocado
por elementos terroristas en Pedro Betancourt, Matanzas.
•
17 de marzo: Fue incendiada una escuela rural en San Nicolás de Bari,
La Habana, por elementos terroristas ocasionando daños a la instalación y
útiles escolares. El costo es de 7,240.00 pesos.
•
18 de marzo: Fueron incendiadas más de 2 millones de arrobas de caña en
la zona del Central "España" ("España Republicana") en el municipio
Perico, Matanzas, por un avión procedente de Estados Unidos.
•
20 de marzo: Fueron incendiadas con "fósforo vivo" lanzado desde un
avión procedente de Estados Unidos, las áreas del central "Chaparra"
("Jesús Menéndez"), en Las Tunas.
•
21 de marzo: Fueron provocados 7 incendios y quemadas 500 mil arrobas
de caña en los cañaverales de los centrales "Australia", municipio
Jagüey Grande y "Tinguaro" ("Sergio González"), municipio Colón, ambos
en Matanzas y "Perseverancia" ("1ro. de Mayo"), municipio Aguada de
Pasajeros, en Cienfuegos, Las Villas, por un avión procedente de los
Estados Unidos.
• 30 de marzo: Fueron incendiadas plantaciones de caña en La Habana, por una avioneta procedente de Estados Unidos.
De
todos estos hechos terroristas, la explosión del vapor La Coubre fue,
sin lugar a dudas, el más significativo por sus penosas consecuencias:
el vil asesinato de 101 personas, entre ellos seis marinos franceses,
(el primer teniente François Artola, el timonel Jean Buron y los
marineros Lucien Aloi, André Picard, Jean Gendron y Alain Moura), así
como más de 200 heridos y lesionados, sin contar los daños materiales
sufridos.
El crimen apunta hacia La CIA.
Tal
como ocurriría con el brutal atentado a una aeronave de Cubana de
Aviación, acaecido el 6 de octubre de 1976, la administración
norteamericana de turno y las subsiguientes, trataron de camuflar la
verdad comprometedora. Informes amarillentos y envejecidos por el tiempo
descansan en alguna oficina de la CIA, bajo la tutela permanente de sus
oficiales y directores. Sin embargo, estudiosos y expertos en el tema
del terrorismo han logrado armar sólidas hipótesis que señalan con dedo
acusador a la Agencia y a sus empleados contrarrevolucionarios de origen
cubano radicados en esa nación. Gracias a ello, existen hoy varios
hechos que levantan suspicacias sobre el rol de Estados Unidos y sus
agencias en el sabotaje.
1)
El primero de ellos es que la administración norteamericana de
Eisenhower estaba plenamente dedicada a desarrollar la más agresiva
guerra sucia contra Cuba, encargando a la CIA, con Allan W. Dulles a la
cabeza para cumplir tal cometido. Dulles encargó de estos planes a
Joseph Caldwell King (J.C. King), quien era en ese entonces Jefe de la
División del Hemisferio Occidental de la CIA y ya había comunicado a su
Director, el 11 de diciembre de 1959, la “peligrosidad” de Cuba
para EE UU y recomendó, a la vez, la realización de planes para la
eliminación física de Fidel Castro y otros dirigentes cubanos.
Por
instrucciones directas de Dulles, el coronel CIA J.C. King, estableció
contactos directos con numerosos contrarrevolucionarios proclives a
participar en acciones violentas contra Cuba, ayudado por Howard Hunt,
sobre todo con aquellos directamente vinculados a la recientemente
derrocada dictadura de Fulgencio Batista, entre los que se destacaron
Rolando Masferrer, Manuel Artime Buesa, líder del Movimiento de
Recuperación Revolucionaria (MRR); José Ignacio Rasco, jefe del
Movimiento Demócrata Cristiano (MDC), Aureliano Sánchez Arango, jefe de
la triple A; Manuel “Tony” Varona, jefe de la Organización Auténtica;
Eladio del Valle; Justo Carrillo Hernández de la Organización
Montecristi; así como una variada gama de políticos y esbirros.
Everett
Howard Hunt, quien falleció el 23 de enero de 2007, fue un activo
oficial CIA de tenebroso historial, quien se unió a la CIA en 1949 en la
División de Actividades Especiales. Fue jefe de la estación CIA en
México en 1950. Fue uno de los co-autores del Plan PBSUCCESS, destinado a
derrocar al gobierno democrático de Jacobo Árbenz Guzmán en Guatemala
en 1954. Posteriormente serviría a la Agencia en Japón y Uruguay.
Como
organizador de los planes contrarrevolucionarios contra Cuba, se le
relaciona con numerosas acciones terroristas, entre ellas la voladura
del Vapor La Coubre, así como con la frustrada invasión de Playa Girón,
cuyo fracaso marcó su declive dentro de la CIA. Sin embargo, Allan W.
Dulles le extendió la mano y lo convirtió en su ayudante personal hasta
la jubilación de éste. La suerte de Hunt lo llevaría posteriormente a
servir directamente bajo las órdenes del ex presidente Richard Nixon,
involucrándose en el sonado caso Watergate que le costó una condena de
33 meses de prisión por los delitos de robo, conspiración y
encubrimiento.
Otro
de los autores intelectuales de la voladura del vapor La Coubre, Joseph
Caldwell King, llegó a escalar rápidamente en la CIA gracias a su
pasado y varias influencias. Se graduó en la Academia Militar de EE.UU.
en West Point en 1923 y laboró para poderosos monopolios vinculados a
Nelson Rockefeller y para la firma Johnson & Johnson. Luego de su
ingreso a la CIA, operó en varias naciones latinoamericanas como
Argentina (1941-1945) y en Guatemala (1952-1953), involucrándose
posteriormente en el golpe de estado contra el presidente brasileño Joao
Goulart en 1964. En 1967 se retiró de la CIA, dejando el cargo de Jefe
de la División del Hemisferio Occidental, regresando luego como
consultor de la misma y haciéndose cargo de empresas fachadas de la
Agencia.
Este
organizador de contrarrevolucionarios, involucrado hasta los tuétanos
en los planes terroristas contra Cuba, algunas veces usando el seudónimo
de Oliver G. Galbond, falleció en enero de 1977.
Estimulado
por el resultado obtenido con la voladura del vapor francés La Coubre,
el vicepresidente Richard Nixon ordenó a Allan Dulles implementar la
llamada Operación 40, sobre la base de una orden presidencial de
Eisenhower emitida a tal efecto el 17 de marzo de 1960, apenas 13 días
después del atentado. Esta operación tenía como misión organizar, entrenar y equipar
a contrarrevolucionarios de origen cubano. Previamente, en una ultra
secreta reunión dirigida por Joseph Caldwell King, realizada el 9 de
marzo de 1960, se abrían las puertas a esta famosa Operación 40,
mediante la creación de un grupo de trabajo denominado con las siglas
WH-4, a través del cual se implementaría el Plan de Operaciones
Encubiertas para Cuba.
Aunque
el vasto plan de subversión y terrorismo legalizado por la CIA abarcaba
operaciones ultra secretas no limitadas solo a Cuba, ésta fue su centro
principal de dirección, involucrando tanto a contrarrevolucionarios de
origen cubano como a oficiales de la CIA de origen norteamericano.
Entre
los más relevantes miembros de la Operación 40 se encontraban Félix
Rodríguez Mendigutía, Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Rafael “Chi Chi”
Quintero, Virgilio Paz Romero, Pedro Luis Diaz Lanz, Antonio Veciana
Blanch, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll, José Dionisio
Suárez Esquivel, José Basulto León, Pedro Luis Díaz Lanz, José Miguel
Battle, Gaspar Jiménez Escobedo, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio
Rolando Martínez, Rolando Masferrer Rojas, Pedro Crispín Remón
Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Herminio Díaz García, Manuel Artime
Buesa, Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Alberto Blanco Romariz,
Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat Roque, Andrés Nazario Sargent,
Virgilio González, José Joaquín Sanjenis, Manuel Rodríguez Orcarberro,
Alvin Ross Díaz, Eladio Ceferino del Valle y otros muchos, hasta
alcanzar la cifra de 86 operativos y oficiales.
Los
oficiales CIA y otros mercenarios estadounidenses, involucrados en el
andamiaje subversivo y desestabilizador, incluían a William Harvey,
Theodore Shackley, Thomas Clines, Porter Goss, Gerry Hemming, E. Howard
Hunt, David Sánchez Morales, Carl E. Jenkins, Bernard L. Barker, John
Roselli, Barry Seal, Edwin Wilson, Bernard Barker, Frank Sturgis (Frank
Fiorini), Tosh Plumlee, y William C. Bishop (David Atlee Philips),
quienes pasaron a dirigir la actividad terrorista y subversiva del
grupo.
Cualquiera
de ellos, tanto los operativos CIA y sus oficiales, pudieron participar
en la colocación de la carga explosiva dentro de La Coubre cuando la
misma tocó puerto norteamericano antes de llegar al puerto habanero. Se
conoce con precisión que La Coubre hizo escala en el puerto de
Everglades, donde dejó una carga con destino a Miami y que en ese lugar
abordarían otras personas norteamericanas para continuar rumbo a Cuba y
arribar el 2 de marzo. Sin embargo, debido al mal tiempo, La Coubre
permaneció en puerto estadounidense dos días más de lo esperado, ocasión
en que colocaron los explosivos, según una de las hipótesis más
posibles y creíbles.
2)
Otra posible hipótesis es la que involucró a tres norteamericanos en el
atentado al vapor francés La Coubre, y que coloca igualmente a la CIA y
a uno de sus grupos especiales como autores materiales del hecho
terrorista.
La
presencia de un norteamericano, uno de los únicos dos pasajeros en el
navío, nombrado Donald Lee Chapman, quien desembarcó en Miami de forma
dudosa y apresurada, puesto que se dirigía a Arkansas, antes de que el
barco partiera hacia la Habana, levanta la sospecha de que fue él quien
colocó los explosivos. Ausente del navío durante un tiempo, retornó al
mismo y continuó viaje a la Habana.
Sin
embargo, La Coubre había tocado anteriormente otro puerto
norteamericano, el de Newport News, Norfolk, Virginia, donde recibió el
18 de enero de 1960, apenas 44 días de anterioridad, una reparación en
una de sus bodegas en el muelle 8 de dicho centro portuario. Fue allí,
precisamente allí, donde se colocaron los explosivos que detonaron en
día 4 de marzo.
Volviendo
al supuesto fotógrafo, Donald Lee Chapman, sospechoso de haber
participado o de conocer a los autores del hecho, éste fue capturado de
inmediato en la misma zona del desastre, pero La Embajada
norteamericana en La Habana intercedió ante las autoridades para que
Chapman fuera liberado. Otras presiones partieron desde EE UU, cuando
dos congresistas del estado de Nebraska, de donde era originario,
presionaron al Departamento de Estado con vistas a que Cuba le
liberara. Nunca más se supo de él, lo que hace presuponer que podría ser
otra persona con una falsa identidad.
El
otro sospechoso fue Jack Lee Evans, un norteamericano que arribó a Cuba
en los primeros días de la Revolución y quien había participado en la
guerra de Corea, convirtiéndose sorpresivamente en colaborador y
supuesto guardaespaldas del agente de CIA William Alexander Morgan
Ruderth, quien en 1958 se incorporó al II Frente del Escambray, dirigido
por Eloy Gutiérrez Menoyo. Evans, sin pensarlo dos veces, salió
precipitadamente de Cuba hacia Miami, el 5 de marzo de 1960, con el
supuesto encargo de su jefe de comprar semillas de algodón y maquinaria
agrícola. Ya en Miami, especuló sobre los supuestos autores del atentado
al vapor francés, empleando contradictorios y dudosos argumentos.
El
diario The Miami Herald, en un artículo del 7 de marzo de 1960, recogió
declaraciones de Evans en que éste acusa a un desconocido trabajador
portuario cubano de colocar seis cartuchos de dinamita dentro del barco,
durante las operaciones de descarga.
Por
otra parte, existe la hipótesis de que fue el propio Evans quien colocó
medios incendiarios dentro del barco por órdenes de William Morgan,
para sabotear el navío francés. Evans dijo haber visitado al vapor
siniestrado en unión del traidor comandante del Ejército Rebelde varias
horas antes de las explosiones, lo que fue negado por su jefe.
Por
su parte, William Alexander Morgan, natural de Cleveland, Ohio, con un
oscuro historial de aventurero y desmovilizado hacía algunos años del
US Army, fue fusilado en Cuba, el 11 de marzo de 1961, casi un año
después del sabotaje a La Coubre, por su participación en actividades y
conspiraciones contrarrevolucionarias, así como por su probada
pertenencia a la CIA.
Otros
hechos enrarecieron el esclarecimiento de los hechos pero, a la vez,
incriminaban a las autoridades norteamericanas en el sabotaje: uno de
ellos fue la inexistencia de comunicaciones oficiales entre la embajada
norteamericana y el Departamento de Estado en esos días, así como que
Cuba nunca tuvo acceso a los reportes de los buzos norteamericanos,
contratados por la naviera francesa, para reflotar la embarcación
siniestrada.
El vapor La Coubre: su viaje hacia la muerte
El
vapor La Coubre había cargado diversas armas, explosivos y disímiles
municiones en el puerto de Amberes, en Bélgica, con destino a Cuba,
luego de haber tocado con anterioridad los puertos de Hamburgo y Bremen
con igual propósito. En total había recogido más de 3 mil bultos de
explosivos diversos, medio millar de cajas de granadas y casi mil cajas
de municiones. Completaría su carga en Amberes, luego de que el gobierno
belga hiciera caso omiso a las presiones norteamericanas por impedir el
envío. Esto ocurría a mediados del mes de febrero de 1960, cuando la
Coubre transportaba 4310 toneladas de cargamento bruto, entre ellas 76
toneladas de armas, municiones y explosivos con destino a Cuba.
Al punto haría una escala en el puerto de Los Everglades, en la Florida.
Ni
los miembros de la tripulación, ni la masa de obreros portuarios que
realizarían la descarga, imaginaron que exactamente a las 3:10 de la
tarde del 4 de marzo de 1960, La Coubre estallaría estruendosamente y
que, treinta minutos después, sucedería una segunda explosión,
cercenando ambas la vida de 101 personas.
Luego
de ser reflotada por buzos norteamericanos, quienes se llevaron las
pruebas comprometedoras, La Coubre fue conducida a un dique seco.
Reparada de sus daños, fue posteriormente incorporada a servicio activo
por parte de la Compagnie Générale Transatlantique hasta 1972, siendo
posteriormente vendida a una compañía naviera en Chipre y rebautizado
con el nombre de Barbara.
Fidel en la despedida de las victimas
El
golpe terrorista asestado contra la Revolución demostró que EE UU
emplearía a partir de ese momento todos los medios a su alcance para
derrotarla. En lugar de acobardar a los cubanos, el sabotaje a La Coubre
contribuyó, paradójicamente, a la radicalización del proceso
revolucionario y aglutinó aún más al pueblo cubano en torno a los
líderes encabezados por Fidel.
Fue
el propio Fidel quien declaró al día siguiente, durante la despedida de
las víctimas de la criminal acción, quien expresó una histórica verdad:
el dolor no amilanaría al pueblo, el dolor no lo haría rendirse. En tal
sentido, expresó:
“Y
eso ocurrió ayer. No es un invento de la fantasía; es una realidad que
todo el pueblo presenció, es una realidad que hemos tenido que pagar con
docenas de vidas valiosas; de hombres que cayeron cuando iban a salvar a
sus compañeros, que dieron sus vidas tranquila y serenamente para
salvar las vidas que estaban aprisionadas entre los hierros retorcidos
de aquel barco, o entre los escombros de los edificios; de bomberos que
avanzaban sin inmutarse a apagar edificaciones repletas de explosivos.
Quien haya visto escenas como las de ayer, quien sepa de un pueblo tan
digno y tan viril y tan generoso y tan honesto como el pueblo nuestro,
tiene derecho a saber que es un pueblo que se defenderá de cualquier
agresión”.
Y casi al concluir la despedida de los
nuevos mártires de la Patria, Fidel lanzó la histórica sentencia que
marcaría durante estas cinco décadas la resistencia de los cubanos ante
sus enemigos:
“Y
sin inmutarnos por las amenazas, sin inmutarnos por las maniobras,
recordando que un día nosotros fuimos 12 hombres solamente y que,
comparada aquella fuerza nuestra con la fuerza de la tiranía, nuestra
fuerza era tan pequeña y tan insignificante, que nadie habría creído
posible resistir; sin embargo, nosotros creíamos que resistíamos
entonces, como creemos hoy que resistimos a cualquier agresión. Y no
solo que sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer
cualquier agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que
aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o
la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía:
libertad quiere decir Patria. Y la disyuntiva nuestra sería: ¡Patria o
Muerte! [...]”
Percy Francisco Alvarado Godoy
2010-03-05
ALAI, América Latina en Movimiento
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