lunes, 14 de abril de 2014

Vidas a la intemperie

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Millones de personas son incapaces de pagar por la energía suficiente para satisfacer sus necesidades domésticas de frío o calor. Padecen pobreza energética.

Un combinado de ingresos escasos o inexistentes, precios de la electricidad, el gas en aumento y deficientes niveles de eficiencia en las viviendas crean el problema. La crisis económica lo agudiza. No hay cifras oficiales. Pero cuatro millones de personas, un diez por ciento de los hogares en España subsisten bajo el estado de pobreza energética. Ésta se da cuando un hogar es incapaz de pagar por la energía suficiente para satisfacer sus necesidades domésticas de frío o calor; gran parte de los ingresos de la familia son destinados a pagar la factura energética.

Quedan paralizados por momentos. Un desasosiego les recorre el cuerpo. Entra por la yema de los dedos y se instala en el organismo. Las manos heladas, casi moradas, el frío acomodado en su interior. Viven en calles techadas y amuebladas. Pero en invierno, sufren el mismo frío de la calle a pesar de estar a cobijo. Es un pesar desconocido. Los afectados son mudos. Apenas hay testimonios ni denuncias particulares. Sólo informes. No es un caso visible. Familias que han perdido la noción del calor. Para ellos, comer es prioritario a calentarse.

En España un informe de la Asociación de Ciencias Ambientales cifra en más de 4 millones las personas afectadas por pobreza energética, un 10 por ciento de la población. Además señala que una de sus peores consecuencias es "la muerte prematura por pasar frío". Organizaciones no gubernamentales como Cáritas o Cruz Roja, por su parte, han denunciado que las personas afectadas que atienden ha aumentado de manera preocupante. Reclaman que encender la calefacción no se convierta en un lujo ya que es un derecho mínimo. En este aspecto, algunas comunidades autónomas han implementado medidas como retrasar el cobro de la factura eléctrica. Una buena iniciativa para calentar el invierno, pero que quema la cartera en verano.

A nivel europeo, según un estudio del proyecto European Fuel Poverty and Energy Efficiency la pobreza energética afecta a más de 50 millones de personas. Son cifras de 2005 y éste sólo incluía a Bélgica, España, Francia, Italia y Reino Unido. Los indicadores utilizados no eran los mismos para los diferentes países. Por ello, el Comité Económico y social europeo ha elaborado un informe en el que solicita la creación de un Observatorio Europeo de la Pobreza, centrado en la pobreza energética, que contribuya a definir unos indicadores europeos unificados para el análisis de este fenómeno.

La primera noción sobre pobreza energética surge en los años 90. La investigadora británica, Brenda Boardman, acuñó el término como la "incapacidad de un hogar de obtener una cantidad adecuada de servicios de la energía con el 10% de su renta disponible". Más tarde se fijaron unas temperaturas necesarias de entre los 18 y los 21 grados para las estancias de una casa. En la actualidad, y aunque dispares, sólo Francia, Eslovaquia, Reino Unido e Irlanda disponen de una definición concreta del fenómeno.

Por lo que el Comité Económico y social europeo aspira a unificar las estadísticas, junto a Eurostat, y a definir un criterio unificado de pobreza energética. Plantea la pobreza energética como el elemento «que puede privar a los hogares no solo de calefacción o refrigeración, sino también de agua caliente, luz y otras necesidades domésticas esenciales".

Medidas como el retraso del pago del recibo de la luz no bastan para verter luz sobre un problema como el de la pobreza energética. Los papeles, informes son necesarios para describir y enfocar la situación pero no son foco de calor. Sólo sus ascuas. Prima pasar a la acción para no olvidar necesidades básicas como tomar una ducha caliente o disfrutar de una temperatura agradable en casa. No son cuestiones candentes en los principales medios. Denunciar, dar visibilidad a las penurias térmicas que sufren algunas familias es el primer paso para, por ejemplo, calentar sus hogares en invierno. Δ

Adrián Blanco Ramos. Periodista. CCS
Tomado de Revista Fusión

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