Autoridades sanitarias en América Latina están preparadas para hacer
frente a una eventual llegada del virus del ébola. Sin embargo, expertos
consideran improbable que el virus se propague como en África.
El nuevo brote de ébola, el más virulento desde que fuera descubierto en
1976 en el Congo, cerca del río Ébola, surgió en diciembre pasado en
Guinea y se ha propagado en Liberia, Sierra Leona y Nigeria, siendo la
primera vez que cruza fronteras. El virus ha infectado a un total de
2.473 personas, de las cuales han fallecido 1.350. La gravedad de la
situación ha provocado que los países afectados recurran a medidas cada
vez más drásticas; un millón de personas están en cuarentena en África.
La Organización Mundial de la Salud reconoció que el virus está fuera de
control y pidió a la comunidad internacional una respuesta coordinada
para detener su propagación.
“Es importante entender por qué surge el ébola y en dónde, así como los
ciclos que ha durado en reaparecer el brote”, afirma Jonas Schmidt
Chanasit, director de Diagnóstico Viral del Instituto Bernhard Nocht de
Medicina Tropical, con sede en Hamburgo. Se sabe que la especie
reservorio del virus es el murciélago de la fruta, que es endémico en
África y Asia. Este tipo de animales se comen desecados o en una sopa
caliente en África, y ya el sólo hecho de tocar su carne a mano limpia,
supone un alto riesgo de contagio.
Las condiciones de pobreza y de extrema falta de higiene es lo que,
según el experto, ha permitido que el virus se propague sin control.
Aunque dichas condiciones puedan encontrarse en algunas regiones de
América Latina, el virus no tiene una especie reservorio allí, lo cual
ya es un impedimento natural para su propagación, aun cuando la
globalización haga posible que el virus, al igual que las personas o las
mercancías, se trasladen con mayor velocidad de un lugar a otro,
explica Schmidt Chanasit.
“En Estados Unidos y Canadá, la posibilidad de que se produzca un brote
es muy baja. En el caso de Latinoamérica y de Asia, hay que ver a cada
país de manera diferenciada. Hay países que están muy bien preparados”,
afirma Schmidt Chanasit y cita a Brasil, con el que el Instituto
Bernhard Nocht de Medicina Tropical tiene una cooperación desde hace
siglos, que data de la llegada del médico, patólogo y microbiólogo
Henrique da Rocha Lima a Alemania en 1906.
“Trabajó durante 30 años en nuestro instituto y descubrió importantes
gérmenes, como el que provoca el tifus. A través de él tuvimos el primer
contacto con Brasil, con Río de Janeiro, pero tras la Primera Guerra
Mundial el científico regresó a Brasil”. El experto destaca que desde
entonces existe una intensa cooperación entre el instituto de Hamburgo y
el país sudamericano. “El proyecto más reciente en 2012 fue establecer
un centro para el diagnóstico de fiebre hemorrágica viral, en particular
provocada por el virus del dengue. Esto nos ha llevado a establecer un
centro de diagnóstico del virus de ébola en la Universidad de Río de
Janeiro que está en condiciones de establecer un diagnóstico
relativamente rápido”, explica.
El experto añade que el diagnóstico es un proceso muy elaborado y
costoso. “Ya entrenamos al personal y ahora pueden diagnosticar la
enfermedad, aunque no puede esperarse que estas pruebas se hagan en
laboratorios de alta seguridad como los que tenemos aquí. Hay muy pocos
de ellos en todo el mundo, además, se pueden hacer diagnósticos seguros
del virus de ébola bajo medidas de seguridad más bajas”. El Ministerio
de Salud brasileño anunció que por los menos 37 hospitales en 25 estados
y en Brasilia, están preparados para recibir pacientes infectados por
el virus.
Preocupa más el chinkungunya
Schmidt Chanasit explica que el Instituto de Medicina Tropical de
Hamburgo toma parte regularmente en comparaciones internacionales entre
laboratorios para medir su capacidad para hacer frente a virus como el
dengue. “Es evidente que los países con más recursos son los que cuentan
con mejor tecnología. Chile, Argentina y Brasil, tienen la posibilidad
de establecer centros de diagnóstico. Muy distinta es la situación de
países pequeños, como Paraguay, Honduras, El Salvador y Belice”.
México, país que vivió la epidemia del virus de la influenza AH1N1, con
más de diez mil infecciones, está preparado con un laboratorio de
bioseguridad capaz de hacer diagnósticos de ébola. Pero en México las
autoridades se muestran más preocupadas por la eventual llegada del
virus de chinkungunya, que se extiende en Venezuela.
Schmidt Chanasit destaca que pese al gran debate que se ha desatado en
torno a los sueros experimentales cuyo uso han sido autorizados por la
OMS, las medidas más importantes son las de prevención. “Las clásicas
medidas que en Latinoamérica son muy conocidas, que es lavarse las manos
frecuentemente con jabón, usar desinfectantes y guantes. Eso ha sido el
problema en África, que estas simples medidas de seguridad han faltado,
así como más hospitales, médicos y enfermeras”.
Tomado de http://www.dw.de
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