jueves, 18 de septiembre de 2014

De nuevo la Cumbre de las Américas

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“Si Estados Unidos quiere mantener vigente el proceso de Cumbres de las Américas y recuperar alguna influencia en el hemisferio, tendrá que cambiar su política hacia Cuba, pronto”.

Así lo manifiesta Richard Feinberg, quien fuera asistente especial del Presidente William Clinton y director principal de la Oficina de Asuntos Interamericanos del Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, en un artículo titulado Cuba en las Cumbres de las Américas publicado originalmente en el blog de Americas Quarterly el 5 de septiembre y reproducido en diversos medios posteriormente.

Según Feinberg, Estados Unidos tendrá que alterar su política hacia Cuba o enfrentar un colapso virtual de su diplomacia hacia América Latina.

La próxima Cumbre de las Américas, a celebrarse en abril de 2015 en Panamá, obligará a la Administración de Obama a elegir entre la reformulación de la política hacia Cuba para coincidir con la opinión hemisférica y sus temores a una adversa reacción política doméstica.
Las Cumbres interamericanas periódicas se han hecho más importantes que nunca para la diplomacia regional de EE.UU. pero, respecto a Cuba, la burocracia está particularmente indispuesta a resolver difíciles situaciones mediante concesiones.
Ha sido un obstáculo grande el Presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado – el implacable senador de Nueva Jersey, Robert Menendez- quien ha presidido la política hacia la isla natal de su familia.
En la Cumbre en Cartagena en 2012, Latinoamérica superó sus divisiones uniendo posturas: criticando políticas antinarcóticos de EE.UU., denunciando la lealtad a Gran Bretaña de EE.UU. en su postura acerca del diferendo de las Malvinas y contra la exclusión de Cuba de las Cumbres. Después de Cartagena la posición de EE.UU. ha seguido erosionándose, afirma Feinberg.
Nuevos foros multilaterales como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que deliberadamente excluyen a Estados Unidos - pero que incluyen a Cuba- han ganado importancia. En este nuevo mundo donde EE.UU. no tiene asiento en la mesa, las Cumbres han adquirido mayor importancia para la diplomacia de EE.UU.
La inminente Cumbre de Panamá ofrece una oportunidad -que según Feiberg no puede perderse- para que la Administración de Obama pueda ayudar a moldear una agenda hemisférica más amigable y reafirmar un grado de liderazgo a Estados Unidos.
En recientes años Cuba ha establecido relaciones diplomáticas normales con cada uno de los países de este hemisferio y es un habitual y activo participante en los foros regionales. En contraste, la política de Estados Unidos ha permanecido congelada en el tiempo, y el bloqueo económico a Cuba ya tiene cinco décadas.
Tras la Cumbre de Cartagena, la desorientada diplomacia estadounidense imaginó que los gobiernos mas moderados, como Colombia y México, se desentenderían de su demanda de invitar a Cuba a la siguiente Cumbre y propuso en los trabajos preparatorios discutir los términos para la participación de Cuba. Unánimemente, los latinoamericanos replicaron que no había nada que discutir: Cuba debe ser invitada y sin condiciones.
El gobierno cubano había indicado su disposición de aceptar siempre que no se le fijaran condiciones.
Ahora, Obama enfrenta el dilema: aceptar que Cuba participe o ser responsable por el colapso del sistema interamericano que fuera promovido por el Presidente Clinton hace veinte años. “Sería irónico e inquietante que en nuestro propio hemisferio Estados Unidos sea incapaz de practicar una diplomacia regional”, dice Feinberg.
“¿Cómo aliviar el dolor político y evitar en Panamá la impresión de que América Latina y Cuba están humillando a Estados Unidos, y que nuestro país ha abandonado sus principios democráticos?”. Y se responde: “La salida es replantear nuestras relaciones con Cuba antes de Panamá. Cambiar la confrontación ente David y Goliat por la visión de un Estados Unidos confiado y generoso.
Feinberg también propone explicar al público estadounidense el cambio de modo que no se vea como concesión a las presiones previas a la Cumbre sino como una consecuente ampliación de políticas iniciadas por Obama durante su primer mandato.
Para los entendidos, Obama podría explicar que las Cumbres son distintas de las mucho más formales e institucionalizadas de la OEA, donde mediante la Carta Democrática Interamericana los EE.UU. seguirán manteniendo su alto nivel de liderazgo.
Sin embargo, un cambio estratégico en la política hacia Cuba repercutirá grandemente en la base del partido demócrata y será recibido calurosamente por un amplio sector que ha defendido durante mucho tiempo tales medidas, incluyendo organizaciones empresariales nacionales, exportadores agrícolas, asociaciones religiosas, académicos y los medios de comunicación. Incluso en el sur de la Florida, admite Feinberg.

Manuel E. Yepe
 
*Manuel E. Yepe, periodista cubano especializado en política internacional, profesor asociado del Instituto de Relaciones Internacionales Raúl Roa de La Habana, miembro del Secretariado del Movimiento Cubano por la Paz. 

Fuente: Martianos-Hermes-Cubainformación

http://www.tercerainformacion.es

1 comentario:

  1. Lindo logotipo...
    Pirámide rodeada de otras tres pirámides más pequeñas.
    En todo lo alto el Norte, casi invisible en el suelo el Sur.
    Sólo falta el ojo que todo lo ve y tenemos el cuadro completo.
    Cumbres, cumbres y más cumbres y todo permanece inmutable, inamovible, estático.

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