Rick Scott rodeado de reaccionarios como Marco Rubio y Mario Díaz-Balart |
Allí estuvo Marco Rubio,
en una mal llamada fiesta democrática realizada en la biblioteca de la Coral
Way y la avenida 92, en Miami, para prestar su apoyo al intolerante aspirante a
gobernador Rick Scott, luego de que se abrieran las elecciones anticipadas para
el cargo.
Con la fobia de un
consumado ultraderechista, llamó a que Estados Unidos se blindara contra el
ébola, en un enmascarado argumento para detener la emigración ilegal hacia ese
país. En este sentido dijo patrocinar una propuesta de ley para obtener los
fondos requeridos para impedir el acceso de ciudadanos de otros países
potencialmente peligrosos como transmisores de la epidemia.
Con un complejo de
tortuga, a la par que defiende el bloqueo de EEUU, cuestionó la ayuda solidaria
de Cuba hacia los países africanos víctimas de la pandemia, politizando a la
misma y viendo fantasmas donde no existen. Atacar a Cuba, por el motivo que
fuere, es parte de su discurso ideológico fuera de contexto y ultra
conservador.
Otro de sus argumentos
estuvo dirigido a criticar el manejo de la introducción de casos de ébola en EE
UU, cuestionando la eficacia de la administración demócrata de Obama.
Rubio, enconado defensor
del bloque criminal contra Cuba, criticó a aquellos medios que abogan por su
levantamiento –como el conocido editorial de The New York Times-, argumentando
que el mismo es un poderoso elemento usado por EEUU para presionar hacia una
apertura “democrática” en Cuba. Al respecto, su crítica a los medios alcanzó un
punto álgido cuando declaró: “Hacen
10.000 reportajes sobre el impacto que ha tenido el embargo en contra de Cuba y
mil reportajes cada vez que sale una encuesta que las personas quieren abrir
transacciones con Cuba. Pero no hacen ningún reportaje de los abusos de
derechos humanos en Cuba y, ahora dentro de Venezuela, no hacen ningún tipo de
reportaje sobre eso”.
Rubio se mostró en contra
de que los norteamericanos visiten la isla, tomando la misma posición de los
cubanos americanos, criticando cualquier apertura de Obama al respecto.
Otro mafioso intolerante
anticubano en el Congreso, Mario Díaz Balart, existe una supuesta conspiración
en EE UU a favor de Cuba y que trata de levantar el “embargo” hacia la Isla.
Cuestionó abiertamente la colaboración entre Cuba y EE UU en el enfrentamiento
al ébola en África, manipulando la actitud solidaria de los médicos cubanos.
Díaz-Balart aprovechó este
evento para reafirmar sus ataques venenosos contra naciones como Nicaragua,
Bolivia, Venezuela, entre otros, aduciendo las insostenibles acusaciones de
violación de los derechos humanos en los mismos. Rubio, por su parte, culpó a
Obama de debilidad y fallas en su política exterior en la región.
El ataque de Rubio hacia
los demócratas se dirigió particularmente contra Hillary Clinton, posible
candidata demócrata de fuerza en las venideras elecciones presidenciales en EE
UU, argumentando que ella era responsable de los fallos de política externa
desde que era Secretaria de Estado.
De esta forma, el
encuentro para apoyar a Rick Scott, otro tenaz defensor del bloqueo y criminal
cómplice de los mafiosos anticubanos, sirvió de plataforma para validar una
política hostil y añeja hacia nuestra patria, condenada, cada vez más, al
fracaso.
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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