sábado, 24 de enero de 2015

Confesiones deel sicario de #Ayotzinapa

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Felipe Rodríguez Salgado, El Cepillo o El Terco, señalado como lugarteniente del grupo criminal Guerreros unidos, confesó que él y cuatro cómplices mataron a balazos “a unos 15” normalistas de Ayotzinapa, que le entregaron con vida jefes policiales de Iguala y de Cocula, y dijo que al menos 25 ya habían muerto “por asfixia”. Admitió, según declaraciones integradas al expediente de la PGR sobre la desaparición de los jóvenes, a las que MILENIO tuvo acceso, que él supo que todas las víctimas eran estudiantes y no delincuentes.
 
En su testimonio narró que después de la masacre intentó huir a Estados Unidos para refugiarse con su hermano, que vive en Iowa, pero fue retenido por autoridades migratorias estadunidenses, que lo deportaron a México como un indocumentado más.

Amnistía Internacional declaró apenas el jueves pasado (22 de enero de 2015) que la investigación de la PGR en el caso de los normalistas desaparecidos de Ayotzinapa “ha sido endeble” y “limitada”. La fiscalía respondió entonces que la organización internacional desconoce el expediente y que no se acercó a las autoridades mexicanas para pedir información al respecto.

Los padres de los desaparecidos, por su parte, informaron que se reunieron con los peritos argentinos coadyuvantes en la investigación, quienes les dijeron que no se han encontrado coincidencias de ADN, por lo que mantienen la esperanza de hallarlos vivos.

Salvo el caso de un normalista, los expertos del laboratorio austriaco de Innsbruck tampoco han podido identificar las muestras recibidas, por lo que pondrán en práctica nuevas técnicas, con la aprobación de la PGR.

Los padres también demandaron la semana pasada la apertura de cuarteles para buscar a sus hijos, por lo que las autoridades determinaron que les darían acceso a la instalación de Iguala, el 27 batallón. Los activistas que los apoyan dijeron entonces que quieren entrar a otras áreas, no a la de esa ciudad guerrerense.

Sin embargo, las declaraciones de El Cepillo aportan más datos y no vinculan en ningún momento a militar alguno. Afirmó que la noche del 26 de septiembre de 2014 recibió una llamada a su número celular del Cabo Gil (Gildardo López, lugarteniente del líder de Guerreros unidos, Sidronio Casarrubias), quien le ordenó que “se moviera con su gente” a la entrada de Iguala para que lo apoyara, porque mantenía un enfrentamiento con Los Rojos, grupo delincuencial antagónico.

Sostuvo que él y los sujetos conocidos como El Pato, Jona, Bimbo, Duvalin, Huasaco y El Guereque abordaron una camioneta Nissan Estaquitas y una Pick Up verde para ayudar a la gente de Gildardo López.

Llegaron al punto denominado Loma de Coyotes, donde ya lo esperaban El Cabo Gil y los mandos de las policías municipales de Iguala y de Cocula en cinco patrullas y una camioneta blanca de redilas de tres toneladas, donde tenían a un grupo de jóvenes.

Según su testimonio, subieron a los normalistas en el vehículo de redilas y se dirigieron al basurero de Cocula, pero alrededor de “unos 25 ya iban muertos por asfixia” y quedaban “unos 15 vivos”, a los que él y su “gente” ejecutaron a balazos y calcinaron, para después regresar a Iguala, pese a que él sabía que todos eran estudiantes.

Al día siguiente, El Cabo Gil le ordenó que verificara si se habían quemado por completo los cuerpos, ya que habían comenzado a incinerarlos desde la madrugada del 27 de septiembre y que a las 17:00 horas de ese día aún no terminaban de calcinarse.

Horas después limpiaron las cenizas y recogieron restos que colocaron en bolsas negras de plástico grandes que lanzaron al río San Juan de Cocula.

El Cepillo señaló que desde 2005 “trabajaba” para Guerreros unidos a propuesta de El Cabo Gil, quien le asignó funciones de halcón (vigilante o informante) hasta llegar a ser jefe operativo en los municipios de Cocula e Iguala.

EU LO DETUVO Y DEJÓ IR

Sobre su huida, declaró que primero se trasladó a Cuernavaca, Morelos, y luego a la frontera norte para intentar cruzar a Estados Unidos y esconderse con su hermano que radica en Iowa.

Arribó a Sonoyta, Sonora; sin embargo, autoridades migratorias de Estados Unidos lo detuvieron cuando intentó ingresar a través de la frontera que conecta con Lukeville, Arizona.

Después de dos días fue deportado por el punto fronterizo de Piedras Negras, Coahuila.

Según su declaración, a principios de diciembre y ante la falta de dinero se trasladó al municipio de Tecámac, Estado de México, para continuar oculto ante la cacería que emprendieron en su contra fuerzas federales y armadas.

En ese lugar fue visitado por su novia, con quien el siete de enero viajó a Jiutepec, Morelos; ella regresó a Iguala y él permaneció en un taller mecánico propiedad de un amigo.

Sin embargo, fue detenido el 15 de enero con base en el trabajo de inteligencia de la Policía Federal en coordinación con la Secretaría de la Defensa Nacional.

Milenio

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