En este nuevo 5 de marzo, la figura
del Comandante eterno Hugo Chávez y el ejemplo que supo darnos, refuerzan la
necesidad de redoblar la solidaridad con Venezuela Bolivariana, jaqueada por la
guerra económica y en clima de golpe latente por parte de la oposición
escuálida y la injerencia estadounidense. Hoy Chávez convoca otra vez a dar
batalla, Maduro y el pueblo que no olvida ni perdona a sus enemigos de clase,
serán los ejecutores de una nueva gesta antiimperialista, en la que el
continente se juega su futuro.
Contundente a la hora de tomar
decisiones, sobre todo aquéllas que tenían que ver con los intereses de su
querida Venezuela. Apasionado y entusiasta en la defensa de los más humildes, a
los que dedicó todos y cada uno de los días de su mandato. Procurador de la
unidad para golpear todos juntos al Imperio, algo que demostró no sólo en la
política interna sino en la doctrina que sentó a nivel de Latinoamérica y el
mundo. Cerebral y con los pies en la tierra cuando se trataba de abrir las
puertas al debate -incluso con sus enemigos más feroces- y a la hora de
formular ideas que permitieran acercar posiciones que estaban en las antípodas.
Se trata de Hugo Chávez, a quien en este segundo aniversario de su paso a la
eternidad tanto extrañamos.
Pensando en los niños y niñas, en
los ancianos y ancianas, en los condenados de la tierra (este Comandante
feminista y antipatriarcal introdujo el lenguaje de género en la política, como
nadie antes lo había hecho), le dio fuerza a las Misiones y las convirtió en
imprescindibles a la hora de desarrollar su gestión. Eludió las burocracias
ministeriales y como si fuera un conejo que el mago saca de la galera, entregó
a su pueblo la posibilidad de alfabetizarse a pleno, de obtener atención médica
gratuita con la Misión Milagro, de la mano de Cuba solidaria. Posibilitó
acceder a los más pobres, por primera vez en décadas (o en siglos) a las
Universidades. Las Misiones se convirtieron en río correntoso y en bandera de
enganche de las grandes mayorías: viviendas para todos y todas, el Mercal
alimentario para romper con las cadenas de la intermediación, la Misión Música,
el Banco de la Mujer, la práctica deportiva en los barrios, la Misión Ciencia,
o la Che Guevara (de formación socialista), la Misión Negra Hipólita, o la de
las Madres del Barrio. No alcanzarían los días del año para enumerarlas, y a
todos ellas el Comandante les imprimió su impulso personal, su sapiencia y sus
horas sin dormir para que se hicieran realidad. A Chávez Frías, el nieto de
Maisanta, guerrillero montaraz, recordamos en estas apretadas e
insuficientes líneas.
Hijo proclamado de Fidel, junto a él
plasmaron un huracán que recorrió el continente derramando ideas, fuerza,
sabiduría y esa particular forma de recrear la política sin especulaciones de
ningún tipo. Al son de semejante duo nació el ALBA, dotando a Latinoamérica y
el Caribe de una herramienta eficaz para impregnarse de solidaridad, espalda
con espalda. Pero no sólo eso, sino que supo mostrarle al mundo que a los
gringos se les podía hablar de igual a igual, sin titubeos ni sumisiones, como
había venido ocurriendo hasta que las naciones afro-indo-americanas recuperaron
su autoestima y se echaran a andar. Esa fue su primera hazaña, pero luego fue
por más, y ayudó (con una paciencia invalorable) a construir la CELAC y la
UNASUR, juntando a todos -de derecha a izquierda- pero sin el tutelaje
norteamericano que les marcara el libreto. Chávez lo hizo, y su huella fue
recorrida por otros como él, nacidos de las luchas en Bolivia, Nicaragua,
Ecuador y tantos otros sitios.
Impecable a la hora de hablarle al
pueblo con la verdad. Maldiciendo al tutelaje yanqui, o sacudiéndose de encima
a los diplomáticos sionistas, agresores de Palestina ocupada. Con una lenguaje
didáctico, le fue explicando a su propia gente que había que mantenerse alerta
contra los golpistas de adentro y de afuera. Lo planteó, recordando su propia
experiencia en aquél fatídico 2002 de la matanza de Puente Llaguno, su secuestro
en La Orchila, el rescate por parte de quienes bajaron de los cerros a
demostrarle su amor y lealtad, el golpe petrolero y su propia decisión de
radicalizarse al máximo para no darle la otra mejilla a sus enemigos. En
verdaderas asambleas populares de casi dos millones de almas, supo dar las
indicaciones precisas para que las milicias empezaran a ocupar un espacio
necesario, pero también valoró el papel meritorio que en el proceso
revolucionario han venido jugando las Fuerzas Armadas, que bajo su mando se restearon
junto a los bolivarianos de a pie. Hugo Chávez, ha sido el motor fundamental de
tales hazañas.
Ahora que su legado ha sido recogido
por millones en el mundo, y que su compañero de tantas luchas, Nicolás Maduro,
preside el país con coraje y una lealtad indiscutible, es hora de que
redoblemos el homenaje a quien indudablemente, cayó combatiendo, en una
patriada de "victoria o muerte". Qué otra cosa fueron esos días de
pelea a brazo partido con ese cáncer que le quemaba el cuerpo pero no le hacía
retroceder en su fuerza ideológica y discursiva. Quién no recuerda, sin que se
le erice la piel, aquella tarde caraqueña del 4 de octubre de 2012, cuando bajo
un verdadero diluvio, el Comandante se trepó al palco y ante una multitud
increíble gritó ¡Viva la Revolución!, y convocó a hacer el esfuerzo final para
obtener el triunfo en las elecciones cercanas. El palo de agua que caía sobre
su enorme figura no logró arredrarlo, tampoco pudo con él la brutalidad del
dolor que le provocaba la maldita enfermedad que nos lo arrebató meses después.
Sacando fuerzas de su amor por aquella marea roja que lo escuchaba extasiada,
agitando banderas y cantando consignas, Chávez habló para la posteridad y
proclamó el triunfo contra la oligarquía y el Imperio. Ese era su estilo y su
práctica. Poner el cuerpo hasta las últimas consecuencias.
En este nuevo 5 de marzo, la figura
del Comandante eterno Hugo Chávez y el ejemplo que supo darnos, refuerzan la
necesidad de redoblar la solidaridad con Venezuela Bolivariana, jaqueada por la
guerra económica y en clima de golpe latente por parte de la oposición
escuálida y la injerencia estadounidense. Hoy Chávez convoca otra vez a dar
batalla, Maduro y el pueblo que no olvida ni perdona a sus enemigos de clase,
serán los ejecutores de una nueva gesta antiimperialista, en la que el
continente se juega su futuro.
por CARLOS AZNÁREZ
Director de Resumen Latinoamericano
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