En 1967 la CIA se
vio obligada a soportar la vergüenza de un rotundo fracaso en una de sus
operaciones más secretas, denominada Acoustic Kitty (El gatito acústico), un
proyecto elaborado por los más adelantados científicos de la Agencia para
espiar sobre el terreno a aquellas personas que supuestamente poseían
importantes secretos o eran operativos enemigos, fundamentalmente de la KGB
soviética.
El sofisticado aparato tecnológico pretendía en convertir a un gato en el espía perfecto e indetectable para sus adversarios, a los que podría acercarse sin levantar sospechas escuchando y grabando sus conversaciones en tiempo real.
Muchos fueron los pequeños felinos que fueron atormentados mediante cirugías para instalarles diminutos micrófonos en su pabellón auditivo, hasta que lograron el éxito en sus intentos, luego de varios años. El resultado fue un dispositivo artificial compuesto por un cable que se adjuntaba a lo largo de su columna vertebral hasta su cola haciendo las funciones de una antena móvil, al igual que otro cable similar colocado debajo del pecho del animalito en donde le insertaban un transmisor y las correspondientes baterías.
Todo parecía haber salido a pedir de boca, pero resultó que el animalito carecía de noción de dónde colocarse y responder así a las demandas de sus artífices, respondiendo más a sus instintos que a patrones programados. Un ratón, un poco de comida o cualquier distracción lo alejaba de sus objetivos evitando que se cumpliera la misión esperada.
Al fin la CIA pudo
poner a prueba su ambicioso proyecto al intentar grabar la conversación de dos
supuestos agentes soviéticos en un parque cercano a la embajada de ese país,
pero ocurrió algo inesperado que los sabios de la CIA jamás tuvieron en cuenta:
nadie enseñó al gatito a cruzar las calles y luego de que el mismo fue liberado
para realizar la esperada escucha, el pobre animalito murió aplastado por un
taxi.
A pesar del tiempo
dedicado a este proyecto y la considerable suma de 20 millones de dólares
destinados al mismo, el mismo no prosperó y representó otra forma más de
malgastar el dinero del contribuyente norteamericano.
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