La canalla
mediática internacional se rasga las vestiduras y ensordece al mundo
entero denunciando el atropello consumado por la justicia venezolana al
haber condenado a Leopoldo López a una pena de 13 años, 9 meses y 7 días
y 12 horas de reclusión por “incitar a la protesta”, según nos
(mal)informa el decano de los periódicos mentirosos del mundo
hispanoparlante, El País. ¿Incitar a la protesta le llama este diario y
sus lenguaraces en el resto de América Latina y el Caribe a una
exhortación pública y violenta hecha por López para derrocar a las
autoridades y a alterar el orden constitucional de Venezuela? Esta
derecha desesperada porque no puede derrotar por las vías
institucionales a los gobiernos progresistas y de izquierda de la región
ya ha arrojado por la borda todos sus escrúpulos y ha hecho del mentir
su segunda naturaleza. Lo de López no fue una travesura, una inocente
chiquilinada sino algo que en cualquier país del mundo se llama
sedición, y constituye, como en Estados Unidos, una ofensa criminal
penada por largos años de cárcel e, inclusive, si fue cometido en
concurso con otros actores y ocasionó la muerte de terceras personas,
reclusión perpetua. Para los espíritus colonizados que asuelan
Latinoamérica lo que “allá” (léase Estados Unidos o Europa) constituye
un crimen aquí, en los arrabales del capitalismo, es una inocente
diablura, y no importa si la “incitación” de López terminó con más de
cuarenta muertos, la mayoría de ellos fuerzas de seguridad bolivarianas y
gentes del común, en las guarimbas y por el fuego de francotiradores,
amén de una enorme destrucción de edificios y propiedades
gubernamentales y privadas.
El periódico español debería recordarle a sus lectores que en ese país el 23 de Febrero de 1981 el teniente coronel Antonio Tejero Molina quiso también él alterar el orden constitucional vigente tomando por asalto el Congreso de Diputados de España. Más allá de la incomodidad que le produjo a los diputados que estuvieron casi un día entero secuestrados Tejero no produjo ni una sola muerte ni hubo que lamentar pérdidas materiales de ningún tipo. Sin embargo, la justicia española lo sancionó con una pena mucho mayor que la recibida por López: 30 años de prisión, expulsión del Ejército, pérdida de su grado militar e inhabilitación durante el tiempo de su condena. Al cumplir la mitad de su pena le fue concedida la libertad condicional, pero los quince años de su condena los purgó en una cárcel militar. Propongo que El País y sus secuaces lancen una campaña de reivindicación del golpista español y que su caso sea revisado por la justicia venezolana, que seguramente le beneficiaría con una levísima sentencia y la plena recuperación de su buen nombre y honor.
Por Atilio A. Boron *
* Investigador superior del Conicet, investigador del IEALC, Director del PLED.
http://www.pagina12.com.ar/diario/elmundo/4-281477-2015-09-12.html
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