sábado, 31 de octubre de 2015

Francisco I reconoce conspiración contra monseñor Romero




Asesinado en San Salvador cuando oficiaba misa el 24 de marzo de 1980 por un francotirador contratado por la ultraderecha, Romero fue tildado en los últimos años de su vida y después de muerto de “desequilibrado” y “marxista” y acusado de ser un “títere” de la Teología de la Liberación por sus sermones contra la oligarquía, las injusticias sociales y la represión.

Esas acusaciones, lanzadas por diplomáticos, políticos, religiosos y hasta cardenales, frenaron el proceso de canonización de monseñor Romero, quien fue beatificado finalmente el 23 de mayo en su ciudad, 19 años después de que el proceso fuera abierto oficialmente por el Vaticano en 1997. “Lo estaban lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua”, lamentó sin tapujos el papa argentino ante los fieles y obispos salvadoreños que viajaron a Roma para agradecerle la beatificación de monseñor Romero y abogar por su pronta canonización.

Aunque no perteneció a la corriente de la Teología de la Liberación, marginada durante los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI, Romero fue un defensor de los pobres, en particular de los campesinos expulsados de sus tierras. El papa argentino se identifica con la figura de Romero, conservador en materia de dogmas pero comprometido con las cuestiones de justicia social.

“Hago míos los sentimientos del beato monseñor Romero, que con fundada esperanza ansiaba ver la llegada del feliz momento en el que desapareciera de El Salvador la terrible tragedia del sufrimiento de tantos de nuestros hermanos a causa del odio, la violencia y la injusticia”, afirmó el papa en la audiencia celebrada en la Sala Clementina del Vaticano.

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