El asunto está claro:
detrás del surgimiento de nuevas figuras en el estrellato contrarrevolucionario
dentro de Cuba se encuentra la mano sucia de Washington y de su cacareado
programa para refugiados, tal como lo anuncia la propia Embajada
de los Estados Unidos en La Habana. En la citada página se muestran los
fundamentos necesarios para que cualquier cubano pueda ser elegido para gozar
de este privilegio, gracias a ser considerado como ciudadano de una nación
reconocida como “un país de interés
especial y elegible para que los refugiados sean procesados dentro del país.”
Desde luego, la
cuestión no es tan fácil de resolver para el solicitante ya que, según este
programa, el ciudadano cubano debe demostrar que él/ella pertenece al menos a
uno de los siguientes grupos: Miembros de minorías religiosas perseguidas, Activistas
de derechos humanos, Antiguos presos políticos, Reclutas de trabajos forzados
(1965-1968) y Personas privadas de sus títulos profesionales o sujetas a otros
tratamientos desproporcionadamente severos y discriminatorios como resultado de
sus creencias y actividades políticas y religiosas, o la percepción de las
mismas.
La trampa consiste en
que el entrevistado por funcionarios de esa sede diplomática, o sabedor el
mismo de estos requisitos, se encuentra ante el desafío de crearse un historial
“convincente” para poder aplicar y ser aceptado como refugiado y recibir asilo
político en USA. Como consecuencia de ello han comenzado a surgir historias –las
que son deliberadamente manipuladas por los medios enemigos y organismos
encargados de satanizar a Cuba, tales como los congresistas mafiosos de Miami, Amnistía
Internacional, la CIDH, entre otros– en las que han descollado nombres de oportunistas
y descarados como los hermanos holguineros Adairis, Anairis Miranda Leyva y Fidel
Batista Leyva; el tunero Jorge Cervantes García, así como Daniel Llorente, por
citar algunos casos.
Esta nueva forma de
emigrar tras venderse como perseguidos, victimizados, sodomizados
ideológicamente, etc., ha generado la existencia de un grupo de oportunistas de
toda laya cuyo único fin es subirse a un tubo de aluminio y capaces de inventar
cualquier patraña que sirva a los sórdidos intereses de la guerra ideológica
anticubana. Ya esta estratagema le sirvió a muchos como la propia Rosa María
Payá, Orlando Luis Pardo Lazo y a una larga lista de falsarios descarados e
impudorosos.
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