Hace un tiempo
conversé separadamente con varios amigos y todos coincidimos que Estados Unidos
había urdido una estrategia escalonada para destruir, en ese orden a las
Revoluciones Sandinista, Bolivariana y Cubana. Desde luego, siempre supusimos
que el primer objetivo sería Nicaragua, luego Venezuela y, finalmente, Cuba. A
la par, también coincidimos que Trump y sus
halcones presionarían a la Isla, en un menor o mediano plazo, a que se
desentendiera de apoyar al legítimo gobierno de Maduro en Venezuela y para ello
usaría todo tipo de presiones.
El momento esperado
llegó cuando Trump, en declaraciones hechas
ayer a Fox Business, planteó la absurda propuesta de aliviar a la Isla
de las presiones económicas si retiraba de Venezuela su supuesta presencia
militar en Venezuela, escollo que según la absurda e irracional asesoría del
mandatario gringo impide la caída de Maduro. USA ha hecho oídos sordos a las
declaraciones cubanas de que no existen efectivos militares suyos en Venezuela
pues es la única manera de justificar los nefastos resultados de su fallida
política agresiva contra esa nación. Por el contrario, ha hecho uso desmesurado
de su andamiaje mediático, de la mentira, de la fabricación de bulos mediante
peleles desertores que se han prestado a su juego, para sentenciar a Cuba. La
fantasía trata de aplastar a la realidad mediante dudosos y no sostenidos
argumentos.
La política absurda
de presionar a Cuba con la aplicación del Título III de la Helms-Burton y la
amenaza de reducir remesas a los cubanos y prohibir viajes a la Isla,
ciertamente daña al gobierno cubano y, aún más al propio pueblo que ellos dicen
farisaicamente defender. A la larga las consecuencias serán más dañinas para
Estados Unidos que parece desconocer la capacidad de resistencia de los cubanos
y gana animadversiones con sus tradicionales aliados, fundamentalmente
europeos.
Mientras tanto, en
paralelo, el equipo asesor de Trump mantiene una desesperada arremetida contra
Venezuela. Tras los fallos que en el orden diplomático han tenido para expulsar
a Maduro y la caída de imagen de Guaidó en esa apuesta, cada día apuestan por
un discurso contradictorio sobre si habrá o no una agresión militar contra la
nación bolivariana.
Muchos son los entes
participantes en definir sobre la validez de una acción militar foránea. Desde
el Center for Strategic and International Studies (CSIS), el Departamento de Estado, el
Consejo de Seguridad Nacional, el Pentágono, la CIA, la OEA, el Grupo de Lima
y sus socios de Colombia, Ecuador, Chile, Brasil, Paraguay, Perú y otro –unidos
a una derecha desunida y oportunista– se plantean cada vez más cercana esa
alternativa. Unos ser oponen tímidamente a la misma públicamente aunque la bendicen
tras bambalinas. No les importa el baño de sangre ni la reacción de los
venezolanos que pueden conducirles a otra bochornosa derrota como en Vietnam.
El ególatra y loco presidente
de Estados Unidos, Donald Trump, amenaza a diario con la opción militar y el
propio almirante Craig Faller, jefe del SOUTHCOM, se ha encargado de amenazar
con el garrote en los últimos días pero de manera incierta. La aparente
contradicción entre las declaraciones del Pentágono y la Casa Blanca sobre una
agresión a Venezuela es una manera de entretener a incautos. La acometida está
ya diseñada pero frenada temporalmente por el aumento de la reticencia en el
mundo a la misma, a las presiones de Rusia y China, así como al temor de que la
misma desemboque en un fracaso. También cuenta el hecho de que los compromisos
adoptados por algunos militares en la pasada Conferencia Multilateral de
Fronteras 2019, en Bogotá, parecen no ser aceptadas por todos los estratos
castrenses en Brasil, Colombia, Ecuador, Chile, Paraguay, Perú y Argentina,
temerosos de que usen a sus tropas como carne de cañón.
Aunque altos
funcionarios militares USA minimicen la posibilidad de una acción militar, al
menos por ahora, no significa que ello nos inspire confianza. Dormirse en la
ignorancia del peligro inminente puede ser el Caballo de Troya por el que
apuesta USA. Las próximas horas pondrán en juego esta verdad pues todo parece
indicar que congresistas de ultraderecha han dado el visto bueno a acciones
disuasivas contra Venezuela al Southcom.
Este escenario
convulso implica mantener en Venezuela una activa preparación para la defensa y
la búsqueda de la unidad ante la amenaza de una guerra cuyas bombas y misiles
lanzados por aviones y buques norteamericanos no distinguirán entre chavistas, críticos
y opositores. Mantener al mismo tiempo la denuncia mundial ante la amenaza,
hacer prevalecer la verdad ante la manipulación mediática y llamar urgentemente
a la cordura en el seno de la opinión pública. Cuba, por su parte, no
traicionará los lazos solidarios que le unen al hermano pueblo bolivariano de
Hugo Chávez y Nicolás Maduro.
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