lunes, 9 de marzo de 2020

¿Es posible la realización de acciones terroristas contra Cuba en las condiciones actuales?


He sacado del archivo este artículo cuya vigencia, aunque a muchos nos cuente entenderlo es totalmente sólida. En el contexto actual —tan similar al sucedido en la pasada década de los 90­— la amenaza terrorista contra Cuba cobra aún más credibilidad, aunque entiéndase que nuestros enemigos usarían nuevas técnicas y métodos a tenor con el desarrollo de las tecnologías de la guerra irregular y las comunicaciones. Sirva este artículo para alertar, tomar conciencia de los potenciales peligros y a defendernos ante estas potenciales amenazas.
Junto a las diversas formas tradicionales de terrorismo empleado por la CIA y nuestros enemigos, en la que no se descarta el terrorismo mediático, el ciberterrorismo, la guerra biológica  y otras nuevas formas más atemperadas a nuestros tiempos, tengo la plena seguridad de la mala intención que hoy hace necesario tener conciencia del peligro, lo que implica realizar estudios de vulnerabilidad, modelaciones y otras actividades de enfrentamiento tanto en la frontera como en la retaguardia. El hombre será nuestra principal garantía de nuestra seguridad.
Termoeléctricas, refinerías y hoteles: principales objetivos del terrorismo anticubano durante la última década
El objetivo estratégico y supremo de las acciones terroristas de la mafia anticubana radicada en Miami, ha sido deponer por cualquier vía al gobierno cubano. Desde el cabildeo político para supeditar la política norteamericana a un enfrentamiento constante a la Revolución y ejercer contra ella las más disímiles presiones — entiéndase leyes como la Ley asesina de Ajuste Cubano, la Ley Torricelli y la Ley Helms Burton—, hasta tratar de aislarla internacionalmente, han sido sus actividades públicas permanentes. En ese accionar, ha tenido un rol protagónico la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Sin embargo, no todo ha sido labor política, falsas acusaciones o "siembra" de una traidora quinta columna dentro de la Isla. Para lograr esos fines, la mafia contrarrevolucionaria acudió también a la violencia, al sabotaje y a planes continuados de asesinato. La oleada terrorista contra Cuba, ejecutada con la anuencia del gobierno norteamericano, provocó nada menos que la pérdida de 3 478 vidas humanas, heridas e incapacidad a cerca de 2 099 personas y cuantiosos daños materiales.
Estas cifras, que expongo a continuación, caracterizan el recrudecimiento del terrorismo contra Cuba en la última década:
Se organizaron 16 planes de atentado contra el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Igualmente, se prepararon 8 planes de atentado contra otras figuras de la Revolución.
Se planificaron, organizaron y ejecutaron alrededor de 108 planes terroristas contra Cuba. Al respecto, cabe significar que la labor de la Contrainteligencia y la Inteligencia cubanas impidieron o desestimularon una parte significativa de los mismos. Cabe a los Cinco Héroes Cubanos detenidos injustamente en EE UU un valioso aporte en este sentido.
La incitación a la desobediencia social contra el gobierno llegó a límites sorprendentes: sólo en un mes — entre el 26 de enero y el 25 de febrero de 1993— , las emisoras contrarrevolucionarias realizaron:
20 llamados a atentar contra la persona de Fidel.
100 exhortaciones a realizar sabotajes contra instalaciones y objetivos económicos.
124 llamamientos a miembros del MININT y de las Fuerzas Armadas para insubordinarse contra el gobierno de la Isla.
471 incitaciones a efectuar propaganda contra la dirección del país y el sistema socialista.
Dentro de estos objetivos tácticos inmediatos, el centro de los ataques violentos y de la preparación de ulteriores sabotajes, lo representó la economía cubana, lógico soporte del sistema político y social establecido en Cuba.
¿Por qué se priorizaron, pues, los ataques terroristas contra objetivos económicos a partir de 1990?
¿Qué planes se llevaron a cabo para destruir la economía nacional?
¿Qué modalidades asumió ese criminal terrorismo contra Cuba?
Las respuestas a estas preguntas las encontrará el lector en el presente artículo, teniendo en cuenta que estuve directamente involucrado en muchas de estas actividades dada mi condición de agente de la Seguridad cubana, a la par que he estudiado detenidamente dicho fenómeno.
¿Por qué la economía cubana era un objetivo del terrorismo en los primeros años de los noventa?
Indudablemente, el inicio de la década de los años noventa representó para Cuba un poderoso desafío para sobrevivir. El derrocamiento del campo socialista, la desaparición de la URSS y otros fenómenos vinculados a la economía mundial, fueron los factores externos que provocaron el desencadenamiento de la crisis económica cubana en los años noventa. De repente, la Isla se encontró con las siguientes dificultades:
Pérdida de sus exportaciones a la URSS, las que representaban el 59.9% del total de lo que la Isla exportaba hacia el exterior.
Pérdida de las importaciones establecidas con este país, que alcanzaban el 68% de lo que Cuba importaba en 1989.
Caída acumulada del PIB, entre 1990-93, en un 39%.
Déficit comercial externo.
Desaparición de créditos blandos y la exclusiva posibilidad de obtener capital a corto plazo y con altas tasas de interés.
Paralización de las inversiones.
Semiparalización de la industria nacional por falta de materias primas y combustible, llegando a emplearse sólo entre el 10% y el 15% en el año 1993.
Caída del consumo total en un 27% como resultado de la contracción de la oferta de bienes y servicios, ya que la producción decreció en un 54,3%.
Brusca caída del salario real entre 1990 y 1993, lo que conlleva al incremento de las necesidades insatisfechas de la población —la circulación mercantil minorista decreció de 9 354,2 (1989) a 6 897 (1993), en lo referido a ventas de mercancías y alimentación pública—.
Como es de suponer, la economía cubana era un objetivo demasiado vulnerable por parte del terrorismo, con el fin de precipitar la caída de la Revolución en esos momentos, agudizar la difícil situación del país y fomentar el descontento social.
Aunque inicialmente la mafia terrorista de Miami planificó sus acciones contra instalaciones turísticas con el propósito de presentar al mundo un clima interno de oposición, cuando se adoptan varias medidas por parte del Gobierno Revolucionario para salir de la crisis, cambian sus percepciones y agudizan su accionar.
Basta destacar algunas de las medidas adoptadas por Cuba para reducir los desequilibrios económicos existentes, de ajuste y estabilización monetaria, y alcanzar una mayor eficiencia económica, para comprender cómo se focalizan los objetivos inmediatos del terrorismo contra Cuba.
Algunas de estas medidas, adoptadas a partir de 1994, fueron:
Apertura al capital extranjero.
Desarrollo del turismo como motor impulsor del desarrollo económico ulterior.
Ley de Inversión Extranjera.
Obviamente, la mafia terrorista anticubana definió sus objetivos de una forma más precisa:
Atentar contra instalaciones turísticas, no sólo ya para "asustar" turistas, sino para afectar la principal fuente de recursos para el país.
Atentar contra instalaciones económicas que jugaran un papel clave para el desarrollo económico, tales como termoeléctricas, refinerías, centrales azucareros y sembradíos de caña.
Búsqueda de información sobre empresas creadas con capital extranjero no sólo para ejercer presiones sobre los inversores foráneos, sino para ejecutar acciones terroristas contra las mismas.
Búsqueda de información sobre la situación del abastecimiento de piezas de repuesto de la industria azucarera, industria básica y otros objetivos económicos.
Estudios de vulnerabilidad y situacionales —mediante el empleo del GPS— de una diversidad de objetivos económicos, sociales y políticos.
El terrorismo contra las instalaciones termoeléctricas cubanas:
La industria eléctrica cubana acumuló un crecimiento de cerca del 300% a inicios de la década de los noventa con respecto a 1958. Sobre todo, en la década de los 60, se habían realizado grandes inversiones para lograr el aumento de la capacidad de generación. Nuevas termoeléctricas surgieron en ese período. Para 1991 se había logrado generar la cantidad de 13,163 GW/h, aportando las termoeléctricas casi un 89% del total de electricidad generado en esa fecha.
Por ello, desarticular el sistema eléctrico nacional se convirtió en un objetivo priorizado por parte de la mafia terrorista de Miami. Con ello se lograría, desde luego, paralizar la producción y los servicios, así como casi todos los aspectos de la vida nacional.
A grandes rasgos, casi todos los planes terroristas se encaminaron a sabotear o preparar condiciones para ejecutar ulteriormente acciones violentas contra las principales termoeléctricas del país: la Antonio Guiteras (Matanzas), Carlos Manuel de Céspedes (Cienfuegos), Máximo Gómez (Mariel), Tallapiedra (Ciudad de La Habana) y Santa cruz del Norte (provincia de La Habana), fueron centro de su atención.
Algunos de estos intentos, evidencian dicha afirmación:
- En el año 1993, el ciudadano cubano Manuel Inda Ramos fue reclutado por Luis Zúñiga Rey, personero de la FNCA, con vistas a que microlocalizara objetivos económicos en la zona industrial de la ciudad de Matanzas. Posteriormente, atentaría contra estos objetivos, entre los que se encontraba la termoeléctrica Antonio Guiteras.
- En el primer semestre del año 1994, la FNCA me orientó a través de Pepe Hernández, su presidente, así como mediante Alfredo Domingo Otero, realizar los marcajes de varias termoeléctricas del país, usando diferentes aparatos GPS. Entre los objetivos seleccionados estaban las de Matanzas, Cienfuegos, Mariel y Santa Cruz del Norte. El propósito estaba claro: posteriormente usarían esa información para emplear medios sofisticados teledirigidos para provocar la destrucción de las mismas.
El propio Presidente de la FNCA también me orientó hacer estudios detallados sobre la posibilidad de atacar a la termoeléctrica Antonio Guiteras desde el mar o de infiltrar terroristas con explosivos por esta vía. Todavía recuerdo cada detalle de mis encuentros con Pepe y su insistencia por averiguar también sobre la factibilidad de usar hombres ranas para introducirse en la Guiteras y colocar explosivos allí.
En otra ocasión, fue Arnaldo Monzón Plascencia, directivo de la FNCA, el que me insistió sobre realizar estudios sobre la termoeléctrica cienfueguera. Me dio cierta cantidad de dinero y me presionó para que filmara cada detalle de la instalación desde la bahía. Estaba seleccionada, sin lugar a dudas, como otro objetivo de sus planes siniestros.
Apenas dos años después, en octubre de 1996, varios terroristas agrupados en la organización Brigada 2506 —José Miró Torres, Gustavo C. Ponzoa Álvarez, Eduardo Ferrer González y Oscar Zacarías Lima Córdoba—, decidieron emplear las informaciones a disposición de la FNCA y recibiendo apoyo logístico y financiero por parte de ésta: lanzarían mini aviones teledirigidos, cargados de explosivos, contra varios objetivos entre los que se encontraban las termoeléctricas de Mariel, Tallapiedra y Santa Cruz del Norte.
Para mí —por supuesto también para mis oficiales—, no fue una sorpresa conocer de estos planes. Siempre estuvo claro que los marcajes y micro localizaciones mediante satélites, serían empleados en cualquier momento para efectuar actos terroristas. Por ello, siempre cuidamos de colocar un margen de error aceptable en los mismos.
¿Se imagina el lector cuáles habrían sido las consecuencias de estos actos?
¿Qué le hubiera pasado a un país que perdiera de pronto su producción de electricidad, máxime en un momento de crisis económica aguda?
¿Qué consecuencias hubiera traído para Cuba perder, en consecuencia, la posibilidad de mantener funcionando las pocas industrias que trabajaban en esos momentos?
No hace falta mayor comentario al respecto. Cualquiera puede entenderlo con facilidad.
Por suerte, todos estos planes fueron neutralizados a tiempo.
Las refinerías cubanas, otro objetivo del terrorismo.
La mafia terrorista de Miami le prestó también especial atención a todo lo relacionado con el abastecimiento de petróleo y a la posibilidad de sabotear las principales refinerías del país.
El 2 de abril de 1993, fue ametrallado el buque tanque Mykonos, de bandera maltesa y que contaba tanto con tripulación cubana como chipriota. Esta acción fue realizada solo a 7 millas de la ciudad de Matanzas. El ejecutor de ese vandálico ataque fue el autotitulado Ejército Armado Secreto, encabezado por el Chino Aquit, nada más y menos que uno de los terroristas fotografiados junto al Presidente norteamericano el 20 de mayo del año pasado.
El propósito de esta acción terrorista era asustar a las compañías y países que trasladaran petróleo a Cuba y, evidentemente, estrangular también a la economía cubana por esta vía.
En mi caso, recibí orientaciones de Alfredo Domingo Otero en relación con realizar estudios de las refinerías Ñico López (Ciudad de La Habana) y la de Cienfuegos. Estos estudios consistieron en la micro localización de ambos objetivos, su filmación y detección de vulnerabilidad. Era evidente, por tanto, que las mismas estaban en la mira del terrorismo anticubano y no importaba ni tan siquiera la vida de las centenas de trabajadores ocupados en ellas.
Recuerdo los momentos en que también filmé y entregué a los jefes de la FNCA varios casetes conteniendo imágenes de dichas instalaciones. En ellos aparecían decenas de obreros que desconocían los tenebrosos planes de la mafia de Miami.
Como puede apreciar, amigo lector, a partir de estos planes, Cuba estaría condenada a no sobrevivir. Por suerte, todos estos planes macabros también fueron desarticulados y neutralizados a tiempo.
Hoteles y otras instalaciones turísticas: los más conocidos objetivos del terrorismo.
Tanto en mi libro Confesiones de Fraile, como en el reciente artículo titulado Objetivo: cabaret Tropicana, examino al detalle el interés de la mafia terrorista por terminar con el turismo en la Isla.
Un sucinto examen de estos planes y acciones terroristas puede demostrar el propósito de acabar con la actividad económica a la cual apostó la dirección del país como locomotora para salir de la crisis económica.
Como ya señalé al principio del artículo, la percepción de dañar la economía nacional por esta vía cobra mayor fuerza a partir de que la FNCA participa en estas actividades terroristas a partir de 1993. Esto no quiere decir que, con anterioridad, no hayan existido otros planes y no se hayan realizado ataques violentos contra instalaciones del turismo. Veamos algunos de ellos:
- (7 de octubre de 1992) Se lleva a cabo un ataque contra el hotel Meliá Varadero por parte de un team de la organización Comandos L.
- (2 de septiembre de 1993) Fue detenido el ciudadano mexicano Marcelo García Rubalcava, residente en los Estados Unidos y asociado a la organización contrarrevolucionaria Alpha-66. Venía con el propósito de atentar contra instalaciones turísticas.
- Tres ataques al hotel Guitart Cayo Coco (11 de marzo de 1994) (6 de octubre de 1994) (20 de mayo de 1995). Por parte de terroristas de Alpha 66.
La incorporación de la FNCA al terrorismo contra Cuba, partiendo de sus ilimitadas fuentes de financiamiento y la experiencia subversiva de varios de sus dirigentes, provoca un arreciamiento de las actividades violentas contra el turismo en Cuba. Vendrá entonces la oleada terrorista de los años 1996 y 1997, la cual provocó que explotaran varias de las 31 bombas colocadas en hoteles e instalaciones turísticas:
· Colocación de una bomba en un hotel de Varadero por parte de Santos Armando Martínez Rueda y José Enrique Ramírez Oro, residentes en los Estados Unidos. El artefacto explosivo, compuesto por 138 gramos de C-4, fue desactivado por especialistas cubanos. Ambas personas fueron entrenadas por Alfredo Domingo Otero, mi jefe inmediato en la FNCA, y —al ser capturados— portaban el mismo teléfono celular que utilicé en mi labor como agente de esa organización.
· (12 de abril de 1997) Explosiona una bomba en una discoteca del Hotel Meliá Cohiba, en Ciudad de La Habana. Contenía 600 gramos de C-4 y milagrosamente no causó víctimas humanas. Fue colocada por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· Se encuentra una bomba en el piso 15 del Meliá Cohiba, conteniendo 401 gramos de explosivo C-4. Fue colocada también por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· (12 de julio de 1997) Explotan dos artefactos en los hoteles Capri y Nacional. Ambos fueron colocados por el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León.
· (4 de agosto de 1997) Explota una bomba en el lobby del hotel Meliá Cohiba, la que contenía TNT y exógeno (RDX). Fue colocada por el salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena.
· (22 de agosto de 1997) Explota una bomba cerca del lobby bar del Hotel Sol Palmeras, en Varadero. Fue colocada por los guatemaltecos Jorge Venancio Ruíz y Marlon Antonio González.
· (4 de septiembre de 1997) Explotan bombas en los hoteles Copacabana, Tritón y Chateau Miramar, así como el famoso restaurante conocido como Bodeguita del Medio.
Otros artefactos fueron detectados a tiempo o sus portadores capturados apenas penetraron en el territorio nacional.
En mi caso particular, como ya fue denunciado públicamente, me correspondió el triste, y a la vez honroso papel, de haber estado involucrado en dos planes violentos:
· El primero fue un intento frustrado de introducir, vía marítima, 4 artefactos explosivos y 8 cápsulas de fósforo vivo, en diciembre de 1993.
· El segundo fue el conocido plan de volar Tropicana con una bomba de 450 gramos de C-4. La otra bomba la colocaría en hoteles de Varadero o Ciudad de La Habana. Fueron directivos de la FNCA los que me reclutaron para tal fin, ofreciéndome dinero y contactándome con Luis Posada Carriles para que me entrenara.
El sagrado derecho de Cuba a defenderse:
Como usted ha podido apreciar, amigo lector, este artículo reseña sólo una parte de los planes terroristas en esta década.
No hay dudas de que la debilitada economía cubana se convirtió en objetivo de estos planes, pues la mafia agresiva de Miami contaba que se lograría provocar la caída de la Revolución.
Por suerte, estuvieron hombres dignos en este frente de combate, en las propias entrañas del monstruo.
Al conocer sobre estos planes y sobre la apatía del gobierno norteamericano por impedirlos, ¿no le parece a usted que era necesaria la presencia de René, Antonio, Fernando, Gerardo y Ramón en Miami?
Ciro Bianchi Ross lo dijo con claridad en el prólogo a mi libro Confesiones de Fraile:
"Ojos y oídos de Cuba en la Florida fue Percy Francisco Alvarado Godoy, el autor de este libro. Ojos y oídos de Cuba en la Florida fueron Antonio, Fernando, René, Gerardo y Ramón. La ineludible necesidad de Cuba de mantenerse vigilante frente a la creciente hostilidad y beligerancia de los grupos anticubanos asentados en los Estados Unidos, se evidencia en estas confesiones de Fraile sobre su labor dentro del ala terrorista de la Fundación Nacional Cubano-Americana. Para defender a Cuba y a su pueblo de la virulencia de estos grupos trabajaron también, en silencio y heroicamente, en los Estados Unidos, Antonio, Fernando, René, Gerardo y Ramón. Así lo reconocieron con valentía ante el tribunal que los sentenció. No actuaron por dinero ni por rencor, ni en el ánimo de ninguno de ellos cobró vida la idea de dañar al pueblo norteamericano. Jamás, con su actuación, pusieron en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos."
Percy Francisco Alvarado Godoy
Aparecido originalmente en el periódico Granma el  de junio de 2003

sábado, 7 de marzo de 2020

Barullo por Otero Alcántara y el falso patriotismo de sus promotores.


Poco escribiré sobre el actual juicio en marcha contra el señor Luis Manuel Otero Alcántara por los delitos de "ultraje a los símbolos patrios", que implican claramente usar dudosos performances para irrespetar a la bandera cubana aludiendo a una cuestionada libertad de expresión. También está claro que la intención de numerosos artistas  y proclamados intelectuales, encabezados por Coco Fusco, de cuestionar la legalidad de su enjuiciamiento y tratar de victimizarlo en las redes sociales no persigue otra intención que atacar a Cuba y a su gobernabilidad. A ellos se han aliado nuestros tradicionales enemigos, incluidos terroristas como Saúl Ramón Sánchez Rizo y toda la calaña de mafiosos que lucran en la guerra mediática anticubana.
El respeto por los símbolos patrios es un asunto ético y no puede vulnerarse bajo el falso concepto de libertad de expresión, cuando se hiere la sensibilidad y el patriotismo de la gran mayoría de los ciudadanos. Por ello considero justa una sanción consecuente contra este personaje a tenor  a como lo establece no solo el Derecho Penal cubano, sino como es práctica en casi todas las naciones.
Está claro que el  mayor delito de Otero Alcántara es querer justificar el supuesto derecho de hacer un arte libre para promover la violación la institucionalidad.
La bandera es un símbolo preciado para todos, con independencia de las políticas y las ideologías. La misma encarna la herencia de patriotismo y los valores éticos que se transmiten de generación a generación. Aliarse al ofensor pone en duda el amor a la Patria y, manipular o tratar de justificar la afrenta con base a la detracción, hace a sus cómplices tan culpables como el transgresor.
Bonifacio Byrne estaría abochornado por este show que tratan de fabricar hoy los acólitos cuestionadores de nuestra defensa a nuestros símbolos patrios. Nuestro Martí y tantos mártires saldrían de sus tumbas para reclamar disculpas por la afrenta.
Muchos hechos pudieran servirle al señor Otero Alcántara de lección para respetar la sangre derramada por otros por defender esa bandera y la que han defendido otros en la historia edificante de sus naciones.
¿Debería aprender este señor del heroísmo de los estudiantes panameños masacrados por tropas norteamericanas el  9 de enero de 1964 cuando en marcha de reclamo intentaron poner su bandera en la zona del Canal exigiendo la soberanía de su nación sobre el mismo?
¿Debería aprender también del peruano  Alfonso Ugarte y Vernal quien durante la Guerra del Pacífico en 1880 se lanzó en un precipicio tratando de salvar su bandera del enemigo? ¿También le serviría de ejemplo la niña boliviana Genoveva Ríos defendiendo a su bandera de la invasión chilena a Antofagasta en febrero de 1789?
Cuba tiene el derecho legítimo de juzgar a este provocador. Aclaro que nuestro país no es Estados Unidos y aquí no es válida la Primera Enmienda que permite todo tipo de disparatadas acciones contra los símbolos patrios. Es por eso que me pregunto, al citar algunos ejemplos: ¿No saben sus defensores que en Argentina, de acuerdo con el artículo 222 de los Delitos contra la Seguridad de la Nación se indica que las penas por ultrajar públicamente la bandera, el escudo o el himno patrio o los emblemas de una provincia argentina, serán desde uno a cuatro años de prisión?
Mi postura es de claro repudio a las acciones de este señor, el reclamo de una justa condena por sus actos y la condena a aquellos que tratan de convertirlo en un fallido Robín Hood, poniendo por encima del respeto a la Patria una dudosa y cuestionable libertad de expresión.

martes, 3 de marzo de 2020

Los autores del criminal atentado al vapor La Coubre tienen nombres y apellidos


La misteriosa explosión del buque francés La Coubre, ocurrida el 4 de marzo de 1960, sigue siendo aún un misterio, no porque no se conozcan las causas que la provocaron y quiénes tuvieron que ver en el criminal hecho, específicamente elementos organizados y dirigidos por la Central de Inteligencia de los Estados Unidos de América, sino por el  sospechoso comportamiento de las autoridades norteamericanas de negarse a desclasificar la información que posee sobre el mismo. Ese mutismo oficial se ha mantenido durante casi cinco décadas, junto a una reticencia  férrea a desclasificar las informaciones relacionadas con el caso, tal como pudo comprobarse apenas hace unos días, cuando los propios Archivos Nacionales de Seguridad pertenecientes a la Universidad George Washington, reconocieron la imposibilidad de acceder a información federal al respecto.
La participación de la CIA en el atentado al vapor La Coubre está sustentada por evidencias y sospechosas declaraciones públicas de varios contrarrevolucionarios de origen cubano y otros funcionarios, servidores de la Agencia, quienes han reconocido la disposición norteamericana de evitar que la naciente Revolución Cubana adquiriera armas y otros medios defensivos, precisamente cuando la administración de Ike Eisenhower preparaba una sistemática agresión contra la Isla, que sería  retomada sin escrúpulos por su sucesor John F. Kennedy.
Por otra parte, la CIA se encargó de abastecer a los nacientes grupúsculos terroristas contrarrevolucionarios con cantidades incontables de armas y explosivos, a la par que se encomendó directamente de la preparación de teams de infiltración en varios campamentos y centros militares estadounidenses, así como en el adiestramiento de expertos en atentados y explosivos dentro de la masa seleccionada de lumpen, sicarios, batistianos y burgueses desplazados por la Revolución, que huyeron en desbandada hacia EE UU luego del triunfo del primero de enero de 1959.
Los sofisticados medios incendiarios y explosivos, así como armas de todo tipo, sirvieron de medios de muerte contra el pueblo cubano, a la par que crearon una oleada de hechos terroristas. Baste enumerar algunos de estos sucesos, ocurridos solo en marzo de 1960, para comprender la magnitud de la escalada anticubana organizada por la CIA:
• 1ro de marzo: Fueron incendiadas plantaciones de caña en los centrales "Delicias" ("Antonio Guiteras") y "Chaparra" ("Jesús Menéndez"), ambos de Las Tunas y "Washington" ("George Washington"), en el municipio Santo Domingo, Las Villas, al arrojar sobre ellos material incendiario un avión procedente de Estados Unidos
• 4 de marzo: Producido un incendio en el edificio de la tienda Sears en Marianao, por elementos terroristas.
• 4 de marzo: Fueron incendiadas 500 mil arrobas de caña en Aguada de Pasajeros, Cienfuegos, al lanzar, una avioneta procedente de Estados Unidos sobre ella "fósforo vivo".
• 4 de marzo: Estalla el vapor francés "LA COUBRE" en el puerto de La Habana, en los momentos en que se descargaban municiones traídas desde Bélgica, ocasionando 101 muertos, más de 200 heridos y numerosos desaparecidos. El costo es de 17’500,000.00
• 7 de marzo: Fueron incendiadas 250 mil arrobas de caña en la colonia Verbena, en San Cristóbal, Pinar del Río, al lanzar material inflamable una avioneta procedente de Estados Unidos.
• 8 de marzo: Fueron incendiadas 7 casas pertenecientes a campesinos en Aguada de Pasajeros, Cienfuegos, Las Villas, por elementos terroristas. El costo es de 31,200.00 pesos.
• 14 de marzo: Resultó muerto un campesino durante un incendio provocado por elementos terroristas en Pedro Betancourt, Matanzas.
• 17 de marzo: Fue incendiada una escuela rural en San Nicolás de Bari, La Habana, por elementos terroristas ocasionando daños a la instalación y útiles escolares. El costo es de 7,240.00 pesos.
• 18 de marzo: Fueron incendiadas más de 2 millones de arrobas de caña en la zona del Central "España" ("España Republicana") en el municipio Perico, Matanzas, por un avión procedente de Estados Unidos.
• 20 de marzo: Fueron incendiadas con "fósforo vivo" lanzado desde un avión procedente de Estados Unidos, las áreas del central "Chaparra" ("Jesús Menéndez"), en Las Tunas.
• 21 de marzo: Fueron provocados 7 incendios y quemadas 500 mil arrobas de caña en los cañaverales de los centrales "Australia", municipio Jagüey Grande y "Tinguaro" ("Sergio González"), municipio Colón, ambos en Matanzas y "Perseverancia" ("1ro. de Mayo"), municipio Aguada de Pasajeros, en Cienfuegos, Las Villas, por un avión procedente de los Estados Unidos.
• 30 de marzo: Fueron incendiadas plantaciones de caña en La Habana, por una avioneta procedente de Estados Unidos.
De todos estos hechos terroristas, la explosión del vapor La Coubre fue, sin lugar a dudas, el más significativo por sus penosas consecuencias: el vil asesinato de 101 personas, entre ellos seis marinos franceses, (el primer teniente François Artola, el timonel Jean Buron y los marineros Lucien Aloi, André Picard, Jean Gendron y Alain Moura), así como más de 200 heridos y lesionados, sin contar los daños materiales sufridos.
El crimen apunta hacia  La CIA.
Tal como ocurriría con el brutal atentado a una aeronave de Cubana de Aviación, acaecido el 6 de octubre de 1976, la administración norteamericana de turno y  las subsiguientes, trataron de camuflar la verdad comprometedora. Informes amarillentos y envejecidos por el tiempo descansan en alguna oficina de la CIA, bajo la tutela permanente de sus oficiales y directores. Sin embargo, estudiosos y expertos en el tema del terrorismo han logrado armar sólidas hipótesis que señalan con dedo acusador a la Agencia y a sus empleados contrarrevolucionarios de origen cubano radicados en esa nación. Gracias a ello, existen hoy varios hechos que levantan suspicacias sobre el rol de Estados Unidos y sus agencias en el sabotaje.
1)  El primero de ellos es que la administración norteamericana de Eisenhower estaba plenamente dedicada a desarrollar la más agresiva guerra sucia contra Cuba, encargando a la CIA, con Allan W. Dulles a la cabeza para cumplir tal cometido. Dulles encargó de estos planes a Joseph Caldwell King (J.C. King), quien era en ese entonces Jefe de la División del Hemisferio Occidental de la CIA y ya había comunicado a su Director, el 11 de diciembre de 1959, la “peligrosidad” de Cuba para EE UU y recomendó, a la vez,  la realización de planes para la eliminación física de Fidel Castro y otros dirigentes cubanos.
Por instrucciones directas de Dulles, el coronel CIA J.C. King, estableció contactos directos con numerosos contrarrevolucionarios proclives a participar en acciones violentas contra Cuba, ayudado por Howard Hunt, sobre todo con aquellos directamente vinculados a la recientemente derrocada dictadura de Fulgencio Batista, entre los que se destacaron Rolando Masferrer, Manuel Artime Buesa, líder del  Movimiento de Recuperación Revolucionaria (MRR);  José Ignacio Rasco, jefe del Movimiento Demócrata Cristiano (MDC), Aureliano Sánchez Arango, jefe de la triple A; Manuel “Tony” Varona, jefe de la Organización Auténtica;  Eladio del Valle; Justo Carrillo Hernández de la Organización Montecristi; así como una variada gama de políticos y esbirros.
Everett  Howard Hunt, quien falleció el 23 de enero de 2007, fue un activo oficial CIA de tenebroso historial, quien se unió a la CIA en 1949 en la División de Actividades Especiales. Fue jefe de la estación CIA en México en 1950. Fue uno de los co-autores del Plan PBSUCCESS, destinado a derrocar al gobierno democrático de Jacobo Árbenz  Guzmán en Guatemala en 1954. Posteriormente serviría a la Agencia en Japón y Uruguay.
Como organizador de los planes contrarrevolucionarios contra Cuba, se le relaciona con numerosas acciones terroristas, entre ellas la voladura del Vapor La Coubre, así como con la frustrada invasión de Playa Girón, cuyo fracaso marcó su declive dentro de la CIA. Sin embargo, Allan W. Dulles le extendió la mano y lo convirtió en su ayudante personal hasta la jubilación de éste. La suerte de Hunt lo llevaría posteriormente a servir directamente bajo las órdenes del ex presidente Richard Nixon, involucrándose en el sonado caso Watergate que le costó una condena de 33 meses de prisión por los delitos de robo, conspiración y encubrimiento.
Otro de los autores intelectuales de la voladura del vapor La Coubre, Joseph Caldwell King, llegó a escalar rápidamente en la CIA gracias a su pasado y varias influencias. Se graduó en la Academia Militar de EE.UU. en West Point en 1923 y laboró para poderosos monopolios vinculados a Nelson Rockefeller y para la firma Johnson & Johnson. Luego de su ingreso a la CIA, operó en varias naciones latinoamericanas como Argentina (1941-1945) y en Guatemala (1952-1953), involucrándose posteriormente en el golpe de estado contra el presidente brasileño Joao Goulart en 1964. En 1967 se retiró de la CIA, dejando el cargo de Jefe de la División del Hemisferio Occidental, regresando luego como consultor de la misma y haciéndose cargo de empresas fachadas de la Agencia.
Este organizador de contrarrevolucionarios, involucrado hasta los tuétanos en los planes terroristas contra Cuba, algunas veces usando el seudónimo de  Oliver G. Galbond, falleció en enero de 1977.
 Estimulado por el resultado obtenido con la voladura del vapor francés La Coubre, el vicepresidente Richard Nixon ordenó a  Allan Dulles implementar la llamada Operación 40, sobre la base de una orden presidencial de Eisenhower emitida a tal efecto el 17 de marzo de 1960, apenas 13 días después del atentado. Esta operación tenía como misión organizar, entrenar y equipar a contrarrevolucionarios de origen cubano. Previamente, en una ultra secreta reunión dirigida por Joseph Caldwell King, realizada el 9 de marzo de 1960, se abrían las puertas a esta famosa Operación 40, mediante la creación de un grupo de trabajo denominado con las siglas WH-4, a través del cual se implementaría el Plan de Operaciones Encubiertas para Cuba.
Aunque el vasto plan de subversión y terrorismo legalizado por la CIA abarcaba operaciones ultra secretas no limitadas solo a Cuba, ésta fue su centro principal de dirección, involucrando tanto a contrarrevolucionarios de origen cubano como a oficiales de la CIA de origen norteamericano.
Entre los más relevantes miembros de la Operación 40 se encontraban Félix Rodríguez Mendigutía, Luis Posada Carriles, Orlando Bosch, Rafael “Chi Chi” Quintero, Virgilio Paz Romero, Pedro Luis Diaz Lanz, Antonio Veciana Blanch, los hermanos Guillermo e Ignacio Novo Sampoll, José Dionisio Suárez Esquivel, José Basulto León, Pedro Luis Díaz Lanz, José Miguel Battle, Gaspar Jiménez Escobedo, Ricardo Morales Navarrete, Eugenio Rolando Martínez, Rolando Masferrer Rojas, Pedro Crispín Remón Rodríguez, Antonio Cuesta del Valle, Herminio Díaz García, Manuel Artime Buesa, Eduardo Arocena Pérez, Jorge Mas Canosa, Alberto Blanco Romariz, Jorge Robreño, Juan Manuel Salvat Roque, Andrés Nazario Sargent, Virgilio González, José Joaquín Sanjenis, Manuel Rodríguez Orcarberro, Alvin Ross Díaz, Eladio Ceferino del Valle y  otros muchos, hasta alcanzar la cifra de 86  operativos y oficiales.
Los oficiales CIA y otros mercenarios estadounidenses,  involucrados en el andamiaje subversivo y desestabilizador, incluían a William Harvey, Theodore Shackley, Thomas Clines, Porter Goss, Gerry Hemming, E. Howard Hunt, David Sánchez Morales, Carl E. Jenkins, Bernard L. Barker, John Roselli, Barry Seal, Edwin Wilson, Bernard Barker, Frank Sturgis (Frank Fiorini), Tosh Plumlee, y William C. Bishop (David Atlee Philips),  quienes pasaron a dirigir la actividad terrorista y subversiva del grupo.
Cualquiera de ellos, tanto los operativos CIA y sus oficiales, pudieron participar en la colocación de la carga explosiva dentro de La Coubre cuando la misma tocó puerto norteamericano antes de llegar al puerto habanero. Se conoce con precisión que La Coubre hizo escala en el puerto de Everglades, donde dejó una carga con destino a Miami y que en ese lugar abordarían otras personas norteamericanas para continuar  rumbo a Cuba y arribar el 2 de marzo. Sin embargo, debido al mal tiempo, La Coubre permaneció en puerto estadounidense dos días más de lo esperado, ocasión en que colocaron los explosivos, según una de las hipótesis más posibles y creíbles.
2) Otra posible hipótesis es la que involucró a tres norteamericanos en el atentado al vapor francés La Coubre, y que coloca igualmente a la CIA y a uno de sus grupos especiales como autores materiales del hecho terrorista.
La presencia de un norteamericano, uno de los únicos dos pasajeros en el navío, nombrado Donald Lee Chapman, quien desembarcó en Miami de forma dudosa y apresurada, puesto que se dirigía a Arkansas, antes de que el barco partiera hacia la Habana, levanta la sospecha de que fue él quien colocó los explosivos. Ausente del navío durante un tiempo, retornó al mismo y continuó viaje a la Habana.
Sin embargo, La Coubre había tocado anteriormente otro puerto norteamericano, el de  Newport News, Norfolk, Virginia, donde recibió el 18 de enero de 1960, apenas 44 días de anterioridad, una reparación en una de sus bodegas en el muelle 8 de dicho centro portuario. Fue allí, precisamente allí, donde se colocaron los explosivos que detonaron en día 4 de marzo.
 Volviendo al  supuesto fotógrafo, Donald Lee Chapman, sospechoso de haber participado o de conocer a los autores del hecho, éste  fue capturado de inmediato en la misma zona del desastre, pero La Embajada norteamericana en La Habana intercedió ante las autoridades para que Chapman fuera liberado. Otras presiones partieron desde EE UU, cuando dos congresistas del estado de Nebraska, de donde era originario,  presionaron al Departamento de Estado con vistas a que Cuba le liberara. Nunca más se supo de él, lo que hace presuponer que podría ser otra persona con una falsa identidad.
El otro sospechoso fue Jack Lee Evans, un norteamericano que arribó a Cuba en los primeros días de la Revolución y quien había participado en la guerra de Corea,  convirtiéndose  sorpresivamente en colaborador y supuesto guardaespaldas del agente de CIA William Alexander Morgan Ruderth, quien en 1958 se incorporó al II Frente del Escambray, dirigido por Eloy Gutiérrez Menoyo.  Evans, sin pensarlo dos veces, salió precipitadamente de Cuba hacia Miami, el 5 de marzo de 1960, con el supuesto encargo de su jefe de comprar semillas de algodón y maquinaria agrícola. Ya en Miami, especuló sobre los supuestos autores del atentado al vapor francés, empleando contradictorios y dudosos argumentos.
El diario The Miami Herald, en un artículo del 7 de marzo de 1960, recogió declaraciones de Evans en que éste acusa a un desconocido trabajador portuario cubano de colocar seis cartuchos de dinamita dentro del barco, durante las operaciones  de descarga.
Por otra parte, existe la hipótesis de que fue el propio Evans quien colocó medios incendiarios dentro del barco por órdenes de William Morgan, para sabotear el navío francés. Evans dijo haber visitado al vapor siniestrado en unión del traidor comandante del Ejército Rebelde varias horas antes de las explosiones, lo que fue negado por su jefe.
Por su parte, William Alexander Morgan, natural de  Cleveland, Ohio, con un oscuro historial de aventurero y desmovilizado hacía algunos años del US Army, fue  fusilado en Cuba, el 11 de marzo de 1961, casi un año después del sabotaje a La Coubre, por su participación en actividades y conspiraciones contrarrevolucionarias, así como por su probada pertenencia a la CIA.
Otros hechos enrarecieron el esclarecimiento de los hechos pero, a la vez, incriminaban a las autoridades norteamericanas  en el sabotaje: uno de ellos fue la inexistencia de comunicaciones oficiales entre la embajada norteamericana y el Departamento de Estado en esos días, así como que Cuba nunca tuvo acceso a los reportes de los buzos norteamericanos, contratados por la naviera francesa, para reflotar la embarcación siniestrada.
El vapor La Coubre: su viaje hacia la muerte
El vapor La Coubre había cargado diversas armas, explosivos y disímiles municiones en el puerto de Amberes, en Bélgica, con destino a Cuba, luego de haber tocado con anterioridad los puertos de Hamburgo y  Bremen con igual propósito. En total había recogido más de 3 mil bultos de explosivos diversos, medio millar de cajas de granadas y casi mil cajas de municiones. Completaría su carga en Amberes, luego de que el gobierno belga hiciera caso omiso a las presiones norteamericanas por impedir el envío. Esto ocurría a mediados del mes de febrero de 1960, cuando la Coubre transportaba 4310 toneladas de cargamento bruto, entre ellas 76 toneladas de armas, municiones  y explosivos con destino a Cuba.
Al punto haría una escala en el puerto de Los Everglades, en la Florida.
Ni los miembros de la tripulación, ni la masa de obreros portuarios que realizarían la descarga, imaginaron que exactamente a  las 3:10 de la tarde del 4 de marzo de 1960, La Coubre estallaría estruendosamente y que, treinta minutos después, sucedería una segunda explosión, cercenando ambas la vida de 101 personas.
 Luego de ser reflotada por buzos norteamericanos, quienes se llevaron las pruebas comprometedoras, La Coubre fue conducida a un dique seco. Reparada de sus daños, fue posteriormente incorporada a servicio activo por parte de la Compagnie Générale Transatlantique hasta 1972, siendo posteriormente vendida a una compañía naviera en Chipre y  rebautizado con el nombre de  Barbara.
Fidel en la despedida de las victimas
El golpe terrorista asestado contra la Revolución demostró que EE UU emplearía a partir de ese momento todos los medios a su alcance para derrotarla. En lugar de acobardar a los cubanos, el sabotaje a La Coubre contribuyó, paradójicamente, a la radicalización del proceso revolucionario y aglutinó aún más al pueblo cubano en torno a los líderes encabezados por Fidel.
Fue el propio Fidel quien declaró al día siguiente, durante la despedida de las víctimas de la criminal acción, quien expresó una histórica verdad: el dolor no amilanaría al pueblo, el dolor no lo haría rendirse. En tal sentido, expresó:
“Y eso ocurrió ayer. No es un invento de la fantasía; es una realidad que todo el pueblo presenció, es una realidad que hemos tenido que pagar con docenas de vidas valiosas; de hombres que cayeron cuando iban a salvar a sus compañeros, que dieron sus vidas tranquila y serenamente para salvar las vidas que estaban aprisionadas entre los hierros retorcidos de aquel barco, o entre los escombros de los edificios; de bomberos que avanzaban sin inmutarse a apagar edificaciones repletas de explosivos. Quien haya visto escenas como las de ayer, quien sepa de un pueblo tan digno y tan viril y tan generoso y tan honesto como el pueblo nuestro, tiene derecho a saber que es un pueblo que se defenderá de cualquier agresión”.
Y casi al concluir la despedida de los nuevos mártires de la Patria, Fidel lanzó la histórica sentencia que marcaría durante estas cinco décadas la resistencia de los cubanos ante sus enemigos:
“Y sin inmutarnos por las amenazas, sin inmutarnos por las maniobras, recordando que un día nosotros fuimos 12 hombres solamente y que, comparada aquella fuerza nuestra con la fuerza de la tiranía, nuestra fuerza era tan pequeña y tan insignificante, que nadie habría creído posible resistir; sin embargo, nosotros creíamos que resistíamos entonces, como creemos hoy que resistimos a cualquier agresión. Y no solo que sabremos resistir cualquier agresión, sino que sabremos vencer cualquier agresión, y que nuevamente no tendríamos otra disyuntiva que aquella con que iniciamos la lucha revolucionaria: la de la libertad o la muerte. Solo que ahora libertad quiere decir algo más todavía: libertad quiere decir Patria. Y la disyuntiva nuestra sería: ¡Patria o Muerte! [...]”
05/03/2010