He sacado del archivo este artículo cuya vigencia, aunque a muchos nos
cuente entenderlo es totalmente sólida. En el contexto actual —tan similar al
sucedido en la pasada década de los 90— la amenaza terrorista contra Cuba
cobra aún más credibilidad, aunque entiéndase que nuestros enemigos usarían
nuevas técnicas y métodos a tenor con el desarrollo de las tecnologías de la
guerra irregular y las comunicaciones. Sirva este artículo para alertar, tomar
conciencia de los potenciales peligros y a defendernos ante estas potenciales
amenazas.
Junto a las diversas formas tradicionales de terrorismo empleado por la
CIA y nuestros enemigos, en la que no se descarta el terrorismo mediático, el
ciberterrorismo, la guerra biológica y
otras nuevas formas más atemperadas a nuestros tiempos, tengo la plena
seguridad de la mala intención que hoy hace necesario tener conciencia del
peligro, lo que implica realizar estudios de vulnerabilidad, modelaciones y
otras actividades de enfrentamiento tanto en la frontera como en la
retaguardia. El hombre será nuestra principal garantía de nuestra seguridad.
Termoeléctricas,
refinerías y hoteles: principales objetivos del terrorismo anticubano durante
la última década
El objetivo
estratégico y supremo de las acciones terroristas de la mafia anticubana
radicada en Miami, ha sido deponer por cualquier vía al gobierno cubano. Desde
el cabildeo político para supeditar la política norteamericana a un
enfrentamiento constante a la Revolución y ejercer contra ella las más
disímiles presiones — entiéndase leyes como la Ley asesina de Ajuste Cubano, la
Ley Torricelli y la Ley Helms Burton—, hasta tratar de aislarla
internacionalmente, han sido sus actividades públicas permanentes. En ese
accionar, ha tenido un rol protagónico la Fundación Nacional Cubano Americana
(FNCA).
Sin embargo, no todo
ha sido labor política, falsas acusaciones o "siembra" de una
traidora quinta columna dentro de la Isla. Para lograr esos fines, la mafia
contrarrevolucionaria acudió también a la violencia, al sabotaje y a planes continuados
de asesinato. La oleada terrorista contra Cuba, ejecutada con la anuencia del
gobierno norteamericano, provocó nada menos que la pérdida de 3 478 vidas
humanas, heridas e incapacidad a cerca de 2 099 personas y cuantiosos
daños materiales.
Estas cifras, que
expongo a continuación, caracterizan el recrudecimiento del terrorismo contra
Cuba en la última década:
Se organizaron 16
planes de atentado contra el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Igualmente, se
prepararon 8 planes de atentado contra otras figuras de la Revolución.
Se planificaron,
organizaron y ejecutaron alrededor de 108 planes terroristas contra Cuba. Al
respecto, cabe significar que la labor de la Contrainteligencia y la
Inteligencia cubanas impidieron o desestimularon una parte significativa de los
mismos. Cabe a los Cinco Héroes Cubanos detenidos injustamente en EE UU un
valioso aporte en este sentido.
La incitación a la
desobediencia social contra el gobierno llegó a límites sorprendentes: sólo en
un mes — entre el 26 de enero y el 25 de febrero de 1993— , las emisoras
contrarrevolucionarias realizaron:
20 llamados a atentar
contra la persona de Fidel.
100 exhortaciones a
realizar sabotajes contra instalaciones y objetivos económicos.
124 llamamientos a
miembros del MININT y de las Fuerzas Armadas para insubordinarse contra el
gobierno de la Isla.
471 incitaciones a
efectuar propaganda contra la dirección del país y el sistema socialista.
Dentro de estos
objetivos tácticos inmediatos, el centro de los ataques violentos y de la
preparación de ulteriores sabotajes, lo representó la economía cubana, lógico
soporte del sistema político y social establecido en Cuba.
¿Por qué se
priorizaron, pues, los ataques terroristas contra objetivos económicos a partir
de 1990?
¿Qué planes se
llevaron a cabo para destruir la economía nacional?
¿Qué modalidades
asumió ese criminal terrorismo contra Cuba?
Las respuestas a
estas preguntas las encontrará el lector en el presente artículo, teniendo en
cuenta que estuve directamente involucrado en muchas de estas actividades dada
mi condición de agente de la Seguridad cubana, a la par que he estudiado
detenidamente dicho fenómeno.
¿Por qué la economía
cubana era un objetivo del terrorismo en los primeros años de los noventa?
Indudablemente, el
inicio de la década de los años noventa representó para Cuba un poderoso desafío
para sobrevivir. El derrocamiento del campo socialista, la desaparición de la
URSS y otros fenómenos vinculados a la economía mundial, fueron los factores
externos que provocaron el desencadenamiento de la crisis económica cubana en
los años noventa. De repente, la Isla se encontró con las siguientes
dificultades:
Pérdida de sus
exportaciones a la URSS, las que representaban el 59.9% del total de lo que la
Isla exportaba hacia el exterior.
Pérdida de las
importaciones establecidas con este país, que alcanzaban el 68% de lo que Cuba
importaba en 1989.
Caída acumulada del
PIB, entre 1990-93, en un 39%.
Déficit comercial
externo.
Desaparición de
créditos blandos y la exclusiva posibilidad de obtener capital a corto plazo y
con altas tasas de interés.
Paralización de las
inversiones.
Semiparalización de
la industria nacional por falta de materias primas y combustible, llegando a
emplearse sólo entre el 10% y el 15% en el año 1993.
Caída del consumo
total en un 27% como resultado de la contracción de la oferta de bienes y
servicios, ya que la producción decreció en un 54,3%.
Brusca caída del
salario real entre 1990 y 1993, lo que conlleva al incremento de las
necesidades insatisfechas de la población —la circulación mercantil minorista
decreció de 9 354,2 (1989) a 6 897 (1993), en lo referido a ventas de
mercancías y alimentación pública—.
Como es de suponer,
la economía cubana era un objetivo demasiado vulnerable por parte del
terrorismo, con el fin de precipitar la caída de la Revolución en esos
momentos, agudizar la difícil situación del país y fomentar el descontento
social.
Aunque inicialmente
la mafia terrorista de Miami planificó sus acciones contra instalaciones
turísticas con el propósito de presentar al mundo un clima interno de
oposición, cuando se adoptan varias medidas por parte del Gobierno
Revolucionario para salir de la crisis, cambian sus percepciones y agudizan su
accionar.
Basta destacar
algunas de las medidas adoptadas por Cuba para reducir los desequilibrios
económicos existentes, de ajuste y estabilización monetaria, y alcanzar una
mayor eficiencia económica, para comprender cómo se focalizan los objetivos
inmediatos del terrorismo contra Cuba.
Algunas de estas
medidas, adoptadas a partir de 1994, fueron:
Apertura al capital
extranjero.
Desarrollo del
turismo como motor impulsor del desarrollo económico ulterior.
Ley de Inversión
Extranjera.
Obviamente, la mafia
terrorista anticubana definió sus objetivos de una forma más precisa:
Atentar contra
instalaciones turísticas, no sólo ya para "asustar" turistas, sino
para afectar la principal fuente de recursos para el país.
Atentar contra
instalaciones económicas que jugaran un papel clave para el desarrollo
económico, tales como termoeléctricas, refinerías, centrales azucareros y
sembradíos de caña.
Búsqueda de
información sobre empresas creadas con capital extranjero no sólo para ejercer
presiones sobre los inversores foráneos, sino para ejecutar acciones
terroristas contra las mismas.
Búsqueda de información
sobre la situación del abastecimiento de piezas de repuesto de la industria
azucarera, industria básica y otros objetivos económicos.
Estudios de
vulnerabilidad y situacionales —mediante el empleo del GPS— de una diversidad
de objetivos económicos, sociales y políticos.
El terrorismo contra
las instalaciones termoeléctricas cubanas:
La industria
eléctrica cubana acumuló un crecimiento de cerca del 300% a inicios de la
década de los noventa con respecto a 1958. Sobre todo, en la década de los 60,
se habían realizado grandes inversiones para lograr el aumento de la capacidad
de generación. Nuevas termoeléctricas surgieron en ese período. Para 1991 se
había logrado generar la cantidad de 13,163 GW/h, aportando las termoeléctricas
casi un 89% del total de electricidad generado en esa fecha.
Por ello,
desarticular el sistema eléctrico nacional se convirtió en un objetivo
priorizado por parte de la mafia terrorista de Miami. Con ello se lograría,
desde luego, paralizar la producción y los servicios, así como casi todos los
aspectos de la vida nacional.
A grandes rasgos,
casi todos los planes terroristas se encaminaron a sabotear o preparar
condiciones para ejecutar ulteriormente acciones violentas contra las
principales termoeléctricas del país: la Antonio Guiteras (Matanzas), Carlos
Manuel de Céspedes (Cienfuegos), Máximo Gómez (Mariel), Tallapiedra (Ciudad de
La Habana) y Santa cruz del Norte (provincia de La Habana), fueron centro de su
atención.
Algunos de estos intentos,
evidencian dicha afirmación:
- En el año 1993, el
ciudadano cubano Manuel Inda Ramos fue reclutado por Luis Zúñiga Rey, personero
de la FNCA, con vistas a que microlocalizara objetivos económicos en la zona
industrial de la ciudad de Matanzas. Posteriormente, atentaría contra estos
objetivos, entre los que se encontraba la termoeléctrica Antonio Guiteras.
- En el primer
semestre del año 1994, la FNCA me orientó a través de Pepe Hernández, su
presidente, así como mediante Alfredo Domingo Otero, realizar los marcajes de
varias termoeléctricas del país, usando diferentes aparatos GPS. Entre los
objetivos seleccionados estaban las de Matanzas, Cienfuegos, Mariel y Santa
Cruz del Norte. El propósito estaba claro: posteriormente usarían esa
información para emplear medios sofisticados teledirigidos para provocar la
destrucción de las mismas.
El propio Presidente
de la FNCA también me orientó hacer estudios detallados sobre la posibilidad de
atacar a la termoeléctrica Antonio Guiteras desde el mar o de infiltrar
terroristas con explosivos por esta vía. Todavía recuerdo cada detalle de mis
encuentros con Pepe y su insistencia por averiguar también sobre la
factibilidad de usar hombres ranas para introducirse en la Guiteras y colocar
explosivos allí.
En otra ocasión, fue
Arnaldo Monzón Plascencia, directivo de la FNCA, el que me insistió sobre
realizar estudios sobre la termoeléctrica cienfueguera. Me dio cierta cantidad
de dinero y me presionó para que filmara cada detalle de la instalación desde
la bahía. Estaba seleccionada, sin lugar a dudas, como otro objetivo de sus
planes siniestros.
Apenas dos años
después, en octubre de 1996, varios terroristas agrupados en la organización
Brigada 2506 —José Miró Torres, Gustavo C. Ponzoa Álvarez, Eduardo Ferrer
González y Oscar Zacarías Lima Córdoba—, decidieron emplear las informaciones a
disposición de la FNCA y recibiendo apoyo logístico y financiero por parte de
ésta: lanzarían mini aviones teledirigidos, cargados de explosivos, contra
varios objetivos entre los que se encontraban las termoeléctricas de Mariel,
Tallapiedra y Santa Cruz del Norte.
Para mí —por supuesto
también para mis oficiales—, no fue una sorpresa conocer de estos planes. Siempre
estuvo claro que los marcajes y micro localizaciones mediante satélites, serían
empleados en cualquier momento para efectuar actos terroristas. Por ello,
siempre cuidamos de colocar un margen de error aceptable en los mismos.
¿Se imagina el lector
cuáles habrían sido las consecuencias de estos actos?
¿Qué le hubiera
pasado a un país que perdiera de pronto su producción de electricidad, máxime
en un momento de crisis económica aguda?
¿Qué consecuencias
hubiera traído para Cuba perder, en consecuencia, la posibilidad de mantener
funcionando las pocas industrias que trabajaban en esos momentos?
No hace falta mayor
comentario al respecto. Cualquiera puede entenderlo con facilidad.
Por suerte, todos
estos planes fueron neutralizados a tiempo.
Las refinerías
cubanas, otro objetivo del terrorismo.
La mafia terrorista
de Miami le prestó también especial atención a todo lo relacionado con el
abastecimiento de petróleo y a la posibilidad de sabotear las principales
refinerías del país.
El 2 de abril de
1993, fue ametrallado el buque tanque Mykonos, de bandera maltesa y que contaba
tanto con tripulación cubana como chipriota. Esta acción fue realizada solo a 7
millas de la ciudad de Matanzas. El ejecutor de ese vandálico ataque fue el
autotitulado Ejército Armado Secreto, encabezado por el Chino Aquit, nada más y
menos que uno de los terroristas fotografiados junto al Presidente
norteamericano el 20 de mayo del año pasado.
El propósito de esta
acción terrorista era asustar a las compañías y países que trasladaran petróleo
a Cuba y, evidentemente, estrangular también a la economía cubana por esta vía.
En mi caso, recibí
orientaciones de Alfredo Domingo Otero en relación con realizar estudios de las
refinerías Ñico López (Ciudad de La Habana) y la de Cienfuegos. Estos estudios
consistieron en la micro localización de ambos objetivos, su filmación y
detección de vulnerabilidad. Era evidente, por tanto, que las mismas estaban en
la mira del terrorismo anticubano y no importaba ni tan siquiera la vida de las
centenas de trabajadores ocupados en ellas.
Recuerdo los momentos
en que también filmé y entregué a los jefes de la FNCA varios casetes
conteniendo imágenes de dichas instalaciones. En ellos aparecían decenas de
obreros que desconocían los tenebrosos planes de la mafia de Miami.
Como puede apreciar,
amigo lector, a partir de estos planes, Cuba estaría condenada a no sobrevivir.
Por suerte, todos estos planes macabros también fueron desarticulados y
neutralizados a tiempo.
Hoteles y otras
instalaciones turísticas: los más conocidos objetivos del terrorismo.
Tanto en mi libro
Confesiones de Fraile, como en el reciente artículo titulado Objetivo: cabaret
Tropicana, examino al detalle el interés de la mafia terrorista por terminar
con el turismo en la Isla.
Un sucinto examen de
estos planes y acciones terroristas puede demostrar el propósito de acabar con
la actividad económica a la cual apostó la dirección del país como locomotora
para salir de la crisis económica.
Como ya señalé al
principio del artículo, la percepción de dañar la economía nacional por esta
vía cobra mayor fuerza a partir de que la FNCA participa en estas actividades
terroristas a partir de 1993. Esto no quiere decir que, con anterioridad, no
hayan existido otros planes y no se hayan realizado ataques violentos contra
instalaciones del turismo. Veamos algunos de ellos:
- (7 de octubre de
1992) Se lleva a cabo un ataque contra el hotel Meliá Varadero por parte de un
team de la organización Comandos L.
- (2 de septiembre de
1993) Fue detenido el ciudadano mexicano Marcelo García Rubalcava, residente en
los Estados Unidos y asociado a la organización contrarrevolucionaria Alpha-66.
Venía con el propósito de atentar contra instalaciones turísticas.
- Tres ataques al
hotel Guitart Cayo Coco (11 de marzo de 1994) (6 de octubre de 1994) (20 de
mayo de 1995). Por parte de terroristas de Alpha 66.
La incorporación de
la FNCA al terrorismo contra Cuba, partiendo de sus ilimitadas fuentes de
financiamiento y la experiencia subversiva de varios de sus dirigentes, provoca
un arreciamiento de las actividades violentas contra el turismo en Cuba. Vendrá
entonces la oleada terrorista de los años 1996 y 1997, la cual provocó que
explotaran varias de las 31 bombas colocadas en hoteles e instalaciones
turísticas:
· Colocación de una
bomba en un hotel de Varadero por parte de Santos Armando Martínez Rueda y José
Enrique Ramírez Oro, residentes en los Estados Unidos. El artefacto explosivo,
compuesto por 138 gramos de C-4, fue desactivado por especialistas cubanos. Ambas
personas fueron entrenadas por Alfredo Domingo Otero, mi jefe inmediato en la
FNCA, y —al ser capturados— portaban el mismo teléfono celular que utilicé en
mi labor como agente de esa organización.
· (12 de abril de
1997) Explosiona una bomba en una discoteca del Hotel Meliá Cohiba, en Ciudad
de La Habana. Contenía 600 gramos de C-4 y milagrosamente no causó víctimas
humanas. Fue colocada por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· Se encuentra una
bomba en el piso 15 del Meliá Cohiba, conteniendo 401 gramos de explosivo C-4.
Fue colocada también por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· (12 de julio de
1997) Explotan dos artefactos en los hoteles Capri y Nacional. Ambos fueron
colocados por el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León.
· (4 de agosto de 1997)
Explota una bomba en el lobby del hotel Meliá Cohiba, la que contenía TNT y
exógeno (RDX). Fue colocada por el salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena.
· (22 de agosto de
1997) Explota una bomba cerca del lobby bar del Hotel Sol Palmeras, en Varadero.
Fue colocada por los guatemaltecos Jorge Venancio Ruíz y Marlon Antonio
González.
· (4 de septiembre de
1997) Explotan bombas en los hoteles Copacabana, Tritón y Chateau Miramar, así
como el famoso restaurante conocido como Bodeguita del Medio.
Otros artefactos
fueron detectados a tiempo o sus portadores capturados apenas penetraron en el
territorio nacional.
En mi caso
particular, como ya fue denunciado públicamente, me correspondió el triste, y a
la vez honroso papel, de haber estado involucrado en dos planes violentos:
· El primero fue un
intento frustrado de introducir, vía marítima, 4 artefactos explosivos y 8
cápsulas de fósforo vivo, en diciembre de 1993.
· El segundo fue el
conocido plan de volar Tropicana con una bomba de 450 gramos de C-4. La otra
bomba la colocaría en hoteles de Varadero o Ciudad de La Habana. Fueron
directivos de la FNCA los que me reclutaron para tal fin, ofreciéndome dinero y
contactándome con Luis Posada Carriles para que me entrenara.
El sagrado derecho de Cuba a defenderse:
Como usted ha podido
apreciar, amigo lector, este artículo reseña sólo una parte de los planes
terroristas en esta década.
No hay dudas de que
la debilitada economía cubana se convirtió en objetivo de estos planes, pues la
mafia agresiva de Miami contaba que se lograría provocar la caída de la
Revolución.
Por suerte,
estuvieron hombres dignos en este frente de combate, en las propias entrañas
del monstruo.
Al conocer sobre
estos planes y sobre la apatía del gobierno norteamericano por impedirlos, ¿no
le parece a usted que era necesaria la presencia de René, Antonio, Fernando,
Gerardo y Ramón en Miami?
Ciro Bianchi Ross lo
dijo con claridad en el prólogo a mi libro Confesiones de Fraile:
"Ojos y oídos
de Cuba en la Florida fue Percy Francisco Alvarado Godoy, el autor de este
libro. Ojos y oídos de Cuba en la Florida fueron Antonio, Fernando, René,
Gerardo y Ramón. La ineludible necesidad de Cuba de mantenerse vigilante frente
a la creciente hostilidad y beligerancia de los grupos anticubanos asentados en
los Estados Unidos, se evidencia en estas confesiones de Fraile sobre su labor
dentro del ala terrorista de la Fundación Nacional Cubano-Americana. Para
defender a Cuba y a su pueblo de la virulencia de estos grupos trabajaron
también, en silencio y heroicamente, en los Estados Unidos, Antonio, Fernando,
René, Gerardo y Ramón. Así lo reconocieron con valentía ante el tribunal que
los sentenció. No actuaron por dinero ni por rencor, ni en el ánimo de ninguno
de ellos cobró vida la idea de dañar al pueblo norteamericano. Jamás, con su
actuación, pusieron en peligro la seguridad nacional de los Estados
Unidos."
Percy Francisco
Alvarado Godoy
Aparecido
originalmente en el periódico Granma
el de junio de 2003