lunes, 9 de marzo de 2020

¿Es posible la realización de acciones terroristas contra Cuba en las condiciones actuales?


He sacado del archivo este artículo cuya vigencia, aunque a muchos nos cuente entenderlo es totalmente sólida. En el contexto actual —tan similar al sucedido en la pasada década de los 90­— la amenaza terrorista contra Cuba cobra aún más credibilidad, aunque entiéndase que nuestros enemigos usarían nuevas técnicas y métodos a tenor con el desarrollo de las tecnologías de la guerra irregular y las comunicaciones. Sirva este artículo para alertar, tomar conciencia de los potenciales peligros y a defendernos ante estas potenciales amenazas.
Junto a las diversas formas tradicionales de terrorismo empleado por la CIA y nuestros enemigos, en la que no se descarta el terrorismo mediático, el ciberterrorismo, la guerra biológica  y otras nuevas formas más atemperadas a nuestros tiempos, tengo la plena seguridad de la mala intención que hoy hace necesario tener conciencia del peligro, lo que implica realizar estudios de vulnerabilidad, modelaciones y otras actividades de enfrentamiento tanto en la frontera como en la retaguardia. El hombre será nuestra principal garantía de nuestra seguridad.
Termoeléctricas, refinerías y hoteles: principales objetivos del terrorismo anticubano durante la última década
El objetivo estratégico y supremo de las acciones terroristas de la mafia anticubana radicada en Miami, ha sido deponer por cualquier vía al gobierno cubano. Desde el cabildeo político para supeditar la política norteamericana a un enfrentamiento constante a la Revolución y ejercer contra ella las más disímiles presiones — entiéndase leyes como la Ley asesina de Ajuste Cubano, la Ley Torricelli y la Ley Helms Burton—, hasta tratar de aislarla internacionalmente, han sido sus actividades públicas permanentes. En ese accionar, ha tenido un rol protagónico la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA).
Sin embargo, no todo ha sido labor política, falsas acusaciones o "siembra" de una traidora quinta columna dentro de la Isla. Para lograr esos fines, la mafia contrarrevolucionaria acudió también a la violencia, al sabotaje y a planes continuados de asesinato. La oleada terrorista contra Cuba, ejecutada con la anuencia del gobierno norteamericano, provocó nada menos que la pérdida de 3 478 vidas humanas, heridas e incapacidad a cerca de 2 099 personas y cuantiosos daños materiales.
Estas cifras, que expongo a continuación, caracterizan el recrudecimiento del terrorismo contra Cuba en la última década:
Se organizaron 16 planes de atentado contra el Comandante en Jefe Fidel Castro.
Igualmente, se prepararon 8 planes de atentado contra otras figuras de la Revolución.
Se planificaron, organizaron y ejecutaron alrededor de 108 planes terroristas contra Cuba. Al respecto, cabe significar que la labor de la Contrainteligencia y la Inteligencia cubanas impidieron o desestimularon una parte significativa de los mismos. Cabe a los Cinco Héroes Cubanos detenidos injustamente en EE UU un valioso aporte en este sentido.
La incitación a la desobediencia social contra el gobierno llegó a límites sorprendentes: sólo en un mes — entre el 26 de enero y el 25 de febrero de 1993— , las emisoras contrarrevolucionarias realizaron:
20 llamados a atentar contra la persona de Fidel.
100 exhortaciones a realizar sabotajes contra instalaciones y objetivos económicos.
124 llamamientos a miembros del MININT y de las Fuerzas Armadas para insubordinarse contra el gobierno de la Isla.
471 incitaciones a efectuar propaganda contra la dirección del país y el sistema socialista.
Dentro de estos objetivos tácticos inmediatos, el centro de los ataques violentos y de la preparación de ulteriores sabotajes, lo representó la economía cubana, lógico soporte del sistema político y social establecido en Cuba.
¿Por qué se priorizaron, pues, los ataques terroristas contra objetivos económicos a partir de 1990?
¿Qué planes se llevaron a cabo para destruir la economía nacional?
¿Qué modalidades asumió ese criminal terrorismo contra Cuba?
Las respuestas a estas preguntas las encontrará el lector en el presente artículo, teniendo en cuenta que estuve directamente involucrado en muchas de estas actividades dada mi condición de agente de la Seguridad cubana, a la par que he estudiado detenidamente dicho fenómeno.
¿Por qué la economía cubana era un objetivo del terrorismo en los primeros años de los noventa?
Indudablemente, el inicio de la década de los años noventa representó para Cuba un poderoso desafío para sobrevivir. El derrocamiento del campo socialista, la desaparición de la URSS y otros fenómenos vinculados a la economía mundial, fueron los factores externos que provocaron el desencadenamiento de la crisis económica cubana en los años noventa. De repente, la Isla se encontró con las siguientes dificultades:
Pérdida de sus exportaciones a la URSS, las que representaban el 59.9% del total de lo que la Isla exportaba hacia el exterior.
Pérdida de las importaciones establecidas con este país, que alcanzaban el 68% de lo que Cuba importaba en 1989.
Caída acumulada del PIB, entre 1990-93, en un 39%.
Déficit comercial externo.
Desaparición de créditos blandos y la exclusiva posibilidad de obtener capital a corto plazo y con altas tasas de interés.
Paralización de las inversiones.
Semiparalización de la industria nacional por falta de materias primas y combustible, llegando a emplearse sólo entre el 10% y el 15% en el año 1993.
Caída del consumo total en un 27% como resultado de la contracción de la oferta de bienes y servicios, ya que la producción decreció en un 54,3%.
Brusca caída del salario real entre 1990 y 1993, lo que conlleva al incremento de las necesidades insatisfechas de la población —la circulación mercantil minorista decreció de 9 354,2 (1989) a 6 897 (1993), en lo referido a ventas de mercancías y alimentación pública—.
Como es de suponer, la economía cubana era un objetivo demasiado vulnerable por parte del terrorismo, con el fin de precipitar la caída de la Revolución en esos momentos, agudizar la difícil situación del país y fomentar el descontento social.
Aunque inicialmente la mafia terrorista de Miami planificó sus acciones contra instalaciones turísticas con el propósito de presentar al mundo un clima interno de oposición, cuando se adoptan varias medidas por parte del Gobierno Revolucionario para salir de la crisis, cambian sus percepciones y agudizan su accionar.
Basta destacar algunas de las medidas adoptadas por Cuba para reducir los desequilibrios económicos existentes, de ajuste y estabilización monetaria, y alcanzar una mayor eficiencia económica, para comprender cómo se focalizan los objetivos inmediatos del terrorismo contra Cuba.
Algunas de estas medidas, adoptadas a partir de 1994, fueron:
Apertura al capital extranjero.
Desarrollo del turismo como motor impulsor del desarrollo económico ulterior.
Ley de Inversión Extranjera.
Obviamente, la mafia terrorista anticubana definió sus objetivos de una forma más precisa:
Atentar contra instalaciones turísticas, no sólo ya para "asustar" turistas, sino para afectar la principal fuente de recursos para el país.
Atentar contra instalaciones económicas que jugaran un papel clave para el desarrollo económico, tales como termoeléctricas, refinerías, centrales azucareros y sembradíos de caña.
Búsqueda de información sobre empresas creadas con capital extranjero no sólo para ejercer presiones sobre los inversores foráneos, sino para ejecutar acciones terroristas contra las mismas.
Búsqueda de información sobre la situación del abastecimiento de piezas de repuesto de la industria azucarera, industria básica y otros objetivos económicos.
Estudios de vulnerabilidad y situacionales —mediante el empleo del GPS— de una diversidad de objetivos económicos, sociales y políticos.
El terrorismo contra las instalaciones termoeléctricas cubanas:
La industria eléctrica cubana acumuló un crecimiento de cerca del 300% a inicios de la década de los noventa con respecto a 1958. Sobre todo, en la década de los 60, se habían realizado grandes inversiones para lograr el aumento de la capacidad de generación. Nuevas termoeléctricas surgieron en ese período. Para 1991 se había logrado generar la cantidad de 13,163 GW/h, aportando las termoeléctricas casi un 89% del total de electricidad generado en esa fecha.
Por ello, desarticular el sistema eléctrico nacional se convirtió en un objetivo priorizado por parte de la mafia terrorista de Miami. Con ello se lograría, desde luego, paralizar la producción y los servicios, así como casi todos los aspectos de la vida nacional.
A grandes rasgos, casi todos los planes terroristas se encaminaron a sabotear o preparar condiciones para ejecutar ulteriormente acciones violentas contra las principales termoeléctricas del país: la Antonio Guiteras (Matanzas), Carlos Manuel de Céspedes (Cienfuegos), Máximo Gómez (Mariel), Tallapiedra (Ciudad de La Habana) y Santa cruz del Norte (provincia de La Habana), fueron centro de su atención.
Algunos de estos intentos, evidencian dicha afirmación:
- En el año 1993, el ciudadano cubano Manuel Inda Ramos fue reclutado por Luis Zúñiga Rey, personero de la FNCA, con vistas a que microlocalizara objetivos económicos en la zona industrial de la ciudad de Matanzas. Posteriormente, atentaría contra estos objetivos, entre los que se encontraba la termoeléctrica Antonio Guiteras.
- En el primer semestre del año 1994, la FNCA me orientó a través de Pepe Hernández, su presidente, así como mediante Alfredo Domingo Otero, realizar los marcajes de varias termoeléctricas del país, usando diferentes aparatos GPS. Entre los objetivos seleccionados estaban las de Matanzas, Cienfuegos, Mariel y Santa Cruz del Norte. El propósito estaba claro: posteriormente usarían esa información para emplear medios sofisticados teledirigidos para provocar la destrucción de las mismas.
El propio Presidente de la FNCA también me orientó hacer estudios detallados sobre la posibilidad de atacar a la termoeléctrica Antonio Guiteras desde el mar o de infiltrar terroristas con explosivos por esta vía. Todavía recuerdo cada detalle de mis encuentros con Pepe y su insistencia por averiguar también sobre la factibilidad de usar hombres ranas para introducirse en la Guiteras y colocar explosivos allí.
En otra ocasión, fue Arnaldo Monzón Plascencia, directivo de la FNCA, el que me insistió sobre realizar estudios sobre la termoeléctrica cienfueguera. Me dio cierta cantidad de dinero y me presionó para que filmara cada detalle de la instalación desde la bahía. Estaba seleccionada, sin lugar a dudas, como otro objetivo de sus planes siniestros.
Apenas dos años después, en octubre de 1996, varios terroristas agrupados en la organización Brigada 2506 —José Miró Torres, Gustavo C. Ponzoa Álvarez, Eduardo Ferrer González y Oscar Zacarías Lima Córdoba—, decidieron emplear las informaciones a disposición de la FNCA y recibiendo apoyo logístico y financiero por parte de ésta: lanzarían mini aviones teledirigidos, cargados de explosivos, contra varios objetivos entre los que se encontraban las termoeléctricas de Mariel, Tallapiedra y Santa Cruz del Norte.
Para mí —por supuesto también para mis oficiales—, no fue una sorpresa conocer de estos planes. Siempre estuvo claro que los marcajes y micro localizaciones mediante satélites, serían empleados en cualquier momento para efectuar actos terroristas. Por ello, siempre cuidamos de colocar un margen de error aceptable en los mismos.
¿Se imagina el lector cuáles habrían sido las consecuencias de estos actos?
¿Qué le hubiera pasado a un país que perdiera de pronto su producción de electricidad, máxime en un momento de crisis económica aguda?
¿Qué consecuencias hubiera traído para Cuba perder, en consecuencia, la posibilidad de mantener funcionando las pocas industrias que trabajaban en esos momentos?
No hace falta mayor comentario al respecto. Cualquiera puede entenderlo con facilidad.
Por suerte, todos estos planes fueron neutralizados a tiempo.
Las refinerías cubanas, otro objetivo del terrorismo.
La mafia terrorista de Miami le prestó también especial atención a todo lo relacionado con el abastecimiento de petróleo y a la posibilidad de sabotear las principales refinerías del país.
El 2 de abril de 1993, fue ametrallado el buque tanque Mykonos, de bandera maltesa y que contaba tanto con tripulación cubana como chipriota. Esta acción fue realizada solo a 7 millas de la ciudad de Matanzas. El ejecutor de ese vandálico ataque fue el autotitulado Ejército Armado Secreto, encabezado por el Chino Aquit, nada más y menos que uno de los terroristas fotografiados junto al Presidente norteamericano el 20 de mayo del año pasado.
El propósito de esta acción terrorista era asustar a las compañías y países que trasladaran petróleo a Cuba y, evidentemente, estrangular también a la economía cubana por esta vía.
En mi caso, recibí orientaciones de Alfredo Domingo Otero en relación con realizar estudios de las refinerías Ñico López (Ciudad de La Habana) y la de Cienfuegos. Estos estudios consistieron en la micro localización de ambos objetivos, su filmación y detección de vulnerabilidad. Era evidente, por tanto, que las mismas estaban en la mira del terrorismo anticubano y no importaba ni tan siquiera la vida de las centenas de trabajadores ocupados en ellas.
Recuerdo los momentos en que también filmé y entregué a los jefes de la FNCA varios casetes conteniendo imágenes de dichas instalaciones. En ellos aparecían decenas de obreros que desconocían los tenebrosos planes de la mafia de Miami.
Como puede apreciar, amigo lector, a partir de estos planes, Cuba estaría condenada a no sobrevivir. Por suerte, todos estos planes macabros también fueron desarticulados y neutralizados a tiempo.
Hoteles y otras instalaciones turísticas: los más conocidos objetivos del terrorismo.
Tanto en mi libro Confesiones de Fraile, como en el reciente artículo titulado Objetivo: cabaret Tropicana, examino al detalle el interés de la mafia terrorista por terminar con el turismo en la Isla.
Un sucinto examen de estos planes y acciones terroristas puede demostrar el propósito de acabar con la actividad económica a la cual apostó la dirección del país como locomotora para salir de la crisis económica.
Como ya señalé al principio del artículo, la percepción de dañar la economía nacional por esta vía cobra mayor fuerza a partir de que la FNCA participa en estas actividades terroristas a partir de 1993. Esto no quiere decir que, con anterioridad, no hayan existido otros planes y no se hayan realizado ataques violentos contra instalaciones del turismo. Veamos algunos de ellos:
- (7 de octubre de 1992) Se lleva a cabo un ataque contra el hotel Meliá Varadero por parte de un team de la organización Comandos L.
- (2 de septiembre de 1993) Fue detenido el ciudadano mexicano Marcelo García Rubalcava, residente en los Estados Unidos y asociado a la organización contrarrevolucionaria Alpha-66. Venía con el propósito de atentar contra instalaciones turísticas.
- Tres ataques al hotel Guitart Cayo Coco (11 de marzo de 1994) (6 de octubre de 1994) (20 de mayo de 1995). Por parte de terroristas de Alpha 66.
La incorporación de la FNCA al terrorismo contra Cuba, partiendo de sus ilimitadas fuentes de financiamiento y la experiencia subversiva de varios de sus dirigentes, provoca un arreciamiento de las actividades violentas contra el turismo en Cuba. Vendrá entonces la oleada terrorista de los años 1996 y 1997, la cual provocó que explotaran varias de las 31 bombas colocadas en hoteles e instalaciones turísticas:
· Colocación de una bomba en un hotel de Varadero por parte de Santos Armando Martínez Rueda y José Enrique Ramírez Oro, residentes en los Estados Unidos. El artefacto explosivo, compuesto por 138 gramos de C-4, fue desactivado por especialistas cubanos. Ambas personas fueron entrenadas por Alfredo Domingo Otero, mi jefe inmediato en la FNCA, y —al ser capturados— portaban el mismo teléfono celular que utilicé en mi labor como agente de esa organización.
· (12 de abril de 1997) Explosiona una bomba en una discoteca del Hotel Meliá Cohiba, en Ciudad de La Habana. Contenía 600 gramos de C-4 y milagrosamente no causó víctimas humanas. Fue colocada por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· Se encuentra una bomba en el piso 15 del Meliá Cohiba, conteniendo 401 gramos de explosivo C-4. Fue colocada también por el salvadoreño Francisco Chávez Abarca.
· (12 de julio de 1997) Explotan dos artefactos en los hoteles Capri y Nacional. Ambos fueron colocados por el salvadoreño Raúl Ernesto Cruz León.
· (4 de agosto de 1997) Explota una bomba en el lobby del hotel Meliá Cohiba, la que contenía TNT y exógeno (RDX). Fue colocada por el salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena.
· (22 de agosto de 1997) Explota una bomba cerca del lobby bar del Hotel Sol Palmeras, en Varadero. Fue colocada por los guatemaltecos Jorge Venancio Ruíz y Marlon Antonio González.
· (4 de septiembre de 1997) Explotan bombas en los hoteles Copacabana, Tritón y Chateau Miramar, así como el famoso restaurante conocido como Bodeguita del Medio.
Otros artefactos fueron detectados a tiempo o sus portadores capturados apenas penetraron en el territorio nacional.
En mi caso particular, como ya fue denunciado públicamente, me correspondió el triste, y a la vez honroso papel, de haber estado involucrado en dos planes violentos:
· El primero fue un intento frustrado de introducir, vía marítima, 4 artefactos explosivos y 8 cápsulas de fósforo vivo, en diciembre de 1993.
· El segundo fue el conocido plan de volar Tropicana con una bomba de 450 gramos de C-4. La otra bomba la colocaría en hoteles de Varadero o Ciudad de La Habana. Fueron directivos de la FNCA los que me reclutaron para tal fin, ofreciéndome dinero y contactándome con Luis Posada Carriles para que me entrenara.
El sagrado derecho de Cuba a defenderse:
Como usted ha podido apreciar, amigo lector, este artículo reseña sólo una parte de los planes terroristas en esta década.
No hay dudas de que la debilitada economía cubana se convirtió en objetivo de estos planes, pues la mafia agresiva de Miami contaba que se lograría provocar la caída de la Revolución.
Por suerte, estuvieron hombres dignos en este frente de combate, en las propias entrañas del monstruo.
Al conocer sobre estos planes y sobre la apatía del gobierno norteamericano por impedirlos, ¿no le parece a usted que era necesaria la presencia de René, Antonio, Fernando, Gerardo y Ramón en Miami?
Ciro Bianchi Ross lo dijo con claridad en el prólogo a mi libro Confesiones de Fraile:
"Ojos y oídos de Cuba en la Florida fue Percy Francisco Alvarado Godoy, el autor de este libro. Ojos y oídos de Cuba en la Florida fueron Antonio, Fernando, René, Gerardo y Ramón. La ineludible necesidad de Cuba de mantenerse vigilante frente a la creciente hostilidad y beligerancia de los grupos anticubanos asentados en los Estados Unidos, se evidencia en estas confesiones de Fraile sobre su labor dentro del ala terrorista de la Fundación Nacional Cubano-Americana. Para defender a Cuba y a su pueblo de la virulencia de estos grupos trabajaron también, en silencio y heroicamente, en los Estados Unidos, Antonio, Fernando, René, Gerardo y Ramón. Así lo reconocieron con valentía ante el tribunal que los sentenció. No actuaron por dinero ni por rencor, ni en el ánimo de ninguno de ellos cobró vida la idea de dañar al pueblo norteamericano. Jamás, con su actuación, pusieron en peligro la seguridad nacional de los Estados Unidos."
Percy Francisco Alvarado Godoy
Aparecido originalmente en el periódico Granma el  de junio de 2003

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