miércoles, 21 de marzo de 2012

Cuando la intolerancia dice, no.


Como era de esperarse, apenas se dio a conocer la noticia de que la jueza Joan Lenard había autorizado el viaje de René González Sehwerert a Cuba, con la finalidad de visitar a su hermano Roberto, afectado por un cáncer terminal, la ultra reaccionaria senadora  Ileana Ros-Lehtinen, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes, presionó al Departamento de Justicia, para lograr el  rechazo a esta decisión de la jueza. Malabarista de la mentira y la confabulación, la cavernícola amiga de las causas más injustas y condenables, acudió a toda una serie de macanros subterfugios para evitar este acto de lógico humanismo.


La posición de Ros-Lehtinen muestra su total desprecio por la vida humana, por la solidaridad entre los hombres, enceguecida ella por un visceral odio a Cuba. No le importó un día ser la artífice de las injustas condenas recibidas por nuestros Cinco Héroes. Hoy, con total bestialismo, quiere cebarse en el dolor de una familia cubana, que mucho ha soportado ya el peso de las injusticias.

Ella, sin embargo, no está sola en esta macabra presión sobre las autoridades norteamericanas. Como un coro indolente, se le han sumados las voces de criminales y terroristas, de asesinos y difamadores. Una de esas voces, la del Consejo por la Libertad de Cuba (CLC), grupúsculo que aglutina a sádicos criminales como Roberto Martín Pérez, Luis Zúñiga Rey, Horacio Salvador García Cordero, Ninoska Pérez Castellón y otros de su misma calaña, dijo sin recato: "Es vergonzoso que la Administración de Obama no entienda el nefasto resultado de hacer concesiones a regímenes totalitarios que se encuentran en la lista del Departamento de Estado por auspiciar el terrorismo". 

¿Serán descarados estos señores? ¿Hasta dónde tienen la capacidad moral de hablar sobre terrorismo y condenarlo, cuando ellos han lucrado y se han involucrado en actividades violentas contra Cuba? ¿Se habrán olvidado, acaso, Zúñiga y Horacio S. Cordero, que ellos me contrataron para realizar planes terroristas contra el pueblo cubano, sin importarles los daños que se causaran?

El odio del CLC hacia René es expresión insana de su odio a Cuba. 

Condicionar el viaje de René a la Habana al cese de una inexistente represión en Cuba es una sucia maniobra para impedir que pueda ver a su hermano moribundo y es, a la vez, una clara muestra de su carencia de valores éticos y humanos, de su desapego a la sensibilidad y a la justicia. 

Aún más ambiguo e hipócrita fue otro terrorista, Ramón Saúl Sánchez Rizo, jefe del provocador Movimiento Democracia. Aunque quiso vanamente condolerse con la situación de René, sacó su veneno al destacar posibles riesgos para Estados Unidos si el mismo visita a Cuba. Llega al cinismo de solicitar que sea Roberto, quien se encuentra encamado y padeciendo una penosa enfermedad, quien viajara a Miami para ver a René. Esa sucia propuesta, cínica y perversa, no difiere en nada de las posiciones recalcitrante de Ileana Ros-Lehtinen y del CLC, aunque su malicia es aún superior.


Toda una falaz campaña se ha montado desde hace tiempo, desde el momento mismo en que René fue liberado bajo supervisión, condenado a permanecer lejos de su familia e imposibilitado de reencontrarse con su esposa y de poder asistir a la boda de su hija. Decenas de contrarrevolucionarios han usado la blogósfera a su servicio para atacarle y denigrarle, tal como se hace reiteradamente en el grupo de Facebook " René Gonzalez debe terminar su condena en Estados Unidos", cuyo link es: 

http://www.facebook.com/groups/228330997220410/ 

Quienes hemos tenido el enorme privilegio de conocer a esa valiente familia, verla crecerse ante la injusticia y la adversidad, ante el odio desmedido de la mafia miamense  y la incongruencia de una justicia corrupta, tenemos la esperanza de que René logre pisar, aunque sea por dos semanas, el suelo de la Patria.

René, como hombre probo y pletórico de orgullo, cumplirá al pie de la letra las condiciones onerosas que se le impongan, y regresará, sin un ápice de debilidad, a la injusta condena que le ha tocado inmerecidamente cumplir. Quienes duden de ello, no conocen la hombría y el compromiso de los hijos de esta hermosa tierra cubana.

¿Haría lo mismo Alan P. Gross, en el caso de que Cuba le autorizara visitar a su madre?


Percy Francisco Alvarado Godoy


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