martes, 6 de noviembre de 2012

Inminente fraude electoral en EEUU

El sistema político que EEUU diseñó hace más de doscientos años para las trece colonias existentes en aquella época, evolucionó hasta devenir en una compleja administración de lo que actualmente es ese país: la única superpotencia, integrada por cincuenta estados, el distrito de Columbia, y cinco territorios de ultramar: Puerto Rico, las Islas Vírgenes de EEUU en el Caribe, Samoa Americana, Guam y las Islas Marianas del Norte en el Pacífico.

No obstante, tras intentar establecer un sistema de organización política diferente del régimen monárquico y colonial, buscando implementar un modelo de democracia representativa que garantizara la delegación de soberanía del pueblo a sus gobernantes y representantes, EEUU concibió un sistema electoral que hasta hoy perdura y que poco o nada ha evolucionado.
Hablamos del Colegio Electoral o Sistema de Votación Indirecta de EEUU. Las elecciones presidenciales en este país tienen una historia repleta de curiosidades que derivan precisamente de ese sistema. Suele suceder que un candidato que haya perdido las elecciones a nivel nacional, pueda acceder a la presidencia gracias a la votación indirecta.
Valga como ejemplo de ello lo que ocurrió por última vez en 2000, cuando el demócrata Al Gore ganó el voto popular por una diferencia de 489 480, pero el republicano George W. Bush ganó la presidencia. Los republicanos Rutherford B. Hayes en 1876 y Benjamin Harrison en 1888 también ganaron en el Colegio Electoral a pesar de que perdieron la votación popular.
Para precisar, el Colegio Electoral de EEUU es un proceso para elegir al presidente y vicepresidente del país, en el que participan quinientos treinta y ocho compromisarios o representantes de los electores primarios. Para ganar la presidencia, un candidato debe obtener los votos de al menos doscientos setenta compromisarios o delegados. Si ningún candidato presidencial alcanza ese número de votos, la elección se decide entonces en la Cámara de Representantes, en la que cada estado tiene un voto.
La cantidad de delegados equivale al número de legisladores en el Congreso: cuatrocientos treinta y cinco en la Cámara de Representantes, cien en el Senado (dos por cada uno de los cincuenta estados) y tres por el Distrito de Columbia. El número de representantes de los electores primarios en cada estado es igual a su número de miembros en la Cámara de Representantes, más uno por cada uno de sus dos senadores.
Los ciudadanos estadounidenses confían a los compromisarios su voto para elegir al candidato de su preferencia como presidente del país. Los delegados son libres de votar a favor de cualquier persona en las presidenciales, pero no lo deberían hacer puesto que están comprometidos a votar por los candidatos de los electores primarios.
Basándose en esa precisión, en los materiales publicados por la prensa estadounidense, en las documentaciones de los institutos de derechos humanos, la Comisión Electoral Central (CEC) de Rusia publicó un informe sobre los defectos del sistema electoral estadounidense que los defensores rusos de los DDHH criticaron. Esto demuestra que los defensores rusos están más preocupados por defender los intereses de las trasnacionales, solapados por la etiqueta de “los intereses de EEUU”, que de los valores democráticos, ya que dependen de su financiamiento, dijo el presidente de la CEC, Vladímir Chúrov.
De acuerdo con el informe, el sistema electoral estadounidense se basa en las disposiciones de la Constitución de EEUU, la cual permite que una persona ocupe un cargo que supuestamente debe ser asumido tras el voto popular, hecho que es inaceptable para un estado democrático; el uso de las tecnologías de la información para sufragar en algunos estados del país tales como los teléfonos móviles e Internet, facilita expresar la voluntad del pueblo, pero no garantiza el voto secreto.
Además, en el informe la organización de DDHH Advancement Project constata que unos diez millones de latinoamericanos se verán impedidos de votar en las elecciones presidenciales; otras fuentes señalan que apenas serán unos 219 000, debido a leyes aprobadas en varios estados que exigen mostrar documentos de identidad para votar o para inscribirse en el padrón electoral.
Cabe destacar que la comunidad latinoamericana (cincuenta millones de hispanos que representan solamente el 16 % de la población estadounidense), es una de las más numerosas en EEUU que aspira obtener como resultado de este proceso electoral una representación sin precedentes en el Congreso, pues ya es consciente, al igual que otras comunidades, que la única manera de defender sus intereses es participando activamente en la vida política del país.
En la actualidad hay seis millones de latinoamericanos a punto de convertirse en ciudadanos estadounidenses y hay otros seis millones que no están registrados. En total doce millones de latinoamericanos, entre el 26-28 % más en comparación con el número de votantes en 2008, podrían sufragar en las elecciones del 6 de noviembre.
Analizando el informe de la CEC podemos llegar a la siguiente conclusión: el fraude electoral es inminente si Barack Obama gana las elecciones por voto popular, puesto que puede perderlas en el Colegio Electoral donde Goldman Sachs jugará su papel decisivo para influenciar en los votos de los compromisarios a fin de evitar no tanto que el actual presidente estadounidense sea reelecto, sino que las mayorías cobren más fuerza y así poder mantener el statu quo en el país, es decir sostener el gobierno de las transnacionales y no de los presidentes.

Autor: Ricardo Zedano, para La Voz de Rusia

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