lunes, 19 de agosto de 2013

Fuerza Aérea USAF traslada drogas



 

Como si se tratase de un déjà vu, el aterrizaje en Miami de un Boeing C-17 de la Fuerza Aérea Estadounidense con casi 24 toneladas de droga, pudiera retraer, al menos en la forma, al escándalo Irán–Contra, teniendo en consideración que ha sido Centroamérica, nuevamente, el punto de partida para este tipo de entregas, y que hoy tiene como protagonista a Costa Rica.Hasta el momento ha sido confirmado que la nave involucrada es un Boeing C-17 proveniente de la base Dover ubicada en el estado de Delaware (EEUU), que aterrizó en el Aeropuerto Internacional Daniel Oduber Quiroz, situado en la provincia de Guanacaste, lugar donde se efectuó el transbordo de los contenedores cargados de cocaína.

El acontecimiento, ocurrido el 27 julio de 2013, ha tomado relevancia luego que algunos medios y diputados opositores costarricenses calificaran el hecho como poco transparente, generando así nuevas preguntas sobre las formas legales que permitieron tal movilización.

Según el Diario de Las Américas, el Organismo de Investigación Judicial de Costa Rica (OIJ), fue el responsable del secretismo en colaboración con la Drug Enforcement Administration (DEA), asociación que levantó sospechas entre algunos políticos centroamericanos que consideran improcedentes este tipo de entregas.

 UN CASO EXTRAÑO

José María Villalta, senador del Frente Amplio, fue enfático al afirmar que el ingreso del avión no había sido autorizado por la Asamblea Legislativa, tal como debe proceder de acuerdo a las leyes de ese país. “Estamos investigando al Gobierno por lo que pasó, porque no hay ninguna ley que regule la exportación de droga. Es una situación inédita que ingrese un avión del Ejército estadounidense”, concluyó el dirigente de izquierda.

Entre tanto, Carmen Muñoz, comunicadora, política y activista costarricense, indicó que Francisco Segura, director del OIJ, había admitido tal acción como su error. Sin embargo, Gustavo Mata, subdirector de esa misma institución, argumentó que la decisión de permitir el ingreso y posterior salida de la nave, fue tomada en vista de la incapacidad del país en materia de incineración de drogas, pese a que previamente habían estado capacitados para destruir 300 kg por hora, lo que está generando serias interrogantes acerca de el papel de EEUU en tareas propias de los estados en materia de narcóticos.

EL FANTASMA IRÁN-CONTRA

La caída del dictador Anastasio Somoza en 1979, después de la entrada triunfal de los sandinistas a Managua, marcó un punto de inflexión entre Estados Unidos y Nicaragua, dadas las tensiones propias de la Guerra Fría. No obstante, el accionar del Gobierno norteamericano terminó siendo menos frontal de lo previsto, optando por brindar apoyo secreto a los grupos de guardias desmovilizados que serían conocidos, más adelante, como la “Contra nicaragüense”.

El apoyo externo a la contrarrevolución, promovido por el presidente Ronald Reagan, fue financiado, básicamente, por tres vías: la CIA, el tráfico de armas a Irán y el tráfico de drogas. Este engranaje contó con una participación fundamental de los grupos anticastristas de Miami que, en ocasiones, eran los encargados de recibir los estupefacientes en el estado de Florida.

Otro de los benefactores de la guerra en contra del Ejército Popular Sandinista fue el Cartel de Medellín. La organización criminal colombiana proporcionó millones de dólares en efectivo y armas, a cambio de facilidades para introducir toneladas de cocaína en EEUU. Al mismo tiempo, lograron establecer en Centroamérica un importante y estratégico corredor de narcóticos que aún permanece.

Los actores del escándalo Irán-Contra aún están en el tablero, y las motivaciones político-económicas que estimularon la búsqueda desesperada de financiamiento –para frenar a la izquierda− hoy están más vigentes que nunca. Por eso, resulta curioso que Costa Rica haya prestado de nuevo su espacio aéreo y que el destino de la carga sea Miami. La versión del Gobierno costarricense es que las 25 toneladas de droga fueron destruidas en suelo americano. Mientras, los signos que coinciden parecen hilar en otras explicaciones.

JUAN PABLO LOERA/ CIUDAD CCS

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