Foto: EPA
Y
es que, pocos esperaban que alguien de los servicios secretos
norteamericanos fuera a aseverar que el futuro más probable de Siria sin
Asad no será un Estado democrático, estructurado según los cánones
occidentales, sino más bien el epicentro del terrorismo islámico
internacional. Algunos medios de difusión se apresuraron a definir la
declaración de Morell de “clarividencia”. Sin embargo, ¿cabe
apresurarse? Y es que la experiencia de las observaciones de la
cooperación de EEUU con sus terroristas y rebeldes “títeres” induce a
poner en tela de juicio la sinceridad de la inquietud expresada por
Michael Morell.
Peter
Koenig, execonomista del Banco Internacional, quien dedicó muchos años
al estudio de los métodos de manipulación de los medios de comunicación,
empleados por las estructuras políticas y financieras occidentales,
comentaba así para La Voz de Rusia las declaraciones del subdirector de la CIA:
—Si
tomamos en cuenta el contexto de esta “confesión” salta a la vista la
mentira que entraña. Pues, la CIA controla secretamente, y dirige, la
mayor operación en el mundo de suministro de armas de Libia a Siria. La
oposición siria recibe armamento moderno a través de Turquía, de
Emiratos Árabes, de Qatar y de otros Estados del golfo. Ello supone el
arma que sea, solo que no de EEUU para ocultar las fuentes de suministro
y de financiamiento.
Es
evidente que EEUU se empeña a su vez en convencer a la comunidad
internacional de que combate el terrorismo aunque, en los hechos, lo
financia y se ocupa de su pertrechamiento técnico.
Peter
Koenig añade que la “revelación de Morell” dista de ser el primer caso
en que las autoridades de EEUU han debido reconocer que sus coqueteos
con organizaciones terroristas han conducido a resultados deplorables:
—La exsecretaria norteamericana de Estado Hillary Clinton en
un arrebato de sinceridad reconoció en 2011 algo que la BBC había ya
declarado hacía muchos años, a saber, que EEUU había creado Al Qaeda
para ayudar a combatir la Unión Soviética en Afganistán. Sin embargo, Al
Qaeda había escapado de todo control, control que había que
restablecer, concluía la diplomática.
Aquello
llevó a una situación paradójica y contradictoria. Por ejemplo, EEUU
respaldó la operación militar de sus marionetas francesas contra los
hombres de Al Qaeda en Malí, a la vez que el Pentágono armaba y apoyaba a
la oposición siria, integrada en su mayoría por miembros de Al Qaeda
contratados por la CIA.
Peter
Koenig plantea que todas las acciones de EEUU encajan en la concepción
del denominado “Nuevo Siglo Norteamericano”, muy entrañable para
Washington, al margen de la militancia partidista:
—La declaración de Michael Morell, recogida por The Wall Street Journal,
constituye un intento más de confundir y de distraer la atención
mundial de los planes de EEUU para derrocar a Asad. Según el proyecto
del “Nuevo Siglo Norteamericano” cuyo cumplimiento está llegando a su
término, prácticamente, Siria debe caer, al igual que Irán,
independientemente de los argumentos y de las conversaciones. La única
manera de salvar a los pueblos de Siria y de Irán consiste en la
injerencia de Rusia y, posiblemente, de China. Tal intervención puede
provocar el colapso de todo el proyecto norteamericano. Las acciones
poderosas y consecuentes de estos dos países, y lo que sería mejor aún,
de toda la comunidad del grupo BRICS pueden, muy rápidamente, destruir
hasta los cimientos y planes expansionistas de EEUU sin una sola gota de
sangre.
En
realidad, ¿qué sentido tiene prestar atención a declaraciones de espías
norteamericanos, en busca de sinceridad y de “clarividencias” que
simplemente no pueden existir? Los países del BRICS pueden dar a
entender a EEUU que la cantidad de sus bonos del tesoro, comprados por
China, Rusia, la India, Brasil y Sudáfrica podría disminuir bruscamente
si Washington no cesa la política del “terrorismo dirigido” y del “caos
controlado”. Tal perspectiva infausta inducirá sin falta a los líderes
norteamericanos a pensar en las consecuencias de sus acciones. EEUU no
puede darse el lujo de estropear las relaciones con sus acreedores
extranjeros principales. Si Washington no reacciona a la diplomacia y a
las normas del derecho internacional, ¿valdría quizás la pena aplicarle
medidas económicas?
sb/sk/sm
Nota: Las opiniones expresadas por el autor no necesariamente coinciden con los puntos de vista de la redacción de La Voz de Rusia.
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