En Honduras, el 24 de noviembre se realizarán las primeras elecciones
desde los comicios ilegítimos celebrados tras el golpe de Estado de hace
cuatro años. Si las elecciones se desarrollan limpiamente, una mujer
ganaría la presidencia por vez primera, y con ello se habría acabado la
letanía de más de 100 años de bipartidismo en el gobierno.
Xiomara Castro –señalada por todos los sondeos como la próxima
mandataria– es esposa de Manuel Zelaya, quien fuera presidente de
Honduras desde 2006 hasta el 28 de junio de 2009, cuando fue secuestrado
en su domicilio por militares encapuchados, obligado a subir a un avión
y enviado a punta de pistola a Costa Rica.
Aquel golpe de Estado fue el perfecto coto que las élites burguesas y
políticas, las fuerzas armadas y los Estados Unidos idearon para atajar
las medidas –contrarias a sus intereses– que estaba aplicando Manuel
Zelaya. Aparentemente, el desencadenante del golpe de Estado fue una
consulta en la que se preguntaría a los ciudadanos su conformidad o no
con agregar una cuarta urna en las elecciones de 2009, para decidir
sobre una Asamblea Nacional Constituyente.
Se apunta a aquella consulta popular como el detonante de la asonada
cívico-militar, pero ya Zelaya había estado “regando pólvora” desde
mucho antes. Así, conforme iba pasando el tiempo de legislatura, el
presidente hondureño del partido Liberal, en lugar de afianzar las
políticas neoliberales y conservadoras de gobiernos precedentes (como
uno que yo conozco que empieza con H), iba girando cada vez más hacia la
izquierda.
Se opuso al proyecto de ley del Congreso que buscaba prohibir la píldora
del día siguiente. Firmó acuerdos para impedir la explotación minera a
cielo abierto. Se apoyaron medios de comunicación locales –además de
crearse medios estatales– para diversificar la oferta informativa
manejada por un oligopolio. Se incrementó en un 62% el sueldo mínimo, a
pesar de que los grandes empresarios se opusieron tajantemente. Zelaya
se negó a comprar, en muchas ocasiones, los excedentes de liquidez que
los bancos hondureños venden tradicionalmente al gobierno. Así, obligó a
los bancos a reducir el interés de los préstamos al por mayor del 18%
al 12%, beneficiando especialmente a los pequeños y medianos
empresarios.
Promovió diversos mecanismos para reducir el precio de los combustibles,
si bien las transnacionales siempre obstaculizaron sus proyectos.
Finalmente, modificó la fórmula que determina el precio de combustibles,
contrayendo las ganancias de las transnacionales para reducir el precio
final del consumidor. Honduras se incorporó en 2008 a PETROCARIBE, de
titularidad venezolana, por lo que compraría petróleo con importantes
facilidades de pago. Aquel mismo año se unió al ALBA, organización de
colaboración entre países de Sudamérica y el Caribe, impulsada
inicialmente por Venezuela y Cuba. Paralelamente, el gobierno mandó a
hacer un estudio para realizar exploraciones petrolíferas en el caribe
hondureño (lugar donde históricamente se conoce la existencia de
significativas reservas de crudo). Tras el informe, que sería entregado
en agosto de 2009 (el golpe se ejecutó dos meses antes de su
presentación), se iniciaría una licitación que posiblemente iría a manos
de empresas petroleras brasileñas o venezolanas, y no a empresas
estadounidenses –hecho particularmente cáustico debido al contexto de
crisis de precios de los combustibles–. Posteriormente, el propio
presidente Zelaya manifestó que la cercanía a la fecha de publicación
del informe habría sido una de las causas del golpe.
Y es que parece que las “hermanitas de la caridad” –es decir, EEUU– no
veían con buenos ojos todos estos “paseos fuera del redil” que iba dando
Zelaya. Una decisión que también les molestó mucho, según revelaron
unos cables de Wikileaks, fue la intención de cambiar a uso comercial
una de las bases militares estadounidenses afincadas en Honduras, la
base de Palmerola.
Fue precisamente a esta base aérea norteamericana hacia donde los
militares trasladaron al expresidente Zelaya, justo después de sacarlo
de su casa en pijama el 28 de junio de 2009. Desde Palmerola, Zelaya fue
expatriado a Costa Rica. Un golpe más se había consumado en nuestra
región. Parece que, una vez más, las “hermanitas de la caridad” echaron
una mano.
Francesca Emanuele
Tomado de http://diario16.pe
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