sábado, 20 de junio de 2015

El mal congénito de Estados Unidos



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En el edificio del Gobierno de Carolina del Sur, Estado en el que tuvo lugar la matanza racista del miércoles, ayer ondeaba la bandera de la Confederación (la de los Estados sureños). No estaba a media asta, como símbolo de homenaje y duelo ante el asesinato de nueve de sus ciudadanos, por lo que los medios estadounidenses que repararon en ello no sólo se indignaron sino que se preguntaron también por qué en dicho edificio oficial no estaba izada la bandera de Carolina del Sur sino la insignia con que el propio asesino –que quería comenzar una guerra racial– posaba orgulloso en alguna de sus fotos de Facebook, pues «la confederada» es vista como la bandera de la supremacía blanca y la segregación. «Que Estados Unidos tenga un presidente negro no significa que haya superado el racismo. Ha progresado muchísimo en los últimos 50 años, no hay duda, pero las tensiones raciales aún no han desaparecido y siguen existiendo los estereotipos», explica a LA RAZÓN Sean McEwee, investigador en Demos, organización estadounidense por la igualdad.

De hecho, McEwee apunta a que desde que el presidente Barack Obama llegó al poder a finales de 2008 algunas voces blancas, conservadoras y principalmente de los primeros siete estados secesionados (los de la bandera), creen que los negros tienen demasiada influencia en Washington y en los círculos de poder, en suma, «que están tomando el país». «En un estudio de la Universidad de Alabama se deja de manifiesto que compartir el aumento a nivel estatal del número de afroamericanos en la Cámara de Representantes llevó consigo un aumento de acciones de grupos de odio blancos».

Un hecho que también sorprende es la juventud del perpetrador de la matanza de Charleston: Dylann Roof con sólo 21 años sostiene un ideario y un léxico más propio de finales del S.XIX, del ilegalizado Ku Klux Klan. «No debe pensarse que por ser joven no se tengan prejuicios racistas. Un tercio de los de su generación piensa que los negros no son tan trabajadores como los blancos; también un tercio de la juventud blanca estadounidense admite que los negros no son tan inteligentes como los blancos», asevera el investigador de Demos. Son muchos los factores que generan que un ciudadano estadounidense sea más o menos racista. «El Estado en el que te hayas criado (si se es de uno de los siete ex estados confederados hay una diferencia de 10 a 15 puntos); la educación causa un efecto importante: si no se ha ido a la universidad, se tienen 20 puntos más de percepción negativa sobre los afroamericanos; otro factor muy potente es ser conservador: 25 puntos de diferencia».

Durante los últimos tres años, la brecha racial en EE UU ha quedado retratada por el excesivo uso de la fuerza por parte de policías blancos cuando el sospechoso (o no) es negro. Según datos del Comité para la Eliminación de Discriminación Racial de la ONU, en EE UU los afroamericanos mueren siete veces más por arma de fuego que los blancos.


E. S. Sieteiglesias. 

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