La manera en que el
Servicio Secreto y otras agencias norteamericanas están manejando el caso
criminal contra Alexander Alazo, el tirador contra la embajada cubana en
Washington la pasada madrugada del jueves 30
de abril, levanta serias suspicacias. La constante filtración de
información a los medios sin que medie una declaración seria de manera oficial
confirma la intención de manipular el estado de opinión de los ciudadanos y
vender la fraudulenta historia de que fue producto de un ser actuando bajo un estado
psicótico y desequilibrado. Una cortina de humo se está levantando sobre este
hecho.
La parte afectada,
Cuba, no ha recibido detalles sobre dicho sujeto y los móviles reales de la
ofensa criminal.
Por mi parte creo dos
cosas importantes: todo huele a una operación negra de alguna agencia de
inteligencia USA o de grupos remanentes de la mafia terrorista cuyo pasado
delictivo se concentra en más de una decena de organizaciones terroristas cuyo
desempeño criminal se extendió desde el mismo 1959 y alcanzó auge en las
décadas del 60, 70, 80 y los 90 del siglo pasado. No obstante, también existe
la posibilidad de que esta acción sea el resultado de la fuerte manipulación
anticubana en las redes sociales que alcanza niveles asombrosos en los últimos
años, incitando al odio hacia Cuba y su gobernabilidad. Es tan similar y nada
diferente de la labor hecha por los grupos islámicos como el ISIS en las redes
sociales, lanzando convocatorias a la violencia y a acciones de tipo
terrorista. Es un retroceso del terrorismo mediático al terrorismo tradicional.
No cabe duda que
Alazo no debe ser juzgado aisladamente, ni de manera apresurada. La
investigación debe conducir a quienes azuzan a los ciudadanos a hostigar
frecuentemente a la embajada y los intereses de Cuba en Estados Unidos y otras
capitales del mundo, a quienes instigan a realizar acciones violentas dentro de
la Isla y a quienes –mediante mentiras– tergiversan nuestra realidad.
Espero que el juez Michael
Harvey, del tribunal federal del Distrito de Columbia, tome seriamente la
acusación contra Alazo y haga que la fiscalía aporte las pruebas suficientes
para evitar un juicio “exprés” contra el
acusado, evitando cualquier subterfugio legal que le conceda prisión fuera de
cárcel o aportes de pruebas falsas sobre su estado sicológico. El próximo 14 de
mayo, fecha en que se realizará la vista preliminar sobre el caso, las agencias
deben deshacer esa cortina de humo que malintencionadamente se ha tejido sobre el
caso.
Hasta el momento, las
pruebas fotográficas y periciales, algunas de las que presento en este
artículo, son suficientes para inculpar a Alazo, pero insuficientes para juzgar
a los autores intelectuales de esta acción terrorista.
Alazo, plenamente
confeso de sus intenciones criminales, colocando contra la pared a su defensor
de oficio, Tony Miles, que poco puede hacer salvo seguir con el circo en que
inventaran dudosos testigos e historias poco creíbles, se prestará a fabricar
la risible historia de locura o defensa ante una amenaza que, a fin de cuentas,
tratará de presentar a Cuba como responsable del actuar desequilibrado de su
cliente.
Pocas salidas veo a
este circo, aunque los verdaderos culpables necesitan una urgentemente: entre
ellas un asesinato perpetrado contra Alazo o un suicido dudoso aludiendo a su
desequilibrio mental. Todo puede suceder en USA, incluido alojar al culpable en
una institución mental y ocultar el verdadero rostro de los principales
responsables. La verdad será la única víctima.
De acuerdo 100%.
ResponderEliminarAbrazos
De acuerdo 100%.
ResponderEliminarAbrazos
Que pague por lo que hizo no solo el sino todos los que están detrás saludos
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