Para nadie, pues, resulta hoy ajeno que en México se ha
ido desarrollando un proceso de conformación de una base de operaciones para la
guerra mediática anticubana, contando con el apoyo de sectores dentro de congreso
de esa nación y la complacencia de las autoridades de ese país que permiten la
tenebrosa actividad de varias organizaciones como ODCA, KAS, NED, CIPE, IRI y
otras, confabuladas en preparar y apoyar a grupos subversivos anticubanos, en
abierta violación del principio de la no injerencia en los asuntos internos de
otras naciones y en el respeto a la soberanía de las mismas.
Cuando aún se muestra
el asombro hipócrita de legisladores de la derecha mexicana por la negativa de
visa por parte de Cuba al ex presidente Felipe Calderón y suman sus voces a una
alharaca desesperada por intimidar a la Isla, varios líderes del PAN y el PRI se reunieron en Ciudad de México con los connotados
contrarrevolucionarios Manuel Cuesta Morúa y Dagoberto Valdés, durante la
celebración del seminario "El cambio constitucional y la democracia en
Cuba", realizado entre los días del 20 al 22 de febrero, bajo los
auspicios del Centro de Estudios Constituciones
Iberoamericanos de la Ciudad de México y de la Organización Demócrata Cristiana
de América (OCDA). Allí fueron agasajados estos liderzuelos por la flor y nata
de la derecha mexicana, destacándose la presencia de Jorge Andrés Ocejo Moreno vicepresidente de la
ODCA y Marco Adame Castillo, coordinador de Relaciones Internacionales del PAN;
y César Camacho Quiroz, coordinador del grupo parlamentario del PRI.
De este encuentro
salió la promesa de los dirigentes del PAN y el PRI de apoyar las actividades
subversivas de la contrarrevolución interna dentro de Cuba, en un abierto
desconocimiento del respeto a la soberanía del que siempre ha hecho gala
México. De la misma forma se crearon los entendimientos para asesoramiento,
apoyo logístico y apoyo mediático a la autodenominada “disidencia opositora”
cubana.
Este suceso no hace
otra cosa que desnudar el compromiso de vieja data de la derecha mexicana –subordinada
a los intereses de la ultraderecha anticubana de USA y coligada con un
enfermizo odio a los movimientos progresistas en la región– el cual tiene
antecedentes históricos desde hace muchos años.