Una histérica
alharaca ha levantado el señor Felipe Calderón como resultado de la decisión
soberana de Cuba de negarle la visa para participar en un show mediático en La
Habana en la mañana de hoy, a instancias de la contrarrevolucionaria Rosa María
Paya y el señor Luis Almagro, secretario General de la OEA.
No quiero detenerme a
cuestionar su rol como mandatario y figura pública en México, pues son los
propios mexicanos quienes le han criticado vehementemente por sus tropelías,
tramoyas y mala práctica política. En mi caso, pretendo dejar claro que el
señor Calderón ha formado parte deliberadamente de una maniobra anticubana,
resultado de una nueva estrategia de los enemigos de Cuba interesados en dejar
atrás la guerra mediática en otras latitudes y ponerla en práctica dentro de la
Isla. Ya desde hace meses esta estrategia se ha puesto en desarrollo y, tanto
Calderón como Almagro, se han unido a ella. Desde luego, esa adhesión a tratar
de inmiscuirse descaradamente en los asuntos internos cubanos –llegando incluso
a sumarse a provocaciones in situ– es el resultado de los viejos compromisos de
estos personajillos con la extrema derecha anticubana radicada en USA. Se han
convertido, de facto, en las nuevas divas de la guerra sucia.
Calderón es claro
ejemplo de cómo esos malsanos compromisos no afectaron su pudor al establecer
lazos estrechos con la cuestionada Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA),
incluso cuando fungió como presidente de México entre los años 2006 a 2012 y
eran evidentes los vínculos de la misma con actividades terroristas contra Cuba.
Vamos pues al asunto: Tiempo atrás tuve acceso a un acta del Congreso Anual de
la FNCA, realizado entre el 21 y el 23 de julio de 2007, en la cual la misma se
empeña en establecer vínculos con gobiernos latinoamericanos afines a su
ideología, como parte de su interés por limpiar su criticada y dudosa imagen.
Todo fue haciéndose
claro desde un tiempo antes, cuando el difunto Chairman de la FNCA, Jorge Mas
Canosa, viajó a México para ejercer presiones sobre el gobierno de turno con
vistas a impedir las inversiones mexicanas en Cuba, particularmente las
telefónicas y cementeras, en concordancia con las acciones del departamento de
Estado USA. El escogido México les sirvió de plataforma para promover la
absurda idea de un cambio hacia “la democracia” en Cuba. Es Omar López
Montenegro, directivo de la FNCA, quien maniobra en esa dirección, buscando
crear un lobby entre los partidos de derecha latinoamericanos, particularmente
en México, Chile y Argentina. Bajo la manga, y para el distorsionado uso de su
finalidad, la FNCA apostó por un proyecto subversivo denominado “Proyecto Varela”,
impulsado por el ya fallecido Oswaldo Payá. Hoy su hija, Rosa María Payá, usa
un clon del mismo con otro nombre, pero con la coincidencia de que ambos han
recibido total financiamiento por parte de las agencias gubernamentales de
Estados Unidos para desestabilizar a Cuba.
La FNCA tuvo entonces
la suerte de haber empezado a contar desde entonces, en el citado Congreso
Anual de la FNCA, con el apoyo de Felipe Calderón Hinojosa y de un grupo de
legisladores mexicanos del PAN, quienes se convirtieron en sus incondicionales
aliados. La OEA también se prestó en dicho evento –en alianza con la Asociación
de Abogados Cubanoamericanos (CABA) – para presentar una demanda anticubana
ante la Comisión Interamericana de derechos Humanos en defensa de 75
contrarrevolucionarios arrestado en marzo del 2003, sumándose a realizar esta
labor ante el Parlamento Europeo. Este concierto de enemigos de Cuba priorizaba
el objetivo de la FNCA de “globalizar la
causa de la libertad de Cuba”, para lo cual es necesario a toda costa
lograr visibilidad mediática de la exigua oposición cubana
Felipe Calderón
halagado en ese evento del 2007, regresaría a Miami en octubre de 2009 para
recibir un “premio” otorgado por su gestión en el enfrentamiento al virus de la
influenza H1N1 y contra el narcotráfico. Allí se reunió con el connotado
terrorista Francisco José Hernández Calvo, presidente de la FNCA –hombre fuerte
de la misma entre la generación del terrorismo y el soft power y la guerra
sucia– donde conspiraron secretamente sobre una pretendida democratización para
Cuba. Amigos desde hace años, Calderón no dudó en prestarse a favor de la
guerra sucia contra Cuba a cambio de financiamiento para sus campañas
políticas.
La decisión de Cuba
de negar la visa a Calderón para participar en el show anticubano del día de
hoy tiene sobrada justificación.
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