sábado, 30 de mayo de 2020

I can't breathe o el grito de una sociedad desesperada.


Samuel Beckett, el poeta y novelista irlandés (1906-1989), nunca llegó a conocer a Donald Trump cuando expresó: “Todos nacemos locos. Algunos continúan así siempre.”  De haberlo hecho hubiera confirmado que esta frase le viene al mandatario como anillo al dedo.
La incapacidad innegable de Trump para dirigir su país se ha puesto de manifiesto desde el primer día en que asumió su mandato,  al que llegó como resultado de un sistema electoral controvertido, maniobras en las redes sociales que hoy le cuestionan con vehemencia y un cansancio e indiferencia en los ciudadanos que poco confían en sus gobernantes, que abre las puertas a cualquiera que tenga dinero y  engañoso carisma suficiente para embaucar a los demás.
Sin embargo, luego de llevar a cabo una política de falsas promesas, explotando odios endémicos dentro de la sociedad, apalancando un  dudoso ultranacionalismo, un caprichoso desempeño, inflamando las divisiones en cuanto a salud pública, una irracional toma de decisiones en todo lo que le compete al extremo de poner al mundo al borde de la guerra en más de una ocasión a partir de sus impensadas bravuconerías con respecto a Corea del Norte, Rusia, China, Irán, Nicaragua, Venezuela, Cuba y otras naciones, hoy se encuentra en un callejón sin salida: la cifra oficial de muertes por la pandemia de la Covid19 pasó la cresta de las 100 mil personas –aunque muchos piensan que estas cifra es inferior a la realidad–, las solicitudes de asistencia por desempleo por la actual crisis supera los 40 millones y varias ciudades protestan por el reverdecimiento del racismo, anquilosado en la sociedad y al que no ha podido vencerse. El asesinato de George Floyd, un afro estadounidense de Minnesota, a manos de varios policías ha sido el detonante de protestas en más de 30 ciudades como Minneapolis, Los Ángeles, New York, Washington, Boston, Dallas, Denver, Des Moines,  Las Vegas, Memphis, Portland, Baltimore, Miami, Houston, Atlanta y Louisville, entre otras.
Trump, con una individualista e insana reacción, se aleja de la opinión pública que busca consuelo y mesura en su liderazgo, al proclamar amenazas a los que protestan llamándoles matones y amenazándolos con disparar contra ellos. Su retórica de odio y bravuconería ha despertado el repudio de la nación. La propia red social Twitter, por segunda vez, le advirtió que estaba  “enalteciendo la violencia”.
Hoy por hoy, son muchos los que ven en peligro  sus opciones de reelección en noviembre, por más que trate de victimizarse ante el mundo y culpe a los demás de sus problemas. Sus tradicionales aliados, principalmente republicanos han guardado silencio en los últimos tiempos, desmarcándose de sus torpezas.
Las redes, los movimientos sociales y muchos medios están acorralando a Trump porque el simplemente se lo buscó, en contrapelo a la postura de su potencial rival demócrata, Joe Biden, quien condenó la muerte de Floyd y llamó a la cordura.
Mientras la gente protesta en las calles contra Trump y el racismo, muchas personalidades de la política, el  deporte y el arte han usado las redes sociales para recriminar el statu quo existente. Unos de los más críticos han sido varios jugadores de la NBA, como Jamal Crawford, LeBron James, Carmelo Anthony, Dwayne Wade o Jayleen Brown, a los que se han sumado entrenadores blancos como Steve Kerr y Ryan Saunders, así como Colin Kaepernick de la NFL. Casi todos ellos han retomado la frase condenatoria del crimen contra Eric Garner, similar a la de Floyd, cuando eran asesinados por la policía: 'I can't breathe' ("No puedo respirar").
Ha sido tal el impacto mediático de su repulsa que cientos de deportistas y ex figuras del deporte se han sumado a la condena: entre ellos Michael Jordan y Magic Johnson. A sus voces se han sumado artistas como Rihanna, Billie Eilish, Justin Bieber, Lady Gaga, Madonna, Kim Kardashian, la presentadora Oprah Winfrey, Beyoncé, Anne Hathaway,  Penélope Cruz, Lebron James, Kylie Jenner, Viola Davis, Catherine Zeta-Jones, Luis Fonsi,  David Bisbal y la cantante Taylor Swift, entre tantos.  A su reclamo se han unido la Asociación Nacional para el Avance de las Personas de Color (NAACP, por sus siglas en inglés), el Centro de Investigaciones y Políticas Antirracistas de la Universidad Americana, así como otros actores y organizaciones que se irán sumando.
Lo más interesante del caso es que figuras de la política norteamericana, salvo algunas excepciones, sobre todo aquellas que juzgan –prestos e histéricos– los DDHH en otras naciones, han permanecido en un silencio sospechoso, lo que demuestra el divorcio entre los ciudadanos y su élite gobernante, cuando el viejo asunto del racismo todavía sobrevive con toda su injusticia en Estados Unidos. Trump podrá no ser electo, pero para quien lo suceda la injusticia social será una asignatura pendiente. Los centenares de detenidos, la represión policial, la amenaza presidencial a implementar más violencia y la ira de toda una nación están sobre la mesa como un desafío a una sociedad herida y desalentada con respecto a su futuro, sedienta de un verdadero cambio.

martes, 12 de mayo de 2020

¡Exclusiva!: Sospechosa defensa de reconocido terrorista al perpetrador de ataque contra embajada de Cuba en Washington.


El pasado 9 de mayo, El Diario de las Américas, quien se ha encargado de capitalizar la defensa a ultranza de Alexander Alazo, perpetrador del ataque contra la embajada cubana en Washington el pasado 30 de abril, publicó un artículo firmado por un renombrado terrorista, Luis Zúñiga Rey, y titulado “Ataque a Embajada castrista en Washington está dando un mensaje”.
En esencia, el sospechoso artículo  tiene como intención desmarcar a las supuestas “organizaciones patrióticas dentro o fuera de Cuba” del ataque contra la sede diplomática, a la par que vender el gastado artilugio de la incapacidad de responsabilidad del agresor  alegando una enfermedad sicótica, tal como expresa: “Se trata, simplemente, de un compatriota que sufre psicosis.”
Pero lo más interesante del artículo es que la acción de Alazo y sus disparos “transmiten un importante mensaje que no debe ser ignorado por Miguel Díaz-Canel y su entorno en la cúpula cubana”. Y luego, viene el ataque contra Cuba bajo el argumento de que la conducta sicótica de Alazo es producto del tipo de gobernabilidad existente en Cuba y de una supuesta persecución que padecen los ciudadanos cubanos. De tal manera, Zúñiga trata de convertir a la víctima en culpable bajo un dudoso argumento nada creíble de un síndrome del “perseguido”.
Sin embargo, la aparición en escena de Zúñiga Rey en defensa de Alazo y su vano intento de desviar la atención pública sobre las verdaderas motivaciones del atacante, hacen saltar en mí las alarmas. Zúñiga Rey es un experto reclutador de terroristas para realizar acciones violentas contra Cuba desde hace décadas, lo que expongo en un artículo publicado en el sitio Cubadebate el 17 de marzo de 2004 y que se titula “Luis Zúñiga Rey, el terrorista que yo conocí”. En éste relato:
“Aún lo recuerdo frente a mí aquella noche de noviembre de 1993, cuando me impuso de los tenebrosos planes de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), radicada en Miami, para hacer explotar poderosas bombas en el Hotel Nacional de Ciudad de la Habana y en un famoso restaurante de esta ciudad. No había en él ni pena ni preocupación por las consecuencias de la propuesta que me acababa de formular. ¡Hágalo, dijo, y será bien recompensado!
Acepté a cooperar con él en sus funestos planes en mi condición de colaborador secreto de la Seguridad cubana. Esa era mi misión: conocer y contribuir a desarticular los planes terroristas organizados por Zúñiga y sus socios de correrías desde Miami, territorio de los Estados Unidos. Sin embargo, escondiendo mi repulsa en lo más hondo de mí,  soporté su presencia y la larga verborrea contra su propio pueblo. No podía entender cómo este camaleón, capaz de presentarse en diversos sitios, como lo hace hoy en Ginebra, para clamar "por su sufrida Cuba", era capaz de organizar asesinatos y atentados sin el menor pudor.
 Zúñiga me dijo entonces, cara a cara, que era necesario ser violento y frío, calculador y despiadado, para derribar a Fidel y a la Revolución. Había que organizar un abastecimiento de armas y explosivos para que mi pretendida célula colocara las bombas en los hoteles y sitios visitados por turistas en la Habana. Me darían además, insistió, ocho cápsulas de fósforo vivo para incendiar también cines y teatros atestados de cubanos inocentes. Aquellas  noches de noviembre y diciembre de 1993 no había piedad en él, sólo odio irracional y sed de venganza. Supe, pues, sobre la necesidad de detenerlo en nombre de la cordura y la razón, y eso hice con plena convicción.
No le bastó a Zúñiga sólo eso. Después que desarticulamos sus tenebrosos planes, continuó involucrándome en otros planes no menos dañinos y peligrosos. Había que estudiar la vulnerabilidad de los principales hoteles, termoeléctricas y refinerías cubanas para atentar posteriormente contra ellas. Había también que introducir dinero falso para caotizar a la circulación monetaria;  había que golpear a la dañada economía cubana y propiciar con ello la caída del gobierno y el fin de la Revolución.
En muchos planes contra Cuba estuvo comprometido Zúñiga Rey. No fue sólo el contrarrevolucionario involucrado en actos de subversión  que lo llevaron a la cárcel en 1970. No fue, exclusivamente, el infiltrado capturado aquel 1 de agosto de 1974, cerca de Boca Ciega, en la Habana, cuando venía cargado de explosivos y armas, junto a otros dos terroristas, a atentar contra su propio pueblo. Fue también el reclutador de  otras personas, de manera sistemática, para realizar actos terroristas contra ciudadanos  inocentes en Cuba. Eso hizo con un canadiense nombrado Trepanier en 1992. Eso mismo intentó hacer con el cubano Olfiris Pérez Cabrera en 1993, a quien encargó volar el cabaret Tropicana a cambio de 20 000  dólares, y que fue la misma oferta que repetirían conmigo unos meses después. Eso mismo siguió haciendo desde su cargo de director de la FNCA y desde su actual cargo de director ejecutivo del Consejo por la Libertad de Cuba, organización que reúne a lo más intolerante de la mafia miamense.”
Todo este historial delictivo, sin embargo, fue desoído por el gobierno norteamericano que llegó a colocarlo como uno de sus representantes ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra.

Es por ello que sugiero a las autoridades norteamericanas y cubanas que investiguen a este personaje, experto reclutador de terroristas y manipulador consumado. Recuérdese que mientras las bombas explotaban en instalaciones turísticas en La Habana y Varadero en la pasada década de los noventa, actos llevados por personas reclutadas por él o sobre las que tenía conocimiento, fue uno de los encargados de escribir un documento de la FNCA en que aplaudía a aquellos militares cubanos que espontáneamente saboteaban estas instalaciones. Es un auténtico fabricante de farsas.

martes, 5 de mayo de 2020

Serias dudas en torno al atacante a la embajada cubana en Washington.


La manera en que el Servicio Secreto y otras agencias norteamericanas están manejando el caso criminal contra Alexander Alazo, el tirador contra la embajada cubana en Washington la pasada madrugada del jueves 30 de abril, levanta serias suspicacias. La constante filtración de información a los medios sin que medie una declaración seria de manera oficial confirma la intención de manipular el estado de opinión de los ciudadanos y vender la fraudulenta historia de que fue producto de un ser actuando bajo un estado psicótico y desequilibrado. Una cortina de humo se está levantando sobre este hecho.
La parte afectada, Cuba, no ha recibido detalles sobre dicho sujeto y los móviles reales de la ofensa criminal.
Por mi parte creo dos cosas importantes: todo huele a una operación negra de alguna agencia de inteligencia USA o de grupos remanentes de la mafia terrorista cuyo pasado delictivo se concentra en más de una decena de organizaciones terroristas cuyo desempeño criminal se extendió desde el mismo 1959 y alcanzó auge en las décadas del 60, 70, 80 y los 90 del siglo pasado. No obstante, también existe la posibilidad de que esta acción sea el resultado de la fuerte manipulación anticubana en las redes sociales que alcanza niveles asombrosos en los últimos años, incitando al odio hacia Cuba y su gobernabilidad. Es tan similar y nada diferente de la labor hecha por los grupos islámicos como el ISIS en las redes sociales, lanzando convocatorias a la violencia y a acciones de tipo terrorista. Es un retroceso del terrorismo mediático al terrorismo tradicional.
No cabe duda que Alazo no debe ser juzgado aisladamente, ni de manera apresurada. La investigación debe conducir a quienes azuzan a los ciudadanos a hostigar frecuentemente a la embajada y los intereses de Cuba en Estados Unidos y otras capitales del mundo, a quienes instigan a realizar acciones violentas dentro de la Isla y a quienes –mediante mentiras– tergiversan nuestra realidad.



Espero que el juez Michael Harvey, del tribunal federal del Distrito de Columbia, tome seriamente la acusación contra Alazo y haga que la fiscalía aporte las pruebas suficientes para evitar un juicio “exprés” contra  el acusado, evitando cualquier subterfugio legal que le conceda prisión fuera de cárcel o aportes de pruebas falsas sobre su estado sicológico. El próximo 14 de mayo, fecha en que se realizará la vista preliminar sobre el caso, las agencias deben deshacer esa cortina de humo que malintencionadamente se ha tejido sobre el caso.
Hasta el momento, las pruebas fotográficas y periciales, algunas de las que presento en este artículo, son suficientes para inculpar a Alazo, pero insuficientes para juzgar a los autores intelectuales de esta acción terrorista.
Alazo, plenamente confeso de sus intenciones criminales, colocando contra la pared a su defensor de oficio, Tony Miles, que poco puede hacer salvo seguir con el circo en que inventaran dudosos testigos e historias poco creíbles, se prestará a fabricar la risible historia de locura o defensa ante una amenaza que, a fin de cuentas, tratará de presentar a Cuba como responsable del actuar desequilibrado de su cliente.
Pocas salidas veo a este circo, aunque los verdaderos culpables necesitan una urgentemente: entre ellas un asesinato perpetrado contra Alazo o un suicido dudoso aludiendo a su desequilibrio mental. Todo puede suceder en USA, incluido alojar al culpable en una institución mental y ocultar el verdadero rostro de los principales responsables. La verdad será la única víctima.

ShareThis