Los restos mortales Yaser Arafat, fundador y primer jefe de la
Autoridad Nacional Palestina, fueron exhumados el pasado 27 de noviembre
del mausoleo en Ramallah, Cisjordania. El exlíder palestino falleció en
2004, a la edad de 75 años, en un hospital militar en las afueras de
París.
Según la versión oficial, Atafat murió por una hemorragia cerebral
provocada por una infección desconocida. Si se descubre una sustancia
tóxica en los restos mortales del expresidente palestino, la causa de su
muerte debería ser revisada.
Se la podría atribuir, por ejemplo, al envenenamiento con un isótopo
radiactivo, polonio 210, algo en lo que insisten varios medios de
información. Esto tendrá graves consecuencias políticas para Oriente
Próximo.
La apertura de la tumba de Arafat en Ramallah se diferencia de toda
una serie de exhumaciones de los restos de personalidades famosas que
tuvieron lugar en los últimos años, cuyas consecuencias son menos
amenazantes y más interesantes para el público e historiadores.
Arsénico para el emperador de Francia y mercurio para la emperatriz rusa
Ha pasado poco tiempo desde la muerte de Arafat. En los demás casos,
los restos se exhumaron después de un período mucho más largo. En caso
de ser revelada de inmediato, la causa real de la muerte de varias
personalidades históricas podría ser mucho más importante para el
destino de los pueblos e incluso el curso de la historia que el
descubrimiento de la causa de muerte del exlíder de la Autoridad
Nacional Palestina.
Pero con el paso del tiempo se ha reducido considerablemente la
importancia de estos casos, que ahora suscitan sólo un interés ligero
del público y disputas de los aficionados a la historia alternativa.
De hecho, si no se hubiera revelado la presencia de arsénico en el
cabello de Napoleón en los sesenta del siglo pasado sino en la década de
los veinte del siglo XIX, el sobrino de Bonaparte, Napoleón III, habría
podido sustituir a los Borbones en el trono francés antes de 1852.
Y los británicos, bajo cuya soberanía estaba la isla de Santa Elena
donde falleció Bonaparte, se habrían visto obligados a encontrar una
justificación razonable de la presencia de un alto contenido de arsénico
en su cuerpo.
Si no se hubiera revelado en el año 2000 una dosis letal de mercurio
en los restos exhumados de la primera esposa del zar ruso Ivan el
Terrible (1547-1584) Anastasia Románova, sino en 1560, inmediatamente
después de su muerte, es difícil imaginar qué habría hecho con los
boyardos (aristocracia) el zar, que sospechaba el envenenamiento.
Dos exhumaciones de importancia similar tuvieron lugar en la historia moderna de Rusia.
Exhumación de los restos de la familia imperial rusa
El 11 de julio de 1991, se exhumó una fosa común en las afueras de
Ekaterimburgo (los Urales). El modo de ejecución de los cadáveres
descubiertos no suscitaba dudas. Les fusilaron, rociaron con ácido,
quemaron y arrojaron los restos a una fosa.
Sólo no estaba claro que los cadáveres desenterrados eran los restos de la familia imperial rusa Románov y sus sirvientes.
Un análisis del ADN de los restos realizado de 1992 a 2008 confirmó
que se habían exhumado los restos del último zar ruso Nicolás II, su
esposa, su hijo y tres hijas de la fosa cerca de Ekaterimburgo.
Esta exhumación no provocó un revuelo extraordinario ni entre los
movimientos patrióticos rusos ni tampoco desencadenó cambios en el
régimen. Pero los resultados del análisis del ADN de los restos de la
familia imperial tuvieron consecuencias muy importantes para el
desarrollo de la investigación criminalística.
A mediados de los noventa, el análisis del ADN de los restos humanos
estaba poco desarrollado. Durante el estudio de los restos de la
familia imperial por los biólogos moleculares de Rusia, Gran Bretaña y
EEUU con el uso del equipo más avanzado, se elaboraron y se probaron
todos los métodos de pruebas ADN que hoy en día se emplean por los
expertos criminalistas de todo el mundo.
Exhumación de los restos del salvador de la dinastía de los Románov
La segunda exhumación importante para los rusos tuvo lugar en 2005 y,
como pasa con frecuencia en nuestro país, convirtió una antigua
tragedia en una farsa.
En diciembre de 2004, el presidente de Rusia Vladimir Putin decretó
festejar el 4 de noviembre como Día de la Unidad Nacional en vez del 7
de noviembre, aniversario de la revolución bolchevique.
Esta fiesta fue instituida en memoria a los acontecimientos
históricos de 1612, año en que un levantamiento popular encabezado por
Kuzma Minin y Dmitri Pozharski expulsó de Moscú a los invasores polacos y
puso fin a la época de revueltas populares provocadas por la grave
situación económica, política y social y las discordias religiosas.
No se sabe hasta hoy en día, quién propuso la idea de exhumar para la
primera celebración del Día de la Unidad Nacional los restos del héroe
legendario del movimiento de resistencia a los invasores polacos, Iván
Susanin, que sacrificó su vida para conducir engañosamente a los polacos
al espeso bosque y así salvar la vida al joven zar Mijaíl, de la
dinastía Romanov.
La misión de organizar la búsqueda y la identificación de los restos
de Iván Susanin fue encomendada al entonces gobernador de la provincia
de Kostromá (parte central de Rusia), Víctor Shershunov, y al arzobispo
de Kostromá y Gálich, Alexandr.
Se abrieron más de 200 tumbas en el territorio de la provincia de
Kostromá, donde intentaron abrirse paso los polacos ansiosos de capturar
al joven Románov, en busca de un cráneo con huellas de sablazos. Se
encontro cuatro.
El Centro ruso de Peritaje Médico estudió los restos aplicando todos
los métodos de análisis más avanzados: espectroscopia, tipificación del
ADN, etc.
Según el jefe del Departamento de Estudios Genéticos del Centro,
Pavel Ivanov, se identificó el ADN de siete vértebras y un diente de
ocho personas, incluidas mujeres. La idea con la exhumación de los
restos de Susanin fue un fiasco, mientras que las autoridades de
Kostromá esperaban al presidente Putin, al que prometieron mostrar al
héroe legendario.
Uno de los expertos propuso declarar que se había logrado exhumar los
restos de un familiar de Susanin. Al fin y al cabo, los expertos
informaron al gobernador de que los restos de Susanin “fueron
identificados con alto grado de probabilidad”. Pero las autoridades
regionales consideraron que este grado era insuficiente para presentar
esta información al presidente.
Los más jóvenes de la provincia de Kostromá se reían a carcajadas.
Pero tras la historia de la exhumación de los restos del salvador de la
dinastía de los Románov el tema pasó al olvido.
Joroba, manutención y suicidio
Las exhumaciones de importancia histórica y social se llevan a cabo en todo el mundo y últimamente aún gozan de popularidad.
En septiembre del año en curso, los arqueólogos británicos
encontraron debajo de un aparcamiento de la ciudad de Leicester los
restos de una persona que podría ser el rey Ricardo III (1452–1485),
último rey de la dinastía de los Plantagenet, que fue un hombre cruel, a
juzgar por las obras de William Shakespeare.
Ricardo III supuestamente ordenó asesinar a dos príncipes jóvenes
encerrados en la Torre de Londres que tenían más derechos para el trono.
Dos años después, en 1485, el rey Ricardo murió en la Batalla de
Bosworth.
Actualmente se lleva a cabo el análisis del ADN de los restos, pero
los científicos británicos ya desmintieron un mito sobre Ricardo III.
Aunque el rey tenía un defecto de esqueleto, no tenía una joroba enorme
como le presentaba William Shakespeare.
En 2011, se exhumaron los restos del expresidente chileno Salvador
Allende, que murió en 1973, cuando Augusto Pinochet tomó el poder en
Chile. Según la versión de los partidarios de Salvador Allende, éste fue
fusilado por los rebeldes en el Palacio de la Moneda el 11 de
septiembre de 1973, durante el golpe de Estado.
Pero el análisis de los restos puso en evidencia que Allende se suicidó, disparándose en la barbilla con un fusil de asalto.
En 2010, en Islandia se exhumaron los restos del excampeón de ajedrez
Bobby Fischer, fallecido en 2008, para determinar si era padre de Jinky
Young, la hija de nueves años de la antigua amante de Fischer.
La madre de Jinky, la japonesa Miyoko Watai, que se presentaba como
la viuda y heredera legal de Fischer, así como las autoridades fiscales
estadounidenses esperaban con impaciencia los resultados del análisis.
Fischer no era padre de la niña, lo que supuso el único resultado
positivo de la exhumación para otros herederos del gran ajedrecista.
El maratón de exhumaciones continúa. En un futuro próximo nos esperan
grandes descubrimientos provenientes de las tumbas de Giuseppe
Garibaldi, Pablo Neruda, etc.
La exhumación de Yaser Arafat es diferente. Sus resultados son
amenazantes y no representan mucho interés. Hay sólo dos posibilidades:
Arafat fue envenenado o no lo fue. Todo lo demás es política.
Serguei Petujov, RIA Novosti