lunes, 6 de enero de 2020

Detalles y propósitos de un crimen inexcusable: El asesinato de Soleimani.


Mientras el pueblo iraní se congregó en las principales ciudades del país persa y fundamentalmente en Teherán para despedir a su legendario héroe –hoy mártir–reclamando justicia y venganza ante el acto irracional provocado por una desaventurada decisión del presidente Trump, el mundo hoy contempla con estupor un incierto panorama venidero que pone cada vez más en peligro la paz mundial.
No fue casual este ataque y la forma en que se llevó a cabo. Detrás del asesinato de Soleimani y sus acompañantes se encuentra una labor de inteligencia de la CIA y del Mossad, así como una cada vez más cierta penetración del enemigo dentro de la inteligencia iraquí.
El blanco escogido por Trump, a espaldas del Congreso norteamericano y de muchos políticos de su país, representaba un serio escollo para las apetencias geopolíticas de EEUU en la región. Soleimani fue el abanderado de la lucha contra los mismos grupos terroristas creados por USA y financiados durante décadas por esa superpotencia. Esta disparatada decisión, a todas luces, persigue varios propósitos para apuntalar la deteriorada imagen pública del mandatario yanqui: en primer lugar, obtener el apoyo de los sectores ultraconservadores republicanos para sus pretensiones electoreras con vistas al 2020; en segundo lugar, obtener un aumento de los precios del petróleo que le beneficie a EEUU y sus aliados; en tercer lugar, granjearse el apoyo del Complejo Militar Industrial; y, en cuarto lugar, fortalecer sus alianzas geoestratégicas con Israel, los Emiratos Árabes y la dinastía Saudí.
Dos asesinatos pretende USA llevar a cabo contra Soleimani. El primero fue el crimen físico y el segundo está dirigido contra la imagen pública de este héroe. Para cumplir esta misión EEUU se apoya en los grandes medios, en el uso de las redes sociales y en figuras políticas de dudosa credibilidad, como el caso de Jair Bolsonaro y Juan Guaidó, quienes pretenden satanizarlo mediáticamente para justificar tan desalmado crimen: para todos ellos, sin fundamento alguno, se empecinan en vincularlo como el cerebro de supuestas futuras acciones terroristas contra naciones del Oriente Medio, Europa, Estados Unidos e, incluso, Latinoamérica. Así comienzan a aparecer informaciones falsas que lo vinculan a grupos narcoterroristas como Los Zetas y con potenciales falsas amenazas contra naciones latinoamericanas que serían promovidas desde Venezuela, Cuba y Nicaragua.
Todo este ataque mediático contra Irán y la figura de Soleimani pone sobre el tapete, como una urgente alerta y como elemento de preparación sicológica, la inminencia de varias operaciones de bandera falsa –promovidas por la CIA y el Mossad– que estarían dirigidas a realizar atentados de supuesto origen iraní y de milicianos de Hezbolá contra embajadas nortemaricanas bien sea en Bogotá o en Brasil. Luego apuntaran como cómplices a Venezuela y otras naciones progresistas en la región. En ese objetivo están inmersos hoy operativos de los citados servicios israelíes y norteamericanos, con la venia de Marco Rubio, Mauricio Claver Carone y otras figuras de la derecha USA.
No es casual que tal asesinato se haya realizado en este contexto actual. Tampoco resulta absurdo suponer que tanto la CIA como el Mossad llevaran tiempo monitoreando las actividades de Soleimani y de sus aliados en Siria e Irak. El crimen fue premeditado y para ello se usó la manida forma de asesinato selectivo ya aplicada en otras ocasiones mediante un drone MQ-9 Reaper que lanzó cuatro misiles contra los dos vehículos en que viajaba el general iraquí. El momento de aterrizaje del avión procedente de Damasco que llevó a Bagdad a la comitiva  iraní era conocido por sus ejecutores, el pasado viernes a las 00.03 horas. Era conocida la presencia en el lugar de recibimiento del jefe de la milicia iraquí Kataib Hezbollah,  Abu Mahdi al-Muhandis. También fue escogido el lugar apropiado: la salida descampada del área de carga del aeropuerto.



Existen fotos que evidencian no solo la fase preparatoria de la operación así como sus macabros resultados que conllevaron al atroz crimen de ocho valiosos combatientes contra el terrorismo. Las presento a mis lectores sin querer herir su sensibilidad, sino como una fundada acusación al infame criminal.



¿Qué ocurrirá a partir de ahora? Nadie lo sabe. Solo nos toca ser cautos y denunciar a Trump y sus fieles servidores como lo que realmente son: los verdaderos terroristas. Una gran parte de la responsabilidad para evitar una guerra le corresponde, particularmente, a la élite política norteamericana  y a los ciudadanos de esa nación, quienes deben criticar y condenar severamente a quienes tratan de conducirlo a otro desafortunado Vietnam.

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