Percy Francisco Alvarado Godoy
El papel represor del FBI contra el movimiento estudiantil boricua.
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FBI en Puerto Rico |
Según dio a conocer “Claridad” en una oportunidad, la División del FBI en San Juan, Puerto Rico, participa directamente en la represión contra el movimiento estudiantil universitario, a través del Superintendente de la Policía boricua, José Figueroa Sancha, agente probado del FBI, y de su asociado José Rosa Carrasquillo, a quien califica de ser “un sujeto peligroso; ideólogo de la represión, del abuso, de la persecución y de la agresión contra estudiantes y contra todo el pueblo; así como un connotado anexionista”. Rosa Carrasquillo, haciendo gala de su oficio de torturador y represor, aprendido en los cursos impartidos por el FBI, agredió con total saña a José Pérez, estudiante de Maestría en Sociología de la UPR, mientras éste se encontraba derrumbado sobre el suelo y maniatado, en el propio interior del Hotel Sheraton, luego de ser apresado por la Task Force policiaca.
La agresividad policial, bendecida por la administración Obama y el gobernador colonial Luis Fortuño, dirigida contra los estudiantes en huelga de la Universidad de Puerto Rico, ha alcanzado niveles repudiables. La invasión a la autonomía universitaria, los ataques y golpizas al estudiantado y a otras personas que les apoyan, el uso indiscrimado de gas pimienta, cachiporras y otros medios de represión, han escandalizado a la opinión pública internacional. Por su parte, el movimiento estudiantil, devenido en catalizador del descontento social en Puerto Rico y de oposición a las medidas de corte neoliberal impulsadas por el gobernador Fortuño, se ha ganado la simpatía de amplios sectores progresistas e independentistas dentro de la Isla del Encanto.
Escándalos internos dentro del FBI.
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Shamai Kedem Leibowitz |
Varios casos recientes que involucran a agentes del FBI ponen en tela de juicio a esa institución. El primero de ellos se refiere a la condena a 20 meses de prisión y a tres años de libertad supervisada, al ex agente especial Shamai Kedem Leibowitz, por el delito de “filtrar documentos clasificados a un blog de internet”, de acuerdo con una declaración del Departamento de Justicia, fechada el 24 de mayo del 2010. El ex agente del Buró entregó cinco documentos con información sensible de inteligencia a una fuente no identificada. La pena recibida por Leibowitz resulta aparentemente irrisoria, lo que indica que alguien le tendió una mano dentro del propio FBI.
Otro escándalo, no tan reciente, involucró a Gil Torres, un ex Legat del Buró Federal de Investigaciones (FBI) en Panamá, el 27 de enero de 2006, al darse a conocer que mantenía una serie de affaires extramaritales, al estilo de un desenfadado Don Juan Tenorio, con varia funcionarias del entonces gobierno istmeño, empleando esas ocultas relaciones para acceder a información y otros propósitos. Torres admitió al menos tres relaciones de este tipo con dos funcionarias gubernamentales y otra ciudadana vinculada a una importante compañía panameña, haciendo uso para esos fines de recursos oficiales y tiempo laboral. Hoy, sin embargo, se sabe que Torres fue delatado por una despechada Cecilia Woods, su subordinada directa del FBI en Panamá.
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John Thomas Shipley con su esposa |
El propio FBI ha sido cuestionado en más de una oportunidad por la implicación de algunos de sus agentes corruptos en el tráfico y venta de armas a los grupos de narcotraficantes en México. Uno de estos casos fue el del agente John Thomas Shipley, de 40 años, quien fuera declarado culpable en una corte federal en El Paso, Texas, y condenado en julio del 2010, por la venta ilegal de armas de fuego. Shipley fue detenido en el año 2009, en El Paso, por agentes de la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), luego de rastrear un rifle usado durante un enfrentamiento relacionado con un cártel del narcotráfico en el estado mexicano de Chihuahua. Las investigaciones relacionadas con el caso determinaron que Shipley vendió 51 armas, entre enero de 2005 y mayo de 2006, a narcotraficantes mejicanos.
Errores operacionales del FBI.
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Umar Farouk Abdulmutallab |
Hace apenas un tiempo, el 19 Mayo de 2010, se dio a conocer el resultado de una investigación realizada por un Comité del Senado de Estados Unidos, según la cual se cuestionó la capacidad de los servicios de inteligencia del país y las agencias antiterroristas para evitar que el terrorista nigeriano Umar Farouk Abdulmutallab, vinculado a AlQaeda, realizara un atentado con medios explosivos en un vuelo comercial entre las ciudades de de Ámsterdam y Detroit, en diciembre de 2009. De acuerdo con el Comité de Inteligencia de la Cámara Alta, varias fallas del FBI y el State Department, no evitaron el acceso del terrorista a dicha aeronave. Los errores, en cuestión, se debieron a fallas humanas, problemas técnicos, deslices en los análisis y elección errada de las prioridades de sus actividades.
Dos días antes, sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció la designación del subdirector del FBI, John Pistole, como director de la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), el que se encontraba vacante desde la administración de George W. Bush. Pero Abdulmutallab no fue el único aparente terrorista que violó los cuestionados controles antiterroristas, pues el recientemente implicado en la colocación de un coche bomba en Times Square, en Nueva York, el pasado 1 de mayo de 2010, Faisal Shahzad, había volado en un avión de pasajeros a pesar de figurar en las listas de presuntos terroristas y pasado los controles del Aeropuerto Internacional John F. Kennedy, de Nueva York.
Igualmente, según se dio a conocer el 21 de mayo 2010, por lo menos 16 presuntos terroristas vulneraron los controles de seguridad aeroportuaria norteamericana sin ser molestados, mientras que cometieron la chuzada de detener a más de mil personas inocentes por esa presunción. Estos hechos han puesto en duda la eficacia de los programas de la TSA y el FBI para la detección de terroristas.
El FBI, la persecución a musulmanes y las torturas en Guantánamo.
Hace un tiempo se dieron a conocer públicamente las declaraciones de Jacques Debray, abogado de Nizar Sassi y Mourad Benchellali, dos franceses que estuvieron detenidos en Guantánamo y liberados poco después, sobre el sometimiento de sus clientes a experimentos ilegales en dicho centro de detención y tortura. Lo significativo del caso, empero, es que el FBI tuvo conocimiento de esas prácticas ilegales, según una declaración del American Civil Liberties Union (ACLU), y se dedicó a escamotear la verdad sobre estos hechos, ocultando los criminales e inhumanos procedimientos, nombres de los agentes que investigaron las insanas prácticas y las fechas de ocurrencia de las mismas, en un abierto comprometimiento con la CIA y el Pentágono. A pesar de que el propio FBI participó en más de 700 interrogatorios, quedan como testigo de los maltratos algunos mensajes que caracterizan la irracionalidad del trato a los prisioneros en la Base Naval de Guantánamo, en los que se expresan, entre otras cosas:
“He visto a un detenido sentado en el suelo de una sala de interrogatorio, envuelto en una bandera israelí, con música alta y los flashes de un estroboscopio”. (30 de julio de 2010)
“En unas oportunidades, entré en salas de interrogatorios y encontré a un detenido encadenado en una posición fetal en el suelo, sin silla, alimentos o agua. La mayoría de las veces se habían orinado o habían defecado sobre sí, y se encontraban así desde 18, 24 horas o más”.
Un caso que alcanzó cierta notoriedad en abril de 2010 fue el del ciudadano estadounidense Syed Fahad Hashmi, quien fue acusado de supuestamente brindar apoyo material a Al Qaeda, e inmediatamente confinado un centro federal de detención de Nueva York. El nivel de vigilancia impuesto a Syed, que caracteriza al régimen de medidas administrativas especiales impuestas al prisionero, incluye un estrecho monitoreo mediante cámaras y audio en su diminuta celda, privándole de contacto con otros detenidos y negándole la práctica de sus ritos religiosos. Luego de varios años de su arbitraria detención, se supo que ha permanecido alejado de la sociedad desde largo tiempo, privándolo de contactos familiares por largos períodos, tal como ocurrió en el 2008.
Según Theoharis, las medidas administrativas especiales (conocidas como SAM, por su denominación en idioma inglés): “…son tortura legalizada. Los niveles de aislamiento y privación sensorial son deshumanizantes. Van contra los estándares internacionales, y se ha demostrado en investigaciones médicas que tienen un impacto severo en la salud y en la estabilidad mental de las personas. También afectan severamente la capacidad de una persona para participar de forma efectiva en su propia defensa.”
Tal vez la culpa principal de Syed, según su profesora del Brooklyn College en el 2002, Jeanne Theoharis, fue una investigación realizada por su alumno sobre la política anti musulmana imperante en Estados Unidos luego del 11 de septiembre de 2001.
Un caso similar ocurrió con un ciudadano argelino residente en el Reino Unido, Loifti Raissi, de 36 años, dado a conocer el 22 de abril de 2010, acusado erróneamente por el FBI de haber dado clases de pilotaje a los autores de los atentados de 11 de septiembre de 2001. Este ciudadano fue indemnizado por los daños y perjuicios recibidos en su persona a causa de un evidente error del Buró Federal de Investigaciones. A pesar de ser indemnizado y de ser declarado inocente por la justicia británica, Raissi permaneció varios meses en prisión desde el 21 de septiembre de 2001 hasta febrero de 2002, logrando evadir un pedido de extradición interpuesto por el FBI.
La persecución del FBI contra Hemingway.
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Ernest Hemingway y Fidel |
Según se dio a conocer en mayo del año 2010 por un despacho de la agencia italiana ANSA, el FBI se ensañó de manera particular con el intelectual y escritor norteamericano Ernest Hemingway por su apoyo a la naciente Revolución Cubana y, particularmente, por sus vínculos de amistad con el líder cubano Fidel Castro. De acuerdo con sus biógrafos, Hemingway fue presionado por el FBI para que abandonara Cuba. Mucho dolió a Estados Unidos y, particularmente a Hoover, jefe del FBI, la foto en que aparecieron ambas personalidades, luego de que culminara un evento de pesca en el pueblo costero de Cojimar, el 15 de mayo de 1960, y que fue difundida internacionalmente. El propio embajador norteamericano, Phil Bonsal, según declaraciones de Valery Hemingway, última secretaria del escritor y posteriormente esposa de su hijo menor, realizadas a DFB, arremetió contra Hemingway de forma airada, al típico estilo del macartismo. Al respecto, Valery declaró: “El embajador le dijo que si no se iba, sería considerado un traidor y que si no cambiaba sus declaraciones y hacía declaraciones contra Cuba, la Revolución y contra Fidel Castro, tendría consecuencias. Esto lo dijo”.
Era tanto su amor a la Isla que se convirtió en su nueva Patria que, al recibir el Premio Nobel de Literatura por el conjunto de su obra, declaró que el mismo pertenecía a Cuba. Con su gracejo permanente, declararía: “Soy el primer sato cubano que recibía este importante premio”.
Finalmente, Hemingway abandonó Cuba y su querida finca Vigía, luego de vivir casi veinte años en este país. Frustrado, enfermo y deprimido, se suicidó un tiempo después, el 2 de julio de 1961.
El caso Llamazares.
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Gaspar Llamazares confundido con Bin Laden |
Un hecho reciente que involucró al FBI fue el empleo de una foto robot de Osama Bin Laden, tomando como fundamento gráfico a una fotografía del entonces coordinador general de Izquierda Unida española, Gaspar Llamazares. El error, evidentemente, fue deliberado, pues partió de la abierta oposición de Llamazares a la guerra de Iraq y algún trasnochado agente informático del Buró lo creyó un peligroso terrorista y lo asoció a la figura del líder de AlQaeda.
Ante tamaño error, tanto el propio FBI como la propia Secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, pidieron disculpas a Llamazares y se indicó que se llevaría a cabo una exhaustiva investigación al respecto. Lo paradójico de todo es que el Buró declaró que dicha investigación tendría carácter secreto y que, incluso el propio Llamazares desconocería sus resultados. La respuesta del dirigente izquierdista no se hizo esperar: declaró que interpondría una demanda contra el FBI y el gobierno norteamericano, aún cuando la polémica foto fue retirada del sitio web del Programa de Recompensa para la Justicia del Departamento de Estado.
Malcom X y el FBI.
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Malcom X |
El FBI siempre tuvo en la mira al líder negro norteamericano Malcom X y aún se especula sobre su participación en el asesinato del mismo, ocurrido hace más de 45 años, Cuando Thomas Hagan disparó una escopeta calibre 12 contra Malcom X, el 21 de febrero de 1965, éste pronunciaba un discurso ante 400 personas en el Audobon Ballroom, ubicado en la intersección entre de la calle 166 y la avenida Broadway, en el Alto Manhattan, Nueva York. Entre los presentes se encontraban la esposa y los hijos del dirigente de la Muslim Mosque, Inc., una organización religiosa, y de la Organización de la Unidad Afroamericana, convirtiéndose en un activo defensor de los derechos civiles de los afros norteamericanos.
Durante el juicio celebrado contra Hagan en 1966, el mismo reconoció su culpabilidad. En realidad, Hagan era solo un instrumento de otros intereses entre los que no se descartaba al FBI y a Louis Farrakan (Elijah Muhammad), otro líder negro de la Nación del Islam. La reacción popular, particularmente entre los afro norteamericanos de Harlem, provocó fuertes enfrentamientos con las fuerzas policiales. Muchos edificios fueron pasto de las llamas y las calles se convirtieron en un caos y sede de batallas campales. La ira popular fue indetenible como un aluvión incontrolable.
Thomas Hagan fue liberado en abril de 2010, cuando con 69 años de edad consiguió finalmente la libertad bajo palabra tras múltiples peticiones. Sin embargo, tanto él como otros dos implicados en la muerte de Malcom X han permanecido en silencio total, aunque las sospechas sobre quiénes fueron los autores intelectuales del crimen aún siguen latentes.
El FBI y la paradoja hondureña
El 26 de Abril de 2010, el presidente hondureño Porfirio Lobo inició las gestiones para que investigadores de países como EEUU, España y Colombia, participaran en el esclarecimiento de los múltiples crímenes cometidos contra periodistas y personas progresistas, así como mujeres y homosexuales en su país. Sin embargo, el FBI no ha logrado dilucidar o esclarecer cualquiera de estos crímenes, dada su implicación directa con las fuerzas policiales hondureñas y los grupos paramilitares que desarrollan una represión selectiva contra las fuerzas opositoras contra el golpe de estado en esa nación. Para nadie es un secreto que el FBI es asesor permanente de las fuerzas de la policía hondureña y de sus servicios de contrainteligencia.
La intención del gobierno hondureño fue dada a conocer el 25 de mayo de 2010 por el propio embajador norteamericano en esa nación, Hugo Llorens, durante la entrega del Premio de Periodismo "Álvaro Contreras" en la sede del Banco Centroamericano de Integración Económica (BCIE). Con su clásico desenfado, Llorens declaró: “Nos ha preocupado mucho lo que hemos visto en los últimos meses, con el asesinato de seis periodistas... nunca deben estar sujetos a miedo o presión”.
La solicitud del gobierno de Porfirio Lobo de requerir ayuda por parte del FBI para enfrentar al creciente número de asesinatos por razones de homofobia, género y, particularmente, por motivos políticos, sobre todo aquellos dirigidos contra periodistas y dirigentes sindicales y de los movimientos sociales, resulta absurda y paradójica.
Honduras ha sido, principalmente desde golpe de estado del 3 de octubre de 1963, uno de los países que mayor atención ha recibido por EE UU y sus agencias represivas. La militarización de la policía hondureña en forma de Cuerpo Especial de Seguridad (CES), devenida en Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP), la colocó en el lugar de uno de los órganos represivos más importantes de la nación. Todo fue resultado del planeamiento de la CIA y el FBI y su estrecha colaboración con el poder militar y oligárquico de Honduras. Esa injerencia llegó al extremo de penetrar a diferentes estamentos del poder civil como la propia Dirección General de Migración y la de Geodesia.
Esta situación se mantuvo hasta el 2 de marzo de 1993 en que se eliminó la Dirección Nacional de Investigaciones (DNI) y se planteó una remodelación de la FUSEP y la creación de la Dirección de Investigación Criminal (DIC) y del Grupo Nacional de Estudio y Asesoría de los Cuerpos Policiales, así como la creación del Ministerio Público, encabezado por el Fiscal General de la República. Estados Unidos tuvo un papel esencial en estos cambios y, específicamente, el FBI, ya que los primeros 200 agentes de la DIC fueron entrenados por el Buró, a los que se sumarían otros 100 más como resultado de su capacitación por los egresados de las escuelas del FBI.
La DIC funcionó apenas tres años, entre 1995 ya 1998, convirtiéndose luego en la Dirección General de Investigación Criminal (DGIC), el 18 de julio de 1998. El FBI por supuesto, asesoró en la selección del personal más capacitado para desempeñar las nuevas funciones de la DGIC, sobre todo a los graduados en sus entrenamientos. También participó el gobierno español, mediante un préstamo de cerca de 22 millones de dólares, en la adquisición de medios de represión más sofisticados y el adiestramiento policial, comprobándose también la ayuda permanente del Mossad y de otras empresas tapaderas de las fuerzas armadas y policiales de Israel.
El doble rasero del FBI en el contexto actual latinoamericano.
El FBI también se ha visto involucrado con el adiestramiento, colaboración y participación directa con las fuerzas policiales de varios países latinoamericanos, particularmente con los servicios de contrainteligencia de Colombia. En tal dirección, entre el 3 y el 7 de mayo de 2010 se llevó a cabo en esa nación la denominada “Cumbre de Policías de América Latina”, donde se trataron temas como el narcotráfico, tendencias del secuestro y estrategias para combatirlas, técnicas forenses en casos de terrorismo, los enlaces del narcotráfico, terrorismo y el tráfico de armas y los delitos que atentan contra los menores en el país, así como otros procedimientos encaminados a neutralizar a las fuerzas progresistas en la región. Junto al FBI y la DEA, se replantearon los procedimientos para llevar a cabo el más descarado espionaje contra líderes opositores y miembros de las fuerzas progresistas en América Latina, así como otros encaminados a su persecución, detención, técnicas de interrogatorios, procedimientos de tortura y su desaparición selectiva.
El encuentro también involucró a empresas tapaderas del Mossad israelí que operan en varias naciones del continente como agencias de seguridad.
Inaugurado por el propio embajador de EE UU William Brownfield y el entonces presidente Álvaro Uribe Vélez, cerca de 300 jefes policiales de más de 20 países, iniciaron la dudosa reunión en Cartagena, Colombia, con el supuesto objetivo de “promover y fortalecer la cooperación en materia técnico científica y de inteligencia.” No podía faltar la presencia del FBI, esta vez representado por Eric Vélez Villar, subdirector de Inteligencia del Buró.
La cumbre, en realidad, tuvo más que un aparente intento de promover la cooperación en materia técnico científica y en hacer más efectivo el intercambio de información con fines de inteligencia. En ella se crearon las bases para fortalecer la posición hegemónica norteamericana en la región y revivir la doctrina de la Seguridad Nacional, estableciendo un plan de detección, represión, captura, penetración y posterior neutralización de las fuerzas progresista y los movimientos sociales.
La selección de los países no es casual. Tanto en Brasil como en Panamá se han llevado a cabo eventos similares a éste. Tampoco es casual que la mayor masa de los participantes hayan sido cerca de 150 alumnos procedentes de la Academia Nacional de Asociados de la Oficina Federal de Investigación (FBI), Capítulo América Latina y el Caribe y el jefe de la misma, Kim Derry.
Este tipo de encuentros tiene como finalidad orquestar nuevos modelos represivos, sobre la base de la reactualización de la nefasta y dañina Operación Cóndor, padecida dolorosamente por América Latina.