Allá
se fue Ileana Ros-Lehtinen, la conocida Loba Feroz, hasta las calles de la
Pequeña Habana, en Miami, a tratar de reverdecer su deteriorada figura
política. Como es costumbre en ella, consumida por el odio irracional hacia
Venezuela y Cuba, halló entre un pequeño grupo de viejos
contrarrevolucionarios, el espacio oportuno para lanzar amenazas e incitar
odios y bajas pasiones.
Centro
de sus intolerantes palabras lo fue esta vez Venezuela, a la que amenazó con un
fuerte bloqueo, similar al impuesto contra Cuba desde hace décadas. Pareció
olvidarse que esa violencia es generada no por el gobierno y sus simpatizantes,
sino por la derecha fascista a la que ella apoya a ultranza.
Como
precedente a esa medida de embargo criminal, la Loba Feroz dejó abierta la
posibilidad de congelar aún más las relaciones bilaterales entre EE UU y
Venezuela, dirigiendo sus venenosos dardos contra los dirigentes bolivarianos,
miembros de las FANB, de la Guardia Nacional, a los representantes de los
cuerpos judiciales y legislativos con sanciones tales como la prohibición de otorgamiento
de visas y congelas sus cuentas bancarias y otros bienes; eliminar negocios entre
ambos gobiernos, reducir las compras de petróleo venezolano, restricción a la
compra-venta de bienes inmuebles, así como lograr una reunión de la OEA para
condenar a Venezuela y abrir las puertas a una invasión foránea.
Entre los histéricos aplausos de mafiosos y
terroristas de origen cubano y venezolano, colocó a Obama en la picota pública,
tildándolo de débil y exigiéndole acciones más duras contra el gobierno de
Maduro.
No
vaciló en impostar las tradicionales mentiras y manipulaciones usadas contra el
gobierno chavista, al tildarlo de represor, a la par que beatificaba a
fascistas como a Leopoldo López y los guarimberos que siembran caos y
desestabilizan al país.
En solo una cosa se equivocó la Loba Feroz:
esta “Caperucita Roja” no le teme en los más mínimo, pues ondea sus granas
banderas como símbolo de soberanía y resistencia. No es una niña temerosa a la
que una loba insidiosa puede atemorizarla. Ella es un pueblo entero –como el
cubano-, dispuesto a continuar las batallas hermosas por la vida.
Percy
Francisco Alvarado Godoy
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