Un sitio se hace eco hoy de
un supuesto pago de 20 millones de USD por parte de Hillary Clinton a la
campaña de reelección de Obama para ser nombrada, en aquellos momentos, en el
cargo de secretaria de estado. El origen enmascarado de esos dineros
provenientes de la corrupta Fundación Clinton es reseñado en un artículo del The
New York Post en donde se desnuda la desaparición de esa alta suma de dinero
de un fondo de caridad de dicha fundación y que habría servido como pago para
sobornar a Obama. Absurdamente, ello es de pleno conocimiento del FBI.
Ciertamente no es una
vieja noticia de que los cargos públicos en las administraciones USA son
repartidos entre los principales donantes de las campañas, lo que llegó a
causar reproches públicos en algunos medios de prensa. En este sentido ya The
Guardian se hizo eco en el 2013 de las protestas de diplomáticos
norteamericanos por la corruptela de favorecer con el cargo de embajadores a
principales donantes de la campaña de Obama, lo que fue corroborado al ser
publicados una cantidad apreciable de emails del jefe de campaña de la Clinton,
John Podesta, los que fueron hackeados –según Zero
Hedge por el hacker Guccifer 2.0– donde se dan a conocer cómo grandes
donantes fueron favorecidos con cargos de embajadores y otros altos puestos en
la nomenclatura de la administración norteamericana.
Esa es la típica
democracia que se pretende imponer a otras naciones.
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