Con Mike Pompeo |
Mario Félix Lleonart
Barroso emergió dentro de las filas de la contrarrevolución anticubana durante
los últimos seis años como una dudosa estrella en ascenso, que solo empezó a
brillar dentro de los enemigos de Cuba gracias al apalancamiento recibido por
el propio Donald Trump y Mike Pompeo. Sin embargo, nunca figuró como figura
descollante por sí sola, sino como catapulta para figuras como Rosa María Payá,
así como para asumir descabelladas provocaciones contra la embajada cubana en
Washington –a partir de su “exilio en USA desde el 2016–, bailando en una línea
fina que lo hace bailotear entre una presunta mesura mesiánica y un radicalismo
peligroso.
Su desempeño inicial
tuvo su origen cuando comenzó a emplear las redes sociales, sobre todo Twitter
para cuestionar una supuesta falta de libertad religiosa en Cuba, allá por el
2013, lo que le abrió paso a crear el Instituto Patmos, devenido en una fábrica
de embustes con respecto a los DDHH en la Isla. También aprovechó el apoyo
recibido por instituciones que sufragan la guerra ideológica anticubana para
convertirse, al igual que su esposa, Yoaxis Marcheco Suarez, en mercenarios
viajeros con acceso a múltiples foros internacionales. Su única misión fue, y
ha sido, la diatriba y la mentira. También fundó la página web
cubanoconfesante.com para apoyarse en su
papel anticubano. Gracias a ello, salió de su natal Taguayabon para vivir en Washington.
La cúspide de su
espaldarazo ocurrió el 19 de junio de 2019 cuando fue recibido en la Oficina
Oval de la Casa Blanca por Donald Trump. No cabe la menor de las dudas de que
el mandatario, convencido por Mike Pompeo, Marco Rubio y otras figuras de la
ultraderecha norteamericana lo vieron como una herramienta radical y útil para
desarrollar fuertes provocaciones contra Cuba. El propio Pompeo le recibió
junto a otras figuras en el Departamento de Estado.
Recibido por Trump |
Su misión de provocar
en Estados Unidos a la embajada cubana tiene larga data y ha estado presente
frente a la misma en cuanta provocación se ha fabricado, llegando incluso a
personarse en más de una ocasión para fotografiar a la misma y a sus
funcionarios, así como establecer lazos con Alexander Alazo Baró, perpetrador
del atentado contra la misma. Sus vínculos con la Doral Jesus Worship Center,
iglesia que aglutina a lo más recalcitrante de la contrarrevolución anticubana
y anti bolivariana en el condado de Miami-Dade, así lo evidencian.
Otro de los espacios
que ha empleado, gracias a las facilidades obtenidas por sus vínculos con el
Departamento de Estado y la mafia anticubana en Estados Unidos, ha sido la
emisora Radio Viva 24, espacio dedicado a instigar a la comunidad cubana contra
la gobernabilidad en la Isla. En la misma participa junto a Francisco Alemán de
las Casas y su esposa, quien funge como editora. Se le han comprobado vínculos
directos con otros provocadores tales como Alexander OtaOla Casals. En resumen,
el patrón programático usado por Mario Félix es el empleo de una cruzada eclesiástica
de permanente cuestionamiento contra el socialismo cubano. También es cierto
que su papel de apalancador de otras figuras contrarrevolucionarias como Rosa
María Payá, Yoani Sánchez y José Daniel Ferrer, ha sido permanente. Ya lo había usado hacia el Coco Fariñas.
Por estos días, este
mercenario se ha dedicado a apoyar activamente en Twitter eventos y shows mediáticos
anticubanos como la Rueda de Prensa: “Eliminación de la libertad de expresión
en #Cuba: el decreto-ley 370 y su amparo en la Constitución”, realizada el
pasado día 16 de junio, el Informe Anual
de Libertad Religiosa Internacional promovido por el Departamento de Estado y
el evento digital “#Cuba explota la pandemia de coronavirus para socavar la
libertad religiosa”.
Corresponde al FBI, a
la Sección Antiterrorista del Departamento de Estado y a otras agencias de la
Ley en Estados Unidos, determinar si el discurso radical e incitador al odio de
este mercenario, su manipulación burda y extremista de la fe religiosa, no han
sido caldo de cultivo para acciones terroristas llevadas a cabo por Alazo Baró
y otras amenazas frecuentes contra la embajada cubana en Washington y sus
diplomáticos.
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